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19.10.09

Confesiones de Najwa Ghanem sobre Osama Bin Laden

Najwa Ghanem, la primera esposa de Bin Laden, también llevó burka. Tuvieron 10 hijos.| Reuters

MI MARIDO, OSAMA BIN LADEN



A sus hijos solía cantarles las virtudes del atentado suicida.
«Escuchad, hijos míos», les decía, «hay una lista en la pared para los buenos musulmanes, para los que se ofrecen como terroristas suicidas».
Uno de sus hijos pequeños firmó. Cuando Omar, el hermano mayor se enfadó, el padre le bajó los humos: «No ocupáis en mi corazón más espacio que ningún otro niño del país» - DE LIBRO «GROWING UP BIN LADEN»,  de próxima publicación

Najwa Ghanem, primera esposa de Osama Bin Laden, ha consentido hablar con una periodista, Jean Sasson, quien fuera corresponsal en Oriente Próximo durante 12 años. El resultado de sus conversaciones es Growing up Bin Laden -algo así como «Llegando a ser Bin Laden»-, que se publica el próximo día 27 en EEUU.

A la luz de su confesión, aderezada por su hijo, Omar, también disidente, contemplamos a un Osama zumbado, hijo de una mujer maltratada y de un hombre frío como vientre de culebra, bien conectado con la familia real saudí y muerto en accidente de avioneta a los 66 años, cuando Osama tenía 10.

Prisionero en un gueto psíquico, el piadoso Osama culpaba a la madre del vacío; la hacía responsable de su orfandad. Según su hijo Omar, Al Qaeda nació en 1991, el día en que Osama contempló a una mujer estadounidense, soldado, en la tierra del profeta, con el M16 en bandolera... «¡Una mujer defendiendo a los árabes!», dijo, y juró vengar la tierra ultrajada.

Diez años más tarde de aquella epifanía machista, Omar y su madre habían huido de Afganistán. Él en 2000, luego de convivir con Al Zawahiri -número 2 de Al Qaeda- y concluir que no quería seguir el destino paterno. Ella, dos días antes del 11-S, con el consentimiento de Osama pero sin el divorcio. Atrás quedaron algunos de sus hermanos/hijos, como Saad, responsable, entre otras masacres, del asesinato de 19 personas en una sinagoga de Túnez.

El 11 de septiembre encontró a Omar clavado frente a la pantalla: «¡Mira lo que ha hecho tu padre!», exclamó su tío, «¡Acaba de destruirte! ¡Nos ha destruido a todos!».

Del relato de Najwa y Omar surge la canción del psicópata, la educación sentimental de un serial killer atrapado por vez primera en la intimidad. Quien dirigiera los atentados del Word Trade Center ordenó, años antes, que liquidaran un pequeño mono que era la mascota de sus hijos. Interpelado al respecto aclaró: «No era un mono, sino un judío transformado en mono por la mano de Dios». En otra ocasión, gaseó a una camada de cachorros de perro, propiedad, de nuevo, de sus hijos. Quería estudiar cómo agonizaban.

Osama no dudó en arrastrar a su familia por la pendiente de la locura: hacia el exilio sudanés, donde obligaba a sus hijos a dormir en agujeros cavados a mano en el desierto; más tarde, en las cuevas afganas, sin luz o agua corriente. Preguntado por Omar acerca de la Guerra Santa, por la yihad mitológica que amontonaba calaveras, cuestionado acerca de cuándo terminarían los asesinatos, respondió: «¿Le preguntarías a un musulmán cuando dejará de rezar? ¡Lucharé hasta mi último día! ¡Pelearé hasta mi último suspiro! ¡Nunca detendré mi guerra por la justicia! ¡Nunca pararé esta yihad!».

LAS SERPIENTES

«No siempre fui su mujer», exclama Najwa, consciente de que le dio 10 hijos al monstruo. «Una vez fui una niña con sueños infantiles». Vivía en la ciudad siria de Latakia, en una tierra de olivos, asaeteada por el sol. Entre sus primeros recuerdos está la tarde en que uno de sus hermanos la martirizó con una serpiente de plástico. Najwa tenía fobia y sus gritos alertaron al padre. Su hermano, acreedor de una paliza, no se disculpó: «Najwa es una cobarde. Intentaba hacerla valiente». «Si hubiéramos sido capaces de contemplar el futuro», añade ella en el libro, «cuando las serpientes se convirtieron en visitantes rutinarios de nuestro hogar en las montañas de Afganistán, quizá le hubiera dado las gracias a mi hermano».

Respecto al porqué de la obsesión con América, Omar recuerda estas palabras de su padre: «América e Israel son una bicicleta de dos ruedas. La rueda de madera representa a América, la de acero a Israel. Israel es el más poderoso de los dos. ¿Ataca un general la línea más fuerte durante la batalla? No, se concentra en el sector más débil».

En una ocasión, siendo niño, Osama Bin Laden y unos amigos treparon a un árbol, a robar manzanas. Fueron sorprendidos por los propietarios y recibieron una paliza. Salvaron el cuello gracias a Osama, que se encaró con sus verdugos, les afeó su conducta, les dijo que eran de fuera, que así no se trataba a un forastero. Logró el perdón. Ese raro carisma, dirá Najwa, la convenció para que en 1974, con 15 años, aceptara ser su esposa, contrariando a su madre, que no encontraba fiable al primo saudí de 17.

Entre las confesiones de Najwa figura una extraordinaria: la constatación de que Bin Laden pisó suelo americano. Sucedió a finales de los 70. Osama había acudido a Los Angeles, a entrevistarse con su profesor y mentor Abdullah Azzam, que entonces predicaba la yihad en California. Esperando el vuelo de regreso un hombre la contemplaba flipado. Quizá no era tan frecuente encontrarse a mujeres tapadas en un aeropuerto americano, embalsamadas como momias bajo los velos negros: «Aquel tipo me miraba con la mandíbula abierta de par en par, parecía que los ojos se le iban a salir (...) Me pregunté que estaría pensando mi marido. Lo miré de reojo y comprobé que estaba estudiando al hombre intensamente». ¿Y cómo fue el contacto con el país más corrupto, con la bestia de alma putrefacta que permite todas las blasfemias? «Mi marido y yo no odiamos América, pero tampoco nos enamoró».

En 1992, el año en que se considera que Al Qaeda cometió su primer atentado (un hotel de Aden, dos muertos), la familia Bin Laden fue obligada a exiliarse a Sudán. Pagaban el enfrentamiento del patriarca con los reyes saudíes, su colaboración con el terrorismo bosnio. En Jartúm, Bin Laden desarrolló sus dos caras, la del fulano que amaba la BBC y cultivar su jardín, y la del pirado que vivía su sueño medieval, con el kalashnikov a cuestas, abanicado por delirios homicidas.

CONSEJERO DE FANÁTICOS

Cuenta Najwa que, durante esos días, radicales de todo pelaje, asesinos con toga, hipnotizadores de adolescentes y adiestradores de suicidas «venían a pedirle consejo, a respirar su mismo aire». Los subyugaba el suntuoso y magnético discurso, sus formas decididas. Para ilustrar su personalidad, Najwa relata que Osama, tuerto del ojo derecho desde la adolescencia, se ha entrenado para ser zurdo. Así ocultaba su discapacidad en un mundo ultramontano.

En 1996 Sudán aceptó expulsarlos. Viajaron a Afganistán. No es cierto que los protegiera el mulá Omar. De hecho, cuenta Najwa, los dos hombres tardaron varios años en hablarse, y las relaciones siempre fueron tensas. El jefe talibán, el cuatrero que huyó en motocicleta, temía que las potencias occidentales se hartaran de los malabarismos mortales de Osama.

Montaron su campamento en las montañas de Tora Bora. La cocina de Najwa era una bombona de gas portátil. Dormían en el suelo. Osama arengaba a sus hijos. Quería que fueran terroristas. Cantaba las virtudes del atentado suicida, los dorados corredores donde aguardan las huríes para los campeones del TNT. «Escuchad, hijos míos», solía decirles, «hay una lista en la pared. Esta lista es para los buenos musulmanes, para los que se ofrecen voluntarios como terroristas suicidas».

Repetía aquel mantra como un disco quebrado. Uno de sus hijos pequeños firmó. Osama sonrió. Cuando Omar, el hermano mayor, se enfadó, su padre le bajó los humos, le explicó que ellos, sus hijos, no ocupaban en su corazón «más espacio que ningún otro niño y hombre del país».

Najwa no condena a su marido, al que no ha visto o con el que no ha hablado, jura, desde que dejó Afganistán en 2001.

Como explican los valedores del libro, desde el 11-S cientos de periodistas han intentado, sin éxito, desentrañar las claves personales de Bin Laden. Gracias a los adelantos que hemos podido leer descubrimos, en parte, el relato íntimo, engordado con paranoia, versículos y plomo, del hombre más buscado, narciso enamorado de su alucinación y genocida al que Najwa recuerda, ella con siete años, el con ocho. «Mucho mayor que yo, quizá porque era tan serio, tan responsable. Era un misterio para sus primos, si bien nos gustaba a todos, tan tranquilo y elegante en sus formas (...) orgulloso pero no arrogante. Delicado pero no débil. Valiente, no severo. Ciertamente distinto a sus ruidosos hermanos».

LAS MASCOTAS.- En 1999, Bin Laden ordenó que liquidaran un pequeño mono, mascota de sus hijos. «No era un mono, sino un judío transformado en mono por la mano de Dios», dijo. En otra ocasión gaseó una camada de cachorros de perro, también de sus hijos. Quería ver cómo agonizaban.

VISITA A EEUU.- Osama pisó suelo americano, acompañado de su esposa Najwa, a finales de los 70, cuando acudió a Los Angeles a entrevistarse con su profesor y mentor Abdullah Azzam, que entonces predicaba la yihad en California. «Mi marido y yo no odiamos América, pero tampoco nos enamoró», dice Najwa.

EL DÍA QUE NACIÓ AL QAEDA.- Según su hijo Omar, Al Qaeda nació en 1991, el día en que Osama contempló a una mujer estadounidense, soldado, en la tierra del profeta, con el M16 en la bandolera... «¡Una mujer defendiendo a los árabes!», dijo, y juró vengar la tierra ultrajada.

JULIO VALDEÓN
Suplementos El Mundo.es

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5 comentarios :

  1. Te felicito, impresionante recopilación.
    Un saludo

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  2. Tb tienes mis felicitaciones.Me interesan mucho estos datos, relativos a la persona mas buscada del planeta.Sin lugar a dudas, Omar es el mas inteligente, apartándose del mal camino,y encima casándose con una británica ( no se si siguen juentos pues recibían muchas amenazas...).Como dato curioso:creo que Osama estuvo una vez en ibiza,( me pareció ver una foto que sale vestido a lo occidental y con la barba recortada),pero,tranquilos que este ya no vuelve mas.
    Saludos.

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  3. Perdón, en Ibiza no, en Marbella, donde van los jeques forrados de petrodolares.

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  4. Si esta mujer no condena a su marido... por que se marchó entonces de Afganistan? Quien la mantiene desde entonces? Cualidad de refugiada digo yo que no podrá tener puesto que sólo se encarga de narrar y no condenar las barbaridades del Osama.

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  5. impresionante articulo

    es bueno conocer la vida de la gente pues a si se puede hacer una idea de lo que que piensan y sus motivaciones y en el caso de este sujeto es el de un serial killer de peli cutre de fin de semana de antena 3,
    y si no se hizo asesino fue porque en su religuion esta biecomo en visto lo de matar

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