Lapidados por darse 'besitos' en público

10/02/2012 | Patrick Winn, Banda Aceh (Indonesia) | GlobalPost

En Aceh, la provincia de Indonesia sacudida por el tsunami de 2004, las patrullas de 'vicio y virtud' vigilan que se cumpla la ley y nadie se dé 'besitos' prematrimoniales o que las parejas caminen de la mano por la calle. La pena máxima por gestos así es la lapidación.

El jefe de la  Policía islámica de Aceh sabe que muchos extranjeros ven sus patrullas de “vicio y virtud” como algo amenazador y autoritario. Pero “¿por qué?”.

Fumando cigarrillos aromáticos uno tras otro en su oficina, el jefe Khalidin parece realmente intrigado. El fortachón agente encargado de aplicar la ley sharia (ley islámica) en la provincia indonesia de Aceh insiste en que él y su escuadrón de 1.250 miembros son muy afables.

“Tómeme a mí como ejemplo. No soy duro en absoluto”, dice. “Una vez dejé que una turista se quedase en nuestra casa. Una australiana. Nos hicimos amigos. Le dejé un sitio para quedarse, comida gratis. ¡Pero nada de besitos!”, dice riéndose con ganas de su propia broma.

La pena en Aceh por “besitos” prematrimoniales, sin embargo, es muy seria. Desde 2009, los adúlteros pueden ser legalmente apedreados. 

Precisamente la existencia de esos castigos para besuqueos y otros placeres fuera del matrimonio son el origen de la reputación de Aceh.

En Aceh jugar, beber alcohol y agarrarse de la mano se puede castigar con azotes con varas, en público frente a una mezquita. Las jóvenes que visten con vaqueros apretados y revelan sus curvas reciben charlas sobre virtud femenina por parte de agentes de la policía enfrente de sus vecinos.

Pero pese a las duras normas que figuran sobre el papel (lapidación, 100 latigazos por homosexualidad) las leyes apenas se aplican en su totalidad. Aún no se ha producido ninguna lapidación.

Pero aún así, la policía islamista podría ganar aún más poder. Los políticos locales han decidido que la sharia les favorece en las encuestas, y esperan poder dar a la gente de Khalidin más autoridad.

“Queremos ser más fuertes, no más débiles”, asegura Illiza Sa’aduddin Djamal, vice alcalde de la capital provincial, Banda Aceh. Fortalecer a la Policía de la sharia es un tema clave para su partido político, que busca la reelección en febrero. “La Policía de la haria debe de ser reforzada”.

Pero la aplicación de la sharia en Aceh, probablemente el nicho islámico más fervoroso en el sureste asiático, está teniendo un efecto dominó fuera de sus fronteras.

Seis años después de que Aceh estrenase su policía de vicios y virtudes, llamada oficialmente “Wilayatul Hisbah”, tanto los firmes defensores de la sharia como los escépticos siguen de cerca a los agentes defensores de la moral.

Los conservadores en Indonesia, la nación de mayoría musulmana más poblada del mundo, observan a Aceh con envidia. Ninguna otra provincia en la nación laica ha recibido permiso para crear una fuerza similar. Aún así, más de 50 gobiernos locales han copiado a Aceh y aprobado leyes basadas en la sharia.

Los grupos de defensa de los derechos humanos, sin embargo, denuncian que la Policía islámica de Aceh ha ido demasiado lejos.

Según Human Rights Watch, parejas que han sido “pilladas” solas y sin supervisión han sido coaccionados para casarse. Las jóvenes a las que cuestionan son sometidas aexámenes de virginidad. 

Los derechos de los homosexuales no existen: el predecesor de Khalidin en el puesto, Muddasir, declaró el mes pasado a Reuters que “en el libro del profeta, quien comete eldelito de lesbianismo debe de ser decapitado o lanzado al mar, pero nosotros no tenemos eso en nuestro reglamento”. 

Tanto los defensores como los críticos de la sharia dicen que si se realiza un referéndum al respecto la gente de Aceh se pondrá de su lado. Pero no se ha producido, dejando aKhalidin libre para especular y decir que “si Aceh votase el 90 por ciento apoyaría lasharia”.

¿Y el 10 por ciento restante? “Mala gente. Borrachos”, declara.

Nadie cuestiona el profundo pedigrí islámico de Aceh.

En el siglo XII comerciantes musulmanes llegaron a la costa de Aceh, que se mete como un pulgar en el océano Índico. Los historiadores creen que, con los monzones y sus barcos a vela, los mercaderes viajaban hasta Aceh desde el golfo Pérsico en tan sólo 70 días. 

Eran habituales los visitantes llegados desde Oriente Medio, y los gobernantes de Aceh fueron de los primeros en el sureste asiático en adoptar la fe islámica.

En el siglo XVI los sultanatos de Aceh eran considerados cosmopolitas y poderosos. Según el historiador francés Denys Lombard, uno de los reinos de Aceh podía contar con galeras armadas respaldadas por 40.000 soldados y 90 elefantes de guerra.

Pero lo que los habitantes de Aceh consideran su Edad de Oro fue desmontada con la llegada de una oleada de extranjeros. 

La invasión de los colonialistas holandeses en el siglo XVIII y después la ocupación por parte de tropas indonesias para que Aceh no se independizase es interpretado por muchos como el desbaratamiento de su estado natural: el Gobierno bajo la ley islámica.

Desde la década de 1970 hasta 2005 la guerrilla insurgente luchó contra los soldados indonesios para intentar transformar a Aceh de nuevo en un estado islámico independiente.
“Aceh tuvo la sharia durante siglos. Sólo queremos recuperar nuestra forma de vida”, explica Khalidin.