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13.12.08

El cierre de una mezquita en Suecia, provocó grandes enfrentamientos


Cientos de jóvenes musulmanes se echan a la calle en Suecia por el cierre de una mezquita

Convierten Malmö en un infierno durante tres noches con tácticas de guerrilla

La ocupación durante las tres últimas semanas de una mezquita en el barrio de Rosengard -la Rosaleda-, en la sureña ciudad de Malmö, y su desalojo a cargo de la policía sueca el pasado lunes han desencadenado violentos enfrentamientos entre los agentes del orden y grupos de inmigrantes musulmanes.

Durante tres noches consecutivas se han librado en la barriada verdaderas batallas campales, con tácticas propias de la guerra de guerrillas por los ocupantes de la mezquita y sus simpatizantes, que reúnen a varios centenares de inmigrantes musulmanes. Lanzamiento de adoquines y cócteles molotov, petardos de gran tamaño, artefactos explosivos de fabricación casera, y hasta algún disparo aislado de arma corta han menudeado durante las tres noches de enfrentamientos.

La Policía, que ante la perspectiva de una cuarta noche de algaradas pidió ayer refuerzos a las prefecturas de las provincias limítrofes, ha hecho cuanto ha podido por contener la oleada de violencia. Enmascarados por sus pasamontañas para proteger sus identidades, embutidos en sus monos negros antidisturbios, protegidos por cascos y escudos y armados sólo con porras y cañones de agua, ya que por ley tienen prohibido emplear otro tipo de armamento en la contención de manifestaciones, los agentes se han visto por momentos desbordados.

En la noche del jueves, hasta una docena de incendios en vehículos y mobiliario urbano trajeron a bomberos y agentes de cabeza. Y la pasada noche no presentaba mejores perspectivas, sino todo lo contrario, ya que grupos de anarquistas daneses, siempre dispuestos a oponerse a la autoridad sea donde sea, habían amenazado con sumarse a la «diversión».

Población inmigrante


Los graves disturbios de Malmö -la tercera ciudad de Suecia, al sur del país, de unos 300.000 habitantes y con una alta presencia de inmigrantes musulmanes de origen libanés, bosnio, iraquí y kosovar- empezaron el pasado 24 de noviembre con la ocupación pacífica de una mezquita y el centro cultural islámico anexo, situados en los sótanos de un inmueble, por unas docenas de jóvenes musulmanes. La protesta se originó semanas antes, cuando el propietario del local decidió no renovar el alquiler alegando necesitarlo para otros menesteres. Una vez que hubo recurrido a la justicia, el local quedó precintado.

Corrió entonces como la pólvora entre la comunidad musulmana el rumor de que el dueño pretendía ceder el local a una asociación cultural cristiana. El virus del enfrentamiento interreligioso había sido inoculado. Y fue cuando los grupos de descontentos decidieron actuar como «okupas». Tres semanas después, la policía procedía a su desalojo, y la insurrección de buena parte de la comunidad musulmana de Rosengard estaba servida.

Alrededor de una veintena de personas han sido arrestadas en los disturbios, aunque casi todos eran menores y han quedado en libertad. No ha habido heridos graves y los daños han sido evaluados por la municipalidad en un millón de coronas, unos 105.000 euros.

Juicio contra «míster Terror»

La policía sueca sospecha que la ola de disturbios, que parece estar bien coordinada, pudiera guardar alguna relación con el juicio que se sigue, precisamente en Malmo desde el pasado jueves, contra Jalid al-Yousef, un musulmán nacionalizado sueco de 43 años al que se acusa de financiar a movimientos terroristas como Hamás y las «Brigadas de los Mártires de al-Aqsa», y de reclutar jóvenes decididos a inmolarse en atentados suicidas. Presidente de la Fundación Al-Aqsa, la fiscalía le imputa el envío de varios millones de coronas suecas, durante los últimos cinco años, a grupos vinculados al terrorismo islamista.

Carmen Villar Mir| Estocolmo
ABC.es



Cerca de un centenar de jóvenes de origen musulmán han provocado graves disturbios en la localidad sueca de Malmo, en el sur del país, al protestar por el cierre de una mezquita y un centro cultural islámico.

La policía local ha informado de que, por segunda noche consecutiva, los manifestantes lanzaron piedras contra las fuerzas del orden, montaron e incendiaron barricadas y prendieron fuego a varios vehículos.

Los disturbios tienen su origen en el cierre de una mezquita y un centro cultural islámico en el barrio de Rosengaard, de elevada población inmigrante, en su mayoría procedente de Kosovo, Irak, Líbano y Bosnia.

El propietario del edificio no renovó los contratos de alquiler del inmueble, ya que tiene intención de utilizarlo para otros fines.

Tras el cierre, un grupo de jóvenes ocupó en noviembre el edificio, hasta que esta semana la policía procedió a su desalojo, lo que ha dado pie a los enfrentamientos y disturbios.

La policía señaló que no se han registrado hasta ahora heridos en los enfrentamientos, aunque tampoco ha informado sobre posibles detenciones.

Terra Actualidad - EFE


Disturbios en Rosengård, Malmö, al sur de Suecia

Rosengård (jardín o parque de rosas) un barrio de la ciudad de Malmö, al sur de Suecia, ha vuelto a los titulares de los períodicos tras el accionar de una decena de jóvenes que protestan contra el cierre de un local cultural donde funcionaba una mezquita.

Los títulos de prensa, en una traducción literal sería “violentos distubios”, “revuelta” alertan hasta a los propios habitantes de Malmö, que apenas se enteraron por la prensa de los incidentes en ese barrio habitado mayoritariamente por inmigrantes, muchos de ellos de origen árabe.

Sin embargo, la vida comercial en esa zona seguía a su ritmo normal.

El tenor de los titulares permitía creer que la revuelta de jóvenes árabes en Rosengård tenía las mismas proporciones que la de los estudiantes de Grecia. Sin embargo, la diferente entre u y otro hecho era la misma que su distancia geográfica.

La ausencia de periodistas en la zona –más allá de algún camarófrago o fotógrafo es general-. El diario de la ciudad, el conservador Sydsvenska Dagbladet, usa las declaraciones de un fotógrafo para la crónica de los hechos.

No es la primera vez que la prensa sueca realiza sus crónicas de incidentes basada exclusivamente en las declaraciones de los voceros policiales.

El pasado año, el sindicato de periodista advirtió sobre el hecho en incidentes en la ciudad de Gotemburgo. Entonces también titularon sobre disturbios, rotura de vidrios y lanzamientos de piedras contra la policía en dos barrios de inmigrantes. Sin embargo después se comprobó que todo había sido una falsa alarma. Ningún medio de comunicación se había dignado a enviar un periodista a comprobar los hechos. La palabra de la policía era la única y suficiente prueba, hasta que la propia policía debió admitir que nada de eso había pasado.

Al parecer, la protesta de los jóvenes ha venido a servir con anillo al dedo a los promotores de la xenofobia, a los que promueven el antiislamismo, a respaldar las nuevas medidas de espionaje a los ciudadanos que comenzará a aplicar la Policía de Seguridad (Säpo), al juicio contra una fundación palestina acusada de financiar a Hamas, y de paso, al reclamo de aumento salarial de una de las policías más inefectivas del mundo (97% de los hurtos queda sin aclarar).

El origen de la disputa

En un sótano local arrendado a una empresa privada, una Asociación Cultural Islámica, desarrollaba su trabajo social con los jóvenes y mantenía una mezquita en el lugar. Según algunos investigadores, el centro se identificaba con la interpretación del Islam “salafi”, considerada ultra ortodoxo y radical contra todo lo no musulmán.

El pasado mes de octubre, la empresa propietaria del local decidió no renovar el alquiler y solicitó la desocupación del sótano.

La Asociación Cultural Islámica decidió presionar a la empresa para renovar el alquiler ocupando el local el 24 de noviembre, y protestando a través de la prensa. Después de unos días la Asociación Cultural cedió, entregó las llaves del local y se disolvió.

Sin embargo, varios de los jóvenes que sostenía la ocupación desoyeron a sus mayores, crearon su propia asociación y resolvieron mantener la ocupación del local.

El pasado lunes 15 de diciembre, la policía ingresó al local y precedió al desalojo forzoso. No se produjo ningún incidente.

Los jóvenes resolvieron acampar en un jardín frente al edificio, por lo que la policía resolvió tapiar el local con maderas, y finalmente instalar tres contenedores para tapar el acceso al local.

Como en casi todos los barrios segregados del mundo, la presencia policial despierta sospecha e irritación. Al poco tiempo los jóvenes comenzaron a lanzar fuegos artificiales y explosivos de navidad contra los policías. De alli al lanzamiento de piedras y la quema de basura en las calles y algunos contenedores de residuos.

Este Parque de Rosas (Rosengård) está a menos de 15 minutos de bus del centro de la ciudad que en total tiene 220.000 habitantes. Sin embargo, es como una ciudad aislada. Una amplia avenida la atraviesa desde el centro hasta el anillo periférico. Sin tener en cuenta los titulares de prensa, los habitantes de Malmö ignoran la “revuelta”.

La policía parece dispuesta a seguir haciendo acto de presencia, y como dijo su vocera, “defender la propiedad privada”, y ya está promoviendo el traslado de unidades policíales de las ciudades vecinas para aumentar su presencia en la zona de los incidentes.

Los informes más exagerados señalan la participación de unos 100 jóvenes en los disturbios (lanzamiento de piedras y fuegos artificiales a la policía, quema de basura y hasta ahora de 3 carritos de remolque). Entre estos jóvenes se encontrarían los ex ocupantes del local, huligans y anarquistas, según el diario conservador Sydsvenska Dagbladet que llegó a titular “alianza no sagrada”.

La vocera policial se quejó del intenso trabajo que debieron desarrollar para proteger a los bomberos que apagaban los incendios, cortar el tránsito, despejar las calles, y proceder a uno u dos arrestos. En ninguna ocasión se registró un enfrentamiento físico.

Mientras tanto, los responsables de las políticas de integración del gobierno, o las autoridades del gobierno comunal, se han preocupado de interceder o buscar una solución. Una solución tan simple como ofrecer en alquiler otro local en la zona para que prosigan con su mezquita y actividad social.

Los jóvenes quieren un lugar de encuentro y reunión para no tener que estar en la calle en sus horas libres. Sin embargo, las autoridades parecen tener miedo de que en ese local se promueva un islamismo radical.

Siempre Rosengård

No es la primera vez que Rosengård ingresa en los titulares de prensa. Siempre ha coincidido con una campaña más general en la que se promovía el antiislamismo. Cuando los incidentes en los barrios periféricos de París, con decenas de autos quemados, tras la muerte de dos jóvenes perseguidos por la policía, los medios suecos comenzaron a especular en cuanto tiempo más se producirían los mismos incidentes en los barrios periféricos de las tres ciudades más importantes, Estocolmo, Gotemburgo y Malmö.

Entonces se reclamaron políticas reales de integración. Nada sucedió, ni los incidentes ni las políticas de integración. Rosengård sigue siendo una de las partes de la ciudad con mayor índice de desocupación y mayor dependencia de subsidios sociales. La discriminación al barrio se nota hasta en el acto de solicitar trabajo. Establecer Rosengård como lugar de residencia es un elemento negativo. A nivel nacional se considera que los jóvenes que cursaron sus estudios en Rosengård, tienen un acento particular, una especie de idioma sueco especial.

Cuando en todo el mundo islámico se protestó contra las caricaturas de un diario danés que ofendía a Mahoma, la prensa sueca volvió a advertir de la posibilidades de incidentes en Rosengård. Tampoco sucedió nada en esa ocasión.

Casualidades

Sin tratar de adjudicar responsabilidades, llama la atención que estos incidentes coincidan con otros elementos. Esta semana, la fiscalía de Malmö decidió acusar formalmente a la fundación Al-aqsa de origen palestino, con sede en esta ciudad, de financiar el terrorismo. La fiscalía sostiene que la fundación no ayuda a los niños y familias palestinas de Gaza y Cisjordania, sino que financia al Movimiento Hamas. Como Hamas es considerado un grupo terrorista por la Unión Europa, ese financiamiento es ilegal.

Cabe recordar que Hamas fue el partido más votado en las últimas elecciones legislativas palestinas de enero de 2006.

La acusación original partió de la CIA norteamericano hace casi cinco años, y aún no se ha probado nada.

Otra de los hechos concidentes, es la decisión de las autoridades de conceder mayor libertad a la Policía de Seguridad (Säpo) de efectuar un fichaje y relevamiento de presuntos terroristas o colaboradores. Una medida que refuerza la ya discutido ley de espionaje electrónico a todos los habitantes del país.

La acción policial –donde se destaca el “sacrificio” que deben hacer para controlar los incidentes- coincide con un reclamo de aumento salarial de los policías. Hasta ahora el reclamo policial está limitado a una recolección de firmas.

Ernesto Tamara
Liberación


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