La alianza de civilizaciones - Elementos para una crítica.
La propuesta de crear una “Alianza de Civilizaciones” para luchar contra el terrorismo fue lanzada por Zapatero el pasado septiembre durante su intervención ante la asamblea general de la ONU. Desde entonces no se ha sabido mucho sobre el desarrollo de dicha iniciativa, pero es una realidad que el gobierno socialista la está impulsando con todas sus fuerzas en el ámbito de sus contactos internacionales.
En este papel intentaré explicar el desarrollo, contenido y alcance de la idea del actual presidente español, así como aportar elementos para su crítica.
1.- ¿Qué es la cacareada Alianza de Civilizaciones?
La respuesta más sencilla es que se trata de una idea planteada en términos vagos, que ha ido tomando forma a medida que se exponía a otros.
Fue el senador por Montana Mike Mansfield quien dijo “yo no sé definir exactamente la pornografía, pero les aseguro qué sé perfectamente reconocerla”. Pues bien, algo parecido ocurre con el concepto avanzado por Rodríguez Zapatero de “Alianza de civilizaciones”: pocos son capaces de darle un contenido exacto, pero todos nos hacemos una idea. De hecho, el gobierno actual no ha realizado ninguna elaboración detallada de su propuesta. Al menos públicamente y para el consumo del pueblo español.
La idea de una “Alianza de civilizaciones” surge con motivo del discurso del actual presidente de gobierno ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el pasado 21 de septiembre de 2004. Hacia finales de un texto plagado de generalidades, Zapatero dijo lo siguiente:
…como representante de un país creado y enriquecido por culturas diversas, quiero proponer ante esa asamblea una Alianza de Civilizaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán. Cayó un muro. Debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión levanten otro. España somete al Secretario General, cuya labor al frente de la Organización apoya con firmeza, la posibilidad de constituir un Grupo de Alto Nivel para llevar a cabo esta iniciativa.
Preguntado sobre el propósito de una alianza de tal naturaleza, Zapatero respondió: “Tiene como objetivo fundamental profundizar en la relación política, cultural, educativa, entre lo que representa el llamado mundo occidental y el ámbito de países árabes y musulmanes”.
En realidad, del objetivo último del gobierno español no saldría de la reunión de la ONU, donde meramente se limitó a avanzar una vaga propuesta, sino tres meses más tarde, con motivo del final de las comparecencias ante la comisión que investigaba el 11-M. De acuerdo con el diario el País, el ejecutivo socialista tenía preparada una propuesta para renovar en pacto antiterrorista, ampliándolo también al terrorismo islamista. Según ese diario, las llamadas “bases del Gobierno para una Alianza democrática” consistirían en siete principios, de los que a nosotros, aquí y ahora, sólo nos interesan dos:
· Desvincular el Islam del terrorismo de Al Qaeda;
· Cooperación internacional. Todos los partidos se deben comprometer a trabajar conjuntamente para desarrollar iniciativas de cooperación en el marco de la Unión Europea y de Naciones Unidas para hacer frente a los desafíos que plantea el terrorismo internacional. Entre las medidas de esa cooperación se incluyen intercambios económicos y culturales equitativos entre las sociedades occidentales y el mundo islámico, y a fomentar el diálogo intercultural y entre religiones, tanto dentro como fuera de las fronteras estatales.[1]
O sea, que el objetivo último es la lucha contra el terrorismo y esa lucha se entiende que debe realizarse, esencialmente, a través del diálogo y la mejora del conocimiento mutuo.
2.- ¿Qué está promoviendo el actual gobierno y quién le apoya?
Más allá de estos enunciados generales, en realidad no se sabe. Pero lo que sí es seguro es el empeño del ejecutivo socialista por impulsar esta propuesta. Así, el ministro de asuntos exteriores instruyó mediante telegrama a todas las embajadas españolas sobre la necesidad de recabar el máximo apoyo posible para la propuesta de Zapatero.
Consecuentemente, aprovechando la cumbre iberoamericana de San José de Costa Rica, el pasado 19 y 20 de noviembre, el gobierno español coló gracias a la complicidad de la delegación argentina, una declaración adicional sobre el tema, en la que literalmente se dice:
A propuesta de la delegación argentina, la XIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno exhorta al Secretario General de las Naciones Unidas para que, en uso de sus facultades, establezca un grupo de alto nivel en esa Organización sobre la propuesta del Presidente español efectuada en la ultima sesión de la Semana Ministerial de la Asamblea General de las Naciones Unidas relativa a la “Alianza de Civilizaciones”, como una herramienta idónea en su doble dimensión cultural y política de acercamiento de las naciones.
Esta declaración adicional se ha interpretado por el gobierno español como una adhesión a la idea por parte de la comunidad de países iberoamericanos.
En segundo lugar, el gobierno ha empujado también su idea con motivo de la reunión de la Liga Árabe, mantenida en El Cairo a comienzos del pasado mes de diciembre. Según Moratinos, el secretario general de la Liga, Amor Moussa, se mostró deseoso de dar el máximo apoyo a la propuesta de Zapatero ante las Naciones Unidas.
En Europa, y también al alimón de cumbres bilaterales, se cuenta en principio con el apoyo de Polonia y Portugal, aunque sólo conste públicamente el fervor de Bulgaria por la idea.
Durante la reunión del diálogo mediterráneo 5+5 que tuvo lugar en Orán, Argelia, el pasado 23 de noviembre también se discutió del diálogo entre las culturas, aunque no consta apoyo explicito a la propuesta de Zapatero.
En cualquier caso, con estos contactos y complicidades, el presidente del gobierno escribió al secretario general de la ONU, Kofi Annan, a finales de noviembre, para informarle de los avances y de los partidarios de su iniciativa, instándole a que recogiera su propuesta de crear un grupo de alto nivel que estudiara el asunto.
La respuesta de Annan llegó días más tarde, en diciembre, siendo positiva y favorable. Quedaba así constituido el grupo de alto nivel, de momento con tres miembros, el jefe de gabinete de Annan, el embajador español ante la ONU, Juan Antonio Yánez, y Máximo Cajal como experto. No sólo esta composición pone de relieve las limitaciones actuales de la propuesta, sino que la dimisión forzada del hombre de confianza de Annan, el paquistaní Iqbal Riza, y su reemplazo por Mark Malloch Brown, quien ha tomado posesión apenas hace 10 días, habrá complicado aún más los trabajos de ese grupo.
Es verdad que el número de países que formalmente están de acuerdo con la propuesta de Zapatero no ha dejado de crecer, pero eso no puede ignorar el hecho que, de momento, los logros del gobierno español se reducen a dos grandes grupos: latinoamericanos y musulmanes. Está por ver el impacto en Europa y el mundo occidental, donde, como era de esperar, los Estados Unidos, han expresado ya su rechazo.
3.- Por qué no hay que apoyar la Alianza de Civilizaciones
El contagio aparente a favor de la propuesta de Zapatero ha llevado a algunos a pensar que el Partido Popular no debe quedarse al margen de esta iniciativa y que debería apoyarla sin reservas para hacerse un hueco en la misma. Dejando al margen la inocencia de tal planteamiento que desconoce el ansia de ZP por lograr una foto en Madrid de reconocimiento universal y que, por lo tanto, no puede incluir a la oposición, apoyar el concepto de Alianza de Civilizaciones sería un gravísimo error ya que supone renegar de la visión, actitud y políticas que se han sostenido en la etapa de gobierno por el PP en la lucha contra el terrorismo.
La iniciativa de ZP se explica en parte por su necesidad de reconocimiento internacional, pero, sobre todo, porque subraya su concepción de que para luchar contra el terror recurrir al uso de la fuerza es un grave error, que lo importante es comprender las causas del terrorismo y atajarlas a través del diálogo y la promoción de la cultura.
Por lo tanto:
1) Se trata de una iniciativa para mayor gloria de zapatero y su gobierno, no de España y mucho menos de todos los españoles, incluida la oposición. Ya por esto, y aunque fuera pura táctica política, el concepto debería ser aborrecido.
2) Se trata de una iniciativa que busca condenar la política de los anteriores gobiernos en materia antiterrorista, con especial énfasis en las intervenciones exteriores como Irak. Más que suficiente para rechazar de plano el planteamiento del gobierno socialista.
Pero hay más y de mayor calado:
3) Se cuenta con una experiencia previa que ha sido todo un sonado fracaso. No suele decirse, pero la propuesta de ZP es un puro plagio de la que lanzó Jatami en 1998, ante el mismo foro, el 21 de septiembre de 1998. Sólo que en lugar de alianza Jatami empleó Diálogo de civilizaciones.
(Ver en este mismo Blog "Alianza de Civilizaciones" con fecha 06-02-2005)
De hecho, la ONU declaró el año 2001 el año del diálogo de civilizaciones, promoviendo una declaración formal que se aprobó finalmente en noviembre de ese mismo año, dos meses después de los atentados del 11-S y que ya auguraba cuáles eran los límites de dicho diálogo.
4) La propuesta parte de un planteamiento equivocado y peligroso. La Alianza, al igual que el diálogo de Jatami, fija las civilizaciones, puesto que el diálogo busca el entendimiento del otro, no su cambio o transformación. Es, por tanto, un planteamiento absolutamente relativista: nuestros valores no tienen por qué ser universales y debemos respetar los del los otros, aunque sean nuestros enemigos. En la Alianza queda claro el planteamiento de Zapatero sobre el terrorismo islámico: no es el odio a los valores occidentales, es la incultura y la pobreza la causa del terror. Ayudando a superar estos factores, todo se podrá resolver. Por lo demás, el mismo concepto de Alianza de civilizaciones tiende a esconder el hecho constatable que el terrorismo internacional es mayoritariamente islámico y, muy especialmente, proveniente del mundo árabe. Parece querer situar el fenómeno terrorista más allá de las civilizaciones, como algo externo, cuando en realidad es todo lo contrario, un producto de la enseñanza fundamentalista del Islam militante.
Henry Kamen compartía estas preocupaciones en un reciente artículo donde se mostraba convencido de que la propuesta de Zapatero era o inútil en el mejor de los casos o una farsa en el peor de ellos, puesto que una Alianza requería compartir una serie de conceptos en común, algo que, evidentemente, no sucede entre los occidentales liberales y el mundo islámico. El decía irónicamente:
Se supone que la intención no es exportar los decadentes conceptos culturales occidentales, como democracia, derechos de la mujer, libertad de expresión, libertad religiosa o tolerancia sexual. Si zapatero no tiene intención de profundizar en estos temas ¿entonces intentará profundizar en conceptos como la dictadura, el control de la prensa y la negación de la libertad sexual? (...) Zapatero puede contestar que cuando dice profundizar, quiere decir no interferir, algo así como alcanzar una situación de mutua tolerancia...[2]
Es un planteamiento peligroso porque ya conocemos cuál es el resultado de décadas en las que se ha dejado las manos libres a los líderes religiosos musulmanes y en las que sólo han aprovechado para inculcar el odio y la cultura de la muerte. Mientras que la propuesta de ZP no desborde el marco meramente gubernamental y no promueva, por tanto, mayores contactos entre grupos sociales, estará aliándose en realidad con los verdugos, no con las víctimas de la opresión y la intolerancia.
5) Hay alternativas que producirán más seguridad y bienestar. Desde la invasión de Irak, el presidente americano no se ha cansado de repetir que es la falta de libertad la causa de los males que aquejan al mundo árabe y del terrorismo islamista. Y que, por tanto, la mejor forma de combatirlo es una estrategia a largo plazo de transformación profunda de esas sociedades, o civilización si se prefiere. El G-8 endosó su Iniciativa sobre el Amplio Oriente Medio y Norte de África.
Su discurso durante la ceremonia de inauguración de su segundo mandato, ha sido claro al respecto: la seguridad de todo el mundo depende de la libertad en esa parte del mundo. La tiranía se combate con la expansión de la democracia, no con el diálogo con los tiranos.
En conclusión, la propuesta de la Alianza de civilizaciones nos enfrenta a una serie de opciones sobre las que decidir:
a) es un ejercicio vacío y fútil, destinado a mejorar la imagen y densidad internacional de Zapatero; o
b) es un acto de ingenuidad o irresponsabilidad del que sacarán provecho los enemigos de la civilización occidental, reforzando sus valores y expandiendo su audiencia.
Sea lo que sea, no parece nada atractivo. Máxime si se cree que el cambio en el Oriente Medio es posible y empieza por las elecciones del próximo domingo en Irak.
Por Rafael L. Bardají
[1] El País: “El nuevo pacto antiterrorista propone mayor colaboración entre occidente y países islámicos”. 12 de diciembre de 2004.
[2] Kamen, Henry: “¿Qué alianza? ¿Qué civilizaciones?” en El Mundo, 10 de diciembre de 2004
Quién le iba a decir a Samuel P. Huntington que, doce años después de la publicación en la revista “Foreign Affairs” de su teoría del “choque de civilizaciones”, iba a surgir de la cantera leonesa un joven y dispuesto presidente del Gobierno con la intención de desposeerle del cetro mundial de las frases grandilocuentes pero carentes de todo sustento científico.
¡Pues sí, señor Huntington, échese a temblar, que su reinado tiene los días contados! Tal desafío se escenificó inesperadamente hace algunos días en Londres, cuando Tony Blair –haciendo las veces de Don King‑ alabó las excelencias de la “alianza de civilizaciones” de Rodríguez Zapatero durante la conferencia de prensa conjunta tras su entrevista en Downing Street, presentándola como el contrincante natural –es más, el antídoto‑ del famoso “choque de civilizaciones”.
Lo malo es que a este púgil, que dice ser el único capaz de erradicar el mal del terrorismo, nadie le conoce. Sólo sabemos que responde al nombre de “alianza de civilizaciones”, el cual se nos repite una y otra vez cual slogan publicitario (¿producto quizá de la agencia que ideó la marca ZP?). Y lo peor del caso es que los españoles, acostumbrados como estamos a votar sin ver los programas electorales, repetimos dicho slogan sin pararnos ni un segundo a pensar que con qué derecho nos están intentando vender un piso ‑ahora se llaman “soluciones habitacionales”‑ sin enseñarnos siquiera el plano.
Pero, ya puestos a pedir cuentas a nuestro Presidente, preguntémosle cómo es posible presentar un endémico peso pluma (su propuesta difícilmente llena un titular periodístico) ante todo un peso pesado (Huntington dedicó un libro entero a desarrollar su teoría).
Y, siendo todavía más quisquillosos, pidámosle que nos aclare de qué fuente ha bebido: ¿del “diálogo de civilizaciones” que el dirigente iraní Jatamí propuso ante la Asamblea General de la ONU hace unos años? ¿O bien del “diálogo interreligioso” que el Magisterio de la Iglesia lleva ya varias décadas propulsando?
Es más: ¿por qué no enfrentar la “alianza de civilizaciones” a los mismos sparrings con los que tuvo que lidiar Huntington, esto es, a las decenas de expertos que castigaron con sus críticas los puntos débiles de su teoría? Al igual que el americano, Rodríguez Zapatero habla indistintamente de “civilizaciones”, “culturas” y “religiones”, lo cual supone un error conceptual de libro.
Y, además, ¿a qué civilización se refiere? ¿A la islámica? En el Islam no existe una única cabeza visible, por lo que quizá sería más conveniente referirnos a países concretos. Pero, en este caso, ¿con cuáles nos “aliamos”? ¿Con Arabia Saudita, que impide el establecimiento de cualquier otra religión en su territorio, ignorando la reciprocidad debida en justicia? ¿Con Irak y Afganistán, que maltratan sistemáticamente los derechos de la mujer, y donde chiítas y sunitas se matan entre sí a diario? ¿Con Sudán, donde se lapida a las adúlteras en aplicación de la Sharía o Ley islámica? ¿Y con Pakistán? ¿Nos aliamos hoy mismo con él, o esperamos a que el presidente Musharraf cumpla su promesa de expulsar a los islamistas radicales de las madrasas, incluso de las que no controla el Gobierno que dirige?
Y, por cierto, ¿qué hacemos con el llamado “Islam europeo”? ¿En qué civilización lo englobamos? ¿En la europea de raíces cristianas, ignoradas en la maltrecha Constitución Europea? Contéstenos por favor.
Por otro lado, la propuesta de Rodríguez Zapatero contiene una contradicción interna que merece ser resaltada: pese a rebatir la teoría de Huntington, necesita que ésta exista –que se verifique empíricamente‑ para así justificar la conformación de una “alianza” salvadora. Es decir: en última instancia, da por bueno el “choque de civilizaciones”, creando así una campo de interacción e interdependencia mutua. Paradójico, ¿verdad?
Señor Presidente: al “choque de civilizaciones” ya le fallan las piernas, debido a la edad y al exceso de combates; pero a su “alianza de civilizaciones” le pesan los guantes. Tiene todo el verano para procurar que engorde y para que defina sus todavía flácidos músculos. Entrénela bien, porque hay mucho dinero (público) apostado de por medio, en forma de partida presupuestaria aprobada en Consejo de Ministros. El combate contra el terrorismo necesita rápidos KO’s., y no pírricas victorias a los puntos.
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13.2.05
Zapatero plagia la “Alianza de Civilizaciones”
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