Seguidores

5.3.06

La lenta muerte de Europa


¿Qué se puede esperar de los políticos franceses?

Rendición.
Lo hicieron hace 66 años cuando los ejércitos alemanes invadieron Francia.
Lo hicieron de nuevo hace tres años cuando se hizo obvio que era necesario derrocar al régimen criminal de Saddam Hussein.
Lo hicieron una vez más los primeros días de abril de este año. Ningún ejército estuvo implicado esta vez: solamente gamberros callejeros y alborotadores. Pero eso bastó. La rendición es un hábito profundamente enraizado en el carácter político francés.

Las próximas elecciones presidenciales de Francia tienen lugar dentro de un año, y hoy está claro que los dos principales candidatos serán un socialista y un socialista. El socialista de centro, de Villepin, no se entera. El socialista "de derechas" será Nicolas Sarkozy, e intentaba salir de un mal paso hace unas cuantas semanas, cuando se convertía en un converso a "la justicia social". Existen bastantes posibilidades de que la socialista de izquierdas sea Segolène Royal, la mujer que comprendió que el mejor modo de ser candidato socialista en Francia es carecer de ideas y mostrar esto orgullosamente: ha abierto una página web donde todos aquellos a los que les apetezca votar pueden dejar sus ideas que, al final, se convertirán en las de ella.

En la práctica, los franceses tienen suerte: en el 2002 tuvieron que elegir entre un fascista y un ladrón. Eligieron al ladrón. Esta vez: no hay fascista y no hay ladrón, solamente dos cabezahuecas socialistas.

En la práctica, el país se tambalea. Continuará tambaleándose hasta las elecciones y se tambaleará aún más después de las elecciones. Todo el mundo piensa que habrá más disturbios. Todo el mundo sabe que habrá más radicales musulmanes. Ahora veo grupos de mujeres completamente ataviadas con el velo por la calle, con aspecto de fantasmas de negro. En los semáforos de París, tienes cada vez más mendigos. A la mayor parte de ellos les falta una pierna, un brazo. A algunos solamente les han amputado una mano, y te muestran su brazo terminando en un muñón con el fin de inspirar sensación de horror y pena. En los márgenes de las autopistas, nada más salir de las grandes ciudades, han comenzado a aparecer pequeñas ciudades de chabolas.

Si fuera solamente Francia, pensaría que el país es una especie de agujero negro, pero el problema abarca a todo el continente (o al menos a la parte occidental). Por el resto de Europa no tienes disturbios, pero tienes la misma sensación de estar esperando un desastre a cámara lenta y que nadie puede parar. El paro está por todas partes, a excepción de Gran Bretaña e Irlanda. La cifra de pobres y mendigos crece por todas partes, igual que las cifras de radicales musulmanes. La mediocridad de los políticos es casi la misma en todos los países. La gente de la calle tiene aspecto triste y tiene la sensación de afrontar exclusivamente un futuro lúgubre.

Ese futuro puede verse en Italia. Berlusconi al menos encarriló la economía; es seguro que Prodi no hará absolutamente nada a la cabeza de una coalición que incluye a comunistas y centristas
[i], con un programa que comprende 300 páginas de diatribas siniestras. La gente que le votó, votó contra el cambio. Saben quién es Prodi, un pobre profesor burócrata, se prestará al juego. Mucha gente de la coalición de Prodi son idiotas útiles, ideólogos, o sencillamente antiamericanos y anti israelíes.

Forzar al pueblo español a evitar votar a un aliado de Estados Unidos y padre del resucitamiento de la economía española al tiempo que entregaban el poder a un izquierdista de mentalidad dhimmi requirió un atentado de Al Qaida. Empujar a los italianos en la misma dirección no necesitó de nada. Si a todo esto se añade la situación que hay en Alemania, donde Angela Merkel está a la cabeza de una enorme coalición que mezcla al centro izquierda con centro derecha, sin ninguna posibilidad de encontrar alternativas viables, se puede ver que Tony Blair realmente está muy aislado. En la práctica, un vistazo a la prensa británica demuestra hasta qué punto Blair es un político sin cargo, y lo inmune a su ética práctica que son las personas que le reemplazarán.

El ritmo es distinto de un país a otro, pero la música funeraria es la misma. Durante décadas, los europeos soñaron con construir una gran potencia. El sueño no podría haber tenido un final feliz: no se basaba en la responsabilidad, sino en la dependencia. Los europeos aprovecharon la protección que ofrecía América para inyectar dinero a sus estados del bienestar. De la cuna a la tumba, era su promesa; y poco a poco, las tumbas empezaron a sobrepasar a las cunas. Pero el cinismo acompañó a la dependencia -- una química maligna. Algunos líderes europeos pensaron que podrían crear una sinergia con el mundo árabe con el fin de establecer una "contra-potencia" frente a Estados Unidos. Europa será pronto más árabe y musulmana, pero no será una contra-potencia de nada, a excepción de su identidad tradicional.

Guy Millière es periodista y escritor francés residente en París.