Manuel Molares do Val (Nació en Vigo/Pontedeume, Galicia), trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer periodista español destinado allí--, y Estados Unidos.
Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes. Sus crónicas se publicaron durante casi dos décadas en decenas de periódicos de la veintena de naciones hispanohablantes. Buena parte de ellas, traducidas por Gannet News Service, aparecieron en inglés en países como Estados Unidos, Reino Unido y Australia.
Tras haber contribuido a formar varias promociones de periodistas y de alumnos del Master de Comunicación y Relaciones Internacionales EFE-Universidad Complutense, y aunque sigue impartiendo clases de Periodismo, en otoño de 2001 dejó EFE y la información forzosamente neutral y orientó su trabajo hacia el periodismo de opinión. Elabora desde entonces, diaria e ininterrumpidamente, desde cualquier parte del mundo gracias a Internet, su columna personal "Crónicas Bárbaras"
Córdoba para Al Qaeda
Manuel Molares do Val Gentiuno.com
Publicado el 16.09.2010
Atentos a esa mezquita llamada Córdoba que quieren instalar en la Zona Cero de Nueva York, la exigencia de que la ciudad española y Al Ándalus sean musulmanas, y su relación con los atentados de Madrid del 11M de 2004, planificados antes del 11S de 2001.
Porque los casi 200 muertos de las masacres de Madrid no tienen relación con la participación española en Afganistán o Irak, advierte en “El País” una de las mayores autoridades mundiales en yihadismo, Fernando Reinares, (1) vicedecano de la universidad Rey Juan Carlos, y asesor de Interior y de organismos de inteligencia de distintos países.
Reinares acaba de escribir con Ignacio Cembrero, especialista en el norte de África, que a principios del verano de 2001, dos meses antes del ataque a las Torres Gemelas, Amer Azizi, miembro de Al Qaeda, volvió de entrenarse en Afganistán para cometer gigantescos atentados en España, donde tenía residencia, reclamando Al Ándalus para el Islam.
Inmediatamente después del 11S la policía desarticuló su célula, pero él huyó, primero a Irán y luego a Afganistán. Allí lo mató en 2005 un misil estadounidense.
El artículo sorprendentemente, como si fuera de otro contexto, olvida el atentado de mayo de 2002 en la Casa de España de Casablanca, que produjo 41 muertos, y el conflicto de Perejil, dos meses después. Ambos casos ocurrieron un año antes del envío de tropas españolas a Irak, en verano de 2003.
Después, las masacres del 11M de 2004, el triunfo de Zapatero y la errónea atribución del atentado a la presencia de españoles en Irak.
Sí, atentos: crece la ensoñación musulmana de Al Andalus. Sobrealimentada por la instalación en el lugar triunfal para el imaginario islamista, la Zona Cero, de la mezquita Córdoba.
Y Córdoba, la ciudad española, es un mito multuculturalista falso, terrible para los infieles en tiempos del Islam. Más sanguinaria y brutal que cualquier ciudad saudita actual, por mucho que digan lo contrario los supuestos moriscos actuales e incluso el embajador estadounidense en Madrid, impulsado por la ignorancia de Obama en su discurso de hace quince meses en El Cairo.
TRIBUNA: FERNANDO REINARES E IGNACIO CEMBRERO
¿España fue blanco de Al Qaeda antes del 11-S?
A inicios del verano de 2001, cuando Amer Azizi regresó a España desde Afganistán, la decisión de atentar en nuestro país había sido tomada. ¿La participación en las guerras de Afganistán e Irak fue el detonante?
11/09/2010 - No es de extrañar que los españoles, como en general los europeos, relacionen la amenaza que el terrorismo internacional supone para las sociedades occidentales con la implicación de sus respectivos Gobiernos en las intervenciones militares en países cuyas poblaciones son mayoritariamente musulmanas. Mantienen además a tropas en esos países desarrollando labores de muy diversa índole.
A la hora de valorar la amenaza inherente que supone esa violencia globalizada de inspiración islamista, esas circunstancias han de ser sopesadas. En ellas se entremezclan la política nacional, con su vertiente de asuntos exteriores, con dimensiones propias de la de seguridad y defensa. Pero no necesariamente constituyen el factor determinante -puede incluso que ni siquiera se trate del más destacado- de cuantos deben ser tenidos en cuenta. Hay otros relevantes, como la ideología subyacente al fenómeno terrorista o determinados asuntos que se entienden mejor en clave de política interior.
Sigue dándose por descontado que lo que verdaderamente puso a España en el punto de mira de Al Qaeda fueron dos factores. Primero, el muy visible alineamiento de La Moncloa con la Casa Blanca y Downing Street en la decisión de invadir Irak, reflejado de manera gráfica en la bien conocida foto de las Azores. Segundo, el despliegue de uniformados españoles en Irak a partir de agosto de 2003, apenas cinco meses después de que tropas estadounidenses y británicas iniciaran las acciones bélicas que concluyeron, provisionalmente, con la toma de Bagdad.
La misión española se prolongó hasta poco después de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid y el posterior cambio de partido en el Gobierno , tras las elecciones generales celebradas tres días después de aquella infame fecha. De hecho, los atentados del 11-M han sido y continúan siendo interpretados básicamente como una consecuencia del previo posicionamiento del Ejecutivo del Partido Popular sobre la cuestión iraquí y la implicación militar en ese prolongado conflicto.
Sin embargo, no es menos razonable pensar que España ya era blanco de la ira de Osama Bin Laden y de sus seguidores con anterioridad a la invasión de Irak y al envío de soldados españoles allí. Quizá lo éramos desde que, a comienzos de 2002, un contingente de nuestros ejércitos iniciara su participación en la misión de paz desarrollada por la OTAN en Afganistán, dentro de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF).
En alguno de sus comunicados, los propios terroristas del 11-M aludieron a ello y justificaron la decisión de volver a atentar en nuestro suelo al comprobar que no se contemplaba la retirada de Afganistán. La policía frustró el plan al localizar el piso alquilado por la célula yihadista en Leganés en el que siete de sus miembros se inmolaron, el 3 de abril de 2004, tratando de ocasionar el mayor daño posible.
Casi cuatro años después, una organización de talibanes paquistaníes asociada con Al Qaeda, Therik e Taliban Pakistan, reconoció estar detrás del fallido atentado suicida contra el metro de Barcelona que en enero de 2008 preparaban varios individuos condenados luego por la Audiencia Nacional. Los talibanes paquistaníes se refirieron entonces al papel de España en Afganistán.
Hay, sin embargo, motivos para pensar que España se convirtió en blanco preferente de Al Qaeda antes de que en 2002 nuestros soldados se desplegaran en Afganistán. Más concretamente, es posible que la voluntad de perpetrar un gran atentado en territorio español se remonte nada menos que al otoño de 2001. Fue entonces cuando la célula que Al Qaeda había establecido en España a mediados de los noventa fue desmantelada por la policía.La mayor parte de sus integrantes, incluido el entonces líder de la misma, conocido por su sobrenombre de Abu Dahdah, fueron encarcelados.
No es una casualidad que entre los individuos que desempeñaron papeles fundamentales en el entramado terrorista del 11-M hubiese algunos que estuvieron estrechamente relacionados con aquel núcleo yihadista, aunque por unas u otras razones no fueran detenidos en la operación que desbarató la mencionada célula. Aquella operación fue precipitada por los ligámenes que la célula española mantenía con la de Hamburgo, es decir, con la de los terroristas del 11-S. Abu Dahdah y sus secuaces llevaban ya desde hace tiempo siendo objeto de investigación policial y judicial por las autoridades españolas al igual que por las de otros países europeos y extraeuropeos.
Sin embargo, ahora existen nuevas razones para sospechar que Al Qaeda puso a España en su punto de mira no ya antes de que se produjera la invasión de Irak en 2003 o del envío de soldados españoles a Afganistán en 2002, sino antes de que la célula que había formado en nuestro país resultara sustancialmente desarticulada por la policía en el otoño de 2001, dos meses después de los atentados de Nueva York y Washington. Más aún, antes incluso del mismo 11-S.
Todo procede de un revelador documento elaborado por el denominado Centro Fayr para la producción informativa y que durante el último trimestre del pasado año fue divulgado por Tauhid Press a través de varios portales de Internet significados por su contenido yihadista. Dicho documento, escrito en lengua árabe por un cronista autorizado de Al Qaeda que utiliza su apodo de Abu Ubayda al Maqdisi, es parte de una serie sobre lo que en el mismo se da en denominar como mártires del Magreb lejano en la tierra del Hindu Kush, en referencia a destacados militantes de esa estructura terrorista originarios de Marruecos que han muerto en Afganistán o en Pakistán.
Se trata del fascículo quinto de la aludida serie, dedicado por entero a Amer Azizi, un marroquí que fue un destacado miembro de la célula de Al Qaeda en España, dentro de la cual se desenvolvía como lugarteniente del propio Abu Dahdah. Ese individuo eludió la operación policial que desmanteló dicha célula en noviembre de 2001 y huyó a Afganistán tras pasar por Irán.
EL PAÍS publicó en exclusiva, el 17 de diciembre de 2009, que Amer Azizi murió en la madrugada del 1 de diciembre de 2005 , a consecuencia de un misil lanzado desde una aeronave estadounidense no tripulada contra un enclave cercano a la capital administrativa de Waziristán del Norte. También señaló que entonces ejercía como número dos de Hamza Rabia, responsable de las actuaciones de Al Qaeda en Europa y Norteamérica, quien perdió la vida en ese mismo ataque del que era el principal objetivo. Pues bien, el mencionado documento, de cuya existencia dio también cuenta EL PAÍS el 8 de mayo de 2010 , no solo confirmaba que Amer Azizi era adjunto de Hamza Rabia cuando ocurrió el 11-M. También narra lo que este antiguo integrante de la célula de Al Qaeda en España hizo y pretendía antes del 11-S.
Aunque es una información que se halla en el sumario abierto en la Audiencia Nacional por el desmantelamiento de esa célula, el texto firmado por Abu Ubayda al Maqdisi corrobora que, antes del 11-S, Amer Azizi estuvo en campos de entrenamiento de Afganistán. Pero lo que no figura en aquellos legajos judiciales y sí en el eludido escrito yihadista es que, tras unos meses "reuniéndose con los que tenían a su cargo los campos de adiestramiento a los cuales se incorporó", volvió a España "con la esperanza de llevar a cabo una acción yihadista en esas tierras usurpadas", en alusión a Al Andalus, la España islamizada.
Más aún: "Una vez en la España de la Cruz, se empezó a preparar, en compañía de otros compañeros de yihad, para atacar blancos de los cruzados". Pero, como relata el documento, "los servicios españoles de inteligencia detuvieron pronto a la mayoría de los miembros de la célula yihadista, algo que coincidió con los benditos ataques de Nueva York y Washington". Queda claro que España era blanco de Al Qaeda antes del 11-S. A inicios del verano de 2001, cuando Amer Azizi regresó a España desde Afganistán, la decisión de preparar un atentado en suelo español había sido tomada.
Fernando Reinares es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos e Ignacio Cembrero es periodista de EL PAÍS.
El País.com
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"El artículo sorprendentemente, como si fuera de otro contexto, olvida el atentado de mayo de 2002 en la Casa de España de Casablanca, que produjo 41 muertos, y el conflicto de Perejil, dos meses después. Ambos casos ocurrieron un año antes del envío de tropas españolas a Irak, en verano de 2003."
ResponderEliminarPerdón, pero los atentados contra intereses españoles en Casablanca (un restaurante además de la Casa de España) fueron en mayo de 2003, no de 2002. Por tanto, no con tanta anterioridad al envío de tropas a Irak sino precisamente cuando se estaba debatiendo.
http://www.elmundo.es/elmundo/2003/05/17/internacional/1053126825.html
Me lo apunto para traducirlo. Muy buenos artículos ambos, Monmar.
ResponderEliminarEste es un artículo de Rafael Bardagí, publicado en el Diario "Expansión" el día 23-9-10.-
ResponderEliminarAl parecer ya no estamos locos, ya no somos "xenófobos", algo empieza a cambiar, pero ya es tarde.
Mientras que muchos de nosotros nos aferramos a las vacaciones –las que hemos disfrutado o las que nos hubiera gustado disfrutar de no ser por la crisis–, hay otros muchos que piensan en cosas más escalofriantes. A comienzos de este mes, el foro yihadista Atahadi publicaba una entrada en la que España volvía a ser el centro de su diana.
Lo que allí se vertía, ni más ni menos, era lo siguiente: "A vosotros, cerdos: Os enviamos nuestros saludos a través del aire, pringados de sangre. Vuestra sangre, que hemos saboreado antes y a la que le hemos encontrado un punto de sabor que no somos capaces de olvidar, sobre todo porque no habéis entendido o simplemente os habéis empeñado en ignorar, y seguisteis en vuestra guerra contra el Islam y los musulmanes alistándoos en la OTAN y participando en el derramamiento de la sangre de nuestros hermanos en Afganistán".
La cosa no debiera pasar de ahí si no fuera porque días después el mismo foro publicaba un informe, mucho más detallado, con indicaciones sobre cómo había que atacar en suelo español. La primera opción eran varias centrales nucleares consideradas "vulnerables".
Sus nombres venían acompañados de fotos de satélite y cercanas de las instalaciones; la segunda alternativa era la ciudad de Barcelona –en concreto la estación de metro de la Villa Olímpica y Las Ramblas–, en represalia a la gesta de las cruzadas tras la aparición de la virgen en 1218, instando a la liberación de los presos cristianos en manos musulmanas.
No es una broma la referencia, sino el exponente de una visión del mundo cuyos referentes y tiempos nada tienen que ver con los nuestros, postmodernos y secularizados. En otros chats islamistas se hacen eco de “la rebelión” contra la “ocupación” de Ceuta y Melilla, animando a reconquistar Al Andalus, ese mito dorado que alimentan constantemente los islamistas.
¿Qué quiere decir todo esto? Pues lo primero, que la amenaza islamista, lejos de rebajarse, sigue pesando sobre nuestras cabezas. Y no tanto por lo que hagamos, sino por lo que hicimos hace siglos: poner punto final al Islam en la península.
Segundo, que cualquier incidente con nuestro vecino Marruecos es interpretado y vendido como un avance más del islamismo radical en contra de nuestros intereses. Algo que este Gobierno debería tener bien presente antes de decir naderías ante los micrófonos de las Naciones Unidas, como ha hecho Zapatero tras entrevistarse con Mohamed VI.
Tercero, que la Alianza de Civilizaciones no parece que esté dando resultado alguno, puesto que las amenazas siguen ahí y el islam moderado continua sin emerger. Es más, mientras sea percibido por nuestros enemigos como un signo de apaciguamiento, se nos verá débiles y, por tanto, presa fácil.
Es el contexto del 11-M varios años después, desgraciadamente. Salvo que ahora el Gobierno, espero, no querrá culpar a Aznar y a Bush de los planes de unos yihadistas que, como ambos avisaron en su momento, son persistentes e irreductibles.