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24.6.09

Alemania, Turquía y la integración


Son más de lo que se creía y están mejor integrados de lo que se pensaba: alrededor de cuatro millones de musulmanes viven en Alemania y sólo unos pocos pueden ser calificados de marginados o radicales.

La política de integración del Gobierno alemán va a tener que ser sometida a un proceso de reajuste ya que, al menos en lo que al importante grupo de los ciudadanos de religión musulmana se refiere, ésta se sustenta en presupuestos no del todo correctos.

Según un informe reciente, elaborado por la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados, en Alemania viven unos cuatro millones de musulmanes, y no tres millones como hasta ahora se contaba. Casi la mitad de ellos, el 45 por ciento, tiene la nacionalidad alemana y, por lo general, este grupo es mucho más diverso y menos uniforme de lo que en repetidas ocasiones le achacan la actividad política y la cobertura informativa.

No más religiosos que otros

El mayor grupo entre los que creen en Alá, 2,5 millones de personas, lo componen en Alemania ciudadanos de origen turco. A éstos les siguen bosnios, búlgaros y albanos, que aportan juntos 500.000 musulmanes a la sociedad germana, y en tercer lugar se encuentran los inmigrantes procedentes de Oriente Próximo, con 350.000 seguidores del Corán. En total, el cinco por ciento de la población practica aquí la religión musulmana.

Pese a estar no poco presentes en el tejido social, los musulmanes son, en muchas ocasiones, observados con una mezcla de recelo y gran cantidad de prejuicios. Sobre todo, se los considera personas altamente religiosas, incluso extremistas o fundamentalistas. La encuesta realizada por la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados, sin embargo, no corrobora estas apreciaciones: aunque la mayoría de los 17.000 encuestados se considera una persona religiosa, sólo un tercio calificaría de "fuerte" su apego a las reglas islámicas.

Así, el estudio, que lleva por título "Vida musulmana en Alemania", concluye que "las comparaciones entre los prosélitos del islam y los de otras creencias demuestran que el alto grado de religiosidad no es una cualidad exclusiva de los musulmanes. Las diferencias que se presentan entre unos grupos religiosos y otros son mínimas".

Problema socioeconómico, no religioso

La mayoría de los musulmanes encuestados se manifiesta a favor de que los principios de su religión sean impartidos en los colegios. Más de tres cuartos de los preguntados vería con buenos ojos que el islam formase parte de los programas escolares de Alemania, de modo similar a lo que sucede con el cristianismo.

El asunto de la asignatura religiosa ha motivado en el país, sin embargo, menores debates que cuestiones como la del pañuelo con el que las mujeres musulmanas se cubren la cabeza, y eso a pesar de que sólo el 30 por ciento de las encuestadas dice portarlo y de que la mayoría de las que reconocen hacer uso de este símbolo son mujeres mayores, esto es, pertenecientes a la primera generación inmigrante. Sólo un 10 por ciento de las colegialas musulmanas permanece exenta de las clases de deporte, natación y de las excursiones escolares por motivos religiosos. En definitiva: el documento percibe cierta dramatización de algunos temas en la opinión pública y un exceso de discusiones en torno al islamismo que poco tienen que ver con la realidad en la vida diaria de los musulmanes.

Y el informe constata otro dato que concuerda poco con la imagen prototípica del musulmán: sólo uno de cada cinco pertenece en Alemania a una agrupación de carácter religioso; la mayoría de los que se asocian lo hacen en organizaciones alemanas.

Con todo, el estudio rechaza que el mayor o menor grado de integración en la sociedad alemana tenga algo que ver con la pertenencia a una creencia determinada. Mucho más relevante en esta cuestión es el nivel educativo. Es decir, el problema no es confesional sino socioeconómico y está directamente relacionado con los años 60 y 70 y con el tipo de inmigrantes a los que Alemania ofreció entonces trabajo: muchos de ellos turcos, yugoslavos, marroquíes o tunecinos, de religión musulmana, pertenecientes a clases sociales bajas y con escasa formación.

Autor: Zoran Arbutina Editor: Pablo Kummetz Deutsche Welle 24.06.2009

Turcos en Alemania: asimilación vs. integración

¿Qué tan integrados están los más de 2 millones de turcos residentes en Alemania? Una interrogante que levanta polémica, azuzada por el alegato del primer ministro turco en contra de la “asimilación”.

Mientras en Turquía eran sepultadas este lunes las víctimas del incendio que devoró una vivienda habitada por turcos en la ciudad de Ludwigshafen, en Alemania arrecia el debate sobre la integración de los inmigrantes de ese origen. La tragedia de Ludwigshafen se convirtió en un nuevo catalizador de la discusión, en vista de la reacción que tuvieron varios medios de comunicación turcos tras el siniestro. Atribuirlo prematuramente a un atentado neonazi, aunque hasta el día de hoy los peritos continúan la investigación sin tener aún resultados, da cuenta de que existe por lo menos una notable dosis de desconfianza. Y ese es un problema de fondo que trasciende el drama de Ludwigshafen.

“Crimen contra la humanidad”

El propio primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, le puso sal al debate durante la visita que efectuó el fin de semana a Alemania. Primero lo hizo lanzando la propuesta o proyecto de abrir en tierra germana colegios y universidades turcas, con profesores venidos de Turquía. Y luego agregó la pimienta, en un discurso pronunciado ante unos 16 mil turcos, en su mayoría jóvenes, en la ciudad de Colonia. Allí, el gobernante de Ankara instó a sus compatriotas a no adaptarse “demasiado” al país anfitrión, asegurando que “la asimilación es un crimen contra la humanidad”.

Las palabras de Erdogan desataron una serie de réplicas, más o menos airadas, en la esfera política alemana. Pese a que el primer ministro abogó ante los inmigrantes turcos por la integración y el aprendizaje del idioma alemán, su mensaje fue interpretado sobre todo como un llamado a conservar en esas comunidades el sello propio del país de origen. Y eso, lógicamente, no cayó bien en las filas del gobierno de Angela Merkel, embarcado desde hace tiempo en una difícil campaña de integración.

Lealtades y sentimientos patrios

“La integración presupone, naturalmente, que también existe una predisposición a compenetrarse con la forma de vida de un determinado país en el que se vive ya por cuarta, quinta o sexta generación”, señaló la canciller, subrayando que quien tiene la ciudadanía alemana es un “ciudadano pleno”. Angela Merkel precisó que “eso no significa que no puedan tener su propio trasfondo cultural, pero la lealtad se debe al Estado alemán”. La jefa del gobierno de Berlín concluyó pues que hay algunas cosas que aclarar al respecto con Erdogan.

Mientras ello ocurre, tanto políticos como analistas intentan explicar el fenómeno de la adhesión provocada por Erdogan entre los turcos que acudieron a escucharlo en Colonia, que lo aplaudieron casi como si se tratara de una estrella pop.

Según el secretario general del Consejo Central de los Musulmanes en Alemania, Aiman A. Mayzek, “el gobierno turco se presenta como una potencia protectora”. A su juicio, no sorprende que ello ocurra en vista de que los partidos políticos alemanes apenas se interesan por los ciudadanos turcos. Similar es el diagnóstico de la parlamentaria socialdemócrata de origen turco Lale Akgün, quien considera que no se les da a los hijos de inmigrantes nacidos en Alemania la sensación de que “ésta es su patria”.

Deutsche Welle 11.02.2008

Erdogan en Berlín: Alemania, Turquía y la integración

Ankara pone profesores y pedagogos al servicio de Alemania. Así se lo ha hecho saber a la canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en un encuentro mantenido por ambos en Berlín.

“Para poder hablar bien alemán, los inmigrantes tienen que dominar primero su propio idioma. Por eso, Turquía desearía enviar maestros a Alemania”, declaró el primer ministro turco en la capital alemana.

Lo que empezó como una tragedia se está convirtiendo en un verdadero debate sobre la inmigración turca en Alemania. El incendio de un edificio en Ludwigshafen, habitado por familias de origen turco y en el que murieron cuatro adultos y cinco niños, está forzando una discusión pendiente desde hace tiempo.

Con más de 2,7 millones de nacionales, los turcos componen el principal contingente de extranjeros sobre suelo germano y suman prácticamente el 26% de la migración total en Alemania.

“El principio de la paz”

“La policía y los bomberos alemanes han trabajado con enorme dedicación”, dijo Erdogan después de guardar junto a la canciller alemana un minuto de silencio en recuerdo a las víctimas del incendio. Antes de desplazarse a Berlín, el primer ministro estuvo en Ludwigshafen. También allí agradeció a las autoridades alemanas la labor realizada. La insistencia no es casual.

Con bastantes dosis de sensacionalismo, la prensa turca había criticado a los bomberos germanos y desconfiado abiertamente de la policía alemana. Erdogan y diversas organizaciones turcas en Alemania pidieron moderación a sus medios. “Que este dolor sea el principio de la paz”, titulaba hoy el diario turco Radikal, mientras que el periódico Yeni Safak mostraba fotografías de los “tiernos mensajes” que los alemanes han colgado junto al edificio incendiado.

El drama de Ludwigshafen es una pieza más en un puzzle de heridos sentimientos nacionales. Desde Turquía se insiste en que la desmedida reacción de la prensa, que no dudó en afirmar la existencia de un trasfondo racista en el suceso antes de que los agentes pudieran siquiera pisar el inmueble al borde del derrumbe, tiene que ver con la campaña electoral del democristiano Roland Koch en el Estado alemán de Hesse.

Los discursos de Koch fueron muy seguidos desde Turquía porque hablaban de inmigración en Alemania, y en el tema los turcos se sienten mentados. Koch pidió a la Justicia mano dura con los jóvenes extranjeros que cometen delitos en Alemania, y apostó por la extradición de los autores de faltas graves y por la aplicación del derecho penal convencional a los menores. La ola de indignación que Koch levantó entre sus conciudadanos llegó hasta orillas del Bósforo y allanó el camino para creer en una Alemania xenófoba.

Más allá de Ludwigshafen

“Ahora tenemos que aclarar la causa del incendio. Eso permitirá que las sociedades alemana y turca puedan respirar de nuevo. Será un paso importante hacia la integración”, continuó Erdogan con su discurso en la cancillería alemana. “Haremos todo lo que esté en nuestras manos para esclarecer lo sucedido”, le aseguró Merkel. La comisión especial que investiga los hechos ha sido ampliada de 50 a 80 personas y se continúa interrogando a los testigos.

Pero Merkel y Erdogan no estaban solos en Berlín: les acompañaban un grupo de jóvenes alemanes y de ascendencia turca con los que estuvieron conversando sobre migración. “Hay que hacer lo que hay que hacer para lograr la integración”, les dijo Erdogan, “pero le digo 'no' a la asimilación. Las personas tienen que aceptar sus diferencias”.

“Para el Gobierno alemán no debería suponer ningún problema que en Alemania existan escuelas y universidades que impartan clases en turco”, opinó el primer ministro. Y a los restantes colegios alemanes, Turquía les ofrece personal.

Sin perder su diplomacia habitual, Merkel evitó grandes respuestas. La idea de que pedagogos turcos apoyen a los alumnos con problemas agradó a la canciller, “pero en lo que a los maestros se refiere, me parece difícil”. La discusión abierta va sin duda más allá de Ludwigshafen.

Deutsche Welle 08.02.2008 Luna Bolívar Manaut

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