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10.7.05

Europa sufre de anemia moral galopante

Lo sabíamos, sabíamos que Al Qaeda iba a atentar de nuevo en Europa. Lo he escrito varias veces y lo he repetido en antena: “Hay quien no se entera de lo que está pasando. Hay una guerra global, un conflicto sin fronteras y con táctica de guerrilla que lo mismo mata en Afganistán que en Indonesia, Yemen, Nueva York o Madrid.

Hay una guerra del Islam integrista contra "Occidente”

Era cuestión de tiempo ver ensangrentadas Londres, París o Berlín, y cuando yo lo decía alguno me llamó pájaro de mal agüero. Lo cierto es que se habían desactivado intentonas en Francia, en Alemania, en la propia Gran Bretaña, pero con un terrorista dispuesto a morir los atentados son inevitables, por eso el jefe de policía de Londres afirmó ayer, en su primera comparecencia ante los medios, que estaba “conmocionado, pero no sorprendido”.

Hay quien prefiere justificar todo esto, o buscarle alguna excusa, por ejemplo que no es más que la reacción del Tercer Mundo a los abusos occidentales, a la pobreza y la injusticia. Yo reitero argumentos publicados en esta columna: “¿Por qué nos atacan sólo musulmanes, y no hispanoamericanos o asiáticos budistas? ¿Por qué el núcleo duro de Al Quaeda no está constituido por pobres sino por riquísimos jóvenes saudíes y egipcios educados en colegios británicos? No, el problema se llama fanatismo ideológico, guerra santa, yihad.

Contra el terrorismo los españoles sabemos la fórmula: aguantar, luchar policial, informativa y financieramente y afirmar una y otra vez los propios valores.

Pero yo veo un flanco débil en Occidente. Una grieta que consiste en la justificación política y que denomina “revolución de los pobres” a este terror.

La flaqueza es ideológica y es hija de las ideas que en Europa dieron luz a los totalitarismos de derechas e izquierdas. Frente a esta flaqueza sólo cabe recuperar las raíces de la propia identidad.

La afirmación de la persona, del valor infinito de su vida, del peso de la ley como rectora de la vida social y de la moral como base personal del respeto a la misma. Blair hace tiempo que entendió esto. Esperemos que el resto de los dirigentes europeos sepan que en comprenderlo y reaccionar estriba la posibilidad de un futuro para el continente.

En una guerra hay que saber qué se defiende y por qué se lucha. De otro modo la muerte aterroriza.

Cristina López Shlichting

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