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17.12.08

El Islam avanza en Europa


En la capital belga y europea la población musulmana alcanza ya el 33 por ciento

El “barómetro religioso”, el segundo de estas características que se realiza, ha sido elaborado por el grupo de estudios sociológicos y antropológicos Sonecom a partir de encuestas personales realizadas a 658 habitantes de Valonia (sur de Bélgica francófono) y Bruselas.

El informe ha sido promovido por varios medios de comunicación (La Libre Belgique, Dimanche y RTBF), así como por el Instituto Lumen Vitae y la Universidad Católica de Lovaina.

En Bruselas, una de cada tres personas dice hoy ser musulmana; en 2005 este grupo representaba un cuarto de la población, según ha recordado el sociólogo y antropólogo Olivier Servais en una entrevista con el diario “La Libre Belgique”.

“Este aumento no es asombroso”, añade Servais, “dado que el estudio sólo tiene en cuenta a las personas mayores de 18 años y este grupo crece continuamente” por la elevada tasa de natalidad de los musulmanes.

“Dentro de unos 10 ó 15 años el islam será la religión mayoritaria en Bruselas”, ha asegurado Servais.

Ya podemos ir tomando nota en España.

Muchas de nuestras ciudades sufren una agobiante presión islámica que se traduce en conflictos vecinales plagados de no pocos incidentes. Uno de los casos más llamativos ha sido la oposición vecinal a la mezquita de los Bermejales en Sevilla, donde los vecinos han tenido que hacer valer sus derechos frente a la imposición de los violentos y radicales islámicos.

Mientras el islamismo avanza por toda España sin que nuestros gobernantes tomen medida alguna, en Bruselas se despertaban con una noticia increible que recogía “La Libre Belgique”: el islam se convertirá en la religión mayoritaria en Bruselas dentro de 10 a 15 años, según los datos del “barómetro religioso” de 2008, un estudio científico basado en encuestas y patrocinado por varios medios de comunicación y universidades belgas.

El ejemplo de la Comunidad Valenciana

Es sólo un ejemplo, pero en la Comunitat Valenciana en los últimos años, donde el 16,7% de la población es extranjera, se inscribieron en el Registro más mohameds que joseps o vicents. Mohamed, con 3 de cada mil nacidos, ocupa el lugar número 71, y Josep el 72, con la misma proporción pero con un caso menos -76 frente a 75-, mientras que Vicent, cinco puestos más abajo, apenas da nombre a 2 de cada mil nacidos.

Los enemigos en el corazón de Europa

La detención de catorce terroristas vinculados a Al Qaida en Bélgica refrenda lo que ya sabíamos: ningún país de Europa está a salvo del terrorismo islámico. No es por casualidad.
En los años 80 se ignoró a personajes como el sirio afincado en España, Setmarian, que se movía a sus anchas por todo el continente con el manual del buen yihadista bajo el brazo, captando adeptos y entrenándolos para futuras «tareas».
En los 90, movidos por el humanitarismo, los europeos socorrieron a los extremistas huidos de sus países, dándoles los medios y permitiendo sus mensajes anti-occidentales. La mezquita inglesa de Fitsbury Park quizá sea el caso más conocido, pero desgraciadamente no el único.

La vista gorda de las actuales autoridades ante una inmigración masiva desde el mundo del Islam, buena parte de ella ya influida por el fundamentalismo, habida cuenta del proceso de progresiva y acelerada islamización de sus países de origen, supone un riesgo creciente que acabaremos pagando tarde o temprano.
Es ingenuo pensar que ante un creciente número de musulmanes en suelo europeo, con un proceso de radicalización que sabemos cada día es más corto, y con un acceso al conocimiento de explosivos fácil y universal gracias a internet, la acción policial va a resultar exitosa en todo momento.

En el Reino Unido se ha querido distinguir entre islamistas violentos y no violentos, pero está siendo un estrepitoso fracaso. Por dos razones, porque se merma la voz de los musulmanes que son verdaderamente moderados frente a los radicales; y porque los radicales no violentos son el caldo de cultivo de los terroristas. El islamismo no violento es tan letal como el terrorismo a largo plazo. Disuelve nuestra identidad y alimenta a nuestros enemigos.

Si queremos que la UE sea lo que es, debemos encontrar otra solución. A menos que estemos dispuestos a vivir con 200 muertos cada equis tiempo o que no nos importe que la Unión Europea vuelva a llamarse de nuevo la CEE, sólo que esta vez como Comunión de los Emiratos Europeos.

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