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6.12.05

La Obsesión por Reconquistar Al-Ándalus


LA YIHAD EN ESPAÑA: LA OBSESIÓN POR RECONQUISTAR AL-ÁNDALUS

Autor: GUSTAVO DE ARÍSTEGUI

Editorial: LA ESFERA DE LOS LIBRO

Introducción

El radicalismo islámico no empezó el 11 de septiembre de 2001. El más grave problema es que no hemos reflexionado lo suficiente sobre la trascendencia histórica, social, económica y política que puede llegar a tener para nuestro país la profunda obsesión que sobre España padecen el islam ultraconservador y el islamismo radical.

El atentado de Casablanca supuso una seria sacudida y, sin embargo, la opinión pública siguió pensando que esas cosas siempre les pasan a otros. Existe una preocupante ignorancia en Europa en general y en España en particular sobre este brutal fenómeno que es el terrorismo yihadista. Después del más negro día de la reciente historia de nuestro país, han proliferado toda clase de estudios sobre el 11-M.

Algunos son muy buenos, otros son libros de circunstancia, encargos escritos a toda prisa, sin cuidado y, lo que es peor, sin conocimiento ni rigor. La inmensa mayoría se quedan en los aspectos operativos, sin duda muy importantes, pero centrados en el análisis de las consecuencias, no de las causas.

Algunos son extraordinariamente serios y meticulosos. Los trabajos de Miguel Platón, Casimiro García Abadillo o José María Irujo se cuentan sin duda entre los mejores. Conviene decir desde estas primeras líneas que la presente obra no trata sobre el 11-M: haré la mención mínimamente exigible, pero no voy a tratar de abrir nuevos ángulos sobre una investigación aún en marcha, sobre unos hechos de los que, no me cabe la menor duda, acabaremos conociendo en todos sus extremos.

Mi intención es tratar de escribir una guía que permita entender las razones que mueven al islamismo radical y al yihadismo a atacar a nuestro país. En mi último trabajo, el análisis era más general, y mucho de lo que allí dije puede ayudar a entender lo que le ocurre a España. Sin embargo, no es suficiente: España es un país emblemático para el islam, tanto moderado como conservador o ultraconservador, y supone una verdadera obsesión para el islamismo radical.

No es algo que deba ser tomado a la ligera. Quienes eligen mirar a otro lado, no hacer nada o creer que no hablar del tema, no enfrentarse a él, nos va a preservar de la furia del terror yihadista, están siendo, más que irresponsables, temerarios, y, lo que es peor, están jugando con nuestra libertad y seguridad.


El islamismo radical, como combustible de las mayores atrocidades conocidas, no es nuevo y desde luego no lo es para España: fuimos los primeros en sufrir el zarpazo de la intolerancia religioso-ideológica de los antecedentes del islamismo radical en la Edad Media. Los almorávides y los almohades son, de hecho, y como veremos en sus correspondientes capítulos, el embrión de los opresivos regímenes islamistas radicales que se han desarrollado en la historia de algunos países. Por ello un estudio sosegado de sus antecedentes e historia es materia obligada de este libro.

También conviene deshacer algunos mitos, como el de la 'perfecta convivencia' de las tres culturas, que fue más una coexistencia tolerada y muchas veces jalonada de feroces persecuciones por una y otra parte, antes que el idílico escenario que una parte de nuestra historiografía ha querido presentar. Es preciso ser valientes y tener sentido crítico con todas las épocas de nuestra historia, no sólo con las que menos nos gusten. No escatimaré críticas y prometo al lector no ser políticamente correcto en torno a nuestros mitos históricos.

Otro asunto de trascendental importancia es que no somos conscientes de lo que sobre España y el mito Al-Ándalus se enseña en colegios y madrazas de todo el mundo islámico, especialmente en el entorno árabe, donde se mira con cariño a la par que con profunda nostalgia ese glorioso pasado andalusí. Un pasado del que los que nos quedamos aquí también somos partícipes y propietarios, pequeño detalle que siempre se obvia en los más sesudos análisis que he podido leer.

En diciembre de 1984 tuve el primer toque de atención. Como ya he contado en infinidad de ocasiones, un venerable jerarca sunní de la gran Mezquita de los Omeyas de Damasco me confió, tras horas de grata conversación saboreando un dulcísimo té, que 'nos liberarían de la corrupción occidental'.Tenía veintiún años, y los escalofríos tras escucharle me duraron varios días. De hecho, creo que no se me han pasado aún.

El muftí en cuestión era un hombre de la plena confianza del régimen laico sirio, que acababa de reprimir implacablemente una revuelta en la ciudad de Hama. Sin embargo, los ejemplos no terminan ahí: en muchísimos colegios de la umma (la comunidad de creyentes) se emplean mapas en los que gran parte de la península Ibérica aparece pintada de verde, considerando que nuestro país -y también Portugal- sigue siendo Dar al-Islam (Tierra de Islam).

Hace bien poco leí un breve libro de la colección británica 'The No Nonsense Guides', en la que sus autores, Ziauddin Sardar y Merryl Wyn Davies afirmaban, no sin razón, que una de las principales causas de la expansión del islamismo radical ha sido el colonialismo. Ahora bien, el problema es que manejan un concepto absolutamente disparatado de lo que es colonialismo, cuyo comienzo sitúan en la Reconquista española.

Se trata de dos musulmanes moderados, uno de ellos es la productora de programas religiosos de la BBC. Que en un libro de este tipo se digan cosas así no es una cuestión menor, y me temo que no somos capaces aún de evaluar lo que afirmaciones similares representan, pero esto es lo que intentaré analizar en estas páginas. España y Portugal corresponden casi en su totalidad a lo que históricamente se considera Al-Ándalus, y por eso gozamos de buen nombre y de una imagen positiva que cae bien en casi todo el mundo islámico, sobre todo en los países árabes.

Sin embargo, en el caso de los musulmanes más radicales la reconquista de todos los territorios que alguna vez estuvieron bajo el dominio del islam constituye uno de los ejes ideológicos centrales. Al-Ándalus es el más emblemático y paradigmático de estos territorios perdidos. Una tendencia que no sólo sectores violentos favorecen, sino que incluso historiadores, analistas y periódicos 'moderados' han llegado a promover.

Es una cuestión de enorme complejidad, y me preocupa especialmente la falta de conciencia y el errado diagnóstico que algunas de las más señeras figuras del mundo académico y periodístico tienen sobre este inminente y grave riesgo, sin contar con la complacencia e irresponsable ignorancia de algunos políticos sobre el asunto.
No estudiar el fenómeno y sus raíces no va a evitar la tragedia. Sin embargo, ¿dónde está el límite entre el símbolo, el mito y el convertirse en objetivo? Ésta es una de las claves que vamos a tratar de desentrañar en este trabajo. No parece probable que los planes de total recuperación de Al-Ándalus sean mínimamente viables, pero su imposibilidad no evitará una cuota de sufrimiento, terror e incertidumbre. De hecho, es posible que lo peor no haya pasado.

Por otra parte, aunque hayamos empezado con un clamoroso retraso siempre es posible enderezar el rumbo. Resulta muy preocupante que los intereses cortoplacistas de algunos hayan confundido las causas de la aparición del terrorismo yihadista en nuestro país. No tuvo nada que ver con Iraq. Esta guerra constituyó una eficaz excusa para algunos, pero España lleva en el radar del yihadismo desde que existe tal movimiento, y no querer ver esta realidad, no es que sea una mezquindad, es una actitud peligrosa, obtusa y miope.

Debemos mantener la cabeza fría. Se están dando demasiados intentos de identificar islam con terrorismo, y demasiadas veces nos dicen que la religión y su civilización son el problema. El islamismo radical es la ideología que alimenta al terrorismo yihadista; su primera víctima es el islam y los musulmanes moderados. ¿Es inevitable la confrontación entre Occidente y el islam?
No. Sólo las actitudes de algunos pueden llegar a hacerla inevitable, actitudes como la ignorancia, la laxitud, la permisividad y la falta de firmeza frente al terror. Esto, así como las injustas y disparatadas generalizaciones, pueden incendiar el polvorín. Hay aproximadamente 1.350 millones de musulmanes en el mundo, ¿Se puede decir de verdad que todos son nuestros enemigos? ¿A qué estúpida y perversa mente se le podría ocurrir semejante dislate?

Sin embargo, no podemos ignorar que la situación ha empeorado dramáticamente en los últimos años. Hace veinte años eran entre un 5 y un 7 por ciento; hace diez entre el 15 y el 20 por ciento. En los últimos años el islamismo radical ha crecido de manera exponencial, tal como indican las cifras que maneja el estudio 'Cómo vencer a los yihadistas', coordinado por Richard Clarke.

En esta obra se indica que de 300 a 500 millones de musulmanes simpatizan con los yihadistas, lo que no significa que todos ellos sean terroristas. No obstante, sí hay decenas de miles de terroristas, tal es el dato que maneja Rohan Gunaratna en su excelente libro Inside Al-Qaeda, en el que revela que decenas de miles de muyahidin (mal llamados combatientes) pasaron por los centros de entrenamiento de la red, sin contar con las demás organizaciones terroristas que tienen sus propios campos.

Tampoco hay que omitir el terrible hecho de que seguramente haya cientos de miles de personas dispuestas a colaborar con los yihadistas de algún modo, ya sea por medio de contribuciones económicas, escondiendo o ayudando a terroristas, extendiendo su mensaje de odio y fanatismo o justificando la barbarie. Por otra parte, en los últimos años han sido las contribuciones privadas las que más han crecido en la financiación del yihadismo.

La vinculación del yihadismo al crimen común y organizado se encuentra en constante expansión, y España no es una excepción a esa terrorífica regla. El fraude a pequeña y gran escala, la falsificación de tarjetas de crédito, los asaltos y robos a mano armada, así como el tráfico de drogas y de seres humanos se cuentan entre las fuentes más importantes de ingresos de las organizaciones terroristas actuales. Éste es un tema al que vamos a dedicar especial atención en las páginas que siguen.

Por otra parte, desde los tiempos de la dictadura se vienen cometiendo graves e incomprensibles errores de evaluación sobre las verdaderas intenciones de algunas organizaciones. El ejemplo más claro es el de la Sociedad para el Retorno del islam a Al-Ándalus, fundada en 1976. Como denuncia el profesor José Luis Sánchez Nogales en su libro El islam entre nosotros, este grupo tiene como objeto la reconquista de Al-Ándalus para el islam. Algunas de las organizaciones más sanguinarias del yihadismo internacional cuentan con sólidas bases en Europa, también en España.

Sin embargo, éste no va a ser el único problema para la seguridad de nuestro continente ni de España. Muchas pequeñas células de fanáticos se formarán de manera espontánea, inspiradas por el mensaje yihadista, sin estar necesariamente vinculadas a ninguna organización en concreto. A su vez, las organizaciones terroristas las usarán e incluso en algún caso las integrarán en su esquema operativo (nunca en su estructura, pues sería un riesgo demasiado grande para la organización madre).
En Europa las bandas más temibles siguen siendo el Grupo Salafista de Predicación y Combate o el Grupo Islámico de Combate Marroquí, si bien estos últimos no cuentan con la penetración, presencia y organización en Europa de que, al parecer, gozan los primeros.

Este libro no pretende ser una historia del radicalismo en España ni un estudio del terrorismo islamista desde el punto de vista operativo: de este tipo de trabajos hay ya más que suficientes en el mercado editorial. He pretendido escribir un libro que ayude a la opinión pública en general y española en particular a entender qué es lo que nos ha golpeado, de dónde viene y qué excusas esgrimen (me niego rotundamente a emplear la palabra «causas», creo que es un craso error estratégico, una nueva derrota en la interminable guerra semántica que libramos con el terror).

Es éste un libro de análisis político que pretende tener rigor histórico y académico, pero siempre de una forma accesible a quienes no son expertos. También es un ensayo muy personal, cargado de mis opiniones, análisis y vivencias, un material que creo le otorga la experiencia de muchos años de vida en el mundo islámico y muchos más años de estudio y reflexión.

En mi experiencia se reflejan también mi paso por el Ministerio del Interior y la Comisión Nacional de Libertad Religiosa. No pretendo que el mío sea el único análisis válido sobre el asunto, pero no he encontrado en otras páginas el punto de vista que he tratado de verter en éstas, sistematizado como está y con algunas tesis que, sin ser únicas, son razonablemente originales y en ocasiones hasta audaces.
Tampoco me limitaré al estudio, sino que aventuraré algunas recetas para combatir el terrorismo, pues creo fundamental para tener éxito, la necesidad de comprender y diseccionar al máximo el monstruo que nos acecha.

La ideología islamista radical se extiende como una mancha de aceite. El propio primer ministro británico reconoció en su discurso tras los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres que no se trataba de hechos aislados.Tony Blair afirmó: «Éste no es un hecho criminal aislado: es una ideología maléfica y extrema cuyas raíces se encuentran en una pervertida y venenosa manipulación del islam.» Sin embargo, y coincidiendo completamente con esta lúcida definición del señor Blair, no podemos olvidar que el crecimiento exponencial que ha experimentado el islamismo y su manifestación terrorista, el yihadismo, no puede dejarnos indiferentes.

Hoy se calcula que más del 30 por ciento de los musulmanes presenta algún grado de identificación con el yihadismo. Como hemos dicho, no todos son terroristas, pero los sentimientos de algunos van desde la comprensión por la barbarie hasta la más absoluta y total colaboración y complicidad. El grado siguiente es, obviamente, convertirse en terroristas activos.
El fenómeno es muy preocupante, y España es un objetivo fundamental en la estrategia perversa, violenta y expansiva de estos movimientos y organizaciones. En este libro pretendo dar al lector algunas claves para ayudarle a desentrañar las complejidades de un fenómeno que nos amenaza de forma permanente y activa, que no descansará hasta conquistarnos y someternos o hasta que logremos derrotarlo. No caben alternativas.

Las páginas que siguen pretenden ser una contribución a esa lucha, pues en la misma medida en que la opinión pública esté informada y conozca los verdaderos objetivos de los terroristas islamistas, nos encontraremos más cerca de la derrota del yihadismo.

Sus ideólogos y terroristas tienen un concepto del tiempo muy distinto del occidental. La gran mayoría de ellos no tiene prisa por ver resultados: se conforman con ser un engranaje más de la inmensa maquinaria de la barbarie y del terror de la que forman parte, esperando que su 'victoria' llegue algún día, aunque sea en vida de sus tataranietos. Con esa misma tenacidad y determinación, y si cabe con un grado más, debemos afrontar la lucha contra esta lacra.

Occidente, las democracias y especialmente España debemos ser conscientes de la grave amenaza que este fenómeno supone. No cabe mirar a otro lado, ignorar el problema, complacer a sus 'embajadores' más presentables en la esperanza de escapar a su ira. No podemos seguir por la senda que lleva a la derrota por el camino de la corrección política y de los complejos.

Estas actitudes les han proporcionado inmensos espacios de maniobra y en gran medida han anestesiado a nuestras sociedades, que sólo han despertado por el horror de las bombas y de los muertos. Éste es uno más de mis pasos adelante, de mi compromiso en la lucha por la libertad, la democracia, los derechos y libertades fundamentales, el pluralismo y la tolerancia.

No daré ni un paso atrás, seguiré denunciando y luchando contra estas venenosas y maléficas víboras hasta mi último aliento. Yo sólo les pido a los lectores que no tengan miedo, que sean conscientes de que somos más y mejores, y que sepan que no nos pueden matar a todos, y que la superioridad ética y moral de la democracia sin duda vencerá.

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