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16.8.05

Violadores en nombre de Alá

Violaciones en cadena en Occidente

En Australia, Noruega, Suecia y otros países occidentales existe un crimen basado en criterios religiosos que está siendo ignorado: hombres islámicos que violan a mujeres occidentales por razones de fe.
Incluso los violadores se atreven a confesar sus motivos sectarios. . Cuando varios grupos de adolescentes australianas fueron hace poco objeto de degradación sexual por parte de unas bandas musulmanas en Sydney, se les llamó "putas" y "cerdas australianas" mientras eran perseguidas y agredidas sexualmente.

En el Tribunal Supremo de Australia un violador paquistaní testificó que sus víctimas no tenían derecho a decir que no, porque no llevaban hijab (no iban con velo).
Y este mismo año los australianos se sintieron ultrajados cuando el libanés Sheik Faiz Mohammed dio una conferencia en Sydney donde informó a su audiencia de que las víctimas no podían echar la culpa a nadie de la violación si no a ellas. Las mujeres, dijo, que llevasen poca ropa, invitaban a ser violadas.

Unos meses antes, en Copenague, el mufti y estudioso islámico Shahid Mehdi provocó una protesta generalizada cuando -lo mismo que su colega australiano- dijo que las mujeres que no llevaban un velo estaban pidiendo ser violadas.

El 'London Telegraph' informa que el estudioso egipcio Sheik Yusafal-Qaradawi, de visita en Gran Bretaña, dijo que las mujeres que fueran violadas debían ser castigadas si iban ligeramente vestidas en el momento de la violación. Y ñadió: "para que sea absuelta de su culpa, la mujer violada debe demostrar buena conducta".

En Noruega y Suecia, el periodista Fjordman alerta de la epidemia de violaciones. El inspector de policía Gunnar Larsen dijo que el incremento de los casos de violación y su relación con motivaciones étnicas son claros e inconfundibles. Dos de cada tres detenidos por violación en Oslo son inmigrantes de origen no occidental y el 80 por ciento de las víctimas son mujeres noruegas.

En Suecia, según el traductor de 'Jihad Watch', Ali Dashti, “las violaciones por bandas, en las que normalmente están implicados hombres musulmanes y chicas nativas suecas, se han convertido en un algo común”. "Hace algunas semanas", dijo, “cinco kurdos violaron brutalmente a una niña sueca de 13 años”.

En Francia, Samira Bellil rompió su silencio – después de aguantar años de repetidas violaciones en grupo en uno de los proyectos de viviendas oficiales mayoritariamente poblado por musulmanes – y escribió un libro, 'En el infierno de los tournantes', que conmovió a Francia. Al describir cómo las violaciones por bandas crecen de forma escalofriante en las 'banlieues', explicaba a 'The Times' que “cualquier chica de lavecindad que fume, use maquillaje o lleve ropa atractiva es considerada una puta merecedora de ser violada".

Desafortunadamente, las mujeres occidentales no son las únicas víctimas de esta epidemia.

En Indonesia, grupos de derechos humanos documentaron el testimonio de más de 100 mujeres chinas que habían sido violadas por bandas durante los disturbios que precedieron a la caída del Presidente Suharto.
A muchas de ellas les dijeron: "Debes ser violada, porque eres china y no musulmana".

La Solidaridad Mundial Cristiana informó de que, en abril de 2006 y en ese mismo país, una niña de 9 años había sido violada, "golpeada con un bate de cricket, colgada boca abajo del techo, le metieron en la boca cucharas llenas de guindillas y repetidamente golpeada cuando estaba maniatada". Sus vecinos musulmanes la dijeron que estaban tomando venganza por los bombardeos americanos de niños iraquíes y justificaron lo que hacían porque "era una infiel y una cristiana.”

En Sudán -donde las musulmanes árabes asesinan a negros musulmanes y cristianos en un genocidio que continúa- el antiguo esclavo sudanés y ahora activista de derechos humanos Simon Deng dice ser testigo de las violaciones de chicas y mujeres y denuncia que el régimen árabe de Khartoum manda a sus soldados a los campos a violar y matar.
En otros informes, se dice que a las mujeres se les pregunta: "¿Eres cristiana o musulmana? y si responden que cristiana son inmediatamente violadas en grupo antes de cortarles los pechos".

Este fenómeno de la violencia sexual contra las mujeres debe ser tratado como la epidemia urgente, violenta y represiva que es.
En vez de esto, los periodistas, académicos y políticos prefieren ignorarlo.

En Australia, cuando el periodista Paul Sheehan informó sobre las violaciones de bandas en Sydney gangrapes, se le tachó de racista y se le acusó de atizar el odio anti-islámico. Y cuando informó en una columna del 'Sydney Morning Herald' de que habia una incidencia criminal muy alta entre la comunidad libanesa de Sydney, un colega periodista suyo David Marr le mandó un e-mail diciendo: “Esta es una columna desgraciada que refleja mal lo que somos en el Herald”.

Keysar Trad, vicepresidente de la Asociación de los musulmanes libaneses australianos dijo que las violaciones en grupo eran un crimen odioso pero se quejó de que era "muy injusto" que se hubiera informado de la etnia de los violadores.

La periodista Miranda Devine informó durante los mismos juicios por delitos sexuales que toda referencia étnica había sido borrada del testimonio impactante de la víctima porque los acusadores querían negociar una menor pena.
De modo que cuando el Juez Megan Latham declaró, “No hay ninguna prueba que se haya presentado que indique que hay un elemento racial en la composición de estos crímenes”. Todo el mundo lo creyó.
Sin pretenderlo dejó libre el camino a nuevas violaciones.

El policía australiano retirado Tim Priest alertó en el 2004 de que las bandas de libaneses, que emergieron en Sydney en los 90, han crecido sin control. "Los grupos de libaneses eran muy rudos, extremadamente violentos e intimidaban no sólo a testigos inocentes, sino incluso a la policía que intentaba arrestarles”, dijo

Priest describe como en el 2005, en un área dominada por musulmanes en Sydney, dos policías pararon a un coche en el que iban tres conocidos hombres de Oriente Medio en busca de propiedades robadas. Mientras la policía llevaba a cabo la búsqueda, fueron físicamente amenazados y los tres orientales les amenazaron incluso con matarlos y violar a sus novias.

La historia, según Priest, no terminó ahí. Mientras la policía de Sydney pedía refuerzos, los tres árabes usaron sus móviles para llamar a sus socios, y en unos minutos, una veintena de personas originales de Oriente Medio aparecieron en escena. Pegaron a la policía y dañaron vehículos estatales. La policía se retiró y la banda les siguió a la comisaría de policía donde intimidaron al personal, causaron daños a la propiedad y cogieron a todos como rehenes.
Ninguno de los atacantes fue denunciado.
Priest aclara al respecto: “En la mente de la población normal, los policías son unos cobardes y las bandas de musulmanes libaneses tienen licencia para todo en nuestras calles".

En Francia, en las 'banlieues', donde las violaciones por bandas se conocen simplemente como "tournantes" o ‘pass-around’, las víctimas saben que la policía no las protegerá. Si se quejan, dice Samir Bellil, las consecuencias para ellas y sus familias serán peores.

En la mayoría de las acusaciones francesas, los violadores musulmanes declaran que ellos no creen que hayan cometido un crimen. Y en un paralelismo alarmante con los violadores australianos, dicen que la víctima es la que debe ser acusada porque ella es la "puta".

Según 'The Guardian' ,durante los disturbios franceses de hace dos años, un príncipe saudí con acciones en la Corporación News se jactaba en una conferencia en Dubai de que había llamado a Rupert Murdoch y se había quejado de que la página de Fox News los describía como "disturbios musulmanes". En menos de media hora, se cambió por "disturbios civiles"

Estas historias están en los periódicos europeos todos los días, aunque lo políticamente correcto sea prestar poca atención a la etnia de los violadores

Elperiódico sueco en inglés 'The Local' informó en julio que el comandante de policía de Malmo había sido acusado de incitar al odio racial. Mandó e-mails desde el ordenador de su casa a dos oficiales de la ciudad. En dichos e-mails llegó a decir: "ustedes tratan a los suecos viejos que han trabajado duro para construir este país como parásitos y les darían antes mi dinero a unos criminales llamados Mohammed de Rosengärd”.

En Malmo, la tercera ciudad en tamaño de Suecia, la policía ha admitido, según Dashti, que no controlan ya la ciudad. “Está efectivamente gobernada por una serie de bandas violentas de inmigrantes musulmanes".
El personal de las ambulancias es regularmente atacado y escupido y, salvo que una escolta de la policía llegue, prefieren no intervenir. La policía está demasiado asustada para entrar en determinadas partes de la ciudad sin refuerzos.

La Profesora de Antroplogía de Oslo, Unni Wikan, sostiene que las mujeres noruegas debían asumir su propia responsabilidad , ya que los hombres musulmanes encontraban difícil contenerse por su manera provocativa de vestir. Y dado que estos hombres consideraban que ellas eran las responsables de las violaciones, añadió que las mujeres debían adaptarse a la sociedad multicultural en la que vivían.

La BBC no emitió un documental que estaba programado hace unos meses, después de que la policía británica advirtiese que podía incrementar la tensión racial. El documental pensaba mostrar cómo los paquistaníes y otros jóvenes musulmanes abusaban de niñas blancas inglesas de incluso 11 años.

El número de violaciones cometidas por los hombres musulmanes contra mujeres en la pasada década son tan increíblemente altas que no puede verse más que como una conducta cultural implícita, que es reforzada y sancionada por los líderes religiosos islámicos que echan la culpa a las víctimas y excusan a los violadores.

En las tres décadas de inmigración hacia los países occidentales, el Islam ha causado un trastorno social e importantes estragos en todos los países de acogida. Ninguna otra inmigración ha provocado tantos problemas de integración. Allí donde van los musulmanes, provocan un conflicto con sus vecinos.
Como sostuvo Mark Stein recientemente, "todo conflicto parece que se origina por alguien con el nombre de Mahoma".

En julio de 2005, el jeque de Melbourne Mohammad Omran declaró a 'Sixty Minutes': “...nosotros creemos que tenemos más derechos que tú, porque nosotros hemos elegido a Australia para que sea nuestra casa y tu no“.

En la misma entrevista el jeque Khalid Yasin alertó de que "un musulmán no podía tener como amigo a un no musulmán". Y añadió: "puede ser su asociado, pero no su amigo. No puede ser tu amigo porque no entienden ni tus principios religiosos y no pueden entender tu fe”.

Pese a tantas evidencias, los países occidentales continúan creyendo en la realidad de la asimilación del relativismo moral.
En Australia, los cristianos libaneses se han integrado y forman parte respetable de la comunidad. La alcaldesa de Victoria es una cristiana libanés, como también lo es el gobernador de la provincia de New South Wales.
Nada más claro demuestra que el problema no es de raza ni de cultura.

Fuente:http://www.alertadigital.com/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=50990.

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