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8.6.11

Catalunya considerada como "el foco de radicales islamistas más peligroso del Mediterráneo"

Barcelona, nido de espías

Los servicios de los países que generan o sufren el terrorismo se instalan en la ciudad y usan negocios tapadera para infiltrase

'Al kalaa'. La Comissaria General d’Informació de la Policia Nacional va detectar la fortalesa ('Al Kalaa’ en àrab) islamista establerta a Santa Coloma de Gramenet Mané Espinosa

Redada en el Raval. La madrugada del 18 al 19 de enero del 2008, el CNI, la Inteligencia francesa y la Guardia Civil descubrieron con la ayuda del infiltrado Ahmed. a un grupo pakistaní que pretendía cometer un atentado suicida en el metro de Barcelona. Àlex Garcia
Desde la II Guerra Mundial Barcelona no había experimentado una concentración tan intensa de agentes secretos extranjeros y españoles, según han confirmado a este diario fuentes de la Comunidad de Inteligencia española. La capital catalana se ha convertido en un gran centro de operaciones de los servicios de inteligencia de todos los países que sufren y generan terrorismo yihadista y cuentan con representación diplomática en España. El operativo va más allá de Barcelona y alcanza a localidades con alta densidad de población musulmana.

La causa de que Barcelona se haya convertido en un nido de espías tiene su origen en la constatación de que Catalunya está considerada como un foco de primera magnitud del yihadismo asentado en Europa. Así lo advirtió ya La Vanguardia el 9 de mayo del 2007 al informar que Catalunya era una gran base de extremistas islámicos. La noticia, que incomodó a las autoridades autonómicas del momento, las cuales trataron de negarla, fue confirmada rápidamente con varias redadas, por memorándum secretos desvelados después por Wikileaks y por fuentes de los servicios de inteligencia española.

Entre los motivos para considerar Catalunya como "el foco de radicales islamistas más peligroso del Mediterráneo", los servicios secretos de EE.UU. apuntan a la alta inmigración legal e ilegal desde el norte de África –Marruecos, Túnez y Argelia– así como de Pakistán y Bangladesh, lo que a su entender supone un "imán para reclutar terroristas". La preocupación de las autoridades incluso ha provocado encuentros de expertos y miembros de diferentes servicios de inteligencia acreditados en España, como el celebrado hace unas semanas en Madrid. Una reunión sólo para hablar de Catalunya como "nuevo epicentro del yihadismo".

Como consecuencia de la magnitud del fenómeno, se ha constatado la llegada a Barcelona de un flujo constante de agentes secretos de distintos países con la misión de vigilar e infiltrarse entre las comunidades musulmanas donde se sospecha que pudieran ocultarse extremistas, tanto los establecidos en el país como los que estarían de paso bajo el amparo y protección de residentes.

El récord de agentes que trabajan en Catalunya de incógnito se lo llevan los servicios de seguridad e inteligencia españoles, que bajo ninguna circunstancia pueden revelar el número de mujeres y hombres que componen sus operativos ni, por descontado, el modo en que actúan. En concreto, se trata del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), cuya dotación se ha multiplicado al menos por 10 en muy poco tiempo, y de las brigadas de Información del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), de la Guardia Civil y de los Mossos d'Esquadra. Cuando se considera necesario, Policía y Guardia Civil refuerzan sus plantillas catalanas con nuevos agentes enviados desde Madrid.

El encargado de la coordinación de las misiones y evitar interferencias entre el trabajo de los agentes es el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista, el CNCA, que debe evitar duplicidades entre los distintos servicios. Sin embargo, lo cierto, aunque oficialmente no se admita e incluso se niegue, es que cada centro de Información lleva sus propias investigaciones y tiene sus infiltrados y confidentes que trata por su cuenta. Así las cosas, los roces y piques son inevitables. De hecho no es infrecuente que la Brigada de Información del CNP tenga sus más y sus menos con el CNI al encontrarse ambos vigilando sin saberlo a las mismas personas, entre ellas alguna a riesgo de la investigación. Incluso se han vivido situaciones extremas en las que unos y otros han llegado a fotografiarse entre sí creyendo que estaban ante terroristas o han llegado a colocar minicámaras de vídeo camufladas en el mismo lugar para vigilar el idéntico portal. Por fortuna estos casos son la excepción.

En cambio este problema apenas se ha dado con la Guardia Civil que sintoniza mejor con el CNI, "debido al carácter militar del Cuerpo Armado", aseguran a La Vanguardia. En cuanto a los Mossos, que igualmente han realizado servicios de información de primer orden internacional –por ejemplo relativos a extremistas pakistaníes–, no hay constancia de fallos de coordinación con los otros cuerpos.

En este insólito palmarés catalán de agentes secretos destinados a perseguir el terrorismo de raíz islamista, siguen la estadounidense Central Intelligence Agency (CIA), el Mossad (Israel), la policía secreta marroquí, los servicios secretos militares argelinos, y en parecida medida los servicios investigación de Pakistán, India, Iraq, Irán, Túnez o Libia (estos días en precario). Todos ellos han aumentado su presencia en tierras catalanas. También tienen sus agentes Jordania, Siria, Arabia Saudí o Líbano y, por supuesto, todos los países miembros de la Unión Europea. Pero, aún así, la CIA y el Mossad se llevan la palma del reciente incremento de agentes extranjeros en la capital catalana y otras localidades con una alta presencia de población de origen islámico.

En este peculiar abanico de agentes secretos rondando por Catalunya no se contabilizan los habituales enlaces policiales o los agentes camuflados dedicados habitualmente a la persecución del crimen organizado. En esas tareas habría que sumar a todos los países del Este europeo, varios asiáticos y gran parte de América Latina.

El trabajo de los agentes está protegido por la ley de Secretos Oficiales pero se puede constatar que los "espías" que trabajan en Catalunya son los adscritos a las embajadas y consulados que operan en España y por lo tanto cuentan con el plácet del Gobierno o, para ser más exactos, del CNI, que conoce sobradamente su existencia y está obligado a conocer sus movimientos.

La misión admitida oficialmente para los agentes extranjeros de origen árabe o musulmán es la vigilancia, camuflada, de sus propias comunidades, con el fin de detectar posibles salafistas entre sus compatriotas. Por su parte, los agentes occidentales, que también operan camuflados, básicamente tratan de detectar, descubrir y controlar las posibles conexiones entre células extremistas radicadas en Catalunya con supuestos extremistas localizados en sus respectivos países.

Es tarea del CNI enlazar las agencias extranjeras que operan en España, obtener información, detectar terroristas y en su caso ponerlos en manos de la Justicia a través de algún cuerpo policial, ya que el CNI carece de competencias para realizar arrestos. Al CNI le corresponde además la seguridad exterior. En otras palabras, la reciprocidad: tiene agentes trabajando en el extranjero al mismo tiempo que se encarga del contraespionaje o, lo que es lo mismo, de que los agentes de los que estamos hablando se limiten a la misión para la que han recibido autorización española. Cualquier violación del acuerdo supondría la expulsión inmediata del agente, hecho que se suele producir sin ruido y con absoluta discreción para no alterar los equilibrios de las relaciones diplomáticas. Es un juego en el que todos aceptan las reglas.

Pero el asunto no acaba ahí. Ni mucho menos. Además de los agentes oficialmente reconocidos, hay otros que han entrado en España, en Barcelona. sin seguir el procedimiento reglamentario y que se instalan en empresas u otras tapaderas para camuflarse. También estos son expulsados sin ruido en el momento que son descubiertos por el CNI.

Pero dado que este tipo de agentes secretos no tiene como objetivo espiar a España, sino a sus propias comunidades o a las enemigas de su país, a veces los detectan y los toleran siempre y cuando el CNI decida que su presencia no es negativa para la seguridad del Estado y acaben prestando alguna colaboración de interés nacional. Otra vez el mismo juego y sus reglas no escritas.

La gran paradoja es que tanto los extremistas como los servicios que les buscan o vigilan han montado en Barcelona empresas o locales tapadera del mismo estilo. Abundan y van por barrios. Por lo que respecta a los servicios de inteligencia hay datos muy fiables que señalan la existencia de negocios aparentemente regentados por ciudadanos de una nacionalidad que en realidad son de otra y que en verdad son agentes encubiertos de un tercer país. Las fuentes consultadas señalan al CNI, el Mossad y la CIA como aventajados en este modelo de camuflaje que se estaría reproduciendo ahora mismo en Barcelona y otras localidades catalanas. Pero el asunto es tan delicado que nadie habla claramente ni se extiende en el tema.
Se rozan los límites de las leyes referentes a los secretos de Estado o mencionan la "razón de Estado" para callar y no explicar.

Eduardo Martín de Pozuelo
La Vanguardia.com

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