Hace más de cinco siglos que los Reyes Católicos expulsaron a los judíos de España. Pero el antisemitismo no sólo no se mitigó, sino que 507 años más tarde aún se manifiestan este tipo de "actitudes de odio" hacia los hebreos. Opiniones "que parten desde el prejuicio y desconocimiento de la cultura judía". Ésta ha sido la principal denuncia que se ha puesto sobre la mesa durante las dos jornadas del II Seminario Internacional sobre Antisemitismo que ha concluido hoy en Madrid.
Un debate milenario con altas dosis de complejidad tanto por sus enrevesadas disputas históricas como por la precisión que requieren los términos clave de la discusión. "Hay que dejar espacio a una crítica al Gobierno de Israel sin traspasar la línea roja", ha deslizado Ana Salomón, embajadora en misión especial para las Relaciones con la Comunidad y Organizaciones judías. "Es fundamental diferenciar entre la crítica política y la información antisemita", ha postulado Alejandro Baer, profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Uno de los principales vectores de las charlas ha sido la estrecha relación entre antisemitismo e islam. "Hoy existe en el mundo islámico una judeofobia de nuevo cuño", ha señalado Jacabo Israel Garzón, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE). Alfonso Merlos, profesor de la IE School of Communication, ha pasado a la ofensiva: "Cuando uno es musulmán no se puede poner encima de la mesa los conceptos de democracia y libertad". La voz de los musulmanes se ha quedado en el limbo al no participar ningún representante en esta mesa redonda, ya que la persona invitada no ha podido acudir, según la organización.
Entre dogma y dogma surge la pregunta de cómo se construye ese sentimiento antisemita si los judíos son cuasi invisibles en España (unos 40.000). Los judíos confesos que han asistido al seminario han admitido no haber sufrido ningún episodio desagradable por el hecho de ser judíos. Los tópicos entran en juego ante el vacío informativo en torno a esta materia, según Baer. "El antisemitismo en España existe, pero no es preocupante", ha puntualizado José Juan Toharia, presidente de Metroscopia.
Varios ponentes han echado mano de un estudio del instituto estadounidense de investigaciones Pew Research Center elaborado en 2008, cuya conclusión es que el rechazo a judíos y musulmanes ha crecido en Europa en los últimos cuatro años, y en España, principalmente, en relación con los judíos. La publicación señala que el 46% de los españoles, el 36% de los polacos y el 34% de los rusos ven desfavorablemente a los judíos. Mientras que esto mismo lo piensa el 25% de los alemanes y el 20% de los franceses. "Una sociedad antisemita es una sociedad enferma. Es una lacra", ha promulgado Masha Gabriel, directora de Radio Sefarat.
El seminario ha servido para lanzar el primer Observatorio de Antisemitismo de España, que será el canal donde denunciar los actos de rechazo a los judíos. Esta institución nace con el objeto de despertar la atención y la conciencia social en cuanto a los eventos de carácter antisemita en España, a la vez que abre una ventana más para la lucha contra la intolerancia de toda índole. "Existe una falta de reconocimiento de las instituciones a las víctimas de los delitos de odio. Por eso es fundamental la creación del Observatorio", ha celebrado Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia.
Minorias en el Medio Oriente: los Judios.
Durante los últimos cuarenta años, la mayor parte de los países del Medio Oriente y del Norte de Africa han sufrido una serie de transformaciones radicales en todos los renglones, que han conllevado la gradual extinción de diversas minorías. Reportes presentados por organismos abocados a los derechos humanos, como Amnistía Internacional, dan cuenta de que estos grupos minoritarios experimentan todo tipo de limitaciones que ponen en entredicho su sobrevivencia como colectividades.
Entre estas minorías se encuentra la judía, cuya presencia en las distintas naciones árabes se remonta a la antigüedad. Desde el siglo IV antes del surgimiento del Islam habitaron en la Península Arábiga múltiples comunidades judías que iniciaron una estrecha convivencia con sus vecinos. Esta situación se modificó cuando, en 622 e.c. el Profeta Mahoma y sus seguidores iniciaron su Hejirá o éxodo de la Meca a Medina para establecer al Islam como religión universal.
Mahoma pensó que los judíos acogerían su nueva religión como la verdadera y, cuando éstos rechazaron su prédica, se convirtió en su enemigo. Su reacción violenta hacia los judíos la plasmó en el Corán -libro sagrado musulmán- en donde llamó a la guerra santa en contra de todos los infieles.
"Oh, los que créis. No toméis a los judíos y cristianos como amigos; los unos son amigos de los otros. Quien de entre vosotros los tome por amigos será uno de ellos. Quien no cree en Alá será castigado". (56/51)
"La religión ante Dios, consiste en el Islam. Aquellos a los que se les dio el Libro no han discrepado sino después de que les vino la sabiduría, por inquidad mutua. Quien no cree en Alá será castigado". (17/19)
Bajo el Islam los judíos han sido considerados "dhimmis" (infieles), o ciudadanos de segunda clase, a los que se les debían aplicar impuestos especiales y restricciones de otro tipo. Bajo la aparente libertad de culto se estableció un sistema represivo que perdura aún hasta la fecha. Con todo y todo, los judíos experimentaron una relativa tolerancia hasta finales del siglo XVIII cuando Napoleón conquistó Egipto y los prejuicios antisemitas occidentales comenzaron a inflitrarse en el Medio Oriente.
Con el establecimiento del Estado de Israel en 1948, los árabes -musulmanes en su mayoría- estuvieron en contra de que un país no islámico, considerado dhimmi, existiera como entidad soberana. El rechazo árabe se intensificó, lo que se tradujo en actos violentos, por lo que muchas comunidades judías se vieron obligadas a emigrar para escapar de las condiciones represivas. Actualmente, como muchas otras minorías en países árabes, los judíos no sólo se ven expuestos a su condición de ciudadanos de segunda clase, sino que, además, sufren de constantes vejaciones y agresiones.
En el caso de Siria -otrora floreciente y culta comunidad- los judíos se vieron obligados a abandonar el país ante la serie de violentos ataques, discriminaciones y persecuciones. Los judíos que aún permanecen allí, se ven diariamente amenazados y son objeto de arrestos arbitrarios, interrogatorios policiales y torturas. Deben portar una tarjeta de identidad con la palabra Musawi que significa judío en árabe, y se restringe su libertad de movimiento.
Por otro lado, en Irán, los judíos vivieron tranquilamente hasta que el Ayatollah Jomeini institucionalizó el fundamentalismo islámico. Los 25 mil judíos que permanecen ahí se encuentran en calidad de rehenes, con amenazas constantes y se ven imposibilitados de emigrar. Su situación se ha visto seriamente deteriorada a raíz del virulento discurso antisionista que aparece en los medios de comunicación en apoyo a la guerra santa contra los infieles.
En Libia, como en otros países árabes, la agresión contra los judíos se intensificó con la creación del Estado de Israel, por lo que éstos tuvieron que emigrar dejando tras de sí todas sus propiedades. La vigorosa comunidad de antaño se ha visto reducida desproporcionadamente como consecuencia de los actos antisemitas que se realizaron con frencuencia después del golpe de estado que colocó a Kadafi a la cabeza de Libia.
Así mismo, de los 6 mil judíos que habitaban el Líbano de 1967, hoy en día permanecen menos de 100. A pesar de que éstos no juegan un papel preponderante en la política regional, hay frecuentes secuestros por parte de grupos fundamentalistas que provocan que los judíos vivan constantemente amenazados.
En Yemen los judíos vivían como parias. En 1948 comenzaron a emigrar y los que permanecieron fueron expulsados de sus ciudades y se vieron obligados a vivir en ghettos fuera de las grandes urbes. Esta condiciones tan desagradables provocaron que los judíos yemenitas emigraran casi en su totalidad.
En muchos otros países árabes como Argelia, Iraq y Túnez, por ejemplo, los judíos viven en situaciones similares por lo que sus probabilidades de sobrevivencia tanto física como espiritual, disminuyen con el paso del tiempo. Las condiciones actuales son resultado de siglos de convivencia precaria y de una cosmovisión centrada en la supremacia árabe y en la idea de que dos religiones se ven imposibilitadas a convivir en el mundo del Islam.
La gran mayoría de los 600 mil refugiados judíos resultantes de estas olas migratorias llegaron a sus distintos destinos en condiciones sumamente deplorables. Al salir de sus países de origen, en los que habían vivido por generaciones y a donde habían creado su patrimonio, se vieron forzados a abandonarlo todo.
Esta cuestión es omitida cuando se analiza la problemática de los refugiados resultantes de la conflagración árabe-israelí. Cualquier acuerdo que permita resolver la situación desafortunada de los refugiados palestinos tendrá que contemplar también, necesariamente, el caso de los refugiados judíos y las indemnizaciones correspondientes.
Roberto Tamayo
El País
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yo creo que ha crecido el antisemitismo porque ha crecido el islamismo y el comunismo en todas sus vertientes ( socialismo y fascismo )
ResponderEliminarambos tienen unos intereses muy ligados, son aliados, y tienen unos enemigos comunes, occidente, todo lo que huela a cristianismo y a judeaismo
controlan los medios y dogmas de lo politicamente correcto, y venden como ciertas las mentiras del "genocidio palestino" sembrando la semilla del odio desde hace ya bastante tiempo
y esa semilla ya ha germinado
Vuelven a reunirse los colegas, Amadineyhad y Chávez, tb se reunió con Lula en Brasil, al parecer esta de gira sudamericana:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/internacional/Ahmanideyad/llega/Venezuela/afianzar/solida/relacion/Chavez/elpepuint/20091125elpepuint_6/Tes
saludos.