El mundo musulmán comenzó ayer el Ramadán, el mes sagrado del ayuno y la oración. Una celebración muy presente también en España, donde la población musulmana crece a cada minuto.
Según la única encuesta oficial existente hasta la fecha, elaborada por la Unión de Comunidades Islámicas de España (Ucide), existen más de 1.130.000 seguidores legalizados de la fe islámica en nuestro país, que suponen el 2,5% del total de la población. Con preocupaciones similares, pero también específicas. Y, evidentemente, con desafíos en torno a la integración y a la vivencia de su fe en una sociedad democrática.
¿Cómo son los musulmanes españoles? Mansur Escudero preside la Junta Islámica. Este médico cordobés, convertido al Islam en los años sesenta, sostiene que “los musulmanes nos sentimos a gusto en España. La Constitución y la Ley Orgánica de Libertad Religiosa garantizan nuestros derechos, lo cual es bueno para los musulmanes, pero también para la sociedad, que gana en pluralidad y se enriquece con otras visiones”.
Problemáticas específicas
Por su parte, el presidente de Ucide, el sirio Riay Tatary, considera que “el colectivo musulmán es representativo en el conjunto de la sociedad española y han de tenerse en cuenta sus necesidades”. Tras la presentación del estudio de Ucide, Tatary apuntaba algunas de sus problemáticas: “Tener la mezquita a excesiva distancia o un local mal acondicionado como oratorio, la incompatibilidad del calendario religioso con el laboral, dificultades en la adaptación de los hijos o que estos reciban clases de Islam en la escuela".
Pese a ello, Tatary reconoce que “los musulmanes ejercen sus derechos y obligaciones como cualquier ciudadano, y se enfrentan a los mismos problemas de trabajo, vivienda y búsqueda del bienestar que el resto de los españoles”.
Mientras, Escudero sostiene que en el Islam español persisten “problemas de diferente índole”. Entre ellos, destaca los derivados de “la falta de recursos económicos, la escasez de mezquitas, la ausencia de cementerios islámicos, la dificultad para conseguir alimentos halal [preparados según los preceptos del Islam], los obstáculos que ponen las administraciones para que se imparta la enseñanza religiosa islámica en los centros públicos…”.
Para Mohamed El Afifi, responsable del Centro Cultural Islámico de Madrid, “el Islam es una religión de tolerancia y de inclusión”. En su opinión, “los musulmanes nos sentimos cómodos en la sociedad española, cumplimos las leyes y pedimos que se respeten nuestras costumbres”.
Grados de integración
El informe de la Ucide incide en los distintos grados de integración de la población musulmana. Aunque una gran mayoría son inmigrantes de primera o segunda generación, ya son más de 150.000 los que han nacido y estudiado en España. Su grado de integración es muy elevado.
A ello hay que sumar los más de 33.000 españoles convertidos. “Cuando hablamos de integración –sostiene Escudero– habría que especificar a qué nos referimos. Todos amamos y defendemos lo que consideramos propio, y no queremos desprendernos de ello. La cuestión está en aceptar y respetar otras visiones, otras creencias, aunque no sean las nuestras”.
En este sentido, el presidente de la Junta Islámica aboga por “profundizar en el respeto y la práctica de los principios constitucionales. Porque, si por integración se entiende la renuncia forzosa de un colectivo a sus creencias, su cultura o sus costumbres, habría que replantearse la validez, incluso la legalidad, de ese concepto de integración”.
Focos de extremismo
La identificación entre Islam y violencia es otro de los tópicos (no sin ciertas dosis de realidad) con los que se encuentran los seguidores de Alá en nuestro país.
Para Escudero, “por supuesto que hay intolerantes entre los musulmanes y entre los no musulmanes y, a veces, se dan manifestaciones de rechazo en ambos sentidos. Pero creo que la sociedad española, con excepciones, avanza en el sentido de reconocer positivamente el valor de la diversidad cultural y religiosa”.
Tatary, por su parte, observa que “existen algunos focos extremistas que nos inquietan, pero no basamos nuestra labor en ellos porque son aislados. No hay motivo para el alarmismo”. Uno de los principales debates entre Gobierno y responsables islámicos se encuentra en la formación y el control de los imanes. En la actualidad, no existe un centro oficial para el estudio del Islam y muchos de los imanes provienen del extranjero, y no están reconocidos como ministros de culto en España.
Una situación que el Ejecutivo desea cambiar en el futuro y que es vista con cierto recelo por parte de las autoridades islámicas.
Cinco reivindicaciones
1- Mujer: Hacia la igualdad y por el fin de la discriminación
Sin duda, la igualdad es uno de los grandes desafíos que ha de afrontar esta confesión religiosa, donde la mujer es ciudadana de segunda clase y, en determinadas sociedades, está absolutamente sometida al varón.
La cuestión del velo islámico o el acceso de la mujer al mundo laboral, y la formación universitaria son algunos de los problemas más acuciantes de las musulmanas en España. Una de las principales asociaciones islámicas, la FEERI, mantendrá próximamente un encuentro con responsables del Ministerio de Igualdad “para rescatar a la mujer musulmana de la marginación en la que se encuentra sumida”, según apuntó Abdelkader Zadredín, uno de los portavoces de esta organización.
2- Culto: Control de las mezquitas y formación de los imanes
En España existen algo más de 800 mezquitas, la mayoría sin permisos ni control administrativo.
En nuestro país hay 11 grandes mezquitas: tres en la provincia de Málaga, dos en Ceuta, otras dos en Melilla, una en Valencia, dos en Madrid y otra en Granada. Por el contrario, cerca de medio millar se instalan en pisos y locales, donde los fieles se congregan por su origen. Una de las cuestiones que más preocupa a las autoridades es la formación y el control de los imanes que imparten doctrina –en muchos casos sin titulación– en estas “mezquitas-garaje”.
En este sentido, avanzan las negociaciones para la creación de un centro de formación de imanes reconocido por el Ministerio de Educación.
3- Enseñanza: Divulgar las enseñanzas del Islam en la escuela
En 2007, 120.000 alumnos solicitaron clases de Religión Islámica. Sin embargo, apenas un 10% las recibe. El pasado curso, 41 profesores impartieron esta materia en la escuela pública, cuando según la Ucide “deberían ser, como mínimo, 314”.
Sólo Andalucía, Aragón, Canarias, Ceuta, Melilla y Euskadi ofrecen la asignatura. El alumnado musulmán se concentra fundamentalmente en Catalunya (31.000 alumnos), Madrid (25.000), Andalucía (19.000) y Valencia (11.000). Pero los menores catalanes, valencianos y madrileños no pueden, por el momento, recibir esta formación. Los acuerdos firmados en 1992 exigen al menos diez alumnos por centro para que la asignatura se imparta.
4- Costumbres: El largo camino de la intengración social
Según el Corán, los musulmanes deben orar cinco veces al día, su jornada de descanso es el viernes y han de seguir un modelo de alimentación (productos halal) que les obliga a llevar un control del proceso de elaboración de la comida. Preceptos que chocan con los usos comerciales y empresariales, que no entienden las paradas para la oración y no tienen en cuenta los hábitos islámicos en los servicios de catering. Y que tampoco permiten, salvo contadas excepciones, la adaptación del horario religioso al laboral.
Los expertos también observan una “preocupante falta de integración” de muchos musulmanes, cuya relación con el conjunto de la sociedad española es prácticamente inexistente.
5- Cementerios: Suelo público para los entierros por el culto musulmán
Aunque comunidades como Andalucía, Euskadi o Murcia han trabajado mucho en esta cuestión y pese a que la legislación obliga a las Administraciones a ceder terrenos públicos para este particular, todavía queda mucho por hacer. De hecho, en Catalunya y Madrid, con una fuerte población islámica, sólo existen dos cementerios musulmanes. Granada, Alicante o Bilbao ya han incluido zonas para entierros por el rito musulmán en los cementerios municipales.
Publico.es
El problema no son cuantos musulmanes hay en España o cuantos habrá en diez años, el verdadero problema es saber si estos consideran a España su país y las leyes por encima de las suyas tribales, si pretenden el dominio callado o no de la sociedad o si asumen su propia integración. Todo lo demás es dorar la píldora.
ResponderEliminarMientras no cambien las sociedades de origen, las que envían a sus lacayos como material de guerra, y pongan como objetivos otros que no sean la conquista callada sino la integración por la que tanto clamamos no habrá solución ninguna, antes bien conflictos ya anunciados.
Si tomamos como referente la actitud de los musulmanes en Francia, ya podemos imaginar lo que va a suceder aquí cuando sean mayoría, la cantidad cuenta y mucho.
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