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20.12.08

Emigrantes magrebís viven de espaldas al país de acogida

Asma Lamrabet (derecha), con otras dos defensoras de los derechos de las mujeres.


Una argelina de 18 años residente en Francia demanda a su familia que la maltrató por ir con un católico

Muchos emigrantes magrebís viven de espaldas al país de acogida

Ha sido maltratada a golpes de tubos de gas y quemada por todo el cuerpo con un cuchillo ardiendo por frecuentar a un joven católico. La víctima es una argelina de solo 18 años y acaba de enfrentarse a uno de sus peores miedos: denunciar a su familia por vejación en la comisaría de Toulon, en Francia, donde reside.

Podría ser la sinopsis de una película de terror y punto. Pero no. Es una historia real con un final desgarrador. La joven acabó abandonando su casa y refugiándose con los amigos. Los padres la castigaron con dureza y la agredieron por deshonor. Rechazó un matrimonio arreglado con un hombre de 30 años a quien jamás había visto, pero la otra razón por la que su rostro muestra aún las heridas de los cortes fue su relación con un joven que no profesa el islam.

La historia de esta joven ha saltado a la actualidad de la prensa magrebí y los primeros en lanzar un grito de denuncia han sido los colectivos de defensa de los derechos de las mujeres argelinas y marroquís. Asma Lamrabet, coordinadora del Grupo Internacional de Estudios y de Reflexión sobre las Mujeres y el Islam, en Marruecos, asegura que "la familia no conoce el islam verdadero. Ningún precepto justifica el matrimonio forzoso o impone sanciones de tal crueldad por una relación con una persona no musulmana".

Es un problema de tradición social, de mentalidad. Lamrabet dice que se trata de "una confusión cultural muy grave", y le cuesta creer que, en el país de acogida, los jóvenes emigrados se vean obligados, por respeto a la tradición de sus padres, a vivir de espaldas a la cultura occidental. "La cultura de los musulmanes es compatible con el contexto europeo", manifiesta.

Choque de generaciones

El sanguinario caso de la joven "es aislado", dice Simo Amirk, periodista en Argelia. La víctima, explica la revista independiente de Marruecos Hebdo Maroc, fue asaltada en mitad de la calle por un familiar y arrastrada hasta el domicilio. Había huido de las presiones y el maltrato. Sujetada por sus dos hermanas de 14 y 16 años --continúa el rotativo--, la madre le rajó la cara y le trazó en el vientre las letras U, T, y E. Le faltó la P, de la palabra "puta" en francés. Fue el castigo por deshonor efectuado esta vez por la madre.

Se trata de un ejemplo que ilustra hasta qué punto los roles se están invirtiendo y las mujeres comienzan a ganar terreno como "guardianas del orden patriarcal". Según datos del Alto Consejo de Inmigración, 70.000 mujeres emigradas a Francia se casaron contra su voluntad, y la mayoría de estos matrimonios arreglados fueron orquestados por las madres. "Ahora ellas, más que los hombres, son las que imponen el matrimonio".

La cruenta historia de la argelina Hinda responde también al conflicto generacional y al choque cultural de las familias emigradas a Europa. Le provocaron el aborto a los 22 años porque "ese no era el hombre elegido", relata el semanario. Su madre la amenazó con matarla si no aceptaba a un "viejo de su mismo poblado que veía en ella la posibilidad de obtener la tarjeta de residencia en Francia".

"Agarrados a la tradición"

"Hay padres muy conservadores, agarrados a la tradición, que continúan con estas prácticas en Argelia y donde emigren", dice convencida Farda Moha, ciudadana argelina. Su sobrina conoció a un francés a través de un chat y luego se casó. "Fue un golpe duro al principio para la familia, pero la modernidad no puede escapar de las tecnologías". Entre las comunidades musulmanas en el extranjero permanece de manera obsesiva la idea de que la libertad occidental pone en peligro a sus hijas. "Puedes guardar tu identidad en el país de acogida sin renunciar a la integridad", sostiene Lamrabet.

Jóvenes como la argelina agredida, que tuvo el coraje de oponerse al matrimonio forzoso y la osadía de enfrentarse a su familia, "están estimulando a otras compatriotas para que se rebelen de la misma manera contra este tipo de prácticas y denuncien las amenazas de muerte que reciben de sus familiares", manifiestan en la Unión de Acción Femenina, en Rabat.

La justicia francesa ha sentado un precedente: una pareja de origen marroquí, instalada en Francia, ha sido condenada a 18 meses de prisión por haber maltratado a su hija de 14 años. Repudió también el matrimonio forzoso. "Hay que atajar este fenómeno", sentencia la citada asociación.

Beatriz Mesa
El Periódico.com

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