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13.8.06

Conversión en la carcel.


Mohamed y Kamal Shatbi eran el día y la noche. Hermanos y residentes en Autol (La Rioja) desde mediados de los noventa, habían tomado caminos divergentes que acabaron convergiendo en el centro de la dirección general de la Vigilancia del Territorio (servicios secretos marroquíes) de Temara, conocido como lugar de torturas.

Así lo han denunciado organizaciones como Amnistía Internacional.

Mohamed llevaba barba islamista y conocía a dos de los miembros de la célula de Yusuf Fikri, líder de Takfir Ual Hichra, uno de los grupos más violentos de Marruecos.
Kamal era un bala perdida y los intentos de su hermano por enderezarlo no dieron resultado. "Mi hermano mayor tenía amigos que rezaban, pero Kamal, estoy segura, no tiene nada que ver. ¿Por qué lo han cogido?", se pregunta en conversación telefónica su hermana Fatiha desde Autol.
Ambos purgan una pena de veinte años. "Mohamed y Kamal tuvieron mala suerte - explica su hermana Turiya en su humilde casa de Casablanca-.

Los detuvieron en agosto del 2002 pero el juicio se celebró después de los atentados de Casablanca". Los miembros del grupo de Fikri, que las autoridades asociaron al movimiento Salafiya Yihadiya, estaban acusados de asociación de malhechores, homicidio y posesión de armas. Las penas fueron de un año de prisión a la pena de muerte.

Kamal llegó a Autol en 1995, con 13 años. Su madre, que se pasaba el día trabajando en el champiñón, no podía controlar qué hacía la mayor parte del día. "Kamal tenía malas compañías, marroquíes y españoles.
Bebía, fumaba droga, robaba alguna cosa. Hicimos lo que pudimos para apartarlo de ese camino.
Mi madre no quería verlo muerto por la droga", cuenta Fatiha. Su madre instó a su hijo mayor, Mohamed, a que se lo llevara a Pakistán.

El viaje iniciático del joven Mohamed, a principios de los noventa, con amigos y un primo suyo, que debía llevarles a Australia, acabó en la etapa pakistaní. "Eran jóvenes a los que les gustaba la música de Michael Jackson, llevaban pantalones cortos y salían con chicas", cuenta Fatiha.

Mohamed se dejó convencer para estudiar el Corán en una madraza de Lahore, donde estuvo unos siete meses. A su vuelta llevaba barba islamista: "Estaba más tranquilo, tenía un corazón..., ¿cómo te diría?, bonito. Me gustó cómo volvió", añade.

El tratamiento no dio resultado con Kamal. Salió engañado de España, pensando que iba a Gran Bretaña con su hermano. Después de una escala en Italia fueron a Irán, país para el que habían conseguido visado, y Pakistán.

El menor de los Shatbi aguantó unos meses en la madraza. Era el 2001 y allí les pilló el 11-S. Cuando una coalición internacional liderada por EE. UU. y respaldada por la ONU bombardeó Afganistán cruzaron la frontera con la ONG islámica Wafa para prestar ayuda a los heridos.
Cuando pudieron salir volvieron a España vía Irán. Mohamed volvió al comercio y Kamal a la mala vida.

El segundo intento de su madre por reformarlo lo llevó a una escuela coránica de Fez, que soportó unos meses. Hasta que volvió a Autol para trabajar con su hermano. Al bajar un coche lleno de mercancía para vender en Marruecos Kamal fue detenido en la frontera.
A quien buscaban era a Mohamed, pero se lo llevaron por delante. "A los dos días detuvieron a Mohamed en Salé (ciudad vecina de Rabat), después de atropellarlo con un coche.

Los llevaron al centro de Temara y allí los torturaron durante 50 días. Les dieron descargas eléctricas, los tuvieron atados de pies y manos en malas posturas, les decían que iban a violar a las mujeres de su familia... Les obligaron a firmar una declaración sin leerla.

Cuando, por fin, se vieron, Mohamed no reconoció a su hermano. Se volvió loco. Kamal lo aguantó mejor porque no sabía que Mohamed también estaba allí".

El relato de Turiya la lleva una y otra vez a preguntarse: "¿Por qué? Si el propio Yusuf Fikri ha escrito una carta en la que niega que los Shatbi pertenecieran a su célula".

Ni la madraza de Lahore, ni la escuela coránica de Fez. Al final ha sido la cárcel la que ha domado a Kamal. "Ahora - dice Turiya mientras sirve la exquisita comida que ha preparado para nuestra sorpresa- lleva barba, viste qamis y reza. Gracias a Dios".

La Vanguardia: 16-03-06.
Isabel Ramos Rioja.