La pesadilla era un brochazo negro. Así la recuerda Zacarías Maza un cuarto de siglo después. Un agujero oscuro y ominoso en el que intuía muchas puertas cerradas y sólo una abierta, enmarcada por un foco de luz, como algunos enfermos dicen que atisban el final.
El ensueño angustioso se le repetía a menudo en aquella época de desasosiego en la que este hombre se ganaba el sueldo como profesor en Córdoba y lo gastaba en viajes por Marruecos, Egipto, Oriente Próximo o el Sahara, donde enseñó un curso.
El ensueño angustioso se le repetía a menudo en aquella época de desasosiego en la que este hombre se ganaba el sueldo como profesor en Córdoba y lo gastaba en viajes por Marruecos, Egipto, Oriente Próximo o el Sahara, donde enseñó un curso.
Así, entre noches de mal dormir y dudas existenciales, con el impacto visual de la vida en el desierto, «la felicidad sin nada material», un día Zacarías escuchó la llamada a la oración procedente de la mezquita de la plaza cordobesa de Colón. Entró. Preguntó por el imán. Y lo soltó: «Quiero hacerme musulmán».
Aquel moro nuevo es hoy el imán de la mezquita de At-Taqwa, en el bajo Albaicín de Granada, ciudad en la que residen alrededor de veinte mil fieles de Alá, incluidos algunos miles de conversos.
Un español dirige la vida religiosa de uno de los núcleos musulmanes más importantes de España, lo que ilustra un cambio social que a veces chirría como un gozne sin grasa. Un estudio publicado en enero de 2006 por el Observatorio Andalusí decía que en España había entonces un millón cien mil musulmanes.
Otras fuentes que suman los residentes registrados (879.000) más los irregulares elevan esa cifra hasta cerca del millón y medio. Y entre ellos, un número relativamente pequeño de conversos, que sin embargo dirigen organizaciones, abren templos.
Riay Tatary Bakry, presidente de Unión de Comunidades Islámicas de España, habla de entre 5.000 y 10.000 conversos, o de 68.000 si se suman los hijos de matrimonios mixtos.
Zacarías (o Zakaria, en árabe) no ha sustituido su nombre cristiano en el registro, pero otros sí lo han hecho, para hacer la mudanza sin rastro del pasado.
Hizo las maletas, se trasladó a Granada con su mujer, que también se reconoció en la nueva religión, y estudió tres años en la Universidad de la Meca, Arabia Saudí. Pertenece casi a la primera generación de nuevos musulmanes españoles.
Rosa María Rodríguez Magda, filósofa y escritora, autora de «La España convertida al islam», recuerda que «en los años 70, el escocés Ian Dallas (Abdelkader as-Sufí al-Murâbit), fundador del movimiento Morabitun, desarrolló una amplia labor de difusión en España.
Tras la muerte de Franco creó comunidades islámicas Morabitun, la primera en Córdoba, la "Sociedad para el retorno del islam a al-Andalus". Aquella avalancha de conversos incluía a jóvenes de la izquierda, de la contracultura, hippies, ex sacerdotes.
En 1983 muchos de los adeptos habían abandonado, y formaron otro movimiento, a la postre más sólido, que daría lugar a la Junta Islámica, la revista Verde Islam y a Webislam.com».
Audalla Alberto Conget, secretario de la Junta Islámica de España y miembro del consejo de redacción de Webislam, nació en Zaragoza hace 47 años en una familia de tradición católica en la que no faltaban las vocaciones, misioneros y sacerdotes. «Me interesaba mucho lo trascendente, al mismo tiempo que sentía que no tenía paz en el corazón, que no veía la vida clara.
Estuve en un monasterio cisterciense de Soria, donde tuve una experiencia fuerte de encuentro: en Dios estaba mi paz. Hice el noviciado, conocí a la que sería mi esposa, trabajé con la Iglesia en los pueblos, pero no terminaba de poner todo en su sitio. Mi esposa había viajado a menudo a Turquía, quizá una pista. Y un día, mucho después, encontré un Corán. Fue una revelación. En 2000 pronuncié la shahada: no hay más Dios que Alá, y Mahoma es su mensajero».
La «reversión» de Mansur
Alberto Conget escribió una carta a Su Santidad Benedicto XVI en torno a la polémica del rezo en la mezquita de Córdoba. «No alberga la intención de crear ningún tipo de alarma -le decía-, y el propósito que nos animaba no es el de apropiarnos de ese bendito lugar, sino el de haber llegado a propiciar en él un espacio ecuménico singular y único (..) en el camino de la paz».
El forjador de la propuesta, Mansur Escudero, presidente de la Junta Islámica de España, no vio la luz de forma súbita mientras se caía de un caballo, como San Pablo. Su caso fue largo, un proceso de búsqueda que duró años y que al culminar le dio la paz. «A los llamados conversos no nos gusta ese término, porque lo entendemos como una reversión.
El islam es el estado natural del hombre», asegura este psiquiatra, discípulo de Castilla del Pino, afincado en Almodóvar del Río (Córdoba).
Mansur nació en Málaga, en una familia muy católica, y como muchos de los musulmanes españoles, se educó en un colegio religioso. En el San Estanislao de Koska, de la Compañía de Jesús, estuvo interno siete años. En su infancia y juventud recibió todos los sacramentos: bautismo, penitencia, eucaristía, confirmación y, más adelante, el matrimonio. «El catolicismo tiene elementos muy interesantes, como la visión de un Dios único, pero en la práctica está estructurado de una forma que contradice los principios del propio cristianismo», opina.
Tras la «desilusión», halló el islam. «Lo estudié, conocí a los musulmanes, entendí que esa forma de vida satisfacía mis necesidades espirituales». Pronunció la shahada hace 30 años, y Francisco se hizo llamar Mansur, «al que Alá le dio la victoria». En el islam, dice, ha aprendido a amar la figura de Jesús. «Se le reconoce con el mismo rango que Mohammed como mensajero y profeta».
Muchos de los conversos españoles procedían de la izquierda política, y algunos de ellos militan de forma notoria en IU o el PSOE.
En estas ocasiones suele citarse a la socialista Jadicha Candela, cuñada de Joaquín Almunia, y a su hija Yamila, abogada. «En general la izquierda ha visto con mayor cercanía a los movimientos islámicos», según Rodríguez Magda. «El renacer del islam en España está en su origen ligado a grupos contestatarios y nacionalistas, sobre todo en Andalucía, pero también en el País Vasco -añade-.
Así, por ejemplo, en 1978 nace el Frente para la Liberación de Andalucía (FLA), que aglutina diversas facciones escindidas de movimientos de izquierda, nacionalistas y activistas libertarios, principalmente el PSUA (Partido Socialista Unificado de Andalucía) e INA (Izquierda Nacionalista de Andalucía).
Del FLA surgirá el grupo de nuevos musulmanes fundadores en 1980 de la Yama'a Islámica de al-Andalus, que promovió la creación de la asociación política Liberación Andaluza para presentarse a las autonómicas andaluzas de 1986. Se disolvió en 1989, cuando algunos de sus componentes lanzan el Frente Andaluz de Liberación. El mayor logro de la Yama'a será la creación de la Universidad Islámica Averroes en Córdoba».
Los conversos dominan hoy la Junta Islámica y la radical Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, que pretende «recuperar» el patrimonio musulmán en España.
En cambio, en el Consejo Consultivo nacional de la Unión de Comunidades Islámicas, compuesto por 25 personas, sólo hay un converso. Es una de las muchas diferencias que les separan.
En general, los expertos hablan de una tendencia moderada entre los españoles de Alá, aunque Alberto Conget, en su carta a Benedicto XVI, reconoce que «hay hermanos en el islam que pervierten el mensaje expresado en la Revelación Coránica y muestran las trazas patológicas a las que están expuestas todas las religiones».
Otro converso, Emilio Monedero (islamparatodos.com), añade: «Hay conversos radicales, extremistas y demás "chalados", que entraron al islam por "snobismo" y se han metido en sectas islámicas. Afortunadamente ya recorrí muchos caminos y hoy me complace ser un musulmán moderado, conocedor de mi filosofía de vida, que para mí es la que me lleva a la senda de la felicidad». Ha peregrinado dos veces a la Meca, tiene 38 años y da clases de Biología y Geología en Valencia.
Abdallah Imran también estudió en un colegio religioso. Entonces, este trianero se llamaba Joaquín Martín Fernández, un joven con inquietudes sociales e ideas revolucionarias. En 1981, a los 26 años, y después de una serie de peripecias por África, alguien le dio un Corán. Ramón García Pasero, jugador de un equipo ceutí de la Primera División estatal de balonmano, se educó con los salesianos y asistió a cursos del Opus Dei. «Siempre he estado muy cerca del hecho religioso. El islam resolvió mis dudas», afirma.
Guadalupe Pereira Bueno, profesora de Secundaria nacida en Melilla y residente en Ceuta, cambió de religión tras su unión con un enfermero marroquí al que conoció en Madrid en un curso de verano. «Al principio me convertí un poco presionada por el ambiente, pero con el tiempo me convencí y he experimentado una evolución». De eso hace veintidós años.
Vicente Mota Alfaro, 31 años, casado con una francesa de origen árabe, con tres hijos, es el imán de la mezquita del Centro Cultural Islámico de Valencia. Otro creyente de misa y evangelios que mudó su piel. Hoy es Mansur. «El episodio de la crucifixión, cuando Jesús dice "Dios mío, por qué me has abandonado", me echó para atrás.
El Jesús que había conocido en los Evangelios no era el de la cruz». Su cataclismo personal duró un año, a los veinte. Flirteó con los Testigos de Jehová y otras confesiones, hasta que un día de charla con un conocido intuyó otro mundo. Leyó el Corán. Aprendió en el Instituto Europeo de Estudios Islámicos, en Château-Chinon (Francia), y hasta hoy, donde se reconoce «exótico» para los musulmanes (un imán español) y para sus vecinos.
Con información de Carmen Echarri (Ceuta) y Luis Miranda (Córdoba). El título de este reportaje recrea el libro «Párrafos de moro nuevo», escrito por el converso Hashim Ibrahim Cabrera.
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