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8.11.07

“Ríos de Sangre”


El siguiente artículo pertenece a un discurso que pronuncio Enoch Powell en Birmingham cerca de la circunscripción de Hastilow en abril de 1968, en este discurso Powell tuvo la desfachatez de pedir el cese inmediato de la política de acogida de inmigrantes procedentes de la Commonwealth, que había sustituido al imperio como una agrupación de las colonias.

Pero antes de leer el discurso veamos la Biografía de este Poeta, soldado y ministro.

Powell, nacido en 1912 en Birmingham, ocupó altos cargos de la Administración conservadora en los años 50 y 60 pero se alejó del partido en 1974, llevado por sus ideas antieuropeístas y extremistas.

Powell se educó en la década de los 30 en el Trinity College de Cambridge. A los 26 años, ganó una cátedra de Griego en la Universidad de Sidney. Dominaba doce idiomas, escribía poemas románticos y se convirtió en un experto sobre Herodoto.

Enoch Powell fue, con 25 años, el más joven profesor de griego en las universidades del imperio y la única persona que pasó en la Segunda Guerra Mundial de soldado a general de brigada.

La Eneida

Y al advertir sobre los riesgos que acarreaba la entrada de inmigrantes evocó la profecía de Sibila en la 'Eneida' de Virgilio cuando Eneas parte hacia Italia para levantar una nueva Troya.

«Cuando miro al futuro -dijo Powell en Birmingham- me asalta el temor, como al romano, y veo el río Tíber rebosante de sangre».

Una encuesta desveló que el 74% estaba de acuerdo con Powell y, treinta años después, el 62% de los espectadores de un programa de la televisión 'Channel 4' afirmó que el discurso no fue racista.

Powell ha influido sobre los 'tories' en el último medio siglo. Se adelantó veinte años en pedir la privatización de las empresas públicas, defendió el monetarismo.
«Fue un gran intelectual y un hombre con un cerebro privilegiado, el político más influyente en Gran Bretaña desde 1945.

Vivió añorando el pasado y el esplendor de un Imperio británico que nunca volverá.
"Como los Romanos, veo el Río Tiber con mucha espuma ensangrentada"

“Ríos de Sangre”

Abril 1.968


La función suprema de un estadista es tomar precauciones contra los males previsibles. En su intento de hacer esto, se encuentra con obstáculos que están profundamente enraizados en la naturaleza humana. Uno de ellos es que por regla general, estos males no son demostrables hasta que no han ocurrido: en cada comienzo de una etapa hay un espacio para la duda y para la discusión de si estos males serán reales e imaginarios.
Aun es más, reciben muy poca atención en comparación con los males y problemas actuales, que son al mismo tiempo acuciantes y reales: es por ello que la tentación obsesiva de todos los políticos sea dedicarse al inmediato presente a costa del futuro.

Sobre todo, la gente esta dispuesta a equivocarse en su pronostico de los problemas para que no se la acuse de crear esos problemas o de haberlos deseado: "Si tan solo", les encanta pensar. "si tan solo la gente no hablara sobre ello, probablemente no llegue a ocurrir"

Quizás este habito se remonta a la primitiva creencia de que la palabra y la cosa, el nombre y el objeto, son idénticos. En todos los eventos, surge la discusión sobre el futuro, pero ahora con más fuerza, los males evitables son la cuestión más impopular y al mismo tiempo más necesaria para los políticos.

Aquellos que conscientemente eluden su responsabilidad, recibirán el castigo de los que vienen después.

Hace una o dos semanas, conversé con un votante de mediana edad, un obrero empleado en una de nuestras industrias nacionalizadas. Después de una o dos frases sobre el tiempo, de pronto dijo "Si tuviese el dinero para irme, no me quedaría en este país" Yo le respondí jocosamente que, aunque el gobierno actual lo haga mal, no durará para siempre en el poder, pero ni me escuchó y continuó: "Tengo tres hijos, todos han pasado por la escuela y dos de ellos están ahora casados y tienen familia. Yo no estaré satisfecho hasta que no les haya visto establecidos en el extranjero. En este país, en 15 o 20 años los negros serán los que dominen a los blancos".

Todavía puedo oír el coro de la abominación de estas ideas en mi cabeza. ¿Cómo puede atreverse alguien a decir una cosa tan terrible? ¿Cómo iba a arriesgarme yo a buscar problemas e inflamar los sentimientos repitiendo semejante conversación? La respuesta es que no tengo derecho a no hacerlo. Ahí estaba un decente hombre corriente ingles, que a plena luz del día en mi propia ciudad me dice a mi, Miembro del Parlamento, que en este su país no merece la pena que vivan sus nietos. Simplemente yo no tengo derecho de cruzarme de hombros y pensar en otra cosa. Lo que él dice lo pensarán y dirán cientos y miles de personas, quizás no en toda Gran Bretaña, pero sí en la áreas que actualmente están sufriendo una transformación para la que no existe ningún paralelismo en cientos de años de historia inglesa.

En 15 o 20 años, de continuar la actual tendencia, en este país habra tres millones y medio de inmigrantes de la Commonwealth junto con sus descendientes. Y esta no es una cifra que me haya inventado yo. Es una cifra oficial ofrecida al parlamento por el representante de la Oficina General del Registro Civil. No hay una cifra oficial para el año 2000, pero seguramente pueda ser de entre 5 y 7 millones de inmigrantes, aproximadamente un 10% del total de la población, lo que equivaldría a la población total del Gran Londres. Por supuesto no se distribuirán por todo el país desde Margate a Aberystwyth, y desde Penzance a Aberdeen. Areas enteras, ciudades y partes de ciudades a lo largo de Inglaterra serán ocupadas por población inmigrante y descendiente de inmigrantes.

Según vaya pasando el tiempo, la proporción sobre el total de los que son descendientes de inmigrantes, los que nacieron en Inglaterra, crecerá rápidamente. Aun en 1985 los descendientes de nativos ingleses constituirán la mayoría. Este factor es lo que crea la extrema urgencia de actuar ahora, de llevar a cabo ese tipo de acción que es más difícil de llevar a cabo por los políticos; una acción cuyas dificultades radican en el presente, pero los males futuros que deben ser prevenidos o minimizados radican en los parlamentarios situados por delante de mi.

La natural y racional primera pregunta que se haría una nación confrontada frente a un futuro tal, sería preguntar: "¿Cómo puede ser reducida la dimensión de este problema?" Reconozcamos que no puede ser prevenido del todo, pero puede ser limitado, teniendo muy presentes en la mente que los siguientes números son la esencia de la pregunta: la significación y consecuencias de la introducción de un elemento extraño en la población de un país es profundamente diferente dependiendo sí este elemento es el 1% o el 10%.
Las respuestas a esta sencilla y racional pregunta son también sencillas y racionales: parando, o parando virtualmente, más afluencias de inmigrantes, y promoviendo al máximo la salida. Ambas respuestas son parte la política oficial del Partido Conservador.

Cuesta creer que en este momento 20 o 30 nuevos niños inmigrantes están llegando del extranjero a la región de Wolverhampton cada semana, pero es cierto. Y eso representa 15 o 20 familias adicionales de aquí en una o dos décadas adelante. A aquellos a los que los Dioses quieren destruir primero les vuelven locos. Y nosotros debemos estar locos, total y literalmente locos, al ser una nación que permite la llegada anual de 50.000 inmigrantes, que son en su mayor parte el material constitutivo del futuro crecimiento de la población descendiente de inmigrantes.
Es como ver a una nación atareada apilando leña para su propia pira funeraria. Somos tan dementes que actualmente permitimos a personas solteras que se establezcan en el país con el propósito de formar una familia con novias y cónyuges a los que jamas han visto.

Supongamos que este flujo de llegada de inmigrantes no se corta automáticamente. Al contrario, incluso con la actual cuota de solo 5.000 personas admitidas con permisos, hay suficiente para 25.000 nuevos inmigrante por año y así hasta el infinito; eso sin tener en cuenta la gran cantidad de parejas inmigrantes que ya se encuentran en nuestro país, y estoy suponiendo que es una situación en la que que no se permite de ningún modo la entrada ilegal o fraudulenta al país.

En estas circunstancias nada será suficiente, pero la llegada total de inmigrantes para establecerse debería reducirse a proporciones absolutamente mínimas, y por ello deben tomarse medidas legislativas y administrativas sin demora alguna.

Vuelvo a la re-emigración. Si la inmigración terminase mañana mismo, la tasa de crecimiento de los inmigrantes que están aquí y de sus descendientes se podría reducir sustancialmente, pero el tamaño futuro de este elemento en la población seguiría manteniendo intacto su carácter de peligro nacional.

Esto solo puede ser afrontado mientras una considerable proporción de los inmigrantes todavía se encuentre comprendida en el total de personas que han llegado en los últimos diez años. De aquí la urgencia de aplicar el segundo elemento de la política del Partido conservador: la incentivación del retorno a su tierra de origen. Nadie puede estimar el numero de personas que, con una generosa ayuda y asistencia, elegirían bien retornar a sus países o trasladarse a otros países que necesiten la fuerza de trabajo, la destreza y las habilidades que ellos representan.
Nadie lo sabe porque nunca se ha intentado una política semejante. Yo solo puedo decir que, incluso ahora, inmigrantes de mi propio distrito electoral de vez en cuando vienen a verme, preguntándome si les puedo encontrar asistencia para volver a su verdadera casa.

Si una política así fuese establecida y continuada con la determinación que justifica la gravedad de la situación, el flujo de salida resultante podría alterar significativamente las perspectivas futuras.

El tercer elemento de la política del Partido Conservador es que todos los que están en este país como ciudadanos deberían ser iguales ante la ley y no hacer ninguna discriminación entre ellos por parte de las autoridades públicas. Como el Sr. Heath ha dicho, no tendremos "ciudadanos de primera clase" y "ciudadanos de segunda clase".
Esto no significa que todos los inmigrantes y sus descendientes deban ser elevados a una clase privilegiada o especial, o que a los ciudadanos se les impida su derecho a discriminar en la administración de sus propios asuntos entre un conciudadano y otro, o que deba estar sujeto a imposiciones en lo relativo a sus motivos y razones legitimas para comportarse de una manera o de otra.

No puede haber mayor concepto erróneo de la realidad que la que es mantenida por esos que, a voz en grito, demandan una legislación "contra la discriminación", ya sean los escritores de artículos de fondo de la misma índole (e incluso a sueldo de aquellos mismos periódicos) que aquellos que, a comienzos de los años 30, año tras año intentaban ocultar a este país del creciente peligro al que se enfrentaba; o los arzobispos que viven en palacios, de maneras delicadas y a los que la ropa de cama de seda les tapa los ojos. Lo han conseguido exactamente y diametralmente mal.

La discriminación y la depravación, el sentimiento de alarma y de resentimiento no tienen relación con la población inmigrante establecida, sino con aquellos que han venido y siguen viniendo sin cesar. Es por ello que promulgar unas leyes de este tipo en el parlamento en estos momentos es como tirar una cerilla a un barril de pólvora.
Lo más suave que se pude decir de quienes proponen y apoyan esto es que no saben lo que hacen.

Nada es más engañoso que las comparaciones entre los inmigrantes de la Commonwealth en Gran Bretaña con el negro americano. La población negra en los Estados Unidos, que ya existía antes de que los Estados Unidos se formasen como nación, empezó literalmente como esclava, y más tarde se le concedió el derecho de voto y otros derechos inherentes a la ciudadanía, cuyo ejercicio solo han alcanzado parcialmente y de forma gradual y aun no han completado del todo [N. del T. Recuerde el lector que este discurso se pronunció en abril de 1968].

El inmigrante de la Commonwealth llega a Inglaterra como un ciudadano integral, a un país que no conoce la discriminación entre un ciudadano y otro, y entra instantáneamente en posesión de los derechos que tiene todo ciudadano, desde el voto hasta el tratamiento gratuito en el Servicio Nacional de Salud.
Cualquier inconveniente relacionado con los inmigrantes no deriva de la ley, o de las políticas publicas o de la administración, sino de las circunstancias personales y los accidentes que crean, y siempre crearán, del mismo modo que la fortuna y la experiencia de un ser humano es diferente a la de otro.

Pero, mientras que para el inmigrante entrar en este país era el ingreso a privilegios y oportunidades que surgían de un modo ilusionaste y atractivo, el impacto para la población autóctona era muy distinto. Por razones que no podían comprender, y en cumplimento de decisiones en las que nunca fueron consultados, se encontraron con que habían sido convertido en extraños en su propio país.

Se encontraron con que les era imposible encontrar camas en los hospitales en las maternidades, que sus hijos no podían obtener plazas en las guarderías y colegios, sus casas y barrios cambiadas de tal modo que eran irreconocibles, sus planes y proyectos para el futuro frustrados; en el trabajo se encontraron con que los patrones vacilaban a la hora de pedir a los inmigrantes los mismos estándares de disciplina y competencias requeridas a los trabajadores autóctonos de Inglaterra; empezaron a oír, mientras el tiempo pasaba, más y más voces que les decían que ahora ellos eran a los que no querían.

Entonces aprendieron que un privilegio unilateral se establece por una ley del parlamento; una ley que no puede, y no esta diseñada para actuar en su protección ni para hacer justicia o reparar su quejas. Sin embargo sí esta promulgada para otorgar al extranjero, al descontento, refunfuñoso y agente provocador, el poder para humillar y acusar al honrado ciudadano Ingles por sus acciones privadas.

En las cientos y cientos de cartas que recibí la ultima vez que hable de este tema hace dos o tres meses, había una impactante característica que era completamente nueva y que encontré premonitoria y preocupante. Todos los Miembros del Parlamento están acostumbrados a la típica correspondencia anónima; pero lo que me sorprendió y alarmó fue que una alta proporción de gente normal, sensible, que escribía una carta sensata, y casi siempre correcta y bien escrita, pensaba que tenían que omitir su dirección porque era peligroso comprometerse con una carta enviada a un Miembro del Parlamento mostrándose de acuerdo con los puntos de vista que yo había expresado, y que podrían sufrir algún castigo o represalia si se llegaba a saber que ellos habían hecho eso.

La sensación que está creciendo entre la gente Inglesa corriente de ser una minoría perseguida, en aquellas áreas del país que están afectadas, es algo que aquellos sin una experiencia directa pueden difícilmente imaginar. Voy a permitir tan solo a una de esas cientos de personas que hable por mí:
"Hace ocho años en una respetable casa de Wolverhampton se vendió una casa a un negro. Ahora solo un blanco (una anciana pensionista) vive allí.

Esta es su historia. Ella perdió a su marido y a sus hijos en la II Guerra Mundial, y convirtió su casa de siete habitaciones, su única posesión, en una casa de huéspedes. Trabajó duro y lo hizo bien, pagó la hipoteca y empezó a guardar algo para su vejez. Entonces los inmigrantes se mudaron al barrio. Con una preocupación creciente, vio como una casa tras otra era ocupada. Aquella calle tranquila se volvió un lugar de ruido y confusión y pesarosamente sus inquilinos blancos se trasladaron.
El día después de que se fuese el ultimo inquilino, fue despertada a las 7 de la mañana por dos negros que querían utilizar su teléfono para llamar a su patrón. Cuando se negó, como se lo hubiese negado a cualquier extraño a tales horas, fue insultada y temió que si no hubiese sido por la cadena de la puerta habría sido atacada.

Familias inmigrantes habían intentado alquilar habitaciones en su casa de huéspedes, pero ella siempre se negó. Cuando sus pequeñas reservas de dinero se agotaron, y después de pagar los impuestos municipales, ella solo tenia menos de dos libras por semana. Fue a pedir una reducción de la cuota de sus impuestos, y fue vista por una chica joven que, al oír que tenia una casa de huéspedes de siete habitaciones, la sugirió que podría alquilar una parte de ella.
Cuando la anciana dijo que los únicos que la alquilarían serian los negros, la chica dijo 'En este país los prejuicios raciales no te conducen a ninguna parte'. Y la anciana volvió a casa. "

"El teléfono es su cordón umbilical. Sus hermanos pagan la factura, y la ayudan sobrevivir lo mejor que pueden. Los inmigrantes la han ofrecido comprarle su casa de huéspedes, pero a un precio que cualquier propietario con un poco de vista seria capaz de recuperar de sus inquilinos en semanas, o a lo sumo en unos pocos meses. Ahora esta empezando a tener miedo de salir. Le rompen las ventanas. Encuentra excrementos en el buzón. Cuando va a comprar a las tiendas, la siguen niños pequeños mulatos que la hacen muecas. No saben hablar ingles, pero hay una palabra que conocen. 'Racista' la cantan. Cuando se apruebe la nueva 'Ley de Relaciones entre Razas' (1), esta mujer está convencida de que ira a prisión. Y yo me preguntó ¿Estará equivocada?"

El otro peligroso engaño de aquellos que son testarudos, o bien que están ciegos ante la realidad, se aglutina en torno a la palabra 'integración'. Estar integrado en una población significa ser para todos los fines prácticos indistinguible frente a los otros miembros. Hoy en día, y desde siempre, cuando hay diferencias culturales y físicas, especialmente el color, la integración es difícil durante un largo periodo, cuando no imposible.

Hay entre los inmigrantes de la Commonwealth personas que han venido aquí en los últimos 15 años, cientos de ellas cuyos propósitos y deseos son integrarse y cuyos únicos pensamientos y esfuerzos se dirigen en esa dirección. Pero imaginar que tal cosa pueda entrar en la cabeza de una gran y creciente mayoría de inmigrantes es una absurda equivocación, y además es peligrosa.

Estamos justo en el limite de un cambio. Hasta ahora ha sido la fuerza de las circunstancias y el entorno los que han proporcionado la idea de que la integración es inaccesible para la mayor parte de la población inmigrante, que ellos nunca han concebido ni intentado tal cosa, y que sus números y concentración física significan que la presión hacia la integración que normalmente apunta hacia cualquier pequeña minoría no funciona.

Actualmente estamos viendo el crecimiento de fuerzas poderosas que actúan contra la integración; de intereses creados en la preservación y agudización de las diferencias raciales y religiosas con vistas a ejercer su verdadera tiranía, primero entre sus conciudadanos inmigrantes, y después sobre el resto de la población.

La nube no mayor que el tamaño de la mano de un hombre, que puede encapotar el cielo tan rápidamente, se ha visto recientemente sobre Wolverhampton, y ha dado señales de expandirse rápidamente. Las palabras que voy a usar ahora mismo, las cito tal cual aparecieron en la prensa local el 17 de febrero. No son mías, sino de un Laborista Miembro del Parlamento, que es Ministro en el Gobierno actual: "La campaña de la comunidad Sikh para mantener costumbres inapropiadas en Inglaterra es muy deplorable.

Al trabajar en Gran Bretaña, especialmente en los servicios públicos, deben estar preparados para aceptar los términos y condiciones de su trabajos. El pedir derechos especiales para su comunidad (¿o deberían decir ritos?) [N.del T. Aqui se hace un juego de palabras en ingles entre 'rights' y 'rites'] conducen a una peligrosa fragmentación de la sociedad.
Este régimen de autonomía comunitaria es un cáncer, ya sea practicado por personas de un color o de otro, y debe ser duramente condenando." Todo el mérito para John Stonehouse por tener la perspicacia para verlo, y el coraje para decirlo.

Para estos peligrosos y divisivos elementos, la legislación que se propone en la 'Ley de Relaciones entre Razas' es el mejor abono que necesitan para florecer. Con esto que acabo de exponer he querido mostrar que las comunidades de inmigrantes pueden organizar a sus miembros, agitarlos y hacer campañas contra sus conciudadanos, y sobrepasar y dominar al resto con las armas legales que los ignorantes y los mal informados les han proporcionado.

Según miro hacia adelante, me llena un presentimiento: como los Romanos, me parece ver "el Río Tiber con mucha espuma ensangrentada". [N.del T. Esta es una cita de Virgilo prediciendo la guerra]
Ese trágico e intratable fenómeno que contemplamos con horror al otro lado del Atlántico, pero que está entretejido con la misma historia y existencia de los Estados Unidos mismos, esta viniendo aquí hacia nosotros por nuestra propia voluntad y nuestra propia negligencia. De hecho, ya ha llegado plenamente. En términos numéricos, será de la misma proporción que en los Estados Unidos para el fin del siglo XX. Solo una firme resolución y acciones urgentes podrían evitarlo todavia hoy. Si la gente será quien demande esas acciones y las obtenga es algo que no se. Lo único que se es que verlo, y no decirlo, será la gran traición.

Notas:
(1) Race Relations Bill
Traducido por Paul Swain

Paradójicamente las predicciones de Enoch Powell no solo se han ido cumpliendo en el Reino Unido, se han extendido al resto de Europa formando una nueva ciudadanía sin intención de integrarse, barrios y poblaciones sin leyes y guetos donde la carta de valores de la ciudadania y de la integración son enexistentes.

Otros autores que han tenido la valentía para desvincularse de lo “Políticamente correcto” y pronunciarse sobre el mismo tema:

"El desembarco"

"El campamento de los Santos"

La sociedad multiétnica

LA COLONIZACIÓN DE EUROPA

Europa, un árbol en la tempestad. Siglo XXI

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4 comentarios :

  1. Anónimo11/11/07

    "Orontes in Tiberim defluxit". Juvenal

    "El rio Orontes (actual Siria) se está derramando en el Tiber". Roma padecía un grave problema de inmigración y Juvenal se oponía al ingreso masivo de extranjeros provenientes de las provincias asiáticas del Imperio. El paralelo que se puede trazar con el momento actual del mundo occidental sería, según los países concernidos por el fenómeno de la invasión tercermundista en curso, el siguiente: el Rio Grande se está derramando en el Potomac (o el Congo se está derramando en el Sena, o el Nilo se está derramando en el Danubio, o el Ganges se está derrando en el Támesis, o el Rio Amarillo se está derramando en el Ebro, etc...).

    El político británico Enoch Powell, miembro del Parlamento durante 37 años, fallecío en febrero de 1998. Powell fue un hombre de extraordinaria capacidad que tuvo el valor de decir la verdad sobre la inmigración. Por ello fue expulsado del liderazgo del Partido Conservador y fue conocido como el mejor Primer Ministro que Gran Bretaña nunca llegó a tener.

    Hijo de maestros, Powell consiguío una beca en Cambridge, fue profesor de griego a los 25 años, se enroló en el ejército de su país como soldado raso y alcanzó el grado de Brigadier General. Thatcheriano antes de Thatcher, fue un poderoso intelectual y un elocuente orador. A su muerte, Margaret Thatcher dijo: "Nunca hubo nadie de tan fuerte personalidad. Tenía una rara combinación de cualidades, todas ellas basadas en una sólida fe en Dios, una firma lealtad hacia su familia y sus amigos, y una inquebrantable devoción por su patria."

    Pero Powell es más recordado por una controvertida declaración de 1968 en la que advertía de los peligros para la unidad nacional provenientes de la inmigración conocida como "El dircurso de los rios de sangre". Powell dijo que la inmigración procedente de las antiguas colonias estaba provocando un incremento del crimen y la pobreza y llevando a la sociedad británica a la fragmentación. Desde la posición que ocupaba, el futuro le aparecía desapacible. "Como el Romano", observó premonitoriamente Powell, "me parece ver el rio Tiber espumeante de sangre."

    La reacción del Partido Consevador fue de estigmatizarlo como racista. Powell fue expulsado del gabinete en la sombra de Edward Heath y borrado para siempre de la posibilidad de ser Primer Ministro. Los conservadores británicos tienen una larga y deprimente tradición en desacreditar a los escépticos de la inmigración. En 1993, Winston Churchill, nieto del Primer Ministro del mismo nombre de la época de la Segunda Guerra Mundial, hizo observaciones similares. Churchill apuntó que, mientras que los inmigrantes sumaban (en ese momento) el 6% del censo, en alguna ciudades conformaban la mitad de la población. El entonces Primer Ministro, el desangelado John Major, buscando tranquilizar a los británicos, predijo que de aquí a 50 años las solteronas todavía irían en bicicleta a la comunión del domingo por la mañana (estampa muy británica). "Más bien será el muecín el que llamará a los fieles de Alá desde la mezquita de High Main Street", constató Churchill. Por la integridad demostrada en el empeño de salvaguardar los intereses de su país, Churchill fue escarnecido por miembros del gabinete de Major.

    Hoy, Gran Bretaña está literalmente invadida por millones de extranjeros, muchos de los cuales (los musulmanes) ya no disimulan su voluntad de conquista y dominio del país que tan insensatamente los acogío y los sigue acogiendo, contra toda lógica y razón. Los gastos de asistencia social y los altos índices de criminalidad no son las únicas contribuciones de los llegados de fuera. Junto con sus corrompidos valores y degradantes formas de vida social ya ha aparecido el terrorismo más sanguinario. Al igual que Enoch Powell, los más perspicaces entre los británicos ven a su identidad nacional perdiéndose a través de sus porosas fronteras.

    Viendo las ruinas de la que fue una vez una prometedora carrera, Powell comentó estoícamente: "Toda carrera política acaba en fracaso. No tengo remordimientos." Por lo menos Enoch Powell no tuvo que ser testigo de la balcanización de su país. Sus hijos y nietos no serán tan afortunados.

    A.P.D

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  2. Anónimo, muchas gracias por colaborar y ampliar la información.
    Saludos

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  3. Vaya, llego un poco tarde, y por casualidad y veo que tienes publicado... el discurso de Powell que estoy traduciendo para publicarlo yo. Jaja, ideas paralelas, aunque reconozco que la mía ha ido un poco por detrás. Te felicito por tu blog y te pongo un vínculo en el mío, un cordial saludo.

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  4. Korrigan20/4/12

    Un visionario. Y qué perspicaz el tipo que le profetizó que en Inglaterra en 20 años los negros dominarían a los blancos.

    En fin, lo dicho, un visionario. Un hombre considerado entre los 100 británicos más importantes de la historia. He visto en la Wikipedia que se cumple el centenario de su nacimiento el próximo 16 de junio.
    Je, me pregunto si en el actual Reino Unido será conmemorado tal aniversario como se merece.

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