"Detrás del discurso islamista sobre la mujer hay un proyecto fascista". Con esta claridad se expresa Fadela Amara, fundadora de la organización francesa Ni Putes, Ni Soumises, que inició su andadura después del asesinato de la joven de 17 años Sohanne Benziane. No era la primera chica asesinada en los barrios musulmanes, y Fadela decidió tomar partido por la libertad de la mujer islámica.
Gracias a su lucha, Francia descubrió el infierno de las musulmanas en las banlieues, sometidas a segregación, matrimonios forzados y asesinatos de honor.
Esta militante de la izquierda, que dice que nunca votará a Sarkozy, ha sido nombrada secretaria de Estado para la política municipal. Si empiezo este artículo hablando de ella no es, sólo, por la estima personal que tengo por estas valientes mujeres musulmanas que alzan la voz más allá del miedo, sino por el significado de su nombramiento.
Después de un empecinamiento en el paternalismo políticamente correcto, que nutrió las filas de la extrema derecha de franceses desconcertados, Francia empieza a tener claras tres cosas:
- Que la yihad ideológica es tan peligrosa como la violenta,
- Que los derechos de la mujer son claves, y que los interlocutores musulmanes con el gobierno tienen que ser democráticos.
Para llegar a este punto de sentido común, Francia cometió, primero, graves errores. ¿Los estamos cometiendo ahora nosotros como si nada hubiéramos aprendido? ¿Cuáles serían esos errores?
El primero, militar en un paternalismo colonial que considera bueno todo lo que resulta exótico y que, por ende, perpetra un auténtico relativismo democrático.
Me explicaré. Es democráticamente necesario practicar una política de solidaridad. Pero es democráticamente exigible dirimir con quién se practica. Si la tolerancia, por ejemplo, significa tolerar imanes integristas, más que tolerancia, lo que practicamos es un suicidio. Y así, elaboran el cuento de hadas de la integración pero no tienen ni idea de qué pasa en los barrios, qué pasa con las mujeres, qué se dice en las mezquitas.
Y ahí está la base del segundo error, los interlocutores. Lejos de hacer un puente con el islam democrático, en Catalunya hemos convertido en interlocutor a una discutible entidad. ¿Es de recibo que el Consell Islàmic de Catalunya goce de 90.000 euros de subvención pública, y sea presidido por Lahsen Saaou, miembro de Jamaat Tabligh, corriente que propugna el islam más extremo y el odio a Occidente?
En Catalunya tenemos la Junta Islàmica de Abdenur Prado, que lucha por los derechos civiles, o la asociación de Alami Susi, que trabaja en obras sociales, o la magnífica Llum del Nord de Ahmed Ben Alal. Tenemos la Asociación de mujeres de Huma Jamshed, o la Asociación de Trabajadores de Pakistán de Javed Ilyas. Todos ellos comprometidos con la libertad. Y todos ellos ninguneados.
El error de considerar a los imanes como interlocutores repercute en todos los que luchan por democratizar al islam. Si añadimos la poca preocupación por los derechos de la mujer musulmana, hasta el punto de subvencionar fiestas donde tienen prohibida la entrada, el error se convierte en trágico. Sólo falta añadir el anillo educativo, con errores de tal bulto, que hoy sabemos que es más importante el fanatismo de un padre que tapa hasta los pies a una niña que el derecho de esta a ser escolarizada.
No estamos haciendo bien las cosas. Y quienes afirman esto son los mismos musulmanes democráticos. Lo peor es que errar el tiro no sólo significa abandonar a la suerte del integrismo a un gran número de ellos. Lo peor es que, además del integrismo, nos crecerá en paralelo la extrema derecha.
La mujer sin velo
Un corto y sentido homenaje a las mujeres musulmanas que luchan contra esta nueva forma de totalitarismo que es el fundamentalismo islámico. Ayan Hirsi Ali, holandesa somalí, amenazada de muerte por ayudar a Theo van Gogh, a su vez asesinado. Ndeye Andújar, valiente feminista española. Wafa Sultán, siria, considerada herética por enfrentarse en Al Yazira a un imán. La escritora Taslima Nasrin, bengalí, cuya cabeza tiene precio: 500.000 rupias por su decapitación. Y tantas otras…
Por: Pilar Rahola
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11.1.08
El reto del islam
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