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2.6.09

En tierra de islam


El Papa pasó varios días en la llamada Tierra Santa y, en algún momento, pidió a los cristianos poner fin a una emigración que se antoja imparable y que, de seguir al mismo ritmo, dejaría sin presencia cristiana a una región que fue la cuna del cristianismo.

Eso es lo que se llama un deseo piadoso. Estos cristianos del Medio Oriente son los descendientes de los primeros cristianos, con una presencia bimilenaria, anterior de seis siglos al islam. Desde que, a la muerte de Mahoma, el islam militar se lanzó a la conquista, los problemas empezaron para ellos.

Después de la orden de expulsión en 640 de los judíos y de los cristianos de Arabia, la tierra sagrada del islam, el cristianismo fue totalmente eliminado en la península, mientras que el judaísmo pudo mantenerse en Yemen en condiciones precarias, hasta la creación del Estado de Israel.

Cincuenta años después, las tribus cristianas árabes tuvieron que refugiarse en el imperio bizantino, el cual cayó finalmente en mayo de 1453. Las poblaciones cristianas, coptos de Egipto, ortodoxos, católicos, griegos, de rito oriental unidos a Roma, y recientemente protestantes, han vivido desde aquel entonces en la difícil situación de “infieles protegidos” (dhimmi).

En diciembre de 1997, Yusef al-Karadawi, jefe espiritual de los Hermanos musulmanes, declaraba en una entrevista que la ley islámica cataloga los judíos y los cristianos en tres categorías: los infieles protegidos que viven en los países musulmanes (dar al-islam); los que viven en los países que se benefician de la tregua provisional; los de los países en guerra (dar al-harb). Para cada categoría, la ley islámica ha elaborado reglamentos diferentes. Según esa teoría, los habitantes de los países en guerra (harbi) son todos unos infieles que hay que combatir porque se oponen a la instauración del islam en su país, cuando Dios ha ordenado a los musulmanes islamizar al mundo entero.

Los infieles que viven en los países de la tregua deben semejante concesión al hecho de que los musulmanes son demasiado débiles para vencer, pero la tregua es momentánea, o al hecho de que los estados infieles pagan un tributo al islam y le prestan una serie de servicios que contribuyen a su expansión.

Los infieles protegidos, los dhimmi, viven en tierra de islam, han sido vencidos hace mucho, se han rendido y por lo tanto han obtenido la paz bajo protección islámica, siempre y cuando no se rebelen (como lo hicieron los griegos y pueblos balcánicos en el siglo XIX, los armenios, israelíes y sudaneses en los siglos XX y XXI). Sumisión a cambio de protección, de una tolerancia limitada que los reduce a la condición de ciudadanos de segunda, cuando no de quinta.

Tal estatuto existe en la práctica y en las leyes de todos los países musulmanes que aplican la sharia, la ley coránica formulada por la tradición; esas leyes son numerosas y afectan todos los aspectos de la vida de los dhimmi, cristianos y judíos tolerados en todos los países musulmanes, menos en Arabia.

El historiador observa una estrecha similitud entre el estatuto de dhimmi y la legislación sobre (y contra) los judíos, primero en el imperio bizantino cristiano, después en la Europa medieval y moderna. En resumen, los cristianos, para sobrevivir en tierra de islam, tuvieron que bajar la cabeza y los dirigentes de sus iglesias tristemente divididas y enemigas rivalizaron y rivalizan para demostrar su lealtad al soberano y “protector” musulmano.

Así, cuando la presente epidemia de H1N1, mal llamada gripe porcina, llevó el gobierno de Egipto a ordenar la matanza de todos los puercos —medida condenada por la OMS—, el primero en aprobar la medida fue el patriarca de la Iglesia copta; hay que saber que los numerosos cristianos coptos representan 15%. por lo menos, de la población de este país de mayoría musulmana, y sufren desde hace 50 años una situación intolerable que deja indiferente a la opinión internacional. Como el puerco es impuro según la ley islámica, sólo los cristianos lo crían y lo comen. Su exterminio golpearía duramente una población de por sí miserable; sin embargo, el patriarca movilizó al clero para aplacar la resistencia de los porcicultores cristianos.

De la misma manera, las iglesias han tenido que aliarse a los musulmanes en su combate contra el sionismo e Israel, que se ha vuelto el enemigo común al pretender que Jerusalén y la mayor parte de Palestina es su patrimonio histórico exclusivo. Tantas manifestaciones de lealtad no han protegido a los cristianos que viven en tierra de islam y por eso toman el camino de un exilio sin esperanza de retorno.

Jean Meyer
MTI/ El Universal On Line

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3 comentarios :

  1. Anónimo3/6/09

    que esto de expulsar a las personas que viven en la tierra sagrada del islam esta malporque todos tenemos derecho a vivir en don de se en cualquier parte

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  2. Anónimo13/6/09

    Este Papa que es considerado el rotweiller de la fe, el jefe inquisidor, nazi, jackboot, ultraortodoxo, va pidiendo ya cuántas veces disculpas a los sarracenos asesinos y jugando al apaciguamiento del enemigo.

    "An appeaser is one who feeds a crocodile, hoping it will eat him last" - Winston Churchill

    "El que apacigua alimenta un cocodrilo con la esperanza que el cocodrilo se lo coma al último"

    Una decepción este Papa, ojalá no decepcionen los partidos de derecha que fueron votados en las elecciones europeas.

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  3. Anónimo13/6/09

    "que esto de expulsar a las personas que viven en la tierra sagrada del islam esta malporque todos tenemos derecho a vivir en don de se en cualquier parte"

    CALLA MORO HIPÓCRITA! Ningún kafir puede pisar la explanada de las mezquitas en Temple Mount Jerusalem; los árabes aterrorizan con bombas, secuestros, decapitaciones, evisceraciones, violaciones, bulldozers a los israelíes para expulsarlos de su tierra invadida por los árabes en el siglo 7; los invasores árabes pretenden exterminar a los legítimos habitantes de Egipto que son los coptos están exterminando a los no-musulmanes en Sudán y oprimen a los bereberes que son los legítimos habitantes del norte de Africa; los turcos invaden Chipre que es una isla griega; los moros en Europa forman enclaves donde no dejan entrar a ningún no-musulmán mientras los moros ilegales se atrincheran en Iglesias donde comen mean y cagan.

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