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19.3.09

Tres meses de cárcel, 40 latigazos y deportación por reunirse con un hombre que no era de su familia.


Un tribunal de Arabia Saudí impone esta condena a una mujer siria de 75 años por haber recibido en su casa a dos hombres que no eran de su familia

Un tribunal de Arabia Saudí ha condenado a una mujer siria de 75 años a recibir 40 latigazos, tres meses de cárcel y la deportación por haber recibido en su casa a dos hombres que no eran de su familia, según informaron hoy los medios locales.

El pasado año, un miembro de la Policía Religiosa de Arabia Saudí entró en el domicilio de la mujer, Jamisa Mohamed Sawadi, en la localidad de Al Chamli y la encontró con dos hombres con los que no tenía ningún vínculo familiar, explica el diario Al Watan.

Uno de los hombres, Fahd, de 24 años, dijo al policía que tenía derecho a estar allí porque Sawadi le había amamantado cuando era pequeño, por lo que, según la tradición musulmana, se le podía considerar hijo de ella. Fahd añadió que su amigo Hadian le había acompañado cuando iba a darle pan a la mujer. El agente arrestó entonces a los dos hombres.

Pero en el veredicto del tribunal, al que tuvo acceso Al Watan, el juez, basándose en el testimonio del policía, considera que no ha sido probado que Fahd fuera el 'hijo de leche' de la mujer. Por ello, los dos hombres también han sido condenados: Fahd pasará cuatro meses en prisión y recibirá 40 latigazos, mientras que Hadian estará seis meses encarcelado y recibirá 60 latigazos. Por su parte, Sawadi declaró al periódico tras la lectura de la condena que apelará e insistió en que Fahd es su 'hijo de leche'.

Este caso ha provocado indignación en muchos sectores de Arabia Saudí. "Todo el mundo está enfadado porque es como una abuela; 40 latigazos, ¿cómo va a poder soportar ese dolor? No se puede justificar", explicó a la CNN Wajeha al Huwaider, activista saudí defensora de los derechos de las mujeres.

Pero este no es el primer caso que causa tanta controversia en el país árabe. En 2007, una joven de 19 años fue víctima de una violación en grupo y fue condenada a 200 latigazos y seis meses de cárcel por reunirse con un hombre que no era de su familia.

Los siete hombres que la violaron, que habían secuestrado a la joven y al chico con el que quedó, fueron sentenciados a penas de entre diez meses y cinco años de prisión. El caso causó tanta indignación fuera de las fronteras de Arabia Saudí que el rey Abdulá perdonó a la joven y al chico con el que fue capturada.

(1)El rey Abdullah Bin Abdelaziz de Arabia Saudí,(un país que prohíbe la libertad de otros cultos que no sea el islam)

Conferencia Internacional del Diálogo Interreligioso - Una cumbre a mayor gloria del rey saudí.

Madrid - 17/07/2008

Separado por dos controles de seguridad, el hall del hotel Auditorium de Madrid es inmenso. Un grupo de cristianos se reúne en una esquina, los judíos conversan en otra, mientras los musulmanes prefieren estar del otro lado de los controles. Solos en la cafetería, un yazidi –minoría religiosa de Irak– y un hindú. El reto que plantea el reino de Arabia Saudí al inaugurar ayer la Conferencia Internacional del Diálogo es precisamente olvidar distancias para, según los organizadores, “buscar métodos de cooperación”.

Presentes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el juez Baltásar Garzón, España sólo es la anfitriona de la Conferencia. “El encuentro nos pareció bien y sólo facilitamos el marco. No tenemos nada que ver en cuanto al contenido y a los invitados”, informó una fuente de Moncloa. “España cuenta con una tradición histórica como tierra de encrucijada de culturas y religiones”, recordó ayer el rey Juan Carlos ante más de 200 invitados, ya no separados, sino reunidos en el palacio del Pardo.

Entre ellos, había representantes de las grandes religiones monoteístas, aunque también budistas chinos y otras minorías. “Si queremos que este encuentro sea un éxito, debemos buscar los aspectos comunes que nos unen, es decir, la fe en dios, los nobles principios y la elevada ética que representa el fundamento de las religiones”, declaró el rey de Arabia Saudí, Abdalá Bin Abdelaziz Al Saud.

Su reino, un país que prohíbe la libertad de otros cultos que no sea el islam, organiza una conferencia sobre “temas comunes entre las religiones, como la ética y la familia”. La delegación judía se levantó para estrechar la mano de Abdalá, cuyo reino no reconoce la existencia de Israel.

Desde que se descubrió que 15 de los 19 terroristas del 11-S eran saudíes, Arabia quiere dejarlo claro: “El islam es la religión de la moderación, la ponderación y la tolerancia”, recordó el rey Abdalá. Su tono se endureció cuando dijo: “La humanidad padece la pérdida de valores y pasa por un periodo crítico, que sufre del exceso del terrorismo, el desmembramiento de la familia, el abuso de drogas”.

En el hotel Auditorium, todo recuerda que Arabia Saudí lanzó la iniciativa. Televisores emiten en bucle las noticias de la cadena estatal saudí, que recuerdan su carácter “fantástico”. Bien visibles, las portadas de periódicos árabes: “El rey Abdalá inaugura en Madrid una conferencia histórica”. Y de regalo, libros sobre el patrimonio cultural del país. Los dirigentes de la mezquita de la M-30 estaban en cada esquina. El traductor del rey Juan Carlos era el portavoz del centro islámico madrileño.

Diálogo es la palabra clave de la programación de la conferencia, que no tratará ni del papel de la mujer en la sociedad ni de política. La llegada del Enviado para Oriente Medio, Tony Blair, sorprendió. Para Mirza Dinnayi, el yazidi iraquí del hotel, lo importante es “fomentar una cultura de paz en el terreno” para que “la religión sólo se practique en los templos”.

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