La aparición de una célula de terroristas integristas en Barcelona es una mala noticia, pero no constituye ninguna sorpresa. Por suerte, la han desmantelado antes de que pudiera atentar.
Desde la matanza de Atocha, la policía se mantiene alerta y a la vista están los buenos resultados de esa vigilancia. De todas formas, resulta preocupante que cada pocos meses descubramos a otro pelotón de fanáticos dispuestos a matar y destruir por... ¿Por qué?
Merece la pena reflexionar sobre las verdaderas motivaciones del terrorismo islámico contra nosotros. En los viejos tiempos, los grupos terroristas albergaban propósitos muy definidos: la independencia, la revolución, etcétera.
Todo lo que hacían se justificaba por un objetivo último, claramente definido. Por su parte, el moderno terrorismo que brota del integrismo islamista también proclamaba abiertamente unos fines muy concretos: derribar a los gobiernos existentes en el mundo islámico, unificar todos esos países en un único imperio panislámico mundial, implantar la legislación religiosa llamada sharia en su versión más restrictiva y reaccionaria, y luego, probablemente, usar las riquezas del petróleo para extender el islam integrista por todo el mundo no musulmán.
Éstos son los sueños, o mejor dicho los delirios, del integrismo islámico. Obviamente podrían derribar a alguno de los gobiernos existentes, pero la mayoría han demostrado ser mucho más correosos y resistentes de lo que muchos se imaginaban. Algunos son dictaduras implacables, muy experimentadas en aplastar a sangre y fuego cualquier veleidad subversiva. Otros son más moderados y abiertos y pueden parecer más vulnerables. Pero poseen mayores apoyos entre la población que, por otra parte, teme mucho a los integristas.
Éstos han intentado 'vendernos la moto' de que su islam es el islam a secas. Por lo tanto, esperan convencernos de que si la mayoría de la población no se muestra tan bestia como ellos es porque son gente tibia y de poco fuste, no porque el verdadero islam sea más moderado. En realidad sucede lo contrario: gran parte de la población contempla estupefacta el integrismo, que se parece muy poco a la práctica religiosa mayoritaria. Esas gentes coinciden con los integristas en la crítica feroz de los gobiernos existentes, pero a sus ojos los dogmas religiosos del integrismo rozan lo aberrante.
En última instancia el integrismo lo forman grupos pequeños, sin la consistencia ni la fuerza numérica para organizar una verdadera insurrección como la iraní de 1979. De ahí la omnipresencia del terrorismo, porque es la única táctica que está a su alcance. Sin embargo, la experiencia demuestra, sin lugar a dudas, que los métodos terroristas nunca son suficientes por sí solos para alcanzar el triunfo. Por lo tanto, el califato panislámico del que hablan los integristas está condenado a permanecer para siempre en el reino de la fantasía.
Una civilización industrial y tecnológica requiere imperativamente una sociedad abierta y laica, que es lo contrario de la sharia. Durante los últimos dos siglos, innumerables déspotas de los cinco continentes han intentado hallar la cuadratura del círculo del desarrollismo reaccionario: una sociedad moderna en lo material y a la vez arcaizante e inmovilista en lo social. Todos han fracasado, igual que fracasarán la gerontocracia china, el patrioterismo granruso de Vladímir Putin y el integrismo islámico.
Todo lo anterior puede ser verdad, pero creer que eso va a detener a los integristas es un espejismo racionalista que nos lleva a confundir nuestros deseos con la realidad, como probablemente le ocurrió al presidente José Luis Rodríguez Zapatero con ETA. Por inverosímil que parezca su victoria final, los grupos terroristas no pueden detenerse en el camino sin perderlo todo. Si renuncian a las armas, no son más que una pequeña pandilla de fanáticos, condenados a desvanecerse en pocos años entre las masas que les negaron su apoyo. Por lo tanto, el mero hecho de sobrevivir es una victoria para el grupo terrorista: 'Mato, luego existo'. Aunque jamás puedan ganar, pueden por lo menos impedir que ganen los otros.
Al llegar a este punto, comenzamos a entender por qué los integristas organizan atentados en nuestro país. En apariencia, poner una bomba en el metro de Barcelona es un acto carente de sentido, un despilfarro de recursos. En realidad, lo que estamos viendo es una resurrección de los métodos de los anarquistas europeos del Siglo XIX.
Ellos nunca creyeron realmente que pudieran tomar el poder, de manera que se centraron en destruir la sociedad existente mediante atentados y magnicidios, hasta que todo se derrumbase y de entre las ruinas de la vieja sociedad pudiera surgir otra muy diferente. Los integristas usan los mismos métodos para el objetivo opuesto: pretenden impedir por la fuerza el surgimiento de una sociedad moderna. De esta forma, el único camino viable será el suyo, por eliminación.
Los anarquistas fracasaron. Los terroristas de izquierda fracasaron. Los integristas fracasarán también. Pero debido a la crisis general que golpea al mundo islámico, habrá de pasar por lo menos una generación antes de que desaparezcan.
Es una conclusión pesimista, pero por desgracia la única realista. Nuestra policía deberá seguir alerta muchos años.
Juanjo Sánchez Arreseigor
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1.2.08
Anarquismo islámico
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2 comentarios :
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J.S.A peca de exceso de optimismo en mi opinión. Ilusionarse sobre la superación final de un problema dado no es en puridad un error. Cada cual proyecta en un futuro posible sus deseos, sus evaluaciones, su comprensión de una cuestión que le interroga. En lo que se equivoca es en circunscribir el enemigo al integrismo islámico, a los grupos terroristas dispuestos a sembrar la muerte y el caos.
ResponderEliminarDe la lectura de este artículo se desprende que para quien lo escribe el "problema" lleva por nombre integrismo islámico y hombres-bomba. Hay que decirlo cuantas veces sea necesario: el problema es el islam. Si eliminaramos el terrorismo islamista, si se desvaneciera el llamado integrismo islámico (que es una trampa para hacernos creer que hay "otro" islam, "moderado" y "buen rollo") ¿el islam dejaría de ser un problema para Europa?
¿Creemos de verdad que eliminando a los 10.000 terroristas potenciales (por decir una cifra) que viven entre nosotros soñando con el martirio por Alá y que sólo esperan el momento oportuno y la entrega a tiempo de las bombas para reventar infieles, todo estará en orden? El verdadero problema son los actuales 20.000.000 de musulmanes que hay en Europa. El terrorismo es un problema añadido, y muy grave, pero este desaparecerá cuando desaparezcan de Europa esos millones de musulmanes que están submergiendo a la población europea buscando suplantarla.
Intentar controlar el terrorismo islámico en unos países inundados por legiones inacabables de musulmanes, es como querer controlar el Amazonas en su desembocadura. No hay otro control posible que no sea el control de las fuentes, rio arriba. Hay que cerrar las fronteras y expulsar a todos los musulmanes de nuestros países. No hay otra solución. Toda otra propuesta no podrá conseguir más que retrasar unos meses o unas semanas el fin de nuestra cultura, de nuestra civilizacion, de nuestras naciones milenarias.
Salgamos a la calle: la cantidad de moros y moras (todas preñadas y con carritos y descendientes de todas las edades pululando en tropel) con los que uno se cruza en el trayecto de nuestra casa a la panadería o al trabajo es simplemente increible. ¿Cuanto tiempo creemos que tardarán en ser mayoría y tomar el control de nuestros barrios y ciudades y hasta el poder de nuestros países?
La comparación que establece J.S.A entre los terroristas islámicos y los anarquistas y los terroristas de izquierda es poco consistente a mi entender. ¿A quienes representaban los anarquistas violentos, con sus folclóricas bombas de mecha, a principìos del siglo pasado? ¿Cuantos eran, y a cuantos tenían detrás de sí? ¿A quienes representaban, por ejemplo, los Baader- Meinhoff o las Brigadas Rojas en los años 70 del siglo pasado? ¿Cuantos eran y a cuantos tenían detrás de sí?
¿Contaban los anarquistas y los terroristas de izquierda con un ejército de 20.000.000 de reservistas, con una marabunta humana de semejante envergadura? No, y por eso desaparecieron sin dejar rastro.
Otro caso es el terrorismo de ETA, pero J.S.A no hace entrar ese factor en la comparación expuesta, quizás porque hubiera tenido que reconocer el "parentesco" espiritual y moral de los terrorismos etarra e islámico, admitir que el terrorismo vasco no se ha desvanecido en 40 años de existencia y hubiera tenido que ofrecer alguna teoría (terreno harto delicado) para explicar este hecho, y no hubiera podido esquivar la extrapolación de sus conclusiones de un caso al otro. En España, después de cuatro décadas de padecer la expresión violenta y criminal del nacionalismo vasco se ha terminado por contar con esa realidad como si no hubiese más remedio que soportarla, y aventurarse en comparaciones es algo que aquí nadie está dispuesto a hacer. Sólo hay que ver la inexistencia sospechosa de trabajos de "terrorismo comparado" que hay sobre estas organizaciones e ideologías.
Es decir, que mientras haya una base social fanatizada con una ideología antihumana que la moviliza detrás de pequeños grupos de asesinos desalmados, el terrorismo será siempre una hidra de muchas cabezas. Sólo se puede acabar con esto actuando sobre la masa que sostiene, apoya y nutre a las "vanguardias" armadas. Sólo hay un remedio a la violencia, y esta es una violencia mayor. Sólo hay una alternativa a la fuerza y es una fuerza superior. Sólo hay una respuesta posible al enemigo: enfrentarlo con voluntad de vencerlo.
Pero si esto nos parece excesivo, inadmisible, descabellado, podemos seguir viendo "Los Simpsons".
wey agrega mi blog http://lagraneuropa.blogspot.com
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