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26.11.05

Relaciones Cristianismo/Islam

La misión de los cristianos para no sofocar bajo el Islam y el terrorismo.

Entrevista al P. Samir Khalil Samir, SJ, Profesor en Roma y Beirut.
Jesuita egipcio, nació en 1938 en El Cairo, se formó en Francia y, desde hace más de 25 años, enseña en el Pontificio Instituto Oriental (PIO) de Roma. Vivió 7 años en Egipto, enseñando y trabajando como encargado del desarrollo social y de la alfabetización de las aldeas. Actualmente, además de enseñar en el PIO, está empeñado en Beirut (Líbano) en la enseñanza islamo-cristiana, enseñanza que imparten dos enseñantes: uno cristiano y otro musulmán, ambos profesores de ambas religiones.

Su comentario:

"Este trabajo en común es importante. No hay nada que enseñes que el otro no escuche. Esto evita lenguajes ambigüos y dobles". Por estudio y experiencia, el P. Samir es uno de los máximos expertos en relaciones entre el cristianismo y el islam. Presentamos la transcripción casi integral de la conversación que tuvo con Fides:

Cristianos en ambiente de mayoría musulmana, ¿qué dificultades tienen y cuáles las razones de las discriminaciones que sufren?
Parto de mi experiencia egipcia y libanesa, donde vivo. La primera dificultad es que el Islam es a la vez política y religión, sin posibilidad de separación.
Esto lleva consiguientemente a la idea de un Estado islámico, a que en todos los particulares se aplique la sharia islámica, la ley civil inspirada por el Corán, en los dichos y hechos del Profeta y de la tradición musulmana de los primeros cuatro siglos: ésto constiuye una gran dificultad en afrontar la modernidad.
La referencia a tal pasado es, en efecto, difícil: otra cultura, otro contexto, en el que el pluralismo no era un principio, sino sólo un hecho esporádico.

La segunda dificultad es la omnipresencia del Islam en la vida. En Egipto, dondequiera que vayas oyes la radio que predica y canta el Corán: en el autobús, en el taxi, en la calle: las noticias, los filmes de la TV son interrumpidos 5 veces al día para la oración.
Los niños reciben la enseñanza coránica, aprenden el Libro de memoria (con la excusa de ser una buena base para la lengua). Por la mañana, tanto en las escuela como en el cuartel, se comienza con un encuentro de 10 minutos para un comentario islámico de la situación, o para narraciones de la historia islámica.
Todas las materias de enseñanza hacen referencias al islam. Algunos cursos históricos lo hacen de manera todavía más insistente.

El Islam influye también sobre las costumbres: si dos jóvenes caminan dignamente de la mano por la calle, sucede un accidente.
Si un cristiano lleva la cruz al cuello, los fundamentalistas se la arrancan, con frecuencia con la fuerza.. Esto sucede menos ahora, pero sólo porque los cristianos se auto-censuran para prevenir enfrentamientos.
En la Universidad, casi sistemáticamente, los exámenes son en Pascua o en Navidad. Los cristianos pueden tomarse vacaciones esos días, pero, a causa de los exámenes, no pueden dejar la universidad.

Hay, pues, una omnipresencia del Islam, que es su característica y su fuerza. El Islam es din, wadunya, wa-dawla: religión, sociedad y política. Penetra incluso en las cosas mínimas.
Bajo la influencia de la Arabia Saudí, que controla la distribución de las películas en el mundo árabe, el cine se hace cada vez más islámico. Los directores reciben reglas precisas: las mujeres deben estar veladas, en el film se debe escuchar varias veces la voz del muezín; los periódicos tienen siempre una o varias páginas dedicadas a la enseñanza islámica, etc.
Toda esta situación hace difícil incluso la respiración para el cristiano.

La vinculación entre religión, sociedad, cultura, no es un mal de por sí…
No, pero este estilo de vida no deja espacio, es invasor. Y los musulmanes dicen: "¿Por qué os lamentáis? Nosotros somos la mayoría.
En los países democráticos es la mayoría la que decide". Pero una cosa es la mayoría política y otra la religiosa. La política es contingente, puede cambiar con una elección, está ligada a las personas.
Las religiones, sin embargo, son más permanentes: no se cambian fácilmente. Esto hace que este estilo de vida islámico sea opresivo. El problema es que este estilo opresor no está codificado por leyes. Y así, los occidentales dicen a los cristianos de Oriente: "¿Por qué os lamentáis? ¡No hay leyes opresivas!".

Otro hecho muy pesante, no escrito en las Constituciones, es la discriminación en el trabajo.
Esto sucede ya desde hace decenios. Algunos sectores, como la ginecología, están prohibidos a los cristianos. Antiguamente, los ginecólogos eran casi todos doctores cristianos. Ahora, dado que los cristianos –con manos "impuras"- no pueden tocar a las mujeres, la casi total mayoría de ellos es musulmana.

En el sector militar, un cristiano puede llegar sólo a un cierto grado. Si asciende demasiado, aunque tenga 40 años, se prefiere jubilarlo antes que ascenderle. Si busca trabajo, en base al nombre se descubre que uno es cristiano o musulmán y, entonces. Se dice a los crisatianos: Lo siento, no tenemos trabajo. Si llega un musulmán, se encuentra un puesto.

¿Y la libertad de convertirse de una religión a otra?
Este elemento es absoluto. Según la enseñanza tradicional islámica, la apostasía es condenada con la pena de muerte, con frecuencia conmutada en cárcel.
También en países liberales, como el Líbano, es imposible abandonar el Islam.
En el Líbano, si una mujer musulmana se casa con un cristiano, no puede abandonar el Islam. Si una mujer cristiana se casa con un musulmán, la ley coránica prevé que la mujer permanezca siendo cristiana. Pero, si lo hace, por ley no puede heredar. Los hijos, aunque estén bautizados, son oficialmente musulmanes.

El Islam parece, pues, una religión totalizante…
El Islam es una fuerza asimiladora en sentido único: se estimula el ingreso, pero se impide la salida.
En Egipto, los cristianos –al menos el 10% de la población- para construir una iglesia deben pedir permiso directamente al Presidente de la República, además de otros permisos y condiciones, que se obtienen sólo con gran dificultad.
Y pensar los cristianos no piden nada al Estado: ni ayudas económicas, ni terreno, etc. (a diferencia de lo que sucede en Europa con los musulmanes).
Al final, gran parte de las iglesias que se han construido, se hicieron aprovechando apoyos, trucos legales, usando terrenos lejanos de la ciudad, etc.

¿Está creando la guerra en Afganistan dificultades a los cristianos, y cuáles perspectivas abre?
Esta guerra, para mí, es un error. No quiero entrar en política, pero, si el objetivo de esta guerra es eliminar el terrorismo, está produciendo precisamente lo contrario: está estimulando un terrorismo todavía más fuerte.

Millones de musulmanes, que antes no eran simpatizantes de Bin Laden, sienten ahora el deber de soldarizar con su terrorismo. Y después, aunque los Aliadoss consigan detener al grupo de terroristas en Afganistán, ese mismo día nacerán decenas de otros grupos.
Esta guerra sirve al máximo para vengarse o desahogarse, pero no para eliminar el terrorismo.

¿Es Osama Bin Laden un verdadero representante del Islam?
El atacar ciegamente y a cualquier no es algo representativo del Islam, pero los principios recordados por Bin Laden crean un vastísimo eco en el mundo islámico.
Recuerdan principios tradicionales del Islam, enseñados corrientemente. Hay que hacer notar, en efecto, que el terrorismo no es extraño al Islam, como con frecuencia se repite por "buenismo".
El terrorismo islámico, o mejor la violencia islámica, tiene su raíz en el Corán y en la Sunna, es decir, en la práctica del Profeta. Los textos coránicos favorables a la violencia son numerosísimos (yo he contado al menos 75). Los no violentos son muchos menos y pertenecen al período más antiguo.

En el Islam vige el principio interpretativo por el que las últimas revelaciones borran las precedentes. De tal modo, quien promueve un régimen islámico basado en el Corán y en la Sharia tiene las cartas en regla: la guerra, en casos definidos por el Corán, es una obligación de todo musulmán.

Mahoma, en sus 10 últimos años de vida en Medina, llevó acabo al menos 19 guerras, una práctica habitual. Por eso, es falso decir que en el Corán no existe la guerra, sino sólo paz.
Hay un principio de guerra, pero con reglas (como sucedía en el derecho romano): no en cualquier momento, no en ciertos períodos, no con algunas personas…Pero cuando hay que defender los derechos de Dios –oposición al Islam o el peligro de una rebelión- la guerra es una obligación.

Todo ésto hace la tradición islámica muy ambigua. Y tal ambigüedad va dicha y afrontada. Hay que afrontar también el problema de la incredulidad.
El Corán admite un espacio para los no musulmanes (cristianos y hebreos), pero no para los incrédulos, ateos y animistas.
En lugar de dialogar con claridad sobre éstos, se esconden. Algunos dicen: "El Islam es sólo violencia", y ésto no es verdad. Otros dicen: "Islam quiere decir sólo tolerancia y paz", pero ésto es también falso.

¿Qué espacio y qué seguimiento tiene el Islam liberal?
Pienso que la mayoría de los musulmanes es moderada. En el Islam árabe –que conozco mejor- la mayoría de los musulmanes desea vivir en paz con todos, con la libertad de practicar la propia religión.
El problema es que algunos insisten –según la tradición- en establecer un régimen islámico, con un gobierno que garantice la práctica religiosa islámica.

En esta división entre el Islam moderado y el fundamentalista, ¿no juegan también un papel las motivaciones económicas y políticas?

Los fundamentalistas pretenden la aplicación literal de las leyes del Islam, como eran concebidas por el mismo Mahoma.
Su pretensión es fundada, pero la mayoría musulmana se orienta ya hacia una relación menos rígida entre política y religión. Casi todos los países musulmanes tienen leyes inspiradas en las occidentales, modificadas allí donde eran incompatibles con el Islam.

Los fundamentalistas idealizan como modelo el período de Mahora y de los 4 califas, pero esta aplicación radical del Islam no existió nunca.
Según el Corán, quien no cree en Dios no tiene opción: o cree en el Islam o es eliminado. Pero ésto no fue nunca aplicado.
Todas las veces que el Islam se encontró con otras religiones, con el zoroastrismo en Persia, el hinduísmo en India, no eliminó a todos, sino que encontró un camino de salida, haciendo leyes (fatwa) que asemejaban a estos fieles a los cristianos o a los hebreos.

En todo caso, junto a un Islam moderado, hay otro "inmoderado", que mezcla religión y política. Este Islam fundamentalista quiere tomar el poder a toda costa. Su diseño es ante todo derrocar a los regímenes musulmanes apoyados por el Occidente, que son considerdos "traidores".
Si preguntamos: ¿Dónde están los regímenes islámicos soñados por los fundamentalistas? ¿En Arabia Saudí? No, dicen, ese es el peor régimen porque ha traicionado los principios de Mahoma. ¿En Irán? No, porque hay una base pre-islámica pagana que corrompe todo.
En la práctica, el ideal fundamentalista es una utopía inexistente que, sin embargo, hace imposible la convivencia.

En Europa e Italia aumenta la presencia musulmana y la convivencia a veces sufre…
En Europa un musulmán puede practicar su religión sin problemas.
Quien dice que hay problemas – son sobre todo los europeos convertidos, muy celantes- tiene otro objetivo: difundir el Islam poniendo en dificultad a otras religiones.

Es absurdo pretender que en una escuela se deban interrumpir las lecciones para la oración musulmana. Esto no se hace en ningún país islámico. O interrumpir el trabajo en la fábrica para la oración.
Pero también en Egipto se hacen pausas, períodos de descanso, rezando dentro de este período, aunque no sea la hora exacta. No se puede pedir al Estado cambiar las reglas de vida y de trabajo: garantizar la práctica de las religiones no es cometido del Estado.

Los juristas musulmanes pueden emanar un fatwa para permitir la oración en horas no canónicas. Aprovechándose de la ignorancia de la gente en Europa, los musulmanes pretenden cada vez más. Por consiguiente, los países que los reciben se impacientan cada vez más, y reaccionan.

En Europa, gente que antes era muy tolerante, se está convirtiendo ahora en racista. Pero ésto sucede porque ven que los musulmanes son el único grupo de pretensiones sin fin.

En Italia, por ejemplo, los inmigrados musulmanes son el 30-33% de todos los inmigrados. Todos los demás, filipinos, cingaleses, peruanos… no pretenden nada en nombre de su religión, viven tranquilos.
Sólo los musulmanes tienen pretensiones. ¿En nombre de qué? Sólo porque, en su mentalidad, la religión y la política estan unidas.

Un filipino que llega a Italia no pretende que haya una iglesia filipina. Los coptos, que ayunan al menos 200 días al año, sin comer ni beber nada, nunca han pedido en ningún país del mundo facilitaciones: el ayuno es un asunto personal.

En cambio, para el Islam, ésto es un asunto de política y, por tanto, de poder. Con esta posición se corre el peligro, por fuerza, de un enfrentamiento.

Frente a la polarización entre cristianismo e islam, ¿cuál es la misión de los cristianos?
Ante todo, no dejarse llevar por la emoción. En Italia hay cerca de 600.000 musulmanes. Éstos no son malos desde el 11 de septiembre.
Debemos continuar conviviendo, a condición de que los europeos sean conscientes de su identidad y de sus valores sobre la persona humana, sus derechos, la igualdad entre hombre y mujer, la distinción entre religión y política.
Estos son valores absolutos, humanos: fueron sacados a la luz por el Occidente, gracias a la tradición judeo-cristiana, pero valen para todos.

Hacer concesiones sobre ésto es malo, porque bloquea también el desarrollo del islam. La mayoría de los musulmanes desean los derechos humanos, el respeto de la persona, una distinción de poderes, la libertad de hacer opciones individuales.

Desgraciadamente, la pérdida de identidad por parte del Occidente hace mal también a los musulmanes, porque les hace sentir inseguros.Hay una misión más específica para los cristianos. Los musulmanes desean hoy la modernidad y, al mismo tiempo, la temen.
Los fundamentalistas adquieren las técnicas modernas, pero rechazan la mentalidad moderna. Ésta les parece atea, antirreligiosa (y, en cierto sentido, lo es).

El cometido de los cristianos es mostrar que la modernidad es compatible con la fe. Se puede ser al mismo tiempo creyentes y modernos.
Entonces, la vida cristiana se convierte en un modelo aceptable, también para los musulmanes, como individuos y comunidad.

Una última responsabilidad de los cristianos es ofrecer los valores del Evangelio, válidos para toda la humanidad, sin hacer proselitismo, pero sin esconderlos.
La alegría de vivir y la solidaridad de los cristianos no viene del Occidente, sino del Evangelio. Esto es lo que esperan los musulmanes.
Un musulmán, también el más moderado, permanece siendo un creyente. Cuando viene al Occidente, piensa encontrar otros creyentes y permanece bajo shock porque no los encuentra, o no los ve.
El musulmán quiere encontrar el Occidente no sólo en la técnica o en la comida, sino también a nivel de fe. Si, por ejemplo, la Caritas que trata con los migrantes musulmanes organiza sólo distribución de alimentos, sin hacer percibir la fuente de esta generosidad y disponibilidad, falta algo esencial.
En tal caso, incluso el ofrecer alimentos y hospitalidad puede ser un contra-testimonio.
Quien va a la Caritas debe poder encontrar el corazón amoroso del que nace toda esta generosidad, según el ejemplo de las religiosas de Madre Teresa.
Si triunfa sólo la organización, los musulmanes pueden blandir todo esto diciendo: Son más ricos que nosotros; es claro que pueden hacerlo… Nos devuelven lo que nos robaron en el período colonial…

¿Hay instrumentos políticos para ayudar a la convivencia islamo-cristiana?
Sí, sobre todo en el momento de la acogida en los países europeos. No debe dominar sólo la petición de los empresarios europeos, la necesidad de mano de obra.
Es necesario ayudar a los musulmanes a comprender las reglas europeas de convivencia.
El Estado debe prever infraestructuras para acoger a los miles de migrantes en Europa y en los países de su proveniencia. En los países de proveniencia (Norte de África, Albania, etc.) se necesitan cursos de integración para la convivencia, según un proyecto claro.

La multiculturalidad no es esa por la que cada uno llega y se las arregla como puede. Esta multiculturalidad salvaje crea solamente ghettos, sin ningún contacto.

Una verdadera multiculturalidad presupone un proyecto en el que hay una cultura dominante (la leitkultur, como dicen los alemanes, pero la palabra fue acuñada por un tal Ghassan Tibi, politólogo palestino musulmán), en torno a la cual se enganchan las otras culturas, que interactúan con la principal, se enriquecen y enriquecen.

Es como una polifonía: hay una melodía principal, en la que se integran las otras voces. La obligación del país receptor es aclarar su cultura fundamental.
En estos días se habla del crucifijo expuesto en las escuelas de Italia. Una maestra lo quitó como señal de respeto hacia un escolar musulmán. Esto es violencia. Un crucifijo es un dato importante en la cultura italiana. Si yo me siento oprimido, tengo problemas con mi identidad, no con el crucifijo.

En Navidad, en las escuelas –siempre "por respeto"- se intenta eliminar toda referencia al nacimiento de Jesús. En cambio, para el Ramadán, se ofrecen todas las explicaciones del caso. Todo esto demuestra que Europa, e Italia en particular, sufren la falta de identidad. Para alguno existe la voluntad de vengarse de la cultura cristiana usando el Islam.

(Fides 13/11/2001)


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