Dinamarca.- El Gobierno danés renueva su mandato por tercera vez consecutiva y añade un tercer partido a su coalición
El líder socialdemócrata anuncia su dimisión tras su fracaso ante la coalición del primer ministro Fogh, que necesita al PP Danés
La maldición que pesaba sobre el centro derecha danés, que nunca había ganado dos elecciones legislativas consecutivas, quedó rota ayer.
El primer ministro liberal, Anders Fogh Rasmussen, sus socios de gobierno conservadores y sus aliados parlamentarios del Partido Popular Danés (DF, derecha populista) alcanzaron el 52,6% de los votos (29,1% los liberales, 10,3% los conservadores y 13,2% el DF), lo cual les garantiza una mayoría de 95 escaños, uno más que en 2001, por 80 de la oposición. «Es la confirmación de un cambio de sistema», declaró Fogh.
Los grandes perdedores fueron los socialdemócratas de Mogens Lykketoft, cuyo nuevo retroceso (del 29,1% al 25,9%) hizo inútil el importante avance (del 5,2% al 9,1%) de sus aliados social-liberales (centro). «Es un resultado demasiado malo, injustamente malo», indicó Lykketoft antes de anunciar que en los próximos días presentará su dimisión.
La victoria de Fogh supone una excelente noticia para el presidente de EEUU, George W. Bush, que conserva así a uno de sus más fieles aliados en la Guerra de Irak, y en cierto modo también para la Bruselas más europeísta, dado que las dotes de persuasión del líder liberal pueden resultar decisivas a la hora de convencer a sus compatriotas para que acepten la futura Constitución de la UE.
En el plano interior, los resultados de ayer significan sobre todo que se mantendrá la estricta ley de extranjería actual, muy polémica, pero respaldada por una amplia mayoría de la población.
Especialmente porque el Gobierno seguirá dependiendo del apoyo del DF, una formación tachada a menudo de xenófoba y que pretende endurecer la ley aún más.
Además de la política de inmigración, a favor de Fogh han jugado también la congelación de los impuestos y el hecho de que el paro, pese a un aumento global desde 2001, disminuyese en el último año al tiempo que crecía en las vecinas Alemania y Suecia, gobernadas ambas por socialdemócratas. No obstante, los expertos coinciden en que el factor decisivo ha sido la superioridad del primer ministro en su duelo personal con Lykketoft.
Fogh, un animal político que fue candidato al Parlamento por primera vez -sin éxito- con sólo 19 años, ha conseguido que la imagen que más le convenía, la del líder directo, eficaz y con visión de futuro, prevaleciese sobre la incómoda dependencia del DF, los desajustes en su programa económico y las incoherencias en torno a Irak.
Lykketoft, en cambio, no ha podido deshacerse de un aura algo injusta de gris funcionario. Ni siquiera con el afeitado de la perilla de chivo que le hacía parecer un intelectual bolchevique.
En algunos momentos de la campaña, su frustración ante las constantes alusiones a su presunta falta de carisma en comparación con Fogh fue evidente. «No se trata de un concurso de belleza», se quejó durante un debate.
Tras la jornada de ayer, los dos grandes partidos daneses quedan por tanto en situaciones totalmente opuestas: los liberales, en el poder, con un primer ministro en aparente estado de gracia; los socialdemócratas, en plena crisis de identidad, acusados de no presentar una verdadera alternativa y condenados a buscar nuevo líder.
Pedro Poza Maupain.
Especial para El MUNDOCOPENHAGUE.
Me alegro. Mucho.
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