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27.2.07

Talibanes en el cuartel de Ceuta

La inteligencia militar en Ceuta ha descubierto una docena de integristas islámicos infiltrados en las Fuerzas Armadas.
Un soldado informaba regularmente a la contrainteligencia marroquí.
El escándalo del espionaje a entidades políticas, sindiacles y vecinales de Ceuta ha dejado desactivado un importante ojo de la seguidad.

Mohamed era un soldado ejemplar de la guarnición de Ceuta. Un militar con excelentes calificaciones apreciado por sus mandos del Batallón de Transmisiones hasta que, a principios de 2005, la Guardia Civil facilitó a la inteligencia militar de la Comandancia General de Ceuta vídeos grabados en la frontera de El Tarajal. Las cintas confirmaron que Mohamed, destinado en una unidad clave por la que circulan delicados mensajes, pasaba con demasiada frecuencia a Marruecos. La segunda sección del Estado Mayor encargó que se le hiciera un seguimiento a Mohamed (así se apoda a los soldados españoles de origen musulmán y marroquí). Se confirmó que el soldado ejemplar recorría muchas tardes y fines de semana los 40 kilómetros de autovía que hay hasta Tetuán y aparcaba en el centro de la ciudad, cerca de su segunda oficina. Allí estaba unas horas y volvía a España para a la mañana siguiente regresar al cuartel y pasar revista.
Su otra mesa de trabajo estaba en la DST (Dirección de la Vigilancia del Territorio –incluido Ceuta y Melilla–, en sus siglas en francés), el contraespionaje marroquí. El Ejército no ha renovado el contrato a este soldado. Éste es uno de los más llamativos casos de infiltración detectados en las Fuerzas Armadas recientemente, pero aún ha inquietado más en el Ejército el descubrimiento de integristas entre la tropa.

Buscando islamistas

La sección de inteligencia militar que desenmascaró a quien se puede llamar un espía de Marruecos infiltrado en las Fuerzas Armadas españolas está, hoy, desactivada como consecuencia del escándalo de las investigaciones a la sociedad civil de Ceuta. El Ejército está, en ese sentido, ciego desde hace semanas en esta importante plaza española del norte de África.

Además de confeccionar bases de datos irregulares de políticos y líderes sociales de Ceuta, un trabajo principal de la sección que encabezó el teniente coronel José María Albarracín hasta ser apartado era el control de la influencia islamista en las tropas de origen musulmán destinadas en Ceuta. Una fuente militar asegura que entre el 60 y 70 por ciento del tiempo de trabajo de los guardias civiles del Grupo Operativo de Seguridad del Ejército de Tierra (GOSET) de Ceuta se dedicaba a investigar “la fiabilidad de nuestras tropas”.

En el caso de Ceuta –también en el de Melilla– el trabajo de contrainteligencia casi se centra en exclusiva en averiguaciones en torno a islamismo y narcotráfico entre las tropas. Fruto de este trabajo hay doce soldados de origen musulmán que han sido identificados como adeptos del islamismo más radical que se predica en el norte de Marruecos. La inteligencia militar de Ceuta averiguó a lo largo de 2004 y 2005 sus movimientos en los barrios musulmanes de la ciudad. “Encontramos claros indicios –explica una fuente castrense– de su cercanía a los ‘barbudos’ (así se llama en la ciudad a los integristas)”. Sobre su actitud radical habían informado algunos de sus compañeros; de otros, la Comandancia General de Ceuta ha sabido por las secciones de inteligencia de sus unidades. Los islamistas radicales detectados estaban encuadrados en los Regulares, la Legión, Artillería, Caballería y Logística. La inquietud cundió entre los jefes militares de la ciudad: los integristas infiltrados estaban por todas partes.

Estos informes pasaron al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que finalmente envió una nota reservada al Mando de Personal (MAPER) del Ejército para recomendar que no se les renovara el contrato de Militares de Empleo y Tropa Profesional, o “metopas”, como se conoce esta figura en la FAS, lo cual les habría permitido seguir en el Ejército hasta veinte años más.

La semilla del 11-M

Este trabajo, que en un 90 por ciento pasa a análisis en Estado Mayor en Madrid, o al Centro de Información de las Fuerzas Armadas (CIFAS), a veces ha cristalizado en resultados concretos de gran interés para la seguridad nacional. Ciudadanos ceutíes que viajan con frecuencia a Tetuán facilitaron, en noviembre de 2003, al GOSET de Ceuta localizar una extraña reunión en Marruecos. El lugar, un local tetuaní usado para rezos. Estaban presentes varios miembros de un grupo relacionado con un entonces desconocido Jamal Ahmidan, El Chino. En las reuniones, musulmanes de fuera de Marruecos –entre ellos Mohamed Fuad Mohamed, detenido en Ceuta en diciembre pasado en la operación Duna contra el integrismo– daban charlas a entre 15 y 20 acólitos. Al principio, la Segunda Sección de Estado Mayor de la Comandancia General ceutí (G2 en la jerga militar) creyó que eran captadores para llevar gente a Irak.

A comienzos de diciembre de 2003 supieron que los reunidos estaban convocados por un coronel del ejército iraquí, huido de la derrota militar. De acuerdo con los análisis posteriores se supo que el coronel “puso las pilas” –según una fuente de la inteligencia española– a esta célula islamista que estaba activada pero inoperante desde 2001. La información obtenida se pasó a los servicios secretos en diciembre en un informe INTREP (acrónimo de la expresión inglesa Intelligence Report) redactado con formato OTAN. En la nota que el Ejército envió al CNI –que hoy, por motivos de seguridad, sólo está al alcance de cuatro personas en Ceuta– se consideraba a los reunidos –parte de ellos conectados con los asesinos del 11- M– integristas opositores contra Mohamed VI o yihadistas con destino a Irak, e incluso a algunos participantes en los atentados de Casablanca. La investigación se tradujo en al menos dos documentos.

En el primero, en febrero de 2004, se alertaba a los centros de las Fuerzas Armadas de “la posibilidad de cometerse un atentado terrorista en España contra un objetivo indeterminado”. El informe decía que el “agente introducido en España para la planificación sería un coronel iraquí”. Algunas fuentes apuntan a Walid Abu Jumanah, alias que se atribuía al coronel Walid Salem Omar.

El otro informe del CNI, del 11 de febrero de 2004, contaba la llegada a España el 6 de ese mismo mes del coronel iraquí. Ese militar, no obstante, fue investigado por la policía y exonerado de cualquier vinculación terrorista o islamista. Pero, días después del atentado de Madrid, el diario El Mundo también dio noticia de los contactos de un coronel del Mujbarat iraquí (la inteligencia de Sadam Hussein) con presuntos islamistas.

Barbas fuera

La ahora investigada y prácticamente neutralizada segunda sección del Estado Mayor del general Luis Gómez-Hortigüela –comandante general de Ceuta– se enfrentaba a lo que se conoce como una amenaza TESS-CO (terrorismo, espionaje, subversión, sabotaje y crimen organizado). Una fuente que ha trabajado en este contexto explica que, en el caso ceutí, “todo está conectado: desde el integrismo al tráfico de drogas y armas, hasta la venta de ropa barata, el pescado y no digamos el tráfico de personas”.

La no renovación de contratos a soldados españoles de origen marroquí y confesión musulmana ha provocado cierto revuelo político en Ceuta. La Unión Democrática de Ceuta (UDC) ha pedido explicaciones, ya que se trata de militares con unas excelentes calificaciones profesionales.

“Captan a los mejores”, explican fuentes de la inteligencia de fuera de la ciudad. Es el caso del soldado que acudía a la DST marroquí en Tetuán. Casi el 40 por ciento de la tropa en Ceuta es de confesión musulmana. Eso no supone que la fiabilidad sea dudosa en términos generales, a pesar de algunos incidentes durante la crisis de Perejil: soldados de origen marroquí en puestos clave fueron relegados a labores menos importantes.

Los yihadistas que están en una fase avanzada de instrucción disimulan su militancia integrista: se afeitan la barba, beben alcohol y comen carne de cerdo, se asimilan al comportamiento más occidentalizado y alejado de los preceptos islámicos. “Para un musulmán en yihad está permitido pecar”, recalcan las mismas fuentes. El seguimiento que el GOSET ha hecho a soldados le ha llevado a conocer las mezquitas a las que acuden. “Un indicio de que un soldado ha sido captado es que de repente deje de acudir a la mezquita que antes frecuentaba”, explica un experto de la inteligencia militar.

De acuerdo con las informaciones de los servicios de inteligencia, se ha detectado una instrucción por la que se recomienda a los jóvenes yihadistas en formación entrar en las Fuerzas Armadas españolas: “No es mal negocio para ellos –explica–, reciben instrucción militar gratuita”.

Las mujeres de origen musulmán que entran en las Fuerzas Armadas soportan situaciones peores. Alguna, repentinamente, ha dejado de acudir al cuartel: “Apareció, meses después, casada en la zona de Tetuán, secuestrada por su propia familia”. Los líderes integristas de los barrios (a veces los imanes) de Ceuta reprenden a las chicas musulmanas españolas que entran en el Ejército, donde no cumplen apenas ningún precepto de la sharía.

La familia se convierte en un elemento de presión, de esta manera, para el soldado de origen musulmán, según explican desde el Ejército. De ahí las visitas a la DST del buen soldado musulmán infiltrado y detectado por la G2. La DST se ocupa de la seguridad interior y contrainteligencia de Marruecos, con un control enorme sobre la población. “La mayor parte de los musulmanes de Ceuta, aunque españoles, tienen a la familia en Marruecos. Es más, no han perdido la nacionalidad marroquí porque por la ley de ese país nunca dejan de tenerla, no se les reconoce el DNI español. Y con la amenaza sobre la familia son fácilmente manipulables e infiuibles”, explican.

La hoy casi desmantelada inteligencia militar en Ceuta es un reducto de casi treinta personas. Su trabajo suele pasar a competencia de la policía, la Guardia Civil o el CNI. Pero sus huellas están detrás de operaciones como Duna o la detención de dos soldados y un marroquí que traficaban con explosivos militares. Y todo ello en una ciudad separada por una fina alambrada de una de las cunas del integrismo y de los mayores focos de droga del Magreb. Ahora están ciegos.

Fuente: Interviu 26/02/07

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