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17.2.05

Zapatero culpa a Occidente de la expansión del fanatismo

YA sabíamos que Zapatero es, como aquel ángel que San Agustín se tropezó en la playa, propenso a formular conceptos oceánicos que la estricta razón no puede alcanzar.

Postular una «alianza de civilizaciones» o predicar unas «ansias infinitas de paz» pertenece, como el propósito de encerrar el agua del infinito océano en un hoyo excavado en la arena, al ámbito de las realizaciones imposibles.
Confesaré que, en un principio, achaqué esta propensión de Zapatero a un impulso utópico, pero bienintencionado (aunque ya se sabe con qué adoquines se empiedra el camino que conduce al infierno); en la insistencia con que formula y sostiene estos conceptos oceánicos, aun en las coyunturas más impertinentes o extemporáneas, empiezo a vislumbrar cierto cinismo.

En un artículo anterior expresaba mi desconfianza en la capacidad de Europa para defender con determinación unos valores o principios en los que ha dejado inconscientemente de creer; quizá las proclamas de Zapatero, tan rimbombantes en la forma como hueras en el fondo, sean uno de los síntomas más notorios de esa perlesía moral que se extiende por Europa.

Que dichas proclamas las emita, además, sin descolgar de los labios esa impertérrita «sonrisa de metal» a la que se refería la semana pasada Ignacio Camacho, incorpora ribetes inquietantes a lo que, de otro modo, calificaríamos de pamplinas.

Acaba de escribir Zapatero que la matanza de Londres debe enmarcarse en «un mar de injusticia universal», aserto que a simple vista enuncia una perogrullada, pues no hay calamidad, desgracia o mero contratiempo que no admita idéntico marco.

Pero este concepto tan oceánico y tontorrón de «injusticia universal» es, en realidad, la coartada ingenua que permite a Zapatero lanzar a renglón seguido la insidia: sólo mediante un «esfuerzo colectivo» podremos «comprender las condiciones que facilitan la expansión del fanatismo». Aunque no se atreve a mencionarlo explícitamente, Zapatero culpa a Occidente de dicha expansión; y, puesto que no enumera las condiciones que debemos esforzarnos en comprender, hemos de entender que conforman una amalgama también oceánica, un auténtico mar de injusticia universal que lo mismo comprende la guerra de Irak que los intentos por extender los principios y valores que encarnan nuestra moribunda civilización.

Como buen relativista, Zapatero considera que Occidente debe sentirse culpable de exportar sus ideas e instituciones (probadamente beneficiosas para el desarrollo moral, político y económico de los pueblos), pues con ello sólo ha logrado enardecer el fantasma del fanatismo.

Como buen relativista, Zapatero concibe el terrorismo como una guerra reactiva, no agresiva; y, por lo tanto, entiende que bastará con que los europeos seamos «comprensivos» con esos otros modos de vida tan respetables como el nuestro, cejando en nuestras ínfulas coloniales, para conjurar la amenaza del fanatismo, que no es sino la consecuencia lógica -morbosa quizá, pero a fin de cuentas lógica- de la injerencia occidental. Como buen relativista, Zapatero considera que todas las culturas poseen el mismo valor ético: la democracia, las declaraciones de derechos, el liberalismo, la separación entre Iglesia y Estado, criaturas típicas, originarias y propias de Occidente, quizá se hayan mostrado provechosas para el desarrollo de los pueblos que las han acogido, pero esta constatación no satisface a un relativista como Zapatero, que siempre considerará que las aportaciones de Occidente al mar de la injusticia universal han sido más numerosas.

Produce un poco de bochorno que un señor con responsabilidades de Gobierno albergue tamaña empanada mental.

Juan Manuel de Prada

2 comentarios :

  1. Anónimo31/12/05

    Como sigo esta web pero no se me da bin escribir solo deciros que tengais en cuenta dos articulos que salen hoy en el pais:Discriminacion en Francia crece el poder machista en los guetos franceses.y otro Miles de familias practican la poligamia.
    En fin a ver si los gobiernos sacan conclusiones yo las saque hace tiempo.Saludos

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