Debemos combatir el islam porque la progresión de las ideas islámicas es una amenaza para nuestro destino y para la supervivencia de la humanidad, pues el islam es una dictadura que siempre ha masacrado y discriminado a los no musulmanes, "los infieles", y que no ha producido más que brutalidad y atraso allí donde se ha asentado.
El miedo al islam es una reacción llena de sentido común. Nos dicen que la visión negativa del islam es debida a la ignorancia y al prejuicio, y que no lo conocemos lo bastante para apreciarlo en su justo valor.
Eso es falso: al islam ya hemos empezado a conocerlo hace rato, muy a nuestro pesar, y cada día lo conocemos más y mejor. Y a medida que nuestro conocimiento del islam y nuestra experiencia diaria con él se acrecienta, mejor vemos que se trata de una doctrina a la vez política y religiosa, peligrosa y bárbara.
El islam, contrariamente a lo que repiten un día si y el siguiente también los grandes medios de comunicación, no es una "religión pacífica" que habría sido usurpada por "extremistas que desvirtúan el verdadero mensaje del islam". Desde su origen el islam reglamenta el combate militar, el botín, la suerte de los esclavos tomados en guerra. El inventor del islam, Mahoma y sus sucesores, son jefes de guerra y se jactan de utilizar el terror para extender su imperio. Muy pronto los musulmanes que querían abandonar el islam, huir de los combates, fueron condenados a la pena de muerte.
Algunos nos reprochan que critiquemos al islam más que a las otras religiones e insinúan, cuando no lo dicen directamente, que lo hacemos por oscuros motivos racistas, confundiendo (o haciendo como si confundieran) raza y religión. A estos les aconsejamos que estudien el islam, pero es dudoso que estos analfabetos que nunca han leído nada vayan ahora a asomarse al Corán para poder opinar del islam con un poco de criterio. Pero si lo hicieran verían que el islam no es, según reconocen los propios musulmanes eruditos, una simple religión, y que esta ideología se opone punto por punto a los principios de igualdad y de libertad de conciencia (entre otros) del derecho occidental, y es cercano a los regímenes racistas, esclavistas y fascistas de siniestra memoria.
Podemos preguntarnos por qué nuestros dirigentes no nos alertan del peligro del islam. La respuesta es sencilla: porque no quieren comprometer sus relaciones con los países productores de petróleo, porque quieren continuar comprandoles petróleo, venderles centrales nucleares, aviones, construcciones, y porque temen la reacción de las personas inmigradas u originarias de los países musulmanes. Por estos y muchos otros motivos materialistas, no solo no nos alertan, sino que están poniendo en marcha legislaciones dictatoriales que prohibirán toda crítica al islam en Europa.
Dicho de otra manera: nuestros dirigentes están vendiendo nuestras libertades a cambio de petróleo.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill dijo (en alusión a las cesiones hechas a las exigencias de Hitler para evitar la guerra):
"Habéis querido evitar la guerra al precio del deshonor, y tendréis la guerra y el deshonor".
Hoy podemos parafrasearlo diciendo: "Habéis querido el petróleo y la tranquilidad al precio de la libertad, y no tendréis ni el petróleo, ni la tranquilidad y menos aun la libertad".
Sabemos ya que la humanidad tendrá pronto que afrontar el problema del agotamiento del petróleo y de otras fuentes de energía, (uranio, etc...) y encontrar soluciones frente a conmociones ecológicas, económicas y demográficas. Podemos tener opiniones muy variadas sobre las soluciones posibles a estos desafíos, sobre la justicia o no de nuestros intercambios con los países productores de petróleo y de otras materias primas, sobre los movimientos de población en el planeta. Pero hay una evidencia al alcance de todos: las concesiones al islam no pueden en ningún caso ser una solución para nadie, en ningún lugar: sólo pueden ser una causa añadida de desastres.
Históricamente, el islam, que predica el odio contra los no musulmanes, que ha prohibido la libertad de conciencia, que pone la economía al servicio de la guerra santa, no ha conocido "edad de oro" más que en los periodos en que los musulmanes vivían del botín de los países recién sometidos a su imperio. Después la esterilización de los espíritus ha producido la desertificación de las tierras y el derrumbe económico, social y cultural. Si el islam se extiende en Europa, este será su futuro.
Algunos nos reprochan que critiquemos al islam para "dividir a la humanidad y ocultar las fechorías del capitalismo". No somos nosotros quienes predicamos la división entre musulmanes y no musulmanes. Al contrario, nos oponemos al islam porque es él quien preconiza la lucha de los musulmanes contra los no musulmanes. Si algunos "dividen para reinar", son todos aquellos que utilizan el islam para incitar a los musulmanes al odio contra el "Occidente decadente" y al combate contra los "infieles", aquellos que financian el adoctrinamiento islámico en todo el mundo, y todos sus cómplices.
No tenemos elección: es la libertad o el desierto. Por el futuro de nuestros hijos, los del mundo libre tanto como los de los países actualmente bajo la tiranía del islam, por el futuro de la humanidad, debemos luchar por la libertad, contra la islamización, contra el desierto.
Allá donde llega el islam la tierra se vuelve desierto, las sociedades se estancan, la cultura retrocede, el atraso se vuelve ley.
Hay una sesentena de países islámicos, ¿existe la democracia en alguno de ellos? ¿En tan sólo uno?
Churchill decía que: "La democracia es el peor de los regímenes, exceptuando todos los demás". Parafraseando podríamos decir que la civilización occidental es la peor que hay, exceptuando las otras". No es el islam que puede venir a darnos lecciones de nada bueno. La estela de brutalidades e injusticias que lleva tras él es un pésimo currículum como para pretender ser la superación de nuestro modo de vida y de nuestros valores. Y sin embargo no pensamos más que en cesiones y retrocesos ante el imparable avance islámico.
Que los inconsecuentes que quieren construir una Europa con el islam, poblar nuestras naciones con musulmanes y darles cuanto antes el derecho de voto, se planteen si realmente es favorable para el futuro de Europa. Si "democráticamente".aceptan que la sharia sea instaurada en pocos años, ¿Qué futuro de paz, concordia y justicia podemos esperar?
Les estamos regalando a nuestros enemigos la cuerda con la que nos ahorcarán.
De momento, a falta de defender la libertad, estamos preparando la guerra y el desierto.
¿Qué ocurriría si estallara una guerra global entre el mundo cristiano y el mundo musulmán?
Ante la inminente hecatombe, el hombre más inteligente del mundo intentará detener la guerra tratando de que, por un lado el general Cruz, comandante de la OTAN y las tropas de la cristiandad, y por otro Al-Zee, líder del Gran Califato y de las fuerzas musulmanas, le den algo de tiempo para encontrar una solución imposible al conflicto.
Con La Guerra de las Religiones, los millones de fans de la tira cómica de Dilbert, de Scott Adams, tendrán que reconocer que el mundo de la literatura es un lugar mejor desde que Adams nos regala obras como ésta, repletas de brillantes ideas y de sus acertijos filosóficos.
Contada a través de dialogos entre los diversos personajes, la trama de La Guerra de las Religiones se situa unas décadas en el futuro, al borde de una nueva guerra mundial. Los paralelismos con la situación actual y con lo que podría ocurrir en un futuro cercano son claros. Un libro concevido para hacer pensar, puede parecer breve, pero está repleto de conceptos que te harán reflexionar mucho después de haber leído la última página, incluyendo una lista de "Preguntas para responder en la ducha" que subrayan el propósito último de la novela: plantearse las preguntas más importantes - aunque con frecuencia ignoradas - del mundo.
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10.2.08
La Guerra de las Religiones
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3 comentarios :
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Magnífico post y estupendo blog, he copiado este post y lo he puesto en mi blog, respetando, por supuesto, su autoria y poniendo el correspondiente enlace.
ResponderEliminarSeguramente mas de uno y de dos y de....de todos esos ignorantes "neo-progres "mu modelnos ellos"", entrarán a hacerme trizas, pero bueno, se defenderme.
Saludos.
Decir que estoy "de acuerdo" resulta pobre. Hasta la última molécula de mi ser coincide. NO es el "desconocimiento" del Islam, lo que me hace su enemigo. Cuando lo "desconocía" ni siquiera pensaba en "ESO", era sólo otra babosada medieval y lo arreglaba con un indiferente "allá ellos con sus neuras". Ahora, cuanto más lo conozco más convencido estoy de que hay que erradicarlo sin piedad ni contemplaciones, sin respeto ni consideraciones vacías. Felicidades.
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