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22.5.05

España frente al islam (Entrevista)


Con España frente al islam. De Mahoma a Ben Laden (La Esfera de los Libros), César Vidal rinde un tributo de lectura imprescindible a la historia de España.


SINOPSIS:
En contra de lo establecido por mitos como el de la convivencia pacífica de las tres religiones, la relación entre España y el islam se han caracterizado históricamente por una enorme tensión salpicada de violencia.
Desde la invasión del siglo VIII, que aniquiló la cultura más floreciente de Occidente y sometió a la mayor parte de la población española a una ciudadanía de segunda clase, a la esclavitud o al exilio, hasta el desafío que suponen en la actualidad la inmigración, el terrorismo y las reivindicaciones marroquíes sobre ciudades del territorio nacional.
Un libro que permite conocer la esencia del islam sin los corsés de lo políticamente correcto.

Pero además aclara en esta interesante entrevista concedida a Elsemanaldigital, cómo y por qué suceden las cosas en el ámbito de la política internacional siempre que un país musulmán se ve involucrado.

No sólo la Reconquista, los moriscos o Lepanto pasan de uno al otro lado de la mesa en una conversación interesantísima. También Irak, Palestina o Marruecos.

En el conflicto entre el islam y España, ¿qué es más importante: el factor fronterizo o el factor religioso?
-El factor religioso. España ha sido frontera con otros países con los que ha tenido problemas, y sin embargo no tenemos una historia de agresiones con Portugal, y la cuestión de Francia, que sería más grave, escapa a otros elementos. En el caso del islam el factor fronterizo es terrible. Queramos o no queramos fuimos un parapeto de Occidente frente al islam durante siglos.

Pero el parapeto... es frontera.
-Sí, pero el factor determinante es el islámico, porque es de continua expansión. Cuando uno ve un mapa del mundo en estos momentos, en todas las zonas donde el islam es frontera hay un conflicto armado de mayor o menor intensidad. Es una circunstancia que debería llevar a la reflexión.

Una vez finalizada la Reconquista en 1492, ¿cuándo concluye el conflicto con el islam? ¿Con la expulsión de los moriscos en 1609?
-Más que con la expulsión de los moriscos, acaba con la debilidad de los musulmanes bien entrado el siglo XVIII. Cuando termina la Reconquista, lo que tienen muy claro sus protagonistas es que si no controlan el Estrecho se va a producir una nueva invasión: esto aparece en el testamento de Isabel la Católica, en la política diplomática de Cisneros y de Fernando el Católico para el norte de África, y en la política de Carlos V y después de Felipe II. La Reconquista no sólo sufre la invasión del siglo VIII, hay que recordar las invasiones de almorávides, almohades, benimerines.

Y quedaba una resistencia interior...
-Operaban dos factores gravísimos. Uno, la existencia de una quinta columna morisca, que provoca el conflicto armado más terrible de la historia de España hasta la Guerra de la Independencia, que es la Guerra de las Alpujarras. Es de una violencia extraordinaria y de base totalmente islámica. Cuando se produce la sublevación de las Alpujarras las víctimas privilegiadas son los sacerdotes, a quienes se somete a torturas antes de matarlos. Y hay otro factor que es el avance turco y de la piratería islámica en el norte de África: obligó por ejemplo a sostener una flotilla que protegiese el puerto de Barcelona, cuajó en incursiones para capturar esclavos en las costas españolas, era muy difícil navegar entre la península ibérica y las posesiones italianas...

¿Hasta cuándo dura esta situación?
-Esto termina cuando se produce un factor de debilidad, ya en el siglo XVIII. En apariencia, este fenómeno tendría que haber acabado en esos momentos, pero vuelve a producirse el enfrentamiento cuando el islam vuelve a encontrarse en una situación de fuerza. Y no concluye, como sería de esperar, cuando termina el periodo colonial español. Teóricamente, la independencia de Marruecos a mediados de los años 50 debería haber significado el final de litigios con potencias norteafricanas.

¿No han tenido otros países idénticos conflictos con sus antiguas colonias?
-Gran Bretaña no ha vuelto a tener problemas con la India, o con Kenya. Y sin embargo en el último siglo todos los conflictos armados que hemos tenido nosotros han sido con países islámicos. También es una cosa para reflexionar: Ifni, Sáhara, las dos guerras de Irak... En ellos se produce algo muy preocupante: una estrategia de tensión controlada, en virtud de la cual Marruecos agrede siempre que España se encuentra en una situación de debilidad y, por el contrario, reprime o contiene esa agresión cuando España mantiene una posición de firmeza, como sería el caso de Perejil.

En esto se superpone lo territorial a lo religioso.
-Pero Marruecos reivindica territorios que no son estrictamente marroquíes. Marruecos no tenía ningún derecho a Ifni, no tenía ningún derecho al Sáhara, y no tiene ningún derecho a Ceuta, a Melilla ni a las Canarias. No digamos ya a Toledo, como pretenden los nacionalistas marroquíes, que dicen que Marruecos tendría que extenderse hasta Toledo porque fue la capital de los almorávides.

¿Y eso depende del factor islámico que mencionaba?
-El islam, al partir de una idea de expansión religiosa, no llega una situación de paz tras el periodo colonial, sino que esa expansión prosigue. Y esa idea de expansión además recibe variables muy inquietantes en los últimos años, como es el desarrollo del terrorismo islámico dentro de un esquema de guerras de cuarta generación, esquema sin el cual yo creo que es imposible entender lo que es en este momento la situación del islam.

Entonces, cuando Bush o el Papa hablan del islam como de una "religión de paz", ¿es sólo diplomacia?
-Hombre, una persona con unas gotas de cinismo podría decir que es lo que los anglosajones llaman el wishful thinking, la forma de pensar de lo que a mí me gustaría que fuera. Yo creo que es un intento de no romper puentes, pero desde luego forma parte de una estrategia diplomática, porque en términos históricos, lo que es obvio es que el islam no es una religión de paz. Dedico algunos capítulos al inicio del libro precisamente a estudiar las fuentes islámicas, porque éstas son bastante claras en cuanto, no sólo a la idea de expansión, sino al papel que juega en ella la guerra religiosa.

¿Existe buena bibliografía al respecto, aparte de su libro?
-Hay un libro muy interesante, que menciono en la obra, que se llama Jihad in the West, que está escrito por un francés, que ahora enseña en Estados Unidos, que se llama Paul Fregosi. Él sostiene la tesis, absolutamente irrefutable, de que el islam lleva agrediendo a Occidente desde hace trece siglos. Curiosamente el libro dedica capítulos a episodios de la historia de España, y dice que en la historia universal la batalla de las Navas de Tolosa tiene una importancia tan grande como Stalingrado o Waterloo, porque finalmente ahí se salvó Europa, como en Lepanto.

Cuando usted se refiere a "de Mahoma a Ben Laden", ¿no se trata entonces solamente de los extremos de un paréntesis histórico, sino de una relación de causa-efecto?
-Yo cito un hadiz de Mahoma donde dice que hay que conquistar Al Andalus. Cuando Ben Laden, en su segundo comunicado tras el atentado de las Torres Gemelas, hace referencia a Al Andalus (cosa que sumió en el estupor más absoluto a las agencias de prensa, porque no sabían qué país era ése), se está haciendo eco de una visión muy clara: "Hay territorios de los que hemos sido desalojados y tenemos que recuperar, como Palestina y Al Andalus". Todo el mundo tiene que convertirse en "la casa del islam", en la que además se vive con un tremendo resentimiento cualquier retroceso histórico del islam.

O sea, que todo está en las fuentes originarias musulmanas.
-Yo dedico unos capítulos iniciales a las fuentes del islam (y un apéndice con sesenta documentos) porque muestran lo que es el islam; el islam es absolutamente coherente con sus fuentes.

¿Se están entendiendo los conflictos actuales como una cruzada?--A diferencia de Bush –el personaje más atacado, quien empezó diciendo: "Esto no es una cruzada", poniéndose la venda antes de la herida–, Al-Qaeda sí que lo ha presentado siempre como una cruzada. Esto forma parte de la lectura islámica de muchos fenómenos. La lectura islámica del Estado de Israel es que se trata de una cruzada más. El mismo análisis palestino para no zanjar la cuestión de Oriente Medio también se retrotrae a las cruzadas: "Los cruzados estuvieron aquí dos siglos y se fueron: a los judíos les quedan ciento cincuenta años, pero finalmente se acabarán yendo".
Quien no conserva un espíritu de cruzada es Occidente –para lo bueno y para lo malo–, pero donde está muy presente es en el islam.

¿Cuál debe ser la actitud de Occidente hacia el islam?
-Primero, despojarse de las anteojeras de lo políticamente correcto. Segundo, analizar con conocimiento y sensatez las situaciones. Tercero, la firmeza. Históricamente, lo que es obvio a lo largo de trece siglos, es que cuando ha habido una posición de firmeza, el islam o no ha sido agresivo, o si lo ha sido, no ha conseguido sus objetivos. Si la posición de Occidente es una posición políticamente correcta, no toma en cuenta la realidad del islam, y además no es firme, Occidente está condenado no solamente a ser derrotado por el islam, sino a ver la desaparición de su sistema de libertades.

¿Cómo enfocan ese dilema sus estrategas?
-Los análisis geoestratégicos de Al-Qurashi, el cerebro estratégico de Al-Qaeda (en el libro reproduzco algún documento de él), sobre las guerras de cuarta generación, no tienen nada que envidiar a un Clausewitz o a Sun Tzu. O realmente Occidente se da cuenta de lo que tiene enfrente, o lo va a pasar muy mal. Al-Qurashi tiene muy claras las debilidades de Occidente y que esas debilidades van absolutamente en beneficio suyo.

En concreto, España respecto a Marruecos: ¿debemos financiar su desarrollo para evitar la inmigración, o eso contribuiría a reforzarles en cuanto país islámico?
-Respecto a Marruecos hay varias cosas que tienen que quedarles muy claras: cualquier intento de agresión sobre territorio español va a ser repelido de manera rápida y contundente. En ese sentido, Perejil tiene mucha importancia, no por el islote en sí, sino porque es la primera vez que hay una respuesta española casi en medio siglo.

Pero la inmigración está ahí...
-Es muy importante tener una política de inmigración en que la izquierda deje de ser descerebrada y la derecha deje de ser acomplejada. Y eso implicaría establecer cupos de inmigrantes a recibir anualmente, con un sistema de cuotas que primara a países que o bien pertenecen a nuestra área cultural, como es el caso de Hispanoamérica, con una integración relativamente fácil, o bien van a entrar en la Unión Europea y de todas formas van a venir, como es el caso de Rumanía, Bulgaria, Rusia, Ucrania, etc. Y en el caso de la inmigración islámica, tender a suprimir esa inmigración. Porque lo que me parece absurdo es invertir en Marruecos para que se desarrolle y no envíe inmigrantes, y al mismo tiempo recibir a esos inmigrantes. Es como pagarle a una persona el terapeuta para que deje el alcohol, y al mismo tiempo pagarle el alcohol con el que se emborracha.

¿No cree que sea posible la integración?
-Históricamente, lo que es obvio es que los musulmanes no se integran en las sociedades en las que viven. Tienden a formar ghettos aparte e intentan imponer su cosmovisión sobre esas sociedades, lo cual significa, en el caso de los sistemas democráticos, el final de la democracia.

¿Esto se ha producido en algún caso?
-En Nigeria, un país con un sistema británico y una ordenación federal, que hace dos décadas tenía una población islámica en torno al 10% que no planteaba más allá de ciertos problemas puntuales. Y en los últimos años el incremento de la población musulmana ha sido tal que algunos Estados federados de Nigeria han ido convirtiendo la sharia en la ley de aplicación. Con lo cual tenemos un país que por un lado tiene Estados que siguen con el sistema británico del common law y por otro Estados donde se aplica la sharia: aparte de las noticias que aparecen en televisión de fornicadoras a las que lapidan, adúlteras a las que apedrean, etc., la situación de los cristianos se ha hecho intolerable, y se han quemado iglesias, misiones, hospitales y escuelas y se ha asesinado a decenas de miles de cristianos en los últimos años.

¿Y eso ha ocurrido por el aumento de población musulmana?
-Un sistema democrático acaba estallando si hay una minoría importante –no digamos ya si es mayoría– que parte de una cosmovisión que no es democrática. Eso explica también por qué no hay una sola democracia en el mundo islámico.

Sigamos con Marruecos y el Sáhara...
-Hay que reconocer que en términos históricos España lo ha malacostumbrado. Si yo fuera marroquí, con los precedentes de la guerra de Ifni y de la Marcha Verde del Sáhara, pensaría que Perejil es un paréntesis y por supuesto que Ceuta, Melilla y las Canarias van a caer. Por lo demás, la actuación de Marruecos en el Sáhara raya el genocidio, me parece absolutamente intolerable.

No cabe la menor duda de que la postura de España, en términos de la posición que defiende, es absolutamente impoluta e impecable, aunque la salida que se produjo del Sáhara fue lamentable.

Oriente Medio: ¿debe mantener España su posición mediadora, o implicarse más con alguna de las partes?
-El papel que está jugando España, diplomáticamente, en términos generales me parece aceptable. Lo que pasa es que es un conflicto sobre el que soy pesimista, porque una de las partes no quiere una solución pacífica, que son los palestinos, salvo sectores muy pequeños e ilustrados. La posición palestina a la hora de hacer declaraciones es de una duplicidad escalofriante.

Creo que usted lo vivió de forma directa.
-Estaba en Israel cuando sucedió la famosa batalla de Yenín. Los comunicados que hacían los palestinos para consumo occidental, reproducidos bastante acríticamente, era que aquello era un genocidio: los israelíes habían entrado en Yenín y estaban asesinando a la gente como si aquello fuera el ghetto de Varsovia. Mientras que si leías la prensa palestina, era que habían atraído a una trampa al ejército israelí a Yenín como había sucedido en Stalingrado y estaban machacando a los israelíes y les iban a causar una derrota militar.

¿Hay, pues, una estrategia de prensa bien calculada?
-Posiblemente uno de los aspectos en que las dictaduras islámicas (en las que hay que incluir desde luego la de Arafat) se han perfeccionado enormemente en los últimos años es en la forma de influir en los medios de comunicación occidentales. Es más, yo creo que hay fenómenos, como la posición de Sadam Hussein en la última guerra, cuya explicación última es su esperanza en la utilización de los medios de comunicación para acabar doblegando a los gobiernos de otros países hacia una posición que a ellos les convenía.

Como usted cita en el libro, esto está también en Al-Qurashi.
-Él dice textualmente, y yo lo reproduzco en el libro, que "un sector los medios de comunicación occidentales vale para nosotros como varias divisiones". Buena parte de la lucha contra Occidente, como él dice, no es militar, entre otras cosas porque Occidente nunca va a utilizar todo su potencial de guerra porque no se lo permitiría su opinión pública. "Lo que tenemos que conseguir", dicen, "es un estado tal que combine el cansancio de la opinión pública con el hecho de que hay elecciones cada cuatro años y unos medios de comunicación que nos van a apoyar. Eso finalmente les obligará a ir retrocediendo mientras que nosotros vamos avanzando". Esto explica la visión de los palestinos, la actitud de Sadam Hussein en esta última guerra, que ha sido totalmente distinta a la de la primera guerra, y la actuación de Al-Qaeda y otros grupos islámicos.

Pero, precisamente, ¿no hay una diferencia entre la primera y la segunda guerra del Golfo? ¿Hasta qué punto la primera incluye un factor religioso?
-En los dos casos Sadam utiliza los dos aspectos. Hay una realidad obvia: el partido Baas es un partido laico. Pero la palabra no significa lo mismo en el mundo islámico que en Occidente. Cuando hablas de un partido laico en Occidente estás pensando en el modelo jacobino laicista francés, mientras que cuando dices laico en un país islámico es un partido en el que los políticos son políticos seculares. Pero la vinculación con el islam se mantiene. El laicismo islámico aquí lo consideraríamos una confesionalidad espesa.

¿Cómo influye eso en la forma en que Sadam plantea la guerra?
-Lo que sí ha variado en los dos casos, y esto es muy interesante, es el planteamiento estratégico. El planteamiento de la primera guerra Sadam lo hace desde una perspectiva militar: cree que la guerra no se va a librar, y si se libra la puede ganar, porque tiene en aquellos momentos lo que podría ser el cuarto o quinto ejército más poderoso del mundo. La segunda vez el conflicto lo libra desde la perspectiva de una guerra de cuarta generación: no es el enfrentamiento militar, porque ese enfrentamiento militar es obvio que lo más seguro es que lo pierda, sino que él piensa que puede mover las fichas en la opinión pública de manera que la guerra no se produzca.

¿Y eso cómo se consigue?
-Por ejemplo con el fenómeno de los sobornos a políticos, los comités de solidaridad con la causa árabe, etc. Incluso desde la perspectiva de las guerras de cuarta generación, esta guerra no ha terminado, y por eso se mantiene abierta la cuestión. En estos momentos el terrorismo en Irak lo mantiene gente de Al-Qaeda: "Al fin y a la postre", piensan, "tendrán que retirarse, al fin y a la postre nos vamos a quedar nosotros, al fin y a la postre el vencedor será un régimen similar al de Irán".

¿Va a continuar Estados Unidos la guerra contra Siria e Irán?
-Estados Unidos tiene una muy difícil situación. La forma en que se libra esta guerra es totalmente distinta de la forma en que se han librado otras. Pretende que se produzcan, si no cambios democráticos –que eso es implanteable–, por lo menos sí una civilización de los regímenes islámicos en la zona. Lo que ha pasado con Gadafi. Nadie le ha pedido a Gadafi que convoque elecciones, porque eso es pedir la luna, pero nos conformamos con el hecho de que no acumule cierto tipo de armas, haya llamado a los inspectores para que las vean, que no apoye a grupos terroristas, que no se meta en fregados fuera de sus fronteras... En Estados Unidos no esperan que Siria vaya a cambiar. En Siria hay una dictadura dinástica, y en Irán es obvio que el régimen no va a evolucionar. Se trata de conseguir que no se produzca un desarrollo armamentístico y que no entren en una política de apoyo al terrorismo y de agresión contra sus vecinos.

¿Lo puede hacer Estados Unidos en solitario?
-En términos militares no necesita para nada a sus aliados, pero en términos de opinión pública, no tiene más remedio que contar con su concurso. Y ahí entran de nuevo los factores que le hacen pensar a Al-Qaeda que ésta es una guerra larguísima, y de la cual creen que van a salir como vencedores.

¿Y es una guerra larguísima?
-Yo creo que la guerra de Irak no es una guerra, sino una campaña de una guerra más larga, igual que la guerra de Afganistán. Es un conflicto que puede durar años, y su final es imprevisible. Por muchos factores. Sobre todo porque Europa no es consciente del peligro que corre, porque está muy estupidizada por el pensamiento políticamente correcto, porque no tiene clara su identidad –a diferencia de los Estados Unidos–, y porque además el peso de las poblaciones islámicas en Europa cada vez es mayor. Y funcionan lobbies poderosos.

¿Por ejemplo?
-Los países árabes tienen un gasto en relaciones públicas –por llamarlo de alguna manera– absolutamente fastuoso. Cuando uno ve este documento en que aparecían unas 300 personas que habían estado recibiendo millones de barriles de petróleo de Irak –y parece ser que el documento es incompleto–... Si un país sometido a bloqueo podía sobornar de esta forma, ¿qué estará sucediendo con otros países que no tienen bloqueo, que supuestamente son amigos, etc.?

¿Están, sencillamente, comprando voluntades?
-La posibilidad de soborno de las dictaduras islámicas es gigantesco, a la hora de granjearse amistades de gente que está en medios diplomáticos, en medios de comunicación, en partidos políticos, etc. Aparte de las decisiones que se tomen, la forma en que estos sobornos están influyendo en el aumento de la corrupción en Occidente es absolutamente extraordinario.

Es comprar al enemigo...
-Un fenómeno curioso: sectores de las sociedades occidentales se dejan corromper para suicidarse. No deja de ser, en términos de análisis histórico, realmente inquietante.

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