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9.1.05

Los Musulmanes profanan Iglesias Cristianas



Comportamiento de Inmigrantes en las iglesias

El canal 3-24 acaba de informar sobre el comportamiento de los inmigrantes en la manifestación de Barcelona.
Los grupos de personas que se encontraban bailaban sardanas en la plaza de la catedral, como es habitual, se sintieron asaltados al irrumpir la manifestación violentamente, pisoteando los utensilios de los músicos así como pisando los bolsos y arremetiendo contra las personas, según cuenta el atropello fue incesante al mismo tiempo que gritaban racistas a los ciudadanos que protestaban por este comportamiento.

Acto seguido entraron en la catedral donde se estaba celebrando la liturgia profiriendo gritos descalzándose, saltando y tirando los bancos, la gente espantada comenzó a salir, al mismo tiempo que observaban como se meaban en las paredes de la catedral y arremetían con todo lo que encontraban a su paso.

El Cardebal Arzobispo, titular del Templo y de la Diocesis declaró públicamente, y a las autoridades, que no consentía que pernoctaran en el mismo.

El desalojo

Mil inmigrantes, no se sabe muy bien cómo, se introdujeron en la Catedral para pedir que legalizaran su presencia en España.

Los inmigrantes se encerraron el sábado a última hora de la tarde y hasta las tres de la madrugada, cuando fueron desalojados por la policía a petición del arzobispado, en la catedral para intentar encontrar una solución a su situación.
Si los ciudadanos extracomunitarios que ocuparon la catedral de Barcelona fuesen representativos de la inmigración que vive y trabaja en Catalunya, resultaría que aquí no hay chinos, ni latinoamericanos, ni subsaharianos, ni personas de los países del Este, ni mujeres.

La práctica totalidad de quienes pusieron la catedral patas arriba, orinaron en el claustro y en las paredes del templo y opusieron resistencia a la policía eran magrebíes y pakistaníes.
Musulmanes todos ellos, que obedecían fielmente a sus jefes, y que se dedicaron a fumar, a dormir, a proferir alaridos y a orar en dirección a La Meca.
Entre la masa airada, sólo había una joven europea, casada con un asiático y con un crío. Las demás mujeres o eran periodistas o voluntarias de Caritas que intentaban que la catedral no quedase más llena de desperdicios.
También acudieron unas chicas uniformadas de antisistema que nos trajeron una cazuela de pollo asado. Su menú de resistencia quedó tirado en la puerta trasera de la catedral. E igual pasó con unos colchones solidarios que nos ofrecieron, que de sucios que estaban parecían andar solos y nadie reposó en ellos.

Cuando los representantes de Cáritas transmitieron a los ocupantes el ultimátum previo al desalojo, el cronista infiltrado entre la algarabía intuyó que hasta la paciencia cristiana tiene un límite, y que el cardenal Carles no iba a poner la otra mejilla ante semejante atentado a la fe, al sentimiento y a la inteligencia de sus fieles.
Y cuando salimos a dar un rodeo y vimos que la policía acordonaba el Barri Gòtic, tomaba posiciones y dejaba una única salida para evitar tácticas de guerrilla urbana, comprendimos que la suerte estaba echada y que saldríamos por las buenas o por las malas mucho antes de lo previsto.

A las 4.00 horas, la policía llamó a la puerta y desertó el colectivo de los magrebíes cual alma que lleva el diablo. Después, se hizo otra votación, que ganaron los pakistaníes partidarios de salir de mala manera. A las 4.15 horas entró la primera unidad policial y a las 5.00 horas la catedral quedaba vacía y lista para que empleados y voluntarios del obispado pudiesen adecentarla.

En esa media hora, sin embargo, a punto estuvo de rozarse la tragedia mientras una traductora pedía paz en vano y un miembro de un colectivo de supuesta ayuda a los inmigrantes insultaba a los agentes y les recordaba que Dios los vigilaba.
Los antidisturbios no usaron las porras y sólo se sirvieron de brazos y escudos para acompañar o arrastrar hasta la calle a los más fanáticos. Otros agentes ponían en pie los bancos y reclinatorios que tumbaban los ocupantes.
Pero con tantas cargas policiales como hemos visto sobre estudiantes, trabajadores, payeses, “hooligans” e independentistas catalanes, por ejemplo, nunca habíamos asistido a un desalojo tan fino y delicado.

A pesar de provocaciones, insultos, barricadas humanas en el altar mayor y en las escaleras que van a la cripta de Santa Eulàlia, y otras trampas, los agentes no cayeron en la tentación y no abusaron de la fuerza. Lo prueba que no hubo que lamentar ni un parte médico de lesiones leves. Mientras los desalojados organizaban una manifestación hasta la plaza Catalunya, personal de Papeles para Todos y otros grupúsculos alternativos se sumaron al cortejo y siguieron azuzando a la policía en vano.

Constituidos en asamblea típica de zoco en Rabat o Islamabad, se les sumaron después los encerrados en la iglesia del Pi y se disolvieron todos tras amenazar con nuevas acciones.

Horas más tarde, el delegado del Gobierno pedía a la opinión pública que se pregunte quién manipula a esos inmigrantes. Pero la respuesta no está en el Fòrum de les Cultures. Para hacerse una idea, hay que soportar una noche de soflamas y orines en el interior de una catedral ocupada por magrebíes y pakistaníes que no contaron ni con el apoyo de los sindicatos, ni con la presencia de chinos, latinoamericanos, filipinos, subsaharianos, mujeres y otros inmigrantes ajenos a su causa.

LA VANGUARDI - 07/06/2004
JOAQUIM ROGLAN

L D (EFE)
El citado portavoz ha subrayado este lunes que los responsables de la catedral "no quieren echar más leña al fuego" y se ha limitado a reconocer que algunos elementos del mobiliario fueron rotos durante la noche, "pero no vamos a pasar la factura a nadie".

A pesar de que en la catedral sólo hay un lavabo, los responsables de la iglesia entienden que el lugar "es de culto y se debería ir con mucho cuidado al hacer algunas cosas que son muy desagradables". Este portavoz resalta que "daría mi vida por esta gente, porque están en una situación complicada, pero si uno quiere a Barcelona y su patrimonio debería ir con cuidado".

Asimismo, ha alertado de que si vuelve a producir otro encierro parecido en el futuro "puede acabar en desastre". El arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, ya opinó este domingo que los inmigrantes encerrados no respetaron "el carácter religioso" del templo por interrumpir una misa, y lamentó las "manipulaciones interesadas" de que, a su juicio, fueron víctimas los "sin papeles".

¿Y si se hubieran encerrado en una mezquita?
¿Qué hubiera ocurrido si inmigrantes ilegales peruanos, ecuatorianos o polacos, por ejemplo, se hubieran encerrado en unas mezquitas para exigir “papeles para todos”?
¿Qué hubiera ocurrido si en esos encerrados los católicos se hubieran puesto a celebrar la Eucaristía?
¿Y qué hubiera pasado si los cristianos hubiéramos tenido la osadía de traspasar las puertas de una mezquita, ese sagrado recinto musulmán prohibido para el resto de los mortales?
Pues bien, la caradura de los musulmanes les ha llevado a profanar la Catedral de Barcelona, donde varios bancos y lámparas fueron destruidos llegando incluso mearse al lado del altar.

Reciprocidad
¡¡¡Que ironías de la vida, los que claman respeto y se ofenden por poner en boca a su profeta, son los mismos que no dudan a la hora de profanar, insultar y pisotear los recintos Sagrados de los Cristianos!!!


1 comentario :

  1. Anónimo6/3/06

    Eres un llorón, no sabes que ya no existe la cristiandad original ni nada parecido...llora y llora nomás que nada más te queda.

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