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12.11.05

La Religión en los hospitales públicos.

El hospital ante las religiones observaciones recogidas por Claire Chartier.
Como la escuela, esta institución laica se convierte en un terreno de solicitudes y a menudo de derivas - confesionales.

Isabelle Lévy, especialista del expediente, explica lo que está en juego.

Todos señalan el límite entre respeto de las creencias e imperativo médico.

En diciembre de 2003, los expertos de la comisión Stasi sobre la laicidad descubrían, sorprendidos, los descontroles religiosos y como el hospital público se convirtió en un teatro: pasillos transformados en lugares de rezo, mujeres durmiendo en burka o negándose a ser examinadas por un medico en urgencias, internas con el “velo” por aquí o allí, psiquiatra extranjero atendiendo a los pacientes, en el sur de Francia, con el Corán sobre la mesa... Los expertos entonces habían preconizado la solucción en una ley de las obligaciones que los pacientes deben respetar".

Jean-Pierre Raffarin había encargado al Ministerio de la Salud que examinara el expediente. Escarmentado por el serial del velo en la escuela, la cuestión de la religión al hospital se plantea fácil, aunque los conflictos y las erupciones de violencia siguen siendo muy minoritarios, como desean precisarlo todos los empleados.

En este regreso obscurecido por la amenaza islamista, Isabelle Lévy, especialista de las prácticas religiosas y formadora en el medio hospitalario desde una decena de años, vuelve de nuevo sobre el tema con un libro muy completo, la Religión al hospital (Prensas del Renacimiento).

El profesional, destaca el autor, tiene por obligación tener en cuenta la dimensión espiritual de los enfermos. Pero esta obligación, inscrita en nuestro marco legislativo laico, tiene límites.

¿En qué medida el hospital puede satisfacer las peticiones de sus usuarios? ¿Dónde trazar la línea amarilla?

Algunos profesionales aceptaron contarnos, con pasión y a veces con un determinado desasosiego, algunas experiencias de su diario.
Isabelle Lévy lo explica, de una forma personal al respecto
¡Lo que afecta, a leerles esto, es debido a las derivas confesionales son el resultado a veces de que se ocupan ellos mismos!

Algunos profesionales se ausentan regularmente para ir a rezar, reclaman llevar el velo o el kippa, otros se niegan a efectuar algunos actos como ocupar una herida hemorrágica, retirar una cuenca, otros aún se prohíben trabajar con colegas del otro sexo en la intimidad de una habitación.

Hace poco, en un hospital parisiense, un niño herido llega a las urgencias con sus padres. El médico de guardia exige que la madre salga de la sala mientras que se ocupa del niño. En cambio, obliga al padre - que no quería permanecer, por miedo a ver la sangre - a permanecer a su lado.

En otra parte, en Bretaña, un director de un hospital cierra una unidad de interrupción voluntaria del embarazo alegando erróneamente riesgos presupuestarios.
¡En el Norte, directores de asilo proporcionan sistemáticamente el rosario y crucifijo antes de la muerte a sus pensionistas, y esto ignorando su propia religión! ¡No es raro que decidiendo ellos mismos elijan si sus pacientes deben o no comer cerdo, y según su apellido, acudir o no a la misa!

¿Hechos tanto más inquietantes cuanto que las solicitudes de los pacientes son ahora más imperiosas?

Algunas mujeres musulmanes no quieren ser auscultadas por un hombre, algunas llegan incluso hasta parir en burka; mujeres judías se niegan a extraer su leche durante el shabbat, día en que la utilización de la electricidad está prohibida. Comadronas me informaron de los casos de parturientas judías que llegan hasta pedir que se detengan los aparatos de control. ¡Otros no quieren utilizar el ascensor para conducirlos a la sala de trabajo y exigen subir la escalera sin encender la luz!

¿Estas pretensiones son cada vez más frecuentes?

Desde hace cinco años, evolucionan, sobre todo del lado de los pacientes, que se atreven cada vez más a expresar solicitudes vinculadas a su confesión. Antes, la práctica religiosa se mencionaba poco al hospital. Algunos miembros del personal respetaban el ramadan sin hacerse notar.
Las familias dudaban en formular solicitudes, porque comprendían las reacciones del personal. Cuando un paciente judío o musulmán veía llegar cerdo en su bandeja, no comía, pero no reclamaba nada. ¡Del golpe, algunos del personal decidieron cambiar el cerdo por pavo! Es intolerable. La organización hospitalaria se debe más a las solicitudes de los cristianos, por la simple razón que Francia es un país cristiano debido a su historia.

La misa, por ejemplo, casi siempre está garantizada el domingo y un sacerdote está presente todo el dia en el hospital. No es el caso absolutamente de los aumôniers judíos y musulmanes.
Los judíos, por su parte, tienen solicitudes de culto muy estrictas, pero aceptan la mayor parte del tiempo ir contra algunas de sus prácticas en el recinto hospitalario. "la ley del país es la ley", nos dice el Talmud.
A los ojos de algunos musulmanes, en cambio, una única ley que existe: es la del Corán.

¿Qué se debe hacer frente a estos excesos?

La laicidad no significa la denegación de la religión. Permite al contrario la libertad de culto dentro de los límites de la ley.
Desgraciadamente hay pocas personas al hospital que conocen la ley.
En cuanto a las religiones, por falta de cultura, se puede intentar decirlo todo o nada no es apto a contradecirse.
¡A falta de instruciones, es el reino de cualquier cosa en algunos establecimientos! La ley de 1905 obliga al que se ocupa a tener en cuenta la dimensión espiritual de los pacientes en los hospitales públicos. Así pues, en la habitación - pero solamente en este espacio – los creyéntes pueden rezar respetando el cumplimiento de la seguridad de los lugares y del descanso de los enfermos.

Por otra parte, la carta del paciente hospitalizado, publicada en 1995, establece que "todo establecimiento de salud debe respetar las creencias y convicciones de las personas acogidas". Se especifica que un paciente debe poder, "en la medida de lo posible", seguir los preceptos de su religión. "en la medida de lo posible": eso significa que las solicitudes deben ser compatibles con la organización del hospital y que es necesario hacer pasar por delante del culto el cuidado a los enfermos.
El profesional debe explicar al paciente que puede o no puede hacer y adaptar sus decisiones al estado de salud del paciente y a las exigencias del servicio.

¿Cómo debe abordar estas cuestiones ultrasensibles el personal?

Pueden interrogar al paciente a su entrada: "Para mejorar las condiciones de su estancia, querría conocer sus hábitos alimentarios."

¿Cuáles son sus gustos? ¿Observan prohibiciones de origen religioso?
¿Tienen la práctica de dirigirse a un lugar de culto a rezar?

Si el paciente responde afirmativamente, el enfermero puede entonces preguntarle su religión, alegando que eso puede ayudar al hospital a asumirlo mejor (exámenes, régimen...). ¡Además cuando se escucha a un paciente, se le transmite más confianza! y conocer la religión del paciente permite evitar desaciertos médicos.
En psiquiatría, los profesionales piensan a veces que sus enfermos son PORTADORES de (desordenes obsesionales compulsivos) porque utilizan solamente su mano derecha para alimentarse o lavarse. ¡En realidad, el Islam da al lado izquierdo por impuro! Otro ejemplo: me acuerdo de un difunto musulmán presentado a su familia con las manos juntas por los enfermeros. ¡Esta postura es considerada por el Islam (y el judaísmo)
como una ofensa al desaparecido!

Porqué el personal que se ocupa es reticente a abordar este tema
¿Por temor de poner en peligro la laicité o por ignorancia?

Es el resultado de una ausencia de cultura religiosa - no dije "fe" - en nuestra sociedad. Del golpe, algunos no se atreven a no replicar a pacientes que les piden todo y cualquier cosa por temor de profanar su culto. ¡Y las peticiones son cada vez más delirantes! Algunos pacientes alimentados por sonda reclaman bolsas de comida kosher; otros quieren aceptar la transfusión, pero con la sangre judía o musulmana.
¡! Otros aún exigen que su régimen sin sal o sin grasa sea tan kosher o halal. ¡Un hospital público no es ni un hotel ni un lugar de culto! Es necesario que el personal obtenga, en su formación, los elementos básicos de la cultura religiosa. En la actualidad, estos puntos se abordan bajo el ángulo ethnológico. Se plantean las cuestiones éticas y médicas demasiado raramente.

¿Hasta dónde se puede satisfacer las pretensiones de los enfermos?

Hay un punto sobre el cual no se puede comprometer: el imperativo de salud. Debe siempre pasar antes de las prohibiciones religiosas, y esto cualesquiera que sean los preceptos que deben infringirse.
Por otra parte, todas las religiones toleran adaptaciones cuando el enfermo está en peligro de muerte o corre el riesgo de perder su integridad física o mental. Demasiados pacientes ignoran estos matices de primera importancia o hacen que parecen.
Así pues, mujeres embarazadas se niegan a dejar de ayunar durante el ramadan por miedo del castigo divino.
Con todo, el Corán estipula que un fiel no debe nunca poner su vida en peligro ni la de su niño. Estos hasta au-boutistes es a menudo joven gente que se oculta detrás el Libro, que conocen generalmente mal en sus interpretaciones.

¿Qué se puede, y que no se debe tolerar?

Se puede tolerar que un paciente rece en su habitación, se exige el respeto de prohibiciones alimentarías dentro del límite de las cartas propuestas y del régimen prescrito por el médico, anuncio para él objetos de culto... pero no se puede absolutamente tolerar que un paciente decide poner su vida en peligro o corre el riesgo de perder su integridad física o mental bajo pretexto de respetar un rito.

Las solicitudes de los pacientes desreglamentan el ritmo del hospital y plantean problemas de gestión diarias a los que se ocupan. Es menos a menudo una cuestión de medios que de buena voluntad. Los microondas están a disposición de las familias en los servicios. Cuando un paciente debe sufrir un examen a la hora de la comida, se le guarda su meseta y lo él calefacción. Un musulmán que hace el ramadan después de autorización médica puede perfectamente calefacción su plato a la hora que le conviene. Y luego las familias que quieren realmente respetar los rituales hacen generalmente lo que es necesario: los judíos proporcionan comida y concederse vajilla después de autorización médica, permisos pueden los días festivos...
Algunos hospitales públicos obedecen a tradiciones contrarias a los valores occidentales, practicando reparaciones de virgo.

¿Es admisible?

¡No, pero, si el hospital se niega, la joven mujer encontrará algúien para rehacer su virgo sobre una mesa de cocina! ¡Y, cuando se recuperan a los enfermos a las urgencias, es peor! A menudo, se encuentra en un compromiso: la paciente paga su día de hospitalización a cambio del acto, ya que éste no debe nunca ser aceptado por la Seguridad social. Si debe ser así mismo para las circuncisiones rituales, no puede ser cuestión para las excisiones de las pequeñas muchachas, estrictamente prohibidas en Francia.

¿Es que, como sucede en la escuela, una ley para preservar la laicidad al hospital es necesaria?

¡El arsenal jurídico existente es suficiente pero no se aplica! Sería necesario hacerlo llegar a los trabajadores y a la opinión pública. Pero lo que es posible por la organización hospitalaria es bien diferente: ¡en numerosos establecimientos, es normal poder pasar por medio del aumônier católico para contactar el imam o el rabino! Ahora bien, al final de la vida, cada minutos cuentan. Es también a las familias suscitar las cuestiones de que se ocupan, o incluso informarlos y tomar sus disposiciones.

Así pues, cuando se programa una salida de hospitalización exactamente antes de la hora de principio del shabbat, pueden pedir al personal avanzar la hora de la salida. Incluso cosa para las citas de consulta o examen fijadas los días de las fiestas religiosas judías o musulmanes: es al paciente pedir su aplazamiento a otro día. Eso se le concederá si su estado de salud lo permite.
Las religiones judíos y musulmanes, como el cristianismo, piden a su fieles elegir la vida y no una práctica ciega, estricta y rígida de los preceptos religiosos todos los días de su vida, en la alegría o aflicción.

Lexpress.fr/

Un ginecólogo de París, atacado por un musulmán al ir a examinar a su mujer

La presión de los integristas islámicos sobre los servicios públicos en Francia para que se amolden a sus exigencias no para de crecer en los últimos años. Así lo puso de manifiesto un reciente informe de la Inspección General de la Administración (IGA), dependiente del Ministerio del Interior. Y así ha quedado de nuevo de manifiesto en un hospital de París, donde un ginecólogo fue agredido semanas atrás por el marido de una paciente que no toleraba que su mujer fuera examinada por un médico hombre.

El suceso se produjo el pasado mes de septiembre, pero ha salido ahora a la luz, después de que el Colegio Nacional de Ginecólogos decidiera hacerlo público para denunciar la situación. El médico agredido, Jean-François Oury, jefe del servicio de guardia de la maternidad del hospital Robert Debré, en el distrito XIX - uno de los que concentra una mayor proporción de población musulmana-, se disponía a examinar a una mujer que acababa de dar a luz en un parto complicado cuando el marido, un joven magrebí, se abalanzó airado sobre él, profiriendo insultos, y le pegó una bofetada, según relataba ayer el diario Le Parisien.El médico llamó a la policía y presentó denuncia, mientras la pareja era trasladada a otro centro.

No era la primera vez que un marido airado atacaba a un ginecólogo. En agosto de 2003, otro médico, Stéphane Saint-Léger, sufrió una experiencia similar en el hospital de Aulnay-sous-Bois, en el departamento de Sena-Saint-Denis, en la periferia de la capital francesa. El agresor prohibió incluso al médico que se dirigiera a su mujer, obligada a su vez a mantener la boca cerrada. "Aquí soy y quien habla, ésta es tierra del Islam", dijo el energúmeno.

Los casos de violencia física son bastante raros, pero no así la violencia verbal y las presiones sobre el personal médico. Por lo general, los hospitales aceptan en la medida de lo posible las peticiones de las mujeres musulmanas de ser atendidas por otras mujeres, pero en casos de urgencia o simplemente de imposibilidad se pasa por alto. La misma comprensión muestran algunos médicos - no todos- ante las jóvenes que acuden pidiendo que les sea reconstruido el himen.

En muchos casos se acepta por el bien de la muchacha y se enmascara como una intervención de cirugía estética reconstructiva. Más difícil es que algún médico acepte firmar certificados de virginidad, pero lo cierto es que cada vez se piden más.
Jacques Lansac, presidente del Colegio Nacional de Ginecólogos, expresaba ayer su alarma ante un fenómeno que está creciendo en los últimos tiempos. "He tratado durante años a muchas mujeres musulmanas sin problemas, estamos ante un fenómeno nuevo", aseguraba Lansac, quien en una entrevista en la cadena de televisión LCI insistía en que la religión debe seguir manteniéndose en el ámbito privado.

"En el hospital no pueden respetarse todas las costumbres", concluyó. La presión islamista, sin embargo, no se queda en los hospitales, según ponía de manifiesto el citado informe del IGA, sino que se dirige a otros servicios públicos en los que se intenta separar a hombre y mujeres, así sean cursos de formación o piscinas públicas.

LLUÍS URÍA - Corresponsal. PARÍS

1 comentario :

  1. Seamos claros, llamemos a las cosas por su nombre, la integración es como una sociedad, para que funcione es necesario que todos pongan de su parte.
    El Islamismo no esta viviendo entre nosotros por amor a nuestra cultura, ni tampoco tiene la intención de integrarse en nuestro mundo para ellos “infiel” y al que desprecian.
    Precisamente esta repulsa a nuestra civilización es la causa motivo de la No integración a nuestra forma de entender la vida. No solo nos debe preocupar la integración, podríamos esta satisfechos si viéramos, notáramos, algún signo que nos invite a pensar que la convivencia es posible con los musulmanes, pero muy a pesar a los esfuerzos de occidente que Si respeta y se solidariza con sus cesantes demandas, profesores de religión para enseñar el Coram, mezquitas, cementerios, etc.etc.
    La integración, la convivencia entre oriente y occidente, dos mundos antagónicos, es un mito, un espejismo que alimentan las mentes inocentes y bien pensantes.
    Los disturbios de Francia es la señal necesaria para percatarnos que estan dispuestos a llevar a cabo una “intimada” porque estos millones de musulmanes, ni se integran, ni se moderan, ni aceptan la cultura y civilización de sus “anfitriones”.
    Monmar

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