Empiezo este artículo con la frase que me lanzó al sombrero un amigo de la izquierda auténtica, tan salvador del mundo, como esclavo de sus dogmas de fe. Hablábamos de la enésima noticia dramática de Oriente Medio, y me dijo: “lo que ocurre es que yo soy solidario con el dolor árabe”.
Me ahorro el análisis semátnico del “yo” con aires de exclusividad, porque considero mucho más valioso el sentimiento de solidaridad que, con sinceridad incuestionable, me expresaba. Éste es, muy probablemente, el nudo gordiano del desencuentro que tenemos, muchos de nosotros, con la cuestión israelo-palestina y, por extensión, con todo lo que atañe a la cuestión islámica.
Tanto en el caso de Irak como en el de Palestina, muchos de los jóvenes universitarios o periodistas, o muchos de los intelectuales comprometidos se mueven por pautas de solidaridad, convencidos de qué están defendiendo a las víctimas de sus verdugos.
Y sin embargo, si ello es así, ¿por qué motivo me parecen tan estridentes algunos olvidos, y resultan tan brutales algunas indiferencias? A manera de respuesta, planteo algunos de los agujeros negros que la pretendida solidaridad internacional esconde en el interior de sus propias miserias. Víctimas y verdugos, pero ¿todas las víctimas? Y, ¿todas las víctimas lo son? Plagiando a Raymond Carver preguntaría, ¿de qué hablamos cuando decimos que hablamos de solidaridad?
Empecemos por el tema de Palestina. Me parece lógico y exigible que el mundo se exclame cuando mueren inocentes en Gaza. Pero ya no me resulta tan lógico que no se intente saber qué ha ocurrido, a tenor de la convulsión y complejidad que presenta el conflicto.
¿No existen terroristas que manipulan todo tipo de explosivos? ¿no existe el uso de una violencia generalizada que no tiene problemas en usar adolescentes para perpetrar matanzas?
¿No caen diariamente decenas de mísiles en las proximidades de la ciudad israelí de Ashkelón?
De manera que antes de convertir al ejército israelí en una especie de escuadrón asesino, sin escrúpulos ni moral, sería necesario intentar conocer los hechos.
Pero no es el caso. De hecho, nunca es el caso cuando se trata de Israel. Con un automatismo que no se genera en ningún otro hecho luctuoso, la prensa da por hecho que es normal que Israel vaya haciendo matanzas indiscriminadas de civiles palestinos.
Los titulares eran explícitos:
“otra matanza de civiles a manos del ejército”,
“el ejército vuelve a matar civiles”,
“como es habitual, Israel…”
Y así, lo habitual es dar una imagen torticera, perversa y criminal del ejército democrático de un estado democrático, sin ninguna voluntad de regirse por los códigos deontológico de la profesión.
Es probable que, como mi amigo, la prensa crea que está a favor de las víctimas, y sacrifique el bien superior de la solidaridad al bien público de la información. ¿Seguro? Entonces,
¿por qué no habla nunca de los palestinos víctimas de la locura integrista?
¿Por qué no de las madres que tienen prohibido llorar la muerte de sus hijos suicidas?;
¿Por qué no considera víctimas a los palestinos que soportan el Islam totalitario?
Y, en un contexto más general,
¿por qué no habla de las musulmanas que luchan por su libertad, de las que quieren escoger a sus maridos, las que quieren emanciparse profesionalmente, las que quieren ser tratadas como seres humanos dignos?
¿Por qué, esta prensa que cree que está al lado de las víctimas, no se interesa por las masacres islámicas en el Sudán, con sus miles de asesinatos?
¿Por qué no nos explica la terrorífica asfixia que sufren los ciudadanos del Yémen?
¿Por qué no considera víctimas a los pobres iraquíes masacrados por los terroristas integristas?
De hecho, ¿por qué habla de insurgencia y no de terrorismo?...
No. No es cierto. Mi amigo y sus muchos colegas no están interesados en las víctimas, sino solo en aquellas que caen bajo balas israelíes o americanas.
Porqué su motivación no es la solidaridad sino un estadio ideológico superior –aunque moralmente inferior-: lo que realmente les interesa es poder usar a las víctimas para estructurar, con convicción, el antioccidentalismo que les define.
Relativismo moral camuflado bajo la pátina del izquierdismo solidario.
Por Pilar Rahola
Muy bueno este análisis comparativo de Pilar Rahola, quizás un dia tengamos la suerte de que Europa deje de ser antisemita y nos expliquen las noticias sin partidismos.
Esto viene de lejos, y para dar constancia añado este informe:
La discusión entre el congreso mundial judío y la Comisión de la UE suscita la pregunta: ¿Cuán antisemita es Europa?.
Veamos los hechos.
Un fantasma recorre Europa. Es el viejo fantasma del antisemitismo.
Desde el estallido de la Intifada de Al-Aksa en OCTUBRE 2000, EL ATENTADO AL WORLD TRADE CENTER y la escalada del conflicto en Oriente Próximo, no sólo aumentan los actos de violencia antisemitas sino también las diferencias entre las organizaciones judías y los políticos.
ASÍ, VEMOS CÓMO EL 05-01-2004 los presidentes del congreso mundial judío Edgar M. Bronfman y Cobi Benatoff acusan a la Comisión de la UE de complicidad pasiva y activa con el antisemitismo. ¿Qué había sucedido?
Ya en noviembre de 2003 se habían dado a conocer los resultados de una encuesta en la que el 59% de los ciudadanos de la UE declaraban que Israel representaba una amenaza para la paz mundial. Ningún otro estado, ni siquiera Libia o Corea del Norte obtuvieron un porcentaje tan alto. No se preguntó siquiera por la Autoridad Autonómica Palestina.
Posteriormente, a comienzos de este año, se dio a conocer que la Comisión de la UE había censurado un estudio, en el que se diagnosticaba un “nuevo antisemitismo en Europa”.¿Qué pasa en Europa? ¿Es que no sólo hay un antisemitismo público de una minoría extrema sino que quizás hay un antisemitismo oculto de una mayoría que no se pronuncia? Un nuevo antisemitismo.
Con tanta agitación merece la pena echar un vistazo rápido a los hechos. La primera pregunta, sobre si la Comisión de la UE es antisemita se responde rápidamente. El estudio no había sido encargado por la Comisión sino por el European Monitoring Centre on Racism and Xenophobia (EUMC).
Sin embargo la colaboración entre el EUMC y el Centro para la investigación del antisemitismo de Berlín no resultó.
El EUMC facilitó a los investigadores de Berlín sólo material para un periodo muy corto, del 15 de mayo al 15 de junio de 2002, por lo que los investigadores se vieron obligados a recopilar ellos mismos información para el periodo anterior y posterior a estas fechas. Es obvio que de esta manera no se haya podido realizar un estudio con fundamento sobre antisemitismo en Europa. Tampoco está claro si la decisión de censurar el estudio fue política. En realidad el EUMC es independiente de la Comisión Europea pero está financiado por ésta.
Pero no tendría sentido reprochar por esta razón a la Comisión una “censura” o hasta incluso antisemitismo, aparte de que el EUMC reconociera su error y se decidiera a encargar un nuevo estudio más completo. También un vistazo en el estudio constata sólo en parte la afirmación de que hay un “nuevo antisemitismo” en Europa.
De hecho el informe es muy cuidadoso en este aspecto, no pretende propagar histeria. En cuanto al antisemitismo público, es decir atentados incendiarios contra instalaciones judías así como violencia verbal y física contra judíos, el informe constata un claro aumento desde el comienzo de la segunda Intifada, aumento que tuvo su punto álgido a comienzos de 2002, cuando el conflicto en Oriente Medio se agravaba claramente.
El 17 de abril unos desconocidos incendiaron una librería en Bruselas, sólo tres días después se efectuaron 18 disparos a una sinagoga en Charleroi. También se informó de un aumento de actos violentos similares en otros países de la UE.
Sin embargo, el estudio dice tajantemente que después los actos de violencia disminuyeron y que en Europa ya había habido antes este tipo de olas de violencia antisemita, en concreto, siempre en momentos de escalada del conflicto árabe- israelí, es decir en 1963, 1972 y sobre todo en 1982.
¿O sea que no hay un nuevo antisemitismo en Europa? Tampoco es tan fácil el asunto, ya que el informe del EUMC muestra también que los jóvenes MUSULMANES ( los que exigen a Europa aceptar sus normas) que en Europa incurren cada vez más en ideologías antisemitas y que con frecuencia esto también lleva a actos de violencia.
Sobre todo en Francia, donde viven 600.000 judíos y 6 millones de musulmanes, se suceden frecuentemente choques en los Banlieus parisinos entre éstos. La socialización política de la minoría musulmana, también víctima de rasismo y perjuicios, se concentra más y más en la teoría de que una potencia mundial americano-judía conspira contra el mundo árabe.
El hecho es que está surgiendo aquí, en medio de Europa, un peligroso foco de violencia. Es el papel de los medios de comunicación.
Lo nuevo del antisemitismo es su propagación. Internet es hoy la primera vía que toman la extrema derecha y los fundamentalistas islámicos para propagar ideologías antisemitas.
Pero también medios de comunicación prestigiosos no están exentos de ello, como por ejemplo el diario italiano “La Stampa”, que el 3 de abrilde 2002 publica en los titulares una caricatura en la que el niño Jesús en el pesebre pregunta con miedo “¿me matarán una segunda vez?“ ¿Un caso aislado? Seguro.
Pero también otros diarios prestigiosos exponen las cosas de forma xilográfica.
Un buen ejemplo de esto es “El País“, que el 24 de mayo de 2001 publicó una caricatura en la que se ve a un judío narigudo con una bandera de Israel anunciando: “somos el pueblo que fue escogido para producir armas”. Cuando se igualan el pueblo de Israel, sus raíces históricas y tradiciones con la política de su gobierno se pierde una diferencia que ofrece un caldo de cultivo al antisemitismo.
Los judíos no son lo mismo que Israel y Sharon tampoco es el estado israelí. Israel no sólo nos ha dado un Sharon sino también un Rabín.
También se pierden en la brevedad de la información periodística la dimensión histórica del conflicto y con esto también el hecho de que Israel, en el transcurso de su historia, siempre ha tenido que armarse hasta los dientes para poder sobrevivir.
La imagen de Sharon se reduce a la del enemigo porque se proporciona así una imagen fácil de comprender.
La información periodística a menudo es superficial, por lo que no extraña que de esta manera Israel aparezca como una amenaza para la paz mundial.
Investigar a fondo las cosas y exponerlas detalladamente va en contra de los intereses del panorama actual de los medios de comunicación. Pero un periodismo fundado es imprescindible y precisamente en tiempos de agitación es el mejor remedio contra el fantasma del antisemitismo.
M. Schneider. (Münenchen. 27.1.2004)
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