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24.2.07

La mezquita de la pradera

Foto: Una escena de "La pequeña mezquita de la pradera"

Una comedia sobre la vida de una comunidad islámica en un pueblo bate récords de audiencia en Canadá

El propósito de su creadora es "deshacer malentendidos"


Cada miércoles, a las ocho de la tarde, la televisión canadiense CBC emite un episodio de la serie de la temporada, una comedia que batió el récord de la cadena el día de su estreno, en enero, con más de dos millones de espectadores.

"Little Mosque on the Prairie" cuenta la historia de una pequeña comunidad musulmana que intenta vivir en armonía en un pueblo llamado Mercy. ¿Mensaje? Aunque diferentes, todos somos similares cuando se trata de la familia, el amor o las relaciones entre padres e hijos.

A La pequeña mezquita de la pradera (¿les suena el título?) no le faltan jugosos personajes como Amaar, un joven y guapo abogado de Toronto que encuentra su auténtica vocación como líder espiritual en el campo. "Los musulmanes son conocidos en todo el mundo por su sentido del humor", dice cuando lo detienen en el aeropuerto por bromear por teléfono con su madre sobre Alá y el suicidio.
O el matrimonio formado por Yasir y Sarah, convertida al islam y madre de Rayyan. Baber es el antiguo imán, siempre quejándose de la sociedad occidental, y Fátima dirige un diner.

Vecinos exóticos

La alcaldesa, el reverendo y el presentador de un programa de radio que usa las ondas para alimentar las sospechas sobre sus exóticos vecinos completan el cuadro. El intolerante Fred Tupper comenta cosas como "si no los paramos, pronto estaremos todos hablando como ellos". En los episodios se explica por qué las mujeres se cubren la cabeza o cómo son las citas entre musulmanes. "Es como ir de compras pero solo mirando los escaparates. No necesitas probar el pastel para saber que va a estar delicioso", apunta Rayyan.

En otro capítulo, la hija adolescente de Baber se viste con top y minifalda. "Pareces una protestante", le dice su padre. "¿Quieres decir prostituta?", contesta. "No, quiero decir protestante".

La serie es un éxito en Canadá, donde viven 600.000 musulmanes. Algunos la califican de divertida. Otros creen que deja en ridículo a los no musulmanes, como cuando un personaje entra en la mezquita gritando "¡hey, tenéis un minibar!". "Es minbar púlpito, no minibar, los musulmanes no podemos beber alcohol", responde Baber. La muslim sitcom se inspira en las experiencias personales de su creadora, Zarqa Nawaz, madre de cuatro hijos que se mudó a la región de Regina hace una década desde Toronto, justo cuando comenzó a escribir y producir cortos sobre terrorismo, burkas y fatuas. Su último trabajo antes de esta serie fue el documental La mezquita y yo (2005).

"La mejor regla para la comedia es escribir sobre lo que conoces. Cuanto más serio es el tema, más gracioso intento hacerlo", dice esta musulmana practicante que se unió a una pequeña comunidad en la pradera, donde las relaciones son mucho más estrechas que en la ciudad. "Es un momento perfecto para esta comedia porque desde el 11-S los medios no retratan a los musulmanes como realmente son. El 99% de los seres humanos, independientemente de nuestra religión, cultura o raza, gastamos mucha energía intentando entender a nuestras familias y amigos. Hacemos y decimos cosas muy divertidas. Gente de todo el mundo puede verse reflejada aquí. La risa es universal".

Reírse de uno mismo

Y sus compatriotas canadienses lo aplauden. "Ya es hora de que nos riamos de nosotros mismos", declara al USA Today Mohamed Elmasry, imán de Waterloo (Ontario) y presidente del Congreso Musulmán Canadiense. "Existe esta imagen de mulás barbudos, pero no se nos puede reducir a eso", añade Safiyyah Ally, estudiante de la Universidad de Toronto. También le ha gustado a David Liepert, un anestesista de Calgary convertido al islam. "La comedia siempre ha sido una gran herramienta para discutir los asuntos más difíciles".

Sin embargo, y aunque el objetivo de su creadora es "ayudar a deshacer malentendidos", líderes espirituales como Tarek Fatah cargan contra la serie. "Si la CBC quiere incluirnos tendría que hacerlo en los programas normales. Esto es patético".

NOELIA SASTRE
NUEVA YORK

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