Seguidores

10.6.05

CENSURA EN EL MUNDO ISLÁMICO

EL LIBRO "LA VERDAD SOBRE MAHOMA, PROHIBIDO EN PAKISTÁN

El Gobierno de Pakistán ha prohibido mi libro La verdad sobre Mahoma y requisado todos los ejemplares, así como las traducciones. ¿Por qué? Porque contiene "material cuestionable" acerca de Mahoma, el profeta del islam. "Permítame decirle que es un libro muy, muy perjudicial", ha dicho Shahid Ahmed, consejero de asuntos comunitarios de la embajada de Pakistán en Washington.

¿Que mi libro contiene material cuestionable? ¿Que es perjudicial? La verdad es que tienen razón.
En La verdad sobre Mahoma doy cuenta de las opciones que, por indicación del Profeta, daban los musulmanes a los que no lo eran: la conversión al islam, el sometimiento bajo la ley islámica pero sin igualdad de derechos con los musulmanes o la guerra. ¿Acaso me lo he inventado? No, puede uno dar con ello, entre otros muchos lugares, en el Sahih Muslim, una colección de hadices que la generalidad de los musulmanes considera fiable. Según el Sahih Muslim, Mahoma dijo:

Lucha en el nombre de Alá y a la manera de Alá.

Lucha contra aquellos que no creen en Alá (...) Cuando te encuentres con tus enemigos politeístas, invítalos a seguir uno de estos tres caminos. Si optan por cualquiera de ellos, acéptalo y abstente de infligirles daño alguno.

Invítalos [a convertirse] al islam; si aceptan, acéptalos y desiste de combatirlos (...) Si rechazan el islam, exígeles la jizya [un tributo especial impuesto exclusivamente a los no musulmanes]. Si lo aceptan, acéptalo y guarda tus manos; si lo rechazan, invoca la ayuda de Alá y combátelos.

¿Acaso está prohibido el Sahih en Pakistán? Por supuesto que no.

En mi obra critico la manera en que el primer biógrafo de Mahoma, Ibn Ishaq, contextualiza los versículos del Corán que hablan de las revelaciones recibidas por el Profeta sobre la guerra en tres etapas: tolerancia, guerra defensiva y, finalmente, guerra de agresión para convertir a los no creyentes u obligarlos a pagar la jizya (v. Corán, 9:29). En los comentarios coránicos (tafasir) de Ibn Kathir, Ibn Juzayy y As Suyuti, entre otros, también se destaca que el capítulo noveno del Corán, donde aparece este llamamiento a la ofensiva bélica, anula cualquier acuerdo de paz presente en el resto del libro sagrado.
No necesité sumergirme en libros antiguos para dar con ello. Esta idea de avance por etapas de la yihad, culminado con una ofensiva bélica para establecer la hegemonía de la ley islámica, ha sido sostenida en nuestra época por los teóricos yihadistas Sayid Qutb y Sayed Abul Alá Maududi, así como por el general de brigada paquistaní S. K. Malik (autor de El concepto coránico de guerra) y el jeque Abdalá ben Mohamed ben Humaid, ministro saudí de Justicia (en su obra La yihad en el Corán y en la Sunna), entre otros. Por supuesto, se trata de algo bastante preocupante para los no musulmanes, puesto que condensa tanto una doctrina bélica contra ellos como su subyugación final, según las normas de la Sharia, con todo lo que ello implica. Se trata de algo, por lo demás, que está siendo utilizado por los yihadistas de esta hora como justificación de sus actos y como gancho para conseguir nuevos reclutas.

¿Están prohibidos en Pakistán los trabajos de Ibn Kathir, Ibn Juzayy, As Suyuti, Qutb, Maududi, Malik y Humaid? Por supuesto que no.

En La verdad sobre Mahoma cuestiono, asimismo, el matrimonio del Profeta con la pequeña Aisha, de lo cual se ocupa específicamente la colección de hadices Sahih Bujari, generalmente considerada por los musulmanes como la más fiable de todas. Según diversas tradiciones recogidas por el Bujari, "el profeta redactó [el contrato nupcial] con Aisha cuando ésta tenía seis años, y consumó el matrimonio cuando ella tenía nueve años, y Aisha permaneció con él durante nueve años [es decir, hasta su muerte]" (Bujari, 7.62.88; v. también 7.62.65, 7.62.64, 5.58.236 y 5.58.234).

Es bastante obvio que muchos musulmanes se toman muy en serio el material sobre el que me basé para escribir el libro, y actúan según lo estipulado en aquél. Así, muchos musulmanes, incluso en nuestros días, han desposado a niñas en emulación del profeta Mahoma; y en algunos lugares incluso han contado con el visto bueno de la legislación vigente: el artículo 1.041 del Código Civil de la República Islámica de Irán establece que se puede establecer un compromiso matrimonial con una niña menor de nueve años y desposarla cuando cumpla dicha edad:

El matrimonio antes de la pubertad [para las niñas, nueve años lunares completos] está prohibido. El matrimonio contraído antes de alcanzar la pubertad con permiso del tutor es válido siempre que los intereses de la dote sean rigurosamente observados.

El mismísimo ayatolá Jomeini desposó a una niña de 10 años cuando él contaba 28. Jomeini consideraba el matrimonio con una niña prepúber "una bendición divina", y aconsejaba a los creyentes en los siguientes términos: "Haz todo lo posible por asegurarte de que tus hijas no vean su primera sangre en tu casa".

El siguiente párrafo está tomado de una información publicada en 2001 en la revista Time:
La edad mínima para contraer matrimonio en Irán es de 9 años para las niñas y de 14 para los niños. Los pedófilos explotan a placer dicha ley: se casan con niñas pobres de provincias, las utilizan y después las abandonan. El Parlamento iraní votó en 2000 por elevar la edad mínima para las niñas hasta los 14 años, pero en 2001 un cuerpo de supervisión legislativa dominado por clérigos tradicionales vetó la medida. En Yemen fracasó un intento conservador por abolir la edad mínima para las niñas, establecida allí en 15 años, si bien expertos locales afirman que, de todas maneras, se esgrime raramente. (Se considera que el momento apropiado para la consumación del matrimonio es el inicio de la pubertad).

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informa de que, en Afganistán y Pakistán, más de la mitad de las niñas están casadas antes cumplir los 18 años. A principios de 2002, los investigadores descubrieron que, en varios campos de refugiados de Afganistán y Pakistán, la mitad de las niñas estaban casadas hacia los 13 años. En uno de los campamentos afganos más de dos tercios de las niñas de segundo grado estaban casadas o comprometidas, y prácticamente todas las de edad superior estaban casadas. Había una niña de diez años comprometida con un hombre de 60.
He aquí el precio que ha tenido que pagar la mujer a lo largo de la historia islámica, y que sigue pagando, por que a Mahoma se le haya considerado "un excelente modelo de conducta" (Corán, 33:21).

Por supuesto, como ya he dicho en otras ocasiones, en esto pueden diferir otras autoridades islámicas. Las hay que afirman que, al repetir las tradiciones del Bujari, estoy contribuyendo a la perpetuación de malentendidos; "malentendidos", dicho sea de paso, que se encuentran ampliamente difundidos por todo el mundo islámico. Si realmente son malentendidos, el problema se encuentra en el Sahih Bujari (que es muy antiguo y, en lo esencial, canónico), no en mi libro, que está disponible desde hace menos de 3 meses y caerá en el olvido en bien poco tiempo.

Así las cosas, ¿está prohibido el Sahih Bujari en Pakistán? Por supuesto que no.

Por último, en mi libro explico por qué es prácticamente imposible demostrar una violación en aquellas tierras sometidas a los dictados de la Sharia. Las falsas acusaciones de adulterio vertidas contra Aisha condujeron en última instancia a la obligación de presentar el testimonio de cuatro varones musulmanes para poder demostrar la comisión de un delito de adulterio.

Para los casos de conducta sexual indebida es necesario el testimonio de cuatro testigos varones, según manda una revelación que recibió Mahoma para exonerar a su joven esposa (Corán, 24:13). Este requisito permite que hombres sin escrúpulos perpetren violaciones con total impunidad: mientras puedan negar la acusación y no haya testigos, se van de rositas, puesto que el testimonio de la víctima es inadmisible.

Lo peor de todo es que la mujer que acusa a un hombre de haberla violado puede acabar incriminándose a sí misma. Como no disponga del testimonio de los cuatro varones preceptivos, la acusación de la víctima de violación se convierte en un reconocimiento por parte de ésta de haber cometido adulterio.

Esto explica el ominoso hecho de que nada menos que el 75% de las mujeres presas en Pakistán estén entre rejas por haber cometido el crimen de ser víctimas de una violación. En Nigeria, numerosos casos de violación se han convertido en acusaciones de fornicación tras pasar por las manos de las autoridades islámicas. Son casos que acaban en sentencias de muerte; sentencias que sólo se ven modificadas en ocasiones tras mediar la presión de la comunidad internacional.

Dado su enraizamiento en mandatos coránicos, tales abusos son extraordinariamente resistentes a la crítica y la reforma. Echemos un vistazo a la situación en Pakistán, allí donde se ha sometido mi libro a prohibición. La nueva Ley de Protección de la Mujer ha revisado la consideración del delito de violación para que pueda procederse de acuerdo con los patrones modernos de prueba y testimonio, sin los cuatro varones que exige el Corán. Pero los musulmanes fanáticos han promovido protestas contra dicha ley, a la que consideran "antiislámica, inmoral e inconstitucional"; y en apoyo de sus tesis pueden citar el Corán (24:13) y el relato sobre la exoneración de Aisha.

Por lo general, lo que escribo en La verdad sobre Mahoma sobre el Profeta lo sostienen también los propios musulmanes, incluidos los que viven en Pakistán. Dado que me he basado completamente en fuentes islámicas, las objeciones de las autoridades paquistaníes no pueden basarse de manera razonable en lo que digo sobre Mahoma, sino en que juzgo a éste con unos patrones morales que difieren de los que él estableció para sí mismo y en que no lo tengo por un "excelente modelo de conducta".

Con todo, en una sociedad que no fuera patológicamente insegura, esto no debiera ser motivo para la prohibición y la requisa, sino para el establecimiento de un debate abierto y libre. Después de todo, la tan necesaria reforma del islam –para mitigar el efecto de aquellos de sus componentes que fomentan la violencia y el extremismo– no puede echar a andar si no se reconoce que hay aspectos de esta religión que precisan ser reformados.

La prohibición de La verdad sobre Mahoma en Pakistán es otro signo más de que, pese a las enormes esperanzas depositadas por tantos occidentales, la reforma del islam no se vislumbra en el horizonte.

ROBERT SPENCER, director de Jihad Watch, columnista de medios como Front Page Magazine o National Review y autor, entre otros libros, de The Politically Incorrect Guide to Islam (and the Crusades).

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Los propietarios del Blog eluden toda la responsabilidad sobre los comentarios aquí expuestos, incurriendo exclusivamente al autor de los mismos.
Sugerimos no utilizar palabras ni insultos ofensivos, los mensajes que no se ciñan a estas reglas no serán publicados.
Gracias por visitarnos y por vuestra participación.