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18.6.05

¿Guerra Santa en Europa?


¿Ha comenzado una intifada en Francia — una jihad total? ¿Afrontan los franceses lo que por ahora es, mientras los disturbios superan su segunda semana y engullen virtualmente al país entero, una insurrección total de jóvenes inmigrantes que simplemente acusan estar siendo marginados y empujados a la cuneta de la sociedad francesa? ¿O tiene el malestar algo que ver con la agenda de los jihadistas en todo el mundo? Como es cada vez más sabido, Osama bin Laden, entre otros en todo el mundo, quieren unificar el mundo islámico bajo un califato restaurado, reestablecer el mandato de la ley islámica y también extender la hegemonía de esa ley, la sharia, al resto del mundo. ¿Juega eso algún papel en los disturbios franceses?

Las evidencias hasta la fecha son incompletas. Las informaciones de los principales medios se han centrado en la marginalización económica y cultural de los alborotadores. “La suya”, se lamenta AP, “es una vida monótona empleada en fumar hachís y rondar por las esquinas de las calles”. Un joven de 18 años llamado Ahmed se queja: “Llevas estas ropas, con este color de piel y automáticamente eres objetivo de la policía”. Algunos analistas, regodeándose en diversos grados de schadenfreude[1], han alegado que el racismo inculcado por parte de Francia, el snobismo hacia los extranjeros y el maltrato hacia los inmigrantes musulmanes son responsables de los disturbios.

Pero aún así, las historias de horror que detallan el maltrato que hoy acaparan las noticias nos suenan completamente ciertas. Francia no ha descuidado a su importante minoría musulmana. No hace demasiado establecía una organización oficial para supervisar el islam francés, el Consejo Francés de Religión Musulmana (CFCM), e incluso ha debatido revisar las leyes seculares de Francia con el fin de permitir que el gobierno financie las mezquitas de Francia, para arrancarlas de influencias exteriores “fundamentalistas”.

Los musulmanes tampoco han sido marginados de la vida pública francesa. Dalil Boubakeur, líder del CFCM e imán de la mezquita de París, disfruta de una posición visible. Después de que el gobierno francés anunciase los planes de expulsar a los imanes jihadistas de Francia en mayo del 2004, el entonces primer ministro Jean-Pierre Raffarin dijo a Boubakeur querer “tranquilizar a la comunidad musulmana” con respecto a “su voluntad de tratarla igual que trata a otros credos”. Boubakeur explicaba que en lo que a Raffarin se refiere, “no hay nexo de unión entre la expulsión de los imanes y la comunidad musulmana en general”. Cuando dos periodistas franceses fueron secuestrados en Irak en agosto del 2004, el entonces Ministro del Interior (y Primer Ministro actual) Dominique De Villepin acudía a la mezquita de Boubakeur a unirse a los musulmanes en oración por su liberación — y levantó aplausos al hablar de la unidad entre musulmanes y no musulmanes en Francia.

La visita de De Villepin a la mezquita es emblemática de los presentes esfuerzos de Francia por hacer que su población musulmana se sienta integrada, apreciada, y francesa — esfuerzos que ahora son universalmente atacados por estar ausentes. Y hay varias indicaciones de que los disturbios no se deben completa o únicamente a la marginalización económica y social en absoluto, y que la agenda de la jihad islámica es un elemento significativo que alimenta su continua expansión:

· Se ha establecido desde hace tiempo que existe una presencia jihadista significativa entre los musulmanes franceses. Recientemente, seis musulmanes de París eran arrestados por reclutar para la jihad en Irak.

· Los alborotadores han estado berreando el grito de guerra de la jihad, “Aláhu akbar”. Como escribía Mohammed Atta en su exhortación final a sí mismo, “cuando comience la confrontación, luchad como defensores que no quieren volver a este mundo. Gritad, 'Aláhu Akbar', porque esto inspira miedo en los corazones de los infieles“. Mientras los principales medios continúan identificando a los alborotadores como “jóvenes franceses nativos de origen árabe o africano, muchos de ellos musulmanes”, la identidad islámica de los alborotadores es en realidad bastante clara: han evitado negocios de propiedad musulmana, prefiriendo de manera obvia objetivos no musulmanes.

· Los alborotadores han arrojado cócteles Molotov contra dos sinagogas francesas, haciendo probable que suscriban el odio a los judíos profundamente enraizado que comparten tantos jihadistas. También han incendiado dos iglesias, reforzando más la impresión de que ven su lucha como fundamentalmente religiosa, y consideran el terror contra judíos y cristianos como parte de su responsabilidad religiosa, según el Corán 9:29, que ordena que los musulmanes emprendan la guerra incluso contra “los pueblos del Libro”: el término coránico para — principalmente — judíos y cristianos.

· Mouloud Dahmani es un líder musulmán de Francia que intenta prevalecer sobre los franceses con el fin de permitir que un grupo de jeques de la Hermandad Musulmana negocie el final de los disturbios. La Hermandad Musulmana, por supuesto, es la primera organización islámica moderna de la jihad y el antepasado directo de Hamas y al-Qaeda. Dahmani ha declarado: “Todo lo que exigimos es que se nos deje solos”. Esta es una declaración extraña viniendo del líder de una comunidad que acusa ser marginada y que quiere ingresar en el corazón de la sociedad francesa. ¿Dejarla sola? Bastante literalmente. El periodista Amir Taheri afirma que los musulmanes de Francia no están interesados en realidad ni remotamente en la asimilación; en su lugar, quieren autonomía: “Algunos incluso piden la creación de áreas donde los musulmanes constituyan la mayoría de la población a reorganizar según el sistema de 'milet' del Imperio Otomano: cada comunidad religiosa (milet) disfrutaría del derecho a organizar su vida social, cultural y educacional según sus creencias religiosas”. Informa de que “en algunas partes de Francia, ya existe en vigor un sistema de milet de facto”. Los líderes musulmanes controlan la zona y los funcionarios franceses, policía incluida, simplemente no entran.

· Los mensajes en los weblogs musulmanes indican que los disturbios no son estallidos espontáneos de ira, sino esfuerzos cuidadosamente planificados. Algunos no sólo desvelan la planificación en juego en los disturbios, que hoy han asolado toda Francia y se han extendido también a Dinamarca, Bélgica y Alemania, sino también el objetivo islámico supremacista tras ellos. Uno reza: “Los polis están aterrorizados ante nosotros, todo tiene que arder, desde el lunes, arranca la operación 'Sol de medianoche', pásalo, lugar de encuentro para Momo y Abdul en la zona 4…. jihad islamia Alá Ajbar”. Otro añade: “¿Crees realmente que vamos a parar ahora? ¿Eres tonto? Continuará, sin parar. No vamos a abandonar. Los franceses no harán nada y pronto, seremos mayoría aquí”.

Mientras tanto, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia, que tiene vínculos con la Hermandad musulmana, ha decretado una fatwa afirmando: “Se prohíbe formalmente que cualquier musulmán que busque la gracia y la satisfacción divinas participe en cualquier acción que golpee a ciegas propiedades públicas o privadas o pueda constituir un ataque contra la vida de alguien”. Existe una extraña ambigüedad en esto que recuerda a la fatwa americana respaldada por CAIR, condenando los ataques contra civiles inocentes sin definir “inocente”: ¿qué constituye atacar “a ciegas”? ¿Un ataque centrado con objetivo claro es aceptable de alguna manera?

El momento de tal ambigüedad ha pasado hace mucho. Y en realidad, se traspasan límites.

Robert Spencer

[1] Placer derivado de la maña fortuna de otros cuando ésta ya había sido vaticinada.

16.6.05

El Padre de la Constitución Europea

Valéry Giscard d´Estaing fue ministro de Finanzas con De Gaulle. Luego, Valéry colaboró con Pompidu y en 1974, fue elegido presidente de la República. El antropófago Bokassa, autonombrado emperador de África Central, estuvo protegido por su amigo Valéry...




valéry y los dinosaurios

WENLEY PALACIOS
06/6/2005


Valéry Giscard d´Estaing fue ministro de Finanzas con De Gaulle, pero en el referéndum de 1969 pidió el voto contra él general que perdió y dimitió, retirándose de la política. Luego, Valéry colaboró con Pompidu y en 1974, fue elegido presidente de la República. Él iba de tecnócrata de élite, pero se le conocía como monsieur le roi. El antropófago Bokassa, autonombrado emperador de África Central, estuvo protegido por su amigo Valéry, a quien ayudó a implantar el nuevo colonialismo en África, al estilo napoleónico. El caníbal le regaló fabulosos diamantes y cuando se supo Giscard perdió la reelección. Durante su presidencia Chirac fue primer ministro dos años.

Ahora ha conseguido que Valéry dirija la redacción de eso que llaman Constitución Europea en la que, como alto grado de la masonería, impidió cualquier referencia a las profundas raíces cristianas de los europeos. Ha sido rechazada por franceses y holandeses en referéndum. Todos queremos estar en Europa, pero no con ese bodrio. No es una Constitución, porque carece de división de poderes y prefectos contrapesos entre ellos. Solo es una intentona de ciertos políticos para controlar a los demás países europeos, para su gloria particular, Chirac se apoyaba en Schröder para tratar de hacer realidad su ilusoria grandeur comandando a 400 millones de europeos, en oposición a Estados Unidos.

El Parlamento de la Comunidad Europea, carece de funciones democráticas, no es un poder legislativo. Sólo es un cementerio de dinosaurios a donde envían, cobrando magníficos sueldos y dietas, a políticos que estorban en su respectivo país. El tribunal tiene prácticamente cerrado el acceso de los ciudadanos. La Comisión de Bruselas es un cuerpo de tecnócratas de élite, que maneja el dinero y fabrica esas directivas, luego aprobadas por los primeros ministros más influyentes, que imponen a los demás países. Franceses, alemanes y holandeses han sido pioneros en pegar la patada al tablero. Están hartos de pagar los sueldos de dinosaurios y de funcionarios de élite que se perpetúan a sí mismos y solucionan pocos problemas reales.

Los ciudadanos aceptan que en Europa quepan todos desde el Atlántico hasta la frontera con Rusia, pero cuando se habla de Turquía, la opinión cambia. Francia, Holanda y Alemania, como ahora España, están saturadas de inmigrantes, árabes, turcos y de otras procedencias; la solución no es la proliferación de una inmigración incontrolada. Tampoco entienden la apertura de las fronteras europeas a los productos, de países como China, fabricados por personas, a veces niños, en condiciones infrahumanas, sin seguridad social y con salarios de hambre, todo lo más salarios de arroz, que hacen una competencia ilícita a los productos europeos. Están hartos de que haya tanta protección a los políticos y tan poca policía en los barrios, abandonados en manos de pandilleros.

Solo el 24,35% de los votantes holandeses han dado el sí. La participación francesa también fue alta, por lo que, a pesar de perder, han optado por el sí el 31,474% de los votantes franceses. No se entiende de qué presume ZP, cuando en su referéndum solamente obtuvo el sí del 31,286% de los votantes españoles. La mayoría lo ignoró, el 57,68% no fue a votar.

Nadie quiere salir de la Comunidad Europea, pero habrá que pensar otras formas de cohesionar a los europeos. El eje perdedor franco-alemán que encandila a nuestro presidente, ha sido maltratado por sus votantes; sin embargo, quienes acompañaban a Aznar en las Azores han cosechado los votos mayoritarios de sus conciudadanos, tanto Bush, como Blair y Barroso. En el Tratado de Niza vigente, gracias a la política exterior del PP, España tiene mayores ventajas que otorgaba la mal llamada Constitución, que franceses y holandeses han mandado al carajo y allí se va a quedar, según los pronósticos más fiables.

Autor: Solidaridad.net
Fecha: 2005-06-06

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12.6.05

¿Mezquitas Radioactivas?

Los musulmanes americanos pacíficos no han maniobrado para denunciar, expulsar o distanciarse de aquellos que sostienen tales ideas. No hay separación en la comunidad musulmana americana entre los musulmanes que aceptan el pluralismo americano y que simplemente quieren llevar vidas ordinarias, y aquellos que sostienen la misma ideología de yihad y destrucción o subyugación de los infieles a la que Osama bin Laden ha dedicado su vida.
Por ende, no hay modo fácil o fiable de distinguir a un musulmán que puede estar trabajando para lanzar un ataque químico o nuclear en Estados Unidos de uno que aborrezca la simple idea.

Las nuevas revelaciones de que funcionarios del gobierno federal estadounidense comprueban los niveles de radiación de las mezquitas tienen furioso al Council on American Islamic Relations. El Ibrahim Hooper de CAIR echaba humo: “Esto crea la apariencia de que los musulmanes son objetivo simplemente por ser musulmanes. No creo que éste sea el mensaje que el gobierno quiera enviar en este momento". Una declaración de CAIR afirmaba que "la monitorización puede llevar a la percepción de que ya no somos una nación gobernada por la ley, sino que en su lugar somos una en la que el miedo triunfa sobre los derechos constitucionales.
Todos los americanos deberían estar preocupados por la tendencia evidente hacia un sistema de justicia de dos vertientes, con todos los derechos para la mayor parte de los ciudadanos, y otro conjunto reducido de derechos para los musulmanes”.

En realidad, los principales medios han levantado castillos de temas constitucionales potenciales, anunciando el hecho a los cuatro vientos de que la monitorización de radiación se ha hecho sin órdenes de registro -- incluso si ni siquiera se ha llevado a cabo ningún registro real. Asimismo, el portavoz del Departamento de Justicia, Brian Roehrkasse, sostenía que "los agentes del FBI no se imponen en zonas protegidas constitucionalmente sin la autorización legal apropiada", y que no se monitoriza a grupos en general, sino que solamente se actúa según informaciones específicas. ¿Existe tal información en este caso? Roehrkasse habló de preocupación oficial por "un conjunto creciente de informaciones veraces que continúan manifestando que Al-Qaida tiene intenciones claras de obtener, y utilizar en última instancia, armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares".

Durante tres años, esta información ha sido pública. No mucho después del 11 de Septiembre, los americanos descubrían planes para construir armas nucleares en un antiguo refugio de Al Qaeda en Kabul. Un informe de la CIA en el 2003 afirmaba que los terroristas de la yihad "disponen de un amplio abanico de agentes potenciales y medios de dispersión del que elegir para ataques químicos, biológicos y radiológicos o nucleares (CBRN)”. Otros informes afirman que el propio Osama bin Laden se reunió con científicos nucleares paquistaníes; que Al Qaeda ya ha obtenido material nuclear del mercado negro ruso, y que los yihadistas ya han introducido esas cargas en Estados Unidos. Otros afirman que Al Qaeda planeaba meter de contrabando material nuclear en Estados Unidos desde México. Pero incluso si nada de esto fuera cierto, no hay duda de que los yihadistas se mueven en esa dirección. Ramzi bin al-Shibh, uno de los cerebros del 11 de Septiembre, ha declarado que "al matar americanos... Los musulmanes no deberían superar los 4 millones de no combatientes, o dejar a más de 10 millones de ellos sin hogar”.

Pero por supuesto, no hay musulmanes en suelo americano que crean que deba asesinarse a 4 millones de americanos realmente, ¿no? Desafortunadamente, no tenemos medio de saber esto con certeza. La corrección política y las premisas sin comprobar han impedido que medios e incluso funcionarios de las fuerzas del orden planteen las cuestiones difíciles que deberían preguntar a los líderes musulmanes en Estados Unidos. En consecuencia, abundan las tonterías. Un oficial de policía lamentaba: "¡Volveremos de un picnic con una mezquita local y nos daremos cuenta que estos tipos que acaban de acceder a ayudarnos se encuentran en nuestros historiales del terror!" El ejemplo más destacado de este fenómeno puede ser el ex líder musulmán de Cleveland Fawaz Damra, que firmó la condena del Consejo Fiqh de Norteamérica al terrorismo y que hoy afronta cargos de deportación por no desvelar sus vínculos con grupos terroristas. Damra, extensamente respetado como voz moderada hasta el momento de su detención, nunca fue expulsado de sus comunidades de Brooklyn o Cleveland (ni siquiera amonestado de modo evidente) a pesar de afirmar en una conferencia islámica en 1989 que "el principio primordial es que el terrorismo, y solamente el terrorismo, es el camino a la liberación”.

El problema central es que los musulmanes americanos pacíficos no han maniobrado para denunciar, expulsar o distanciarse de aquellos que sostienen tales ideas. No hay separación en la comunidad musulmana americana entre los musulmanes que aceptan el pluralismo americano y que simplemente quieren llevar vidas ordinarias, y aquellos que sostienen la misma ideología de yihad y destrucción o subyugación de los infieles a la que Osama bin Laden ha dedicado su vida. No hay modo fácil o fiable de distinguir a un musulmán que puede estar trabajando para lanzar un ataque químico o nuclear en Estados Unidos de uno que aborrezca la simple idea. ¿Operan los musulmanes que esperan perpetrar tal violencia, o se congregan al menos, en las mezquitas? Sí, lo hacen. Sahim Alwan, una vez líder de la comunidad yemení de Lackawanna, Nueva York, y presidente de la mezquita de allí, ostenta la distinción de ser el primer americano en asistir a un campamento de entrenamiento de Al Qaeda. La transición de Maher Hawash de ingeniero secular de Intel a yihadista se acompañó de un incremento en su fervor islámico y de frecuente asistencia a la mezquita.

Esto no significa que todo musulmán en Estados Unidos esté planeando en secreto un ataque nuclear. Pero con todas las pruebas de que Al Qaeda está haciendo todos los esfuerzos posibles para lanzar este ataque, ¿sería realmente inteligente arriesgarlo todo por la premisa de que ninguno lo hace? El ultraje de Hooper por el presunto tratamiento desigual administrado a los musulmanes se basa en el hecho de que son solamente los grupos musulmanes los que han declarado su deseo de lanzar un ataque nuclear contra Estados Unidos. Seríamos locos -- suicidamente locos -- de no tomar todas las medidas necesarias para protegernos en consecuencia.

Si Hooper estuviera genuinamente preocupado por la selección injusta de los musulmanes, podría encaminar los esfuerzos de su organización a realizar esfuerzos concertados con los funcionarios de las fuerzas del orden con el fin de identificar y capturar a los yihadistas en Estados Unidos, y por alejar a los musulmanes de América de la ideología de la yihad. El hecho de que no haga nada hacia ninguno de estos fines, y de que en su lugar plantee falsos fantasmas constitucionales contra esfuerzos genuinos de proteger a este país de un ataque catastrófico, dice mucho. No existe tal derecho constitucional a tener material radiactivo. Esta monitorización debería continuar

Robert Spencer

11.6.05

Se levanta la veda de la mujer musulmana

¿Puede justificarse la violencia conyugal bajo alguna circunstancia? Según algunos de Australia, sí — si el cónyuge es musulmán.

La Oficina de Asesoría Multicultural de la Policía Austral-Asiática ha publicado y distribuido 50.000 ejemplares de un manual de 82 páginas para funcionarios policiales australianos, orientándoles acerca de cómo tratar con gente procedente de todas las culturas no familiares que un policía australiano se puede encontrar. Un sikh, por ejemplo, puede recibir una suspensión temporal del arresto durante tres días si el funcionario que le detiene lo hiciera mientras está leyendo sus escrituras sagradas — una práctica que requiere 50 horas, y que no puede ser interrumpida. Y los maridos musulmanes que golpean a sus mujeres tienen que ser tratados de modo distinto a otros casos de violencia doméstica, como tema de sensibilidad cultural: “En incidentes tales como la violencia doméstica”, reza el manual, “la policía necesita tener un cierto grado de conocimiento de las tradiciones, estilo de vida y hábitos de los musulmanes”.

Este manual ha sido publicado, como era de esperar, en el estado de Victoria, en Australia, donde a finales del año pasado, dos pastores cristianos fueron víctimas de las leyes de odio religioso novedosas y traicioneramente elásticas. Fueron encontrados culpables de vilificación de los musulmanes por crímenes tales como citar versos del Corán que obviamente los musulmanes de Victoria preferían que los no musulmanes desconocieran. La censura de la libertad de expresión ya era bastante mala; ahora la distribución del manual preocupaba a Joumanah El Matrah, del Consejo de Bienestar de la Mujer, porque las mujeres están en peligro: “La implicación”, explicaba, “es que una tiene que ser más tolerante con la violencia contra las mujeres musulmanas, pero deberían recibir la misma protección. La policía no debería aconsejar a otros funcionarios seguir este tipo de protocolos. Sólo puede traerles perjuicios”.

Los maridos musulmanes, por supuesto, pueden señalar el Corán 4:34 para justificar la violencia contra la esposa: “… las mujeres buenas son por lo tanto obedientes, protegiendo lo oculto como Alá lo ha protegido; y (en cuanto a) esas por cuya parte temes la deserción, amonéstalas, y abandónalas en el lecho y pégales…” Este castigo ha llegado a ser inculcado culturalmente: el Instituto de Ciencias Médicas de Paquistán ha determinado que hoy, más del 90% de las esposas paquistaníes han sido golpeadas, apaleadas, o se ha abusado sexualmente de ellas — por ofensas del orden de preparar una comida insatisfactoria. Otras fueron castigadas por no dar a luz un hijo varón.

Si el policía de Victoria va a tolerar tal comportamiento por parte de los musulmanes con el argumento del multiculturalismo, incluso aunque contraviene el Derecho australiano, con certeza tendrá que tolerar también otros comportamientos. Después de todo, la ley islámica también permite la poligamia. Los gobiernos occidentales europeos ya han cerrado los ojos ante los acuerdos polígamos entre musulmanes, y los británicos hasta han considerado legalizar la poligamia para propósitos fiscales. ¿La permitirá también el estado de Victoria? ¿Cerrará los ojos la policía de Victoria ante los ladrones cuyas manos hayan sido amputadas según el Corán 5:38? Ese verso es claro: “En cuanto al ladrón, tanto varón como mujer, amputa sus manos. Es la recompensa por sus propias obras y el castigo ejemplar de Alá. Alá es poderoso y sabio”. Mahoma es igualmente claro en que cualquiera que abandone el Islam tiene que ser asesinado (ver también Bukhari, vol. 9, bk. 84, no 57): ¿La policía de Victoria también vacilará o incluso rehusará investigar los casos de asesinato si la víctima es un apóstata del Islam?

Esta aprobación indirecta de la violencia contra las esposas en Australia ha arrojado nueva luz cruda sobre la bancarrota del multiculturalismo relativista. ¿La violencia contra la esposa es intrínsecamente errónea? Evidentemente, en el estado de Victoria, no. De hecho, es dudoso que los doctos miembros de la Oficina de Asesoría Multicultural de la Policía Austral-Asiática piensen que las categorías morales tienen alguna relevancia en el mundo moderno. Pero aún así, si algo aprobado por un gran número de personas y convertido en ámbito cultural no puede ser condenado, entonces los Aliados no tenían motivo para oponerse a la Alemania Nazi o para condenar a Hitler. ¿Antisemitismo criminal? Bien, sí, pero verá usted, tenemos que ser sensibles a las tradiciones, estilo de vida y costumbres de los Nazis.

No todos los maridos musulmanes son violentos con las esposas, y que la Oficina de Asesoría Multicultural de la Policía Austral-Asiática conceda a los que lo son carta blanca, en lugar de denunciar inequívocamente la práctica e invitar a los varones musulmanes a ser los guardianes de su naturaleza, es condescendiente e irresponsable. Es la misma irresponsabilidad condescendiente que rehúsa desde el principio confrontar a los elementos del Islam que utilizan los terroristas de la jihad para justificar la violencia, por temor a ofender a los musulmanes moderados — socavando así cualquier posibilidad de que los moderados sinceros puedan tener que hablar abiertamente en favor de la reforma dentro del Islam. ¿Por qué deberían hablar, si no hay nada que necesite reforma?

Pero la locura del estado de Victoria también discurre más profundamente: revela una vacía debilidad en la defensa de Occidente frente a la jihad global: es decir, amenaza con convertirse no tanto en un choque de civilizaciones como en un choque de barbaridades. Una parte afirma determinados valores que son, en una palabra, monstruosos: la subyugación de la mujer y de los no musulmanes, la desaparición de la libertad de fe y demás. Pero el otro bando no afirma ningún valor en absoluto, y se opone a esta gran marea con nada más que un vacío intelectual y moral en el que ningún comportamiento se sale de las normas de la moralidad, sin importar lo atroz que sea.

¿Qué bando ganará en tal conflicto? Bien, la naturaleza aborrece los vacíos. Pero no tiene que ser de este modo. Es el Occidente judeocristiano el que ha dado al mundo las grandes ideas de la igualdad de las dignidades y los derechos de todos los pueblos, la libertad de fe, la santidad del individuo — todo lo que sería barrido a un lado por los jihadistas. En lugar de barrerlo por ellos, como el estado de Victoria parece determinado a hacer, quizá aquellos que aprecian estos valores se unan algún día en su defensa. Pero se está haciendo tarde, muy tarde.

Robert Spencer

10.6.05

CENSURA EN EL MUNDO ISLÁMICO

EL LIBRO "LA VERDAD SOBRE MAHOMA, PROHIBIDO EN PAKISTÁN

El Gobierno de Pakistán ha prohibido mi libro La verdad sobre Mahoma y requisado todos los ejemplares, así como las traducciones. ¿Por qué? Porque contiene "material cuestionable" acerca de Mahoma, el profeta del islam. "Permítame decirle que es un libro muy, muy perjudicial", ha dicho Shahid Ahmed, consejero de asuntos comunitarios de la embajada de Pakistán en Washington.

¿Que mi libro contiene material cuestionable? ¿Que es perjudicial? La verdad es que tienen razón.
En La verdad sobre Mahoma doy cuenta de las opciones que, por indicación del Profeta, daban los musulmanes a los que no lo eran: la conversión al islam, el sometimiento bajo la ley islámica pero sin igualdad de derechos con los musulmanes o la guerra. ¿Acaso me lo he inventado? No, puede uno dar con ello, entre otros muchos lugares, en el Sahih Muslim, una colección de hadices que la generalidad de los musulmanes considera fiable. Según el Sahih Muslim, Mahoma dijo:

Lucha en el nombre de Alá y a la manera de Alá.

Lucha contra aquellos que no creen en Alá (...) Cuando te encuentres con tus enemigos politeístas, invítalos a seguir uno de estos tres caminos. Si optan por cualquiera de ellos, acéptalo y abstente de infligirles daño alguno.

Invítalos [a convertirse] al islam; si aceptan, acéptalos y desiste de combatirlos (...) Si rechazan el islam, exígeles la jizya [un tributo especial impuesto exclusivamente a los no musulmanes]. Si lo aceptan, acéptalo y guarda tus manos; si lo rechazan, invoca la ayuda de Alá y combátelos.

¿Acaso está prohibido el Sahih en Pakistán? Por supuesto que no.

En mi obra critico la manera en que el primer biógrafo de Mahoma, Ibn Ishaq, contextualiza los versículos del Corán que hablan de las revelaciones recibidas por el Profeta sobre la guerra en tres etapas: tolerancia, guerra defensiva y, finalmente, guerra de agresión para convertir a los no creyentes u obligarlos a pagar la jizya (v. Corán, 9:29). En los comentarios coránicos (tafasir) de Ibn Kathir, Ibn Juzayy y As Suyuti, entre otros, también se destaca que el capítulo noveno del Corán, donde aparece este llamamiento a la ofensiva bélica, anula cualquier acuerdo de paz presente en el resto del libro sagrado.
No necesité sumergirme en libros antiguos para dar con ello. Esta idea de avance por etapas de la yihad, culminado con una ofensiva bélica para establecer la hegemonía de la ley islámica, ha sido sostenida en nuestra época por los teóricos yihadistas Sayid Qutb y Sayed Abul Alá Maududi, así como por el general de brigada paquistaní S. K. Malik (autor de El concepto coránico de guerra) y el jeque Abdalá ben Mohamed ben Humaid, ministro saudí de Justicia (en su obra La yihad en el Corán y en la Sunna), entre otros. Por supuesto, se trata de algo bastante preocupante para los no musulmanes, puesto que condensa tanto una doctrina bélica contra ellos como su subyugación final, según las normas de la Sharia, con todo lo que ello implica. Se trata de algo, por lo demás, que está siendo utilizado por los yihadistas de esta hora como justificación de sus actos y como gancho para conseguir nuevos reclutas.

¿Están prohibidos en Pakistán los trabajos de Ibn Kathir, Ibn Juzayy, As Suyuti, Qutb, Maududi, Malik y Humaid? Por supuesto que no.

En La verdad sobre Mahoma cuestiono, asimismo, el matrimonio del Profeta con la pequeña Aisha, de lo cual se ocupa específicamente la colección de hadices Sahih Bujari, generalmente considerada por los musulmanes como la más fiable de todas. Según diversas tradiciones recogidas por el Bujari, "el profeta redactó [el contrato nupcial] con Aisha cuando ésta tenía seis años, y consumó el matrimonio cuando ella tenía nueve años, y Aisha permaneció con él durante nueve años [es decir, hasta su muerte]" (Bujari, 7.62.88; v. también 7.62.65, 7.62.64, 5.58.236 y 5.58.234).

Es bastante obvio que muchos musulmanes se toman muy en serio el material sobre el que me basé para escribir el libro, y actúan según lo estipulado en aquél. Así, muchos musulmanes, incluso en nuestros días, han desposado a niñas en emulación del profeta Mahoma; y en algunos lugares incluso han contado con el visto bueno de la legislación vigente: el artículo 1.041 del Código Civil de la República Islámica de Irán establece que se puede establecer un compromiso matrimonial con una niña menor de nueve años y desposarla cuando cumpla dicha edad:

El matrimonio antes de la pubertad [para las niñas, nueve años lunares completos] está prohibido. El matrimonio contraído antes de alcanzar la pubertad con permiso del tutor es válido siempre que los intereses de la dote sean rigurosamente observados.

El mismísimo ayatolá Jomeini desposó a una niña de 10 años cuando él contaba 28. Jomeini consideraba el matrimonio con una niña prepúber "una bendición divina", y aconsejaba a los creyentes en los siguientes términos: "Haz todo lo posible por asegurarte de que tus hijas no vean su primera sangre en tu casa".

El siguiente párrafo está tomado de una información publicada en 2001 en la revista Time:
La edad mínima para contraer matrimonio en Irán es de 9 años para las niñas y de 14 para los niños. Los pedófilos explotan a placer dicha ley: se casan con niñas pobres de provincias, las utilizan y después las abandonan. El Parlamento iraní votó en 2000 por elevar la edad mínima para las niñas hasta los 14 años, pero en 2001 un cuerpo de supervisión legislativa dominado por clérigos tradicionales vetó la medida. En Yemen fracasó un intento conservador por abolir la edad mínima para las niñas, establecida allí en 15 años, si bien expertos locales afirman que, de todas maneras, se esgrime raramente. (Se considera que el momento apropiado para la consumación del matrimonio es el inicio de la pubertad).

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informa de que, en Afganistán y Pakistán, más de la mitad de las niñas están casadas antes cumplir los 18 años. A principios de 2002, los investigadores descubrieron que, en varios campos de refugiados de Afganistán y Pakistán, la mitad de las niñas estaban casadas hacia los 13 años. En uno de los campamentos afganos más de dos tercios de las niñas de segundo grado estaban casadas o comprometidas, y prácticamente todas las de edad superior estaban casadas. Había una niña de diez años comprometida con un hombre de 60.
He aquí el precio que ha tenido que pagar la mujer a lo largo de la historia islámica, y que sigue pagando, por que a Mahoma se le haya considerado "un excelente modelo de conducta" (Corán, 33:21).

Por supuesto, como ya he dicho en otras ocasiones, en esto pueden diferir otras autoridades islámicas. Las hay que afirman que, al repetir las tradiciones del Bujari, estoy contribuyendo a la perpetuación de malentendidos; "malentendidos", dicho sea de paso, que se encuentran ampliamente difundidos por todo el mundo islámico. Si realmente son malentendidos, el problema se encuentra en el Sahih Bujari (que es muy antiguo y, en lo esencial, canónico), no en mi libro, que está disponible desde hace menos de 3 meses y caerá en el olvido en bien poco tiempo.

Así las cosas, ¿está prohibido el Sahih Bujari en Pakistán? Por supuesto que no.

Por último, en mi libro explico por qué es prácticamente imposible demostrar una violación en aquellas tierras sometidas a los dictados de la Sharia. Las falsas acusaciones de adulterio vertidas contra Aisha condujeron en última instancia a la obligación de presentar el testimonio de cuatro varones musulmanes para poder demostrar la comisión de un delito de adulterio.

Para los casos de conducta sexual indebida es necesario el testimonio de cuatro testigos varones, según manda una revelación que recibió Mahoma para exonerar a su joven esposa (Corán, 24:13). Este requisito permite que hombres sin escrúpulos perpetren violaciones con total impunidad: mientras puedan negar la acusación y no haya testigos, se van de rositas, puesto que el testimonio de la víctima es inadmisible.

Lo peor de todo es que la mujer que acusa a un hombre de haberla violado puede acabar incriminándose a sí misma. Como no disponga del testimonio de los cuatro varones preceptivos, la acusación de la víctima de violación se convierte en un reconocimiento por parte de ésta de haber cometido adulterio.

Esto explica el ominoso hecho de que nada menos que el 75% de las mujeres presas en Pakistán estén entre rejas por haber cometido el crimen de ser víctimas de una violación. En Nigeria, numerosos casos de violación se han convertido en acusaciones de fornicación tras pasar por las manos de las autoridades islámicas. Son casos que acaban en sentencias de muerte; sentencias que sólo se ven modificadas en ocasiones tras mediar la presión de la comunidad internacional.

Dado su enraizamiento en mandatos coránicos, tales abusos son extraordinariamente resistentes a la crítica y la reforma. Echemos un vistazo a la situación en Pakistán, allí donde se ha sometido mi libro a prohibición. La nueva Ley de Protección de la Mujer ha revisado la consideración del delito de violación para que pueda procederse de acuerdo con los patrones modernos de prueba y testimonio, sin los cuatro varones que exige el Corán. Pero los musulmanes fanáticos han promovido protestas contra dicha ley, a la que consideran "antiislámica, inmoral e inconstitucional"; y en apoyo de sus tesis pueden citar el Corán (24:13) y el relato sobre la exoneración de Aisha.

Por lo general, lo que escribo en La verdad sobre Mahoma sobre el Profeta lo sostienen también los propios musulmanes, incluidos los que viven en Pakistán. Dado que me he basado completamente en fuentes islámicas, las objeciones de las autoridades paquistaníes no pueden basarse de manera razonable en lo que digo sobre Mahoma, sino en que juzgo a éste con unos patrones morales que difieren de los que él estableció para sí mismo y en que no lo tengo por un "excelente modelo de conducta".

Con todo, en una sociedad que no fuera patológicamente insegura, esto no debiera ser motivo para la prohibición y la requisa, sino para el establecimiento de un debate abierto y libre. Después de todo, la tan necesaria reforma del islam –para mitigar el efecto de aquellos de sus componentes que fomentan la violencia y el extremismo– no puede echar a andar si no se reconoce que hay aspectos de esta religión que precisan ser reformados.

La prohibición de La verdad sobre Mahoma en Pakistán es otro signo más de que, pese a las enormes esperanzas depositadas por tantos occidentales, la reforma del islam no se vislumbra en el horizonte.

ROBERT SPENCER, director de Jihad Watch, columnista de medios como Front Page Magazine o National Review y autor, entre otros libros, de The Politically Incorrect Guide to Islam (and the Crusades).

8.6.05

La libertad religiosa y el Islam


Una reflexión sobre la libertad religiosa y el Islam

En el uso de todas las libertades se debe observar el principio moral de responsabilidad personal y social: al ejercer sus derechos, los individuos y grupos sociales están obligados por la ley moral a tener en cuenta los derechos de los demás y sus deberes con relación a los otros y al bien común de todos.“Dignitatis humanae”, Declaración sobre la libertad religiosa.

Por regla general, cuando se comenta el derecho a la libertad religiosa se tiende a una simplificación imprecisa y bastante superficial. Incluso en algunos círculos eclesiales, se da por zanjado este problema, argumentando que “El Concilio ha confirmado categóricamente este derecho (y punto)”.

En primer lugar, quisiera matizar que del Concilio “se ha dicho que ha dicho” muchas cosas, y suele suceder que lo que el Concilio realmente ha dicho, es otra cosa.
Vayamos empero, al centro de la cuestión.

Mi primera pregunta es: la libertad religiosa, como derecho fundamental, ¿tiene un límite? Y si lo tiene, ¿cuál es ese límite? Abordaré fundamentalmente esta pregunta desde su aspecto político y desde la perspectiva de la ley civil.

Esta cuestión fue tratada en el Concilio desde dos posturas antitéticas.Estas dos posturas respecto a los límites de la libertad religiosa eran, por un lado, la del ya mencionado “bien común” (postura que prevalece, al menos como puntualización constante, en la declaración final), y por otro, la de “orden público”.

Posiblemente la situación socio-cultural y política de la época (1964) no permitió ver el incómodo alcance de este último punto de vista. Porque, por ejemplo, la práctica equiparación jurídica de las parejas de hecho con el matrimonio en la situación actual, podría dar peligrosamente pie a tolerar la “familia” poligámica con tal de no perjudicar el orden público. Además, de hecho esta es la concepción verdaderamente presente, si no siempre en la legislación, sí en su ejecución práctica.

A modo de breve ilustración sobre la cuestión del orden público, contaré que un amigo mío cambió de vivienda porque su vecino musulmán realizaba el sacrificio halal en su propio piso. Al llamar a la policía, le respondieron: “Ya sabe, ellos pertenecen a otra cultura”.(Pero los decibelios son universales que yo sepa, ¿o no? Y la higiene y los microbios también.) Lo que he contado no pasa de una simple anécdota.

Lo que cuenta la distinguida Oriana Fallaci en su libro “La fuerza de la razón” (estoy harto de que la llamen “bruja” y otros epítetos similares; si bien no comparto sus puntos de vista sobre algunos puntos de la historia y de la actualidad de la Iglesia, que forman parte de las tan frecuentemente recurridas “leyendas negras”, es una mujer valiente y honesta, que con la cabeza busca solución a un problema difícil y preocupante); lo que cuenta la señora Fallaci, insisto, es mucho más grave: Ante la pregunta a un comisario de policía italiano de por qué se le consiente a un determinado musulmán su unión poligámica, este le responde: “Por razones de orden público”.
Evidentemente, el principio de “orden público” , al menos entendido sin su puntualización del claramente establecido “bien común”, sino simplemente conformándose con el mínimo de la convivencia social, nos puede llevar a renunciar a principios de valor universal.

Vayamos ahora a la cuestión del Islam. Mi pregunta es ahora: ¿Existe un Islam no coránico? Creo que la respuesta es negativa. Porque el Islam sin el Corán sería, en todo caso, una derivación del Islam, o simplemente una religión distinta.
Y otra pregunta: Los musulmanes en su conjunto, ¿tienen un magisterio, una autoridad competente para explicar lo que realmente es el Islam a todos los musulmanes del mundo? Sabemos que la respuesta a esta pregunta es también negativa.

Además, esta cuestión es una de las principales dificultades en el “diálogo” con el Islam, según reconoció recientemente el cardenal Ratzinger, ya que unos posibles acuerdos con una escuela de pensamiento islámico, no necesariamente son admitidos por otras.

Por tanto, yendo al centro de la cuestión: ¿quién da la interpretación “auténtica” de los siguientes versículos del Corán?: “He aquí cuál será la recompensa de los que hacen la guerra a Dios y a su Enviado, y que emplean todas sus fuerzas en cometer desórdenes en la tierra; les condenaréis a muerte o les haréis sufrir el suplicio de la cruz; les cortaréis las manos y los pies, alternados; serán expulsados de su país...”(Sura 5,37), o “Haced la guerra a los que no creen en Dios ni en el día último, a los que no consideran prohibido lo que Dios y su Enviado han prohibido y a aquellos hombres de las Escrituras que no profesan la creencia de la verdad. Hacedles la guerra hasta que paguen el tributo, a todos sin excepción, aunque estén humillados.” (Sura 9,29).

Creo sencillamente que a todos aquellos que siguen en la práctica estos pensamientos (los vemos en la televisión casi a diario, y si no los viéramos, sabemos que están allí) se les puede juzgar por crímenes contra la humanidad, estén donde estén.

Y a aquellos entre nosotros sean musulmanes o no, que expresen estar de acuerdo con estas “ideas”, se les debe juzgar por la apología del terrorismo, sin más.Si no, incumpliríamos gravemente el principio básico de nuestro Estado de derecho, a saber: el que afirma que todo ciudadano es igual frente a la ley.
Ya oigo las voces de los defensores de la sufrida “resistencia” frente al terrorismo milenario de Occidente y a ellos les repito: ninguna circunstancia, nunca, puede justificar el terrorismo.

Pero volvamos, de nuevo, a nuestra cuestión principal, que podemos redefinir de la siguiente manera: ¿tiene el Islam derecho a la libertad religiosa, al menos en el Occidente?
Ya sé que incluso algunos cristianos me llamarán hereje, trasnochado, digno de la hoguera y yo que sé más.

Pero seguid escuchándome. ¿Tiene una persona que vive entre nosotros, me da igual si es musulmán o no, tener “derecho” a cuatro mujeres?Pues, señores, eso es el Islam también, ¿o no?

Responded. ¿Tiene una mujer que vive entre nosotros, musulmana o no, que se casa con un musulmán, “derecho” a ser repudiada cuando le da la gana al otro? ¿o no?

¿Se puede obligar a una niña a la amputación del clítoris?
¿Tiene el “derecho” de ser considerada un ser inferior por mucho que ella lo quiera?
Pues no.
No les concedemos ese “derecho”; y si se lo concedemos, nos vamos al pique todos (lo alarmante es que algunos ya han empezado a mirar al otro lado).

Nosotros no disponemos de una cultura y una civilización a nuestro libre albedrío, sino que la hemos heredado, también de un Tolstoy y de su: “La salvación del mundo esta en manos de las mujeres”.

De un San Juan Crisóstomo y de sus enseñanzas a los novios: “Te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida.
Porque la vida presente no es nada, mi deseo más ardiente es pasarla contigo de tal manera que estemos seguros de no estar separados en la vida que nos está reservada... pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más penoso que no tener los mismos pensamientos que tú tienes” (recogido en CIC 2365) (versos por los que el mismo Shakespeare se retorcería de envidia), en definitiva la civilización que hemos heredado del mismo Cristo.

El que traiciona y vende los principios universales fundamentales, como el de la igualdad entre el hombre y la mujer, vende la herencia de la humanidad entera.

Veamos otro aspecto importante del Islam. Antes, es necesario recordar la siguiente afirmación de la Dignitatis Humanae, p2: “El derecho a la libertad religiosa consiste en que todos los hombres deben estar libres de coacción, tanto por parte de personas particulares como de los grupos sociales y de cualquier poder humano, de modo que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella, pública o privadamente, solo o asociado con otros, dentro de los debidos límites.”

Ahora bien, hasta el español converso al Islam, Yusuf Martínez declara en una entrevista concedida al “El Mundo” que acepta la pena a muerte a los apostatas del Islam...
Lo que quiero decir es lo siguiente: ¿Qué hacer cuando la propia religión coacciona con amenazas de muerte a sus propios fieles? Esa religión, ¿tiene realmente derecho a la libertad? Creo que la respuesta se cae por su propio peso.

Si el Islam, o mejor dicho alguna derivación del Islam, renunciase a las aspiraciones arriba descritas y algunas otras igual de fuertes, además de buena parte de los versículos del Corán, Sharia etc, tal vez sí (pudiéndose efectivamente comprobar tal compromiso).

En este tipo de problemas podemos comprobar el trágico alcance de las teorías del relativismo ético (como las de Jürgen Habermas) que sostienen que la verdad objetiva y universal no existe, sino que la verdad es el resultado del consenso entre las diferentes partes.
Estos planteamientos pueden quizás conseguir una convivencia social (hipócrita y cobarde por lo demás) por un tiempo, pero representan realmente una bomba de relojería en el seno de nuestras sociedades.

Se podría aplicar al respecto lo que Juan Pablo II escribe en la “Evangelium Vitae” (p 70), en este caso a propósito del aborto y de su legislación, pero perfectamente aplicable al problema que nos ocupa: “Alguien podría pensar que semejante función, a falta de algo mejor, es también válida para los fines de la paz social.

Aun reconociendo un cierto aspecto de verdad en esta valoración, es difícil no ver cómo, sin una base moral objetiva, ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable, tanto más que la paz no fundamentada sobre los valores de la dignidad humana y de la solidaridad entre todos los hombres, es a menudo ilusoria.

En efecto, en los mismos regímenes participativos la regulación de los intereses se produce con frecuencia en beneficio de los más fuertes, que tienen mayor capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso.
En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía”. Es decir, si no tenemos unos principios fundamentales y universales, válidos para todo hombre y toda mujer del mundo sin distinción, y son así porque son reconocibles por la recta razón, la democracia es capaz de dar a luz a un engendro como Hitler, es decir, es capaz de autodestruirse.

Precisamente la debilidad de esta democracia, sin más valores que el consenso y la aritmética, fácilmente pueden aprovechar los que siempre soñaron con expandir la fe del profeta al mundo entero, especialmente a Europa.

En el Sínodo de Europa, el arzobispo de Esmirna (Turquía), monseñor Giuseppe Bernardini citó las declaraciones de un autorizado personaje musulmán, durante un encuentro oficial sobre el diálogo islámico-cristiano: “Gracias a vuestras leyes democráticas os invadiremos, gracias a nuestras leyes religiosas os dominaremos; los petrodólares que entran en las cajas de Arabia Saudí y de otros Gobiernos islámicos son usados, no para crear trabajo en los países pobres del norte de África y de Oriente Medio, sino para construir mezquitas y centros culturales en países cristianos con inmigración islámica, incluida Roma”.

¿Cómo no ver en todo esto un claro programa de expansión y de reconquista?, se pregunta Samir Khalil Samir en “Cien preguntas sobre el Islam”.

Un programa que no es nada nuevo en absoluto.
Ya en 1974, el golpista de estado (tres años después de la independencia de Argelia) Bumedián, dijo en la ONU: “Un día millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos . Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria”.

Con todo este panorama, aun reconociéndolo, algunos todavía sostienen, con una fatalidad inexplicable, que hay que dejar que las cosas sigan su curso. Y todo, porque no se atreven a cuestionar la libertad religiosa, incluso a precio de consentir auténticos crímenes.
La tesis de este análisis es que es necesario tener el valor de llamar al pan, pan, y al vino, vino.
Ninguna religión puede ser una varita mágica con la que conseguir la impunidad.

Si un musulmán pretende llevar a cabo los preceptos de Sharia y de Corán que ofenden la dignidad humana, no debe tener derecho a la libertad religiosa.

Algunos, incluso con la mejor buena fe, contestarán: “Y qué hacer entonces con los cristianos en los países islámicos? ¿Entregarlos a una cruel represalia debido a nuestra negativa a darles las libertades que nos pidan?”

Estoy convencido de que Occidente tiene todavía muchos recursos, sin recurrir jamás al uso agresivo de las armas, para hacer oír su voz en los países islámicos. No tiene ninguna necesidad de ir a remolque de sus exigencias.

El desarrollo tecnológico de Occidente le permite realizar sin grandes esfuerzos el ya largamente reclamado cambio tecnológico. Me refiero a la eliminación del petróleo como la materia energética primordial.
Fue precisamente la crisis del petróleo del 74 la que condicionó a Occidente a aceptar las condiciones islámicas. Ahora ya no es así.
Los países que mandan naves a Júpiter, ¿no pueden disponer de ese cambio tan necesario? En resumen, son los países occidentales que pueden y deben llevar la voz cantante en esas negociaciones y proteger a los que tengan que proteger.

Si los correspondientes gobiernos tuvieran clara la escala de valores, los medios no serían ningún problema. Por lo demás, fácilmente podemos observar que cuando aparece algúna patente de un motor a hidrógeno o similar, que gasta la décima parte que el habitual, desaparece al día siguiente. ¿Quién los compra?

En resumen, si tuviéramos algo de honor, muchos problemas de los que hablamos, desaparecerían. Pero, por otra parte, si no actuamos en coherencia con nuestros principios, nos vemos abocados peligrosamente hacía el choque de civilizaciones del que habla el sociólogo Samuel Huntington.

Un choque que no deseo que ocurra con todas mis fuerzas. Nadie lo desea. Un problema puede evitarse si a su debido tiempo se le enfrenta cara a cara. Sin miedo, con claridad y decisión. Sin odios ni desprecios. Buscando apasionadamente la verdad y luchando por ella, no consintiendo la mentira ni intentando conseguir provecho de ella.

A veces, observando esta sociedad nuestra, enferma por tanto desprecio por la vida, endiosando el concepto del bienestar, que la llena de amargura y del vacío, pienso: “¿Permitirá el Señor, por toda esta nuestra frialdad y desamor, que sucumbamos al yugo del Islam, para quizás entonces darnos cuenta, como los israelitas en Babilonia, de lo que no sabíamos valorar?”

Pero contesto: si fuera por nosotros, quizás sí. Pero lo que me da fuerzas es saber que no estamos solos. Somos herederos de una tierra empapada de la sangre de los mártires, sangre asociada a aquella “que grita más que la de Abel”.

Por eso la responsabilidad sobre esa herencia me obliga a luchar por su dignidad incluso cuando me vea abatido.No puedo entregar esta tierra porque simplemente no es mía, es mi herencia de la que soy responsable. Si la pierdo, las futuras generaciones podrían no recibirla y en eso yace la gravedad de esta responsabilidad.

Además, no podemos olvidar una peculiaridad importante del Islam: su aspecto psicológico. Los musulmanes conciben que Dios realmente esta con ellos si ven que van ganando batallas y se van expandiendo, en territorio y número de fieles. Cuando esta circunstancia no se da, se vuelven mucho menos agresivos y viceversa.

Los musulmanes no conciben otra cosa que ganar, porque esta circunstancia es la que verifica, a su entender, que Alá esta de su parte. Conforme su presencia en el viejo continente sea mayor, consiguiendo ver cumplidas sus reivindicaciones, su agresividad y arrogancia irá en aumento.
De allí la importancia de saber mantenerse en su sitio y no negociar lo innegociable. Porque, de otra forma, nadie nos puede asegurar que la suerte de Europa será distinta a la del Norte de África o del Imperio Bizantino en su día.


Por Milenko Bernadic, licenciado en Matemáticas y profesor del Curso Superior de Humanidades de la UCAM 

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5.6.05

El jihadismo y el Corán


La semana pasada, en Nueva York, Oriana Fallaci indicaba que el Corán era el Mein Kampf (el guia) del movimiento jihadista. Señaló que el libro santo del Islam exige la aniquilación o la subyugación del otro, y que quiere sustituir la democracia con el totalitarismo.

Sus declaraciones, como podrá imaginar, han causado una considerable controversia. Algunas de las declaraciones que he visto:

“Llamar Mein Kampf al Corán es desordenado e histérico... merece una refutación”.

“Hay musulmanes moderados... yo viví entre ellos en Turquía mientras mis parientes búlgaros eran enviados a campos de concentración…”

“Machacar a la religión entera es contraproductivo... los árabes musulmanes son terroristas de formación, pero muchos musulmanes no árabes no son jihadistas...”

“Si no hay musulmanes moderados, como dice Fallaci, entonces estamos sentenciados... ¿no es mejor llamarlos islamofascistas o jihadistas?”

“El Corán es “Mein Kampf”... oh vamos...

“¿Para ser musulmán moderado uno tiene que renunciar al Corán? Creo que como de costumbre, Oriana va demasiado lejos”.

Hay un lío en estos comentarios que necesita desentrañarse. Fallaci dijo que no había Islam moderado; no dijo que no hubiera musulmanes moderados. Esta es una distinción crucial.

Como ha dicho Ibn Warraq, “puede haber musulmanes moderados, pero el Islam en sí mismo no es moderado”. Es decir, hay gente manifiestamente pacífica que no tiene ninguna intención de trabajar con el fin de imponer la sharia en Occidente, mediante medios violentos o subversivos, y que se identifican como musulmanes. Este hecho simple no atenúa otro hecho, que es que algunos moderados de alto nivel que firmaron la reciente fatwa contra el terrorismo del Consejo Fiqh de Norteamérica, resultaron ser mentirosos, como el imán Fawaz Damra de Cleveland.

Nadie puede afirmar que todos los musulmanes pacíficos sean mentirosos, sin poder examinar la mente de cada uno -- aunque sé que algunos escritores ignorantes e inclementes con el Islam han hecho justamente tal afirmación. Y decir que el Corán es el Mein Kampf del movimiento de la jihad no es negar la realidad de que mucha gente, si no la mayoría, que se identifica como musulmanes están interesados principalmente en llevar vidas ordinarias, ganarse la vida, aportar a sus familias, etc.

¿Cómo podría ser que el Corán el Mein Kampf -- es decir, la inspiración y el libro guía, la fuerza motriz -- del movimiento de la jihad, y haber aún así musulmanes pacíficos? En primer lugar, porque los propios jihadistas lo invocan rutinariamente como justificación de sus actos de violencia, y como medio de reclutar a otros musulmanes para su movimiento. Hay disponibles online centenares de fotos de terroristas de la jihad blandiendo el Corán, a menudo junto con rifles y otras armas. Y cualquier vistazo rápido a las declaraciones de jihadistas demuestra que están llenas de citas del Corán y llamadas de atención a otros musulmanes de que ellos representan “el Islam puro”.

Estos jihadistas tampoco falsifican, retuercen, o secuestran lo que dice el Corán. De hecho, son ferozmente literales, tomando al pie de la letra los muchos versos marciales del libro. Existe más de un centenar de versos en el Corán que exhortan a los fieles a emprender la jihad contra los infieles. “¡Oh Profeta! Lucha contra los infieles y los hipócritas y sé firme contra ellos. Su morada es el Infierno, un refugio perverso en la práctica” (Sura 9:73). “Lucha” en árabe es jahidi, una forma verbal del sustantivo jihad. Esta lucha iba a tener lugar sobre el campo de batalla: “Cuando te encuentres con los infieles en el campo de batalla, decapítalos y, cuando los hayas derrotado, ata firmemente a tus cautivos” (Corán 47:4). Esto se acentúa en diversas ocasiones: “¡Oh tú que crees! Lucha contra los infieles que te oprimen, y deja que encuentren firmeza en ti: y has de saber que Alá está con los que Le temen” (Corán 9:123).

Esta guerra había de ser dirigida tanto contra los que rechazaban el Islam como contra aquellos que eran musulmanes de fe pero no mantenían la plenitud de la fe: “Profeta, libra la guerra contra los infieles y los hipócritas y trata con ellos rigurosamente. Que el Infierno sea su casa: un destino perverso” (Corán 9:73). Esta guerra era solamente parte del conflicto espiritual más general entre Alá y Satán: “Los que creen, luchan por la causa de Alá, y los que rechazan la fe luchan por la causa del mal: así que lucha contra los amigos de Satán” (Corán 4:76). “Después, cuando los meses sagrados hayan pasado, masacra a los idólatras dondequiera que te los encuentres y hazlos cautivos y acósalos, y prepara emboscadas para todos ellos. Pero si se arrepienten y establecen sumisión y pagan el tributo, entonces déjalos en paz. ¡Que así sea! Alá es perdón y clemente” (Corán 9:5). El “tributo” en este verso es el zakat, que es una obligación central para los musulmanes. Por lo tanto, el verso dice que si “los idólatras” se convierten en musulmanes, déjalos en paz.

Los judíos y los cristianos debían ser combatidos junto con los “idólatras”: “Lucha contra los que no creen en Alá ni en el Juicio Final, no respeten la prohibición de lo que ha sido prohibido por Alá y Su Mensajero, ni reconozcan la religión de la Verdad, (aunque pertenezcan) a los Pueblos del Libro hasta que paguen la jizya con sumisión voluntaria y se sientan sometidos" (Corán 9:29).

La jihad es el deber más alto de los musulmanes: “Vosotros que dais de beber a los peregrinos o que mantenéis la Sagrada Mezquita, ¿sois iguales que los que realizan el piadoso servicio de aquellos que creen en Alá y en el Juicio Final, y luchan con uñas y dientes por la causa de Alá [jihad fi sabil Ala]? No son comparables a los ojos de Alá: y Alá no guía a los que agravian. Los que creen, que sufren el exilio y luchan con uñas y dientes, por la causa de Alá [jihad fi sabil Ala], con sus bienes y con sus personas, tienen el rango más alto a los ojos de Alá: son las personas que lograrán la salvación” (Corán 9:19 - 20). En la teología islámica, jihad fi sabil Ala se refiere específicamente a coger las armas por el Islam.El paraíso está garantizado para aquellos que “masacran y mueren” por Alá: “Alá ha comprado a los valientes sus personas y sus bienes; para ellos (a cambio) es el jardín (del Paraíso): luchan por Su causa, y masacran y mueren: una promesa les une la Él en la verdad” (Corán 9:111).

Uno puede intentar justificar tales versos, pero no hay duda desde el punto de vista histórico que Mahoma los interpretaba literalmente. También son respaldados por numerosos pasajes de la tradición y el derecho islámicos. No obstante, el hecho de que la guerra contra los infieles no sea un giro del Islam, sino de la corriente islámica, y que sea repetidamente afirmado en el Corán, el Hadith, el ejemplo de Mahoma y los dictados de toda escuela de jurisprudencia islámica tampoco convierte en terrorista a todo musulmán.

Hay varios motivos importantes para esto. Uno es que dado que el Corán está escrito en árabe clásico, difícil, y que tiene que ser leído y reciclado durante la oración musulmana solamente en ese lenguaje, una cifra sorprendentemente grande de los que se identifican como musulmanes tiene en realidad escaso respeto a lo que dice en la práctica. Aunque el estamento mediático continúa utilizando las palabras “musulmán” y “árabe” como si fueran sinónimos, la mayor parte de los musulmanes de todo el mundo no son árabes. Incluso el árabe moderno es ajeno a ellos, por no mencionar el árabe clásico coránico. A menudo se aprenden el Corán de memoria sin noción clara de lo que dice realmente. Un musulmán paquistaní me decía orgullosamente una vez, que había memorizado grandes partes del Corán, y planeaba comprar una traducción un día de modo que pudiera descubrir exactamente lo que estaba diciendo. Tales posturas son comunes hasta tal punto que sorprendería a la mayor parte de los no musulmanes.

Otros factores culturales también han militado en contra de los musulmanes hasta hace poco tiempo, particularmente en el Este de Europa y Asia Central, actuando según, incluso sabiendo que gran parte de las enseñanzas reales del Islam versan sobre cómo tratar a los infieles. Sin embargo, eso está cambiando: en aquéllas áreas y en el resto del mundo, los fanáticos musulmanes, aunque no siempre financiados por Arabia Saudí se han introducido en comunidades musulmanas pacíficas elogiando el Islam violento como “el islam puro” y pidiendo a los musulmanes el retorno a la total observación de su religión. Y lo están haciendo por medio del Corán.

Así que, ¿es el Corán el Mein Kampf del movimiento totalitario y supremacista que es la jihad islámica global? Si tomamos en serio las palabras del propio libro y cómo son utilizadas por los jihadistas, entonces es claramente la inspiración y la justificación. ¿Vamos a ignorar las declaraciones transparentes de los jihadistas sobre esto porque ofendan las sensibilidades contemporáneas? El desafío para los musulmanes genuinamente pacíficos hoy es confrontar este hecho, en lugar de negarlo como hacen a menudo los apólogos de Occidente, e intentar formular estrategias para el rechazo a gran escala de la lectura literal en la comunidad islámica en América y en todo el mundo, de modo que los musulmanes pueden coexistir pacíficamente como iguales con los no musulmanes, sin el continuo recrudecimiento de este impulso supremacista.

¿Puede hacerse? Las probabilidades en contra son prohibitivas. Pero flaco favor hacemos a los reformistas musulmanes genuinos negando que haya algún trabajo que sea necesario que hagan con el Corán y la tradición islámica, o fingiendo que la fuente del problema es otra distinta a la que es.

Robert Spencer

4.6.05

Robert Spencer. Biografia y Libros.


Escritor, académico de historia, teología y derecho islámicos y un investigador que ha estudiado el Islam por más de veinte años. Licenciado con honores en Estudios Religiosos por la Universidad de Carolina en Chapel Hill), lleva desde 1980 estudiando teología, derecho e historia islámicos en profundidad.

Es adjunto de la Free Congress Foundation, y autor de centenares de artículos acerca de la jihad y el terrorismo islamico aparecen en el New York Post, Washington Times, Dallas Morning News, el National Post de Canadá, FrontPage Magazine, WorldNet Daily, Insight in the News, Human Events o National Review Online entre otros, la penetración en las noticias, acontecimientos humanos, la revisión nacional en línea, y muchos otros diarios.

Él ha discutido el jihad, el Islam, y el terrorismo en el CNN, FoxNews, MSNBC, PBS, y C-Palmo, así como en programas de radio numerosos incluyendo la nación salvaje del salvaje de Michael, la demostración de G. Gordon Liddy, la demostración de Michael Medved, la demostración de Michael Reagan, la demostración de la anciano de Larry, la radio de Vatican, y muchos otros.

Él ha escrito siete monografías en Islam. - Una introducción al Qur'an; Mujeres e Islam; - Una Cartilla Islámica; - Islam y el oeste; - El Pasillo Islámico - De Disinformation; - Islam contra cristianismo; y - Jihad en contexto.

Es director de Jihad Watch y autor de 5 libros, y numerosos artículos acerca del terrorismo islamista.

Entre sus textos se encuentran algunos de los libros más conocidos acerca del terrorismo islámico, como:

"El mito de la tolerancia islámica" (Prometheus Books, 2005. ISBN 1591022495),

"La guía políticamente incorrecta del islam" (Regnery Publishing, 2005. ISBN 0895260131),

"El islam al descubierto: cuestiones preocupantes sobre la religión de mayor crecimiento del mundo" (Encounter Books, 2002. ISBN 1893554589).

Autor de cinco libros:

Islam interior: Islam para algunos una palabra espantosa; para otros, misterioso. Para todos, es una fuerza religiosa que no se puede ignorar. Ahora aquí hay un libro cuestionando el Islam escrito específicamente para los católicos. El Islam interior trata las enseñanzas polémicas del Islam en dios, jihad, el papel de mujeres, y más. Una guía para los católicos.

El islam revelado: Preguntas preocupantes sobre la fe cada vez mayor y de crecimiento más rápido del mundo.

Soldados Musulmanes Hacia adelante: Cómo la Jihad todavía amenaza América y el oeste.

La guía político incorrecta al Islam (y las cruzadas)

El mito de la tolerancia islámica: Cómo La Ley Islámica Trata A No-Musulmanes