Pensando claramente sobre el Islam
Una dura visión, desde Estados Unidos, políticamente incorrecta, que no desacredita al Islam sino su realización temporal. Afirmaciones que son responsabilidad de su autor, Francis X. Maier.
En un reciente artículo titulado "Thinking clearly about Islam" (Pensando claramente sobre el Islam), Francis X. Maier, el laico con más responsabilidad en la Arquidiócesis de Denver y ex editor del National Catholic Register, explica a partir de sus vivencias como periodista en África que la realidad sobre el Islam, incluso no extremista, dista mucho de la búsqueda de la paz.
Maier inicia su artículo afirmando que "hace veinte años conocí a un sacerdote en Ghana del Norte. Él me contó una historia que permanece conmigo hasta ahora."Este sacerdote era un misionero blanco y vicario general de la Arquidiócesis de Tamale. Ghana tiene una gran población cristiana, y como autoridad eclesial él era muy onocido y respetado en el distrito. Una tarde, conduciendo solo, de regreso desde los límites del país, un neumático de su coche reventó. Se salió del camino y cayó en una zanja. Como consecuencia del accidente se rompió varias de costillas y un brazo, e hizo sangrar mucho su rostro ", cuenta el artículo.
"Ghana del Norte tiene también una significativa población musulmana -agrega Maier-. Actualmente, los musulmanes tienen el monopolio de los autobuses que ofrecen transporte público. Más de una docena de musulmanes que conducen esos autobuses vieron al sacerdote herido y pasaron de largo. Finalmente él mismo pudo salir del vehículo, caminar hasta la carretera y forzar a un autobuse a que se detuviera. El conductor, un musulmán, lo obligó a quedarse de pié, al final de los pasajeros, sin importarle sus heridas, hasta que llegando a la ciudad, el sacerdote perdió el conocimiento".
Al preguntarle "por qué los conductores musulmanes lo ignoraron" -comenta Maier- el presbítero respondió que "frente a sus ojos, yo soy un infiel. Simplemente no cuento".
"He escuchado diversas historias en las misiones situadas en Ghana del Norte, donde los cristianizados y animistas del sur colindan con el norte islámico. La mayoría de los misioneros eran sacerdotes holandeses blancos. Muchos eran críticos de las estructuras de la iglesia europea y hablaban el lenguaje de una africanizada teología de la liberación. Pero una cosa compartían unánimemente: una intensa y privada crítica al Islam, proveniente de su experiencia directa", agrega el autor.
"Cuando el Islam llega a una aldea, remueve todo lo demás. Progreso, cambio, desarrollo social, olvídenlo. La moneda árabe compra a la mayoría y todo se congela en su lugar. Para las mujeres, es muy malo", añade el artículo.
"Por supuesto que las fricciones religiosas en Ghana hace 20 años eran excepción. Las cosas son muy diferentes ahora. Quizás el Islam es verdaderamente la religión de paz que sus portavoces proclaman en Norteamérica. Sin embargo, el récord de masacres sectarias de cristianos por parte de los musulmanes en Nigeria, Sudán, Egipto, Indonesia y Filipinas sugieren lo contrario", afirma Maier.
"De hecho -continúa el artículo- las noticias muestran que, en sociedades predominantemente musulmanas, una y otra vez, los cristianos se enfrentan desde toda clase de discriminación económica, política y religiosa hasta la intimidación, secuestro, conversiones forzosas y asesinato. Las excepciones, obviamente, existen y las circunstancias varían, pero la norma coránica de marginar a los cristianos siempre se reafirma a sí misma. Y esto no es nuevo. Se ha dado a lo largo de los siglos "Casi todo el norte de Africa y el Medio Oriente tuvieron alguna vez un florecimiento de alguna comunidad cristiana. Los musulmanes armaron una invasión, la sometieron y la eliminaron. Durante el tiempo de la primera cruzada, el (Cristiano) Imperio Bizantino había venido defendiéndose contra la expansión musulmana durante 400 años", agrega el texto.
Aún hay más "Turquía, con un estado musulmán superficialmente secular, ha suprimido sus minorías cristianas armenias y griegas antiguas, que están al borde de la extinción. Apenas quedan dos mil almas ortodoxas griegas en la jurisdicción del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla (actualmente Estambul), una de las sedes más venerables de la historia cristiana", explica el artículo y agrega que, además, "las autoridades turcas están gradualmente eliminando las iglesias e instituciones armenio-cristianas de los campos, a tal punto que podemos hablar de genocidio cultural".
Asimismo, "en Egipto Superior, en Enero del 2000, extremistas musulmanes asesinaron a 21 cristianos coptos con impunidad. En Argelia, militantes musulmanes cortaron las gargantas de siete monjes católicos inofensivos y desarmados. En Sudán, un régimen musulmán radical lleva a cabo una guerra de esclavitud y genocidio en contra de los cristianos y animistas del sur, provocando la muerte de 2 millones de personas hasta ahora".
"En Arabia Saudita, todos los símbolos cristianos y de veneración pública están prohibidos. Y en Pakistán, otro aliado de Norteamérica, las leyes represivas de la "blasfemia" y los extremistas musulmanes empezaron a perseguir a la minoría cristiana mucho antes que los terroristas islámicos tirotearan una iglesia católica a fines de octubre, matando por lo menos a 16 personas", añade el artículo.
Tras preguntarse "¿cuál es el propósito de mencionar estos detalles?", Maier explica que "en su libro The Culture of Narcissism (La Cultura del Narcisismo), Christopher Lasch señaló que a los norteamericanos no les gusta el pasado porque no quieren sentirse obligados o agobiados por él, lo que explica el tradicional pobre conocimiento de historia por los norteamericanos. Sin embargo, pensando claramente acerca del Islam ignoramos lecciones de historia a nuestro propio perjuicio".
"La cultura islámica ha aportado, obviamente, bastante hermosura y grandeza a la experiencia humana. En la visión cristiana, los musulmanes, los judíos, los cristianos, y todos los seres humanos, son hijos de Dios, con los mismos derechos y la misma dignidad inherente. Los musulmanes americanos tienen el mismo derecho a seguridad personal y libertad que todos buscamos", agregó el autor.
"Pero necesitamos recordar que el Islam no significa "paz" realmente. Su traducción correcta es "sujeto de conflicto", pero a lo largo de los siglos ha sido comúnmente asumida como sumisión, voluntaria o forzada, a la voluntad de Alá (Allah). La fraternidad, los derechos y el respeto que gobiernan las relaciones entre los musulmanes no son extensivas a los no creyentes. Los que no pertenecen al Islam, los que no se someten a Alá, nunca son sujetos de confianza y a lo largo de la historia, han sido sometidos a la conversión por la fuerza, la humillación o la destrucción", añade el texto.
Maier afirma que "el gran escritor, crítico social y teólogo francés, Jacques Ellul, observó hace una década que 'se dice tanto actualmente de la tolerancia y el pacifismo fundamental del Islam, que es necesario recordar su naturaleza, que es fundamentalmente bélica'".
Según Maier, Ellul "continua indicando que en el pensamiento musulmán 'el mundo se encuentra aún dividido entre el mundo del Islam y el mundo de la guerra. Y dentro de la umma (las tierras dominadas por el Islam), la única existencia posible para los infieles es la dhimmitude, un estado de inferioridad y humillación".
"Por supuesto, el Islam en EE.UU. puede tomar un camino diferente, un camino de integración y diversidad de culturas, pluralismo en sus políticas y apoyo mutuo entre creencias. Si esto puede suceder en algún lugar, ocurrirá aquí. Debemos hacer todo lo posible por alentar este espíritu de buena voluntad. El honesto diálogo interreligioso, deben tomar parte en este esfuerzo", afirmó el autor.
"Mientras debemos ser conscientes de que el Evangelio nos obliga a los cristianos a amar y a perdonar, pero no nos obliga a ser ingenuos", concluye Maier.
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15.2.06
La rigurosa realidad sobre el Islam
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