"Los musulmanes somos el futuro" [Entrevista a Tariq Ramadan]
Admirado por los jóvenes árabes que pueblan los suburbios de París, juzgado con desconfianza por funcionarios y legisladores europeos, que lo ven como una amenaza, Tariq Ramadan se ha convertido en la voz más audaz de la intelectualidad musulmana. Una voz que advierte: la inmigración árabe provocará "la renovación del islam" pero, aun antes, la "islamización de Europa". "El Viejo Continente –escribió–, debe aprender a compartir, por las buenas o por las malas".
En 2003, la televisión francesa emitió un debate (ya mítico) en torno de la cuestión de la laicidad, enfrentando al entonces ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, y a un intelectual suizo de origen egipcio, considerado “el más influyente teórico del islam europeo”, Tariq Ramadan. El tema: ¿pueden o no las niñas musulmanas ir con velo a la escuela? El fascinante debate lo ganó por goleada el actual presidente de Francia: Sarkozy exhibió un verbo agresivo y una inteligencia feroz. Años más tarde, Ramadan explicó que le constaba que esa noche “Sarkozy había prometido a sus allegados aplastarme”. ¿Quién es Ramadan, para que el presidente de Francia considere necesario aplastarlo?
Nacido en Ginebra, Ramadan pertenece por derecho propio a la aristocracia del pensamiento islámico: puede aspirar a un tratamiento de “emir” (“un privilegio al que prefiero renunciar”, dice) y es doctor en Filosofía además de ulema, es decir doctor en ley musulmana. El primer título lo obtuvo en Suiza con una tesis sobre la obra de Nietzsche y el segundo, en la Universidad Islámica de Al-Azhar, El Cairo. Es también autor de numerosos libros sobre el islam y los casetes con sus discursos se venden por cientos de miles entre los jóvenes árabes de las banlieues calientes de París, Ginebra, Marsella o Bruselas.
La revista Time lo nombró “uno de los 100 hombres más influyentes del mundo”. El filósofo francés Bernard-Henry Lévy lo definió como “un polemista temible”. Ha formado parte del “Consejo de Sabios” nombrado por Romano Prodi para “el diálogo de civilizaciones euro-mediterráneo” y Tony Blair lo invitó a unirse a una comisión para analizar causas y consecuencias de los atentados islamistas de Londres. En Gran Bretaña aceptó igualmente un puesto en el prestigioso Saint Anthony's College de Oxford, donde disertó sobre “pensamiento islámico”.
Ramadan cree que la inmigración musulmana en Europa provocará, con el paso del tiempo, “la necesaria renovación del islam” y, de paso, la “islamización de Europa”, según sus (muy) numerosos detractores y enemigos declarados. La acusación más habitual en relación con Ramadan es que su pensamiento tiene dos caras: una amable, democrática, racional y occidental que esgrime en sus encuentros con la prensa o los políticos;
y otra conservador e intolerante que ofrece en árabe a sus seguidores islámicos de los suburbios de las capitales europeas, ahogados en fundamentalismo. “No tengo ningún doble discurso –se inflama Ramadan–, sostengo las mismas tesis en la mezquita y en la calle”.
Pero, por lo visto, la duda y la sospecha de sus vínculos con círculos fundamentalistas fueron suficientes para que las autoridades de Estados Unidos le revocaran el 28 de julio de 2004 su visa para ir a enseñar en la Universidad de Notre Dame, en Indiana. El Departamento de Seguridad Interior (DHS) esgrimió razones “de seguridad pública”.
Una polémica más reciente enfrentó a Ramadan con los pensadores franceses (todos ellos judíos) Alain Finkielkraut, Bernard-Henry Lévy, André Glucksmann y Bernard Kouchner, actual canciller de ese país. A partir de dos entrevistas realizadas en Ginebra y Londres, algunas respuestas de Ramadan sobre ésta y otras polémicas.
ALMA MAGAZINE: Ha dicho que “reconoce el derecho a la existencia del Estado de Israel” y que los judíos son sus “hermanos del libro”. ¿Lo mantiene?
TARIQ RAMADAN: Absolutamente. Israel es un hecho. Es inaceptable legitimar elementos antisemitas en el discurso musulmán. Hay que diferenciar entre la crítica al Estado de Israel, legítima como cualquier crítica política, y el mantenimiento de posturas racistas a partir de la política israelí.
AM: ¿Repite esas ideas ante los miles de jóvenes magrebíes que le siguen en los suburbios de Marsella, Ginebra o Londres?
T.R.: En uno de mis discursos sobre el Corán digo claramente que es “inadmisible hacer una amalgama entre los judíos y el Estado de Israel”. Mantengo esto en público y en privado; tanto en la mezquita como afuera.
AM: Precisamente, la acusación más habitual hacia usted es: “maestro del doble discurso”.
T.R.: Deberían aportar pruebas de ese doble discurso; los periodistas recogen mi discurso y lo reconstruyen.
AM: Declaró que hay que aplicar una “moratoria indefinida” respecto a la lapidación de las adúlteras y los castigos corporales. ¿Qué significa?
T.R.: He dicho que hay que aplicar una “moratoria absoluta” de la pena de muerte, la lapidación y los castigos corporales en el mundo musulmán. Los sabios musulmanes dicen que, a pesar de que estos castigos están contemplados en el Corán, son muy raramente aplicables. Luego he visto con mis propios ojos la realidad. Dado que los doctores de la ley no están de acuerdo sobre la aplicación de las penas, se debe beneficiar siempre a la víctima. Pero sólo pueden funcionar los argumentos islámicos contra las leyes islámicas. No puede haber solución a esto si no sale del interior del mundo musulmán.
AM: Son más las opiniones críticas que favorables hacia usted y su obra. ¿Cómo define su trabajo?
T.R.: Soy un intelectual que intenta releer el islam a la luz de nuestro contexto contemporáneo, tanto del mundo occidental como musulmán. Quiero, desde el interior de la civilización musulmana, asumir los desafíos de la sociedad contemporánea y poder ser un europeo musulmán y vivir en mi sociedad. No sólo integrándome sino también contribuyendo. Deseo que el mundo musulmán sea partícipe del concierto de las naciones dentro de un marco de pluralismo.
La idea de que no existe más que “una sola civilización posible”, Occidente, y que las demás culturas deben alinearse con ella no es buena ni para Occidente ni para las otras civilizaciones. Estoy a mitad de camino entre dos universos de referencia. Interpelo mi propio marco musulmán, del cual soy muy crítico. En Europa, les digo que el destino de los musulmanes no es la asimilación; no estamos destinados a desaparecer. Vamos a seguir siendo lo que somos.
AM: Francia integró a rusos, judíos, españoles, italianos. ¿Por qué los árabes parecen los únicos incapaces de integrarse en el modelo republicano?
T.R.: Los españoles o los italianos han logrado integrarse dado que han pasado más tiempo en Francia. No se puede juzgar a la gente sobre la base de dos generaciones. Pero lo que usted dice es cierto: no es sólo un problema de Francia, sino que también se debe culpar a estas poblaciones que durante largo tiempo se han marginado, alejado de la sociedad. Incluso a nivel intelectual y psicológico. El “síndrome del colonizado” perdura. Las responsabilidades están compartidas.
Francia debe dejar de mirar al islam como una religión extranjera (toda Europa debe darse cuenta: el islam es ya una religión europea). Y los musulmanes deben dejar de hacer responsable de sus problemas a la sociedad de acogida y deben terminar con su eterna auto-victimización y marginalización intelectual. Toda crítica es percibida como contraria al islam, pero no toda crítica es necesariamente “islamófoba”. Hay que entender que en el mundo musulmán nadie tiene derecho a tocar las religiones y en Occidente existe el derecho a, incluso, reírse de la religión. El musulmán debe comprender que en Europa y en Estados Unidos ha cambiado de universo.
AM: ¿Cómo ve la situación de Oriente? Se habla de la “primavera árabe”. ¿Está de acuerdo?
T.R.: No. La supuesta “primavera árabe” es la emergencia de ciertos procesos democráticos en el mundo musulmán, pero las dictaduras siguen siendo la regla. Es hora de que los intelectuales árabes renueven su discurso de que “todo es culpa de Israel”. Israel no es responsable de nuestra falta de conciencia política.
AM: ¿Cabe esperar una renovación del islam? ¿Sería deseable?
T.R.: El futuro del islam pasa en gran parte por Occidente pues aquí está la democracia, o sea, el espacio de libertad. Debemos empezar a pensar el islam en términos de “derecho a” y no exclusivamente de “obligación de”. La tradición musulmana se basa sobre lo que la religión obliga, pero no desarrollamos aún un discurso sobre el islam como un espacio de derechos.
AM: ¿Cree que es posible la convivencia entre el islam practicante y un Occidente laico y republicano?
T.R.: No hay contradicción entre los principios y fundamentos del islam y la democracia, pero cada país debe encontrar su propio modelo. Por lo pronto, hay en Europa millones de musulmanes integrados en el proceso democrático y hay que dejar de verlos como extranjeros.
AM: El islam es una visión del mundo que abarca lo espiritual y lo terrenal. ¿No hay incompatibilidad de principio con la democracia laica en un sistema que mezcla lo político y lo religioso?
T.R.: Yo objeto esta intrusión de la esfera privada dentro de lo público. La dimensión espiritual debe estar separada de la terrena, aunque eso no implica un divorcio radical de ambas. Ahí no hay ninguna contradicción con la tradición musulmana.
AM: Se dice que su estrategia pasa por invitar a los musulmanes de Europa a participar en la vida política de sus países a fin de “islamizar” las leyes nacionales. Un Caballo de Troya islámico.
T.R.: Esa es la vieja acusación de “entrismo”. Ayer, los musulmanes estaban en el gueto y se les acusaba de aislarse y de propugnar el “comunitarismo”. Son los que no pueden considerarme a mí como suizo o europeo. Les molesto, les doy miedo. Siempre fue más fácil identificar al enemigo a través de la alteridad que cuando el enemigo elimina su diferencia y se convierte en uno más.
AM: ¿Cree que la comunidad musulmana condena con suficiente firmeza los ataques terroristas? Ninguna autoridad religiosa declaró una “fatwua” a Bin Laden.
T.R.: Ante los atentados y el recrudecimiento del terrorismo fundamentalista a escala mundial los musulmanes deberían ponerse en pie. Denunciar esa violencia. Todas las organizaciones musulmanas del Reino Unido, o casi todas, condenaron unánimemente los atentados de Londres. Pero los medios no están interesados en las personas que intentan construir puentes sino en los que intentan destruirlos.
AM: En un editorial escribió que “Europa debe aprender a compartir, por las buenas o por las malas”. Suena a amenaza…
T.R.: Los ciudadanos musulmanes debemos tener el derecho de compartir todo en nuestros países, incluido el poder real, pero, ¿quieren esto los europeos? Me temo que no, pero no tendrán otra solución a mediano o largo plazo. Soy un europeo de confesión musulmana y, lo quieran o no, somos el futuro. Yo no invito a los musulmanes a que “islamicen” Europa, sino que invito a Europa a que comprenda que el islam ya está en ella y que los musulmanes son ciudadanos de pleno derecho. Los europeos ¿están preparados para aceptar que los musulmanes tienen algo que aportar a esta sociedad? ¿Europa admite tener ciudadanos de confesión musulmana?
AM: ¿Y si la respuesta fuera “no”?
T.R.: Al menos los términos del debate estarían claros. Europa tiene miedo y desconfía. Yo digo: abran los espacios de confianza. No podremos construir nada desde la sospecha y el miedo.
AM: ¿Qué es lo mínimo que cabe esperar de una persona para considerarla integrante de su sociedad, basta un pasaporte?
T.R.: Es ciudadano aquel que detenta un pasaporte, respeta las leyes del país y es activo socialmente. Pero lo cierto es que no estoy de acuerdo con la pregunta. No creo que haya “mínimos exigibles” de pertenencia. Aunque es preocupante ver que el discurso tradicional sobre la inmigración de la ultraderecha se banalizó y hoy lo esgrimen casi todos los partidos.
AM: ¿Puede pertenecer a la sociedad un hombre que no habla el idioma del país de acogida?
T.R.: No. Debe hablar el idioma, conocer las tradiciones, la historia, las instituciones y las leyes del país donde vive.
AM: ¿Qué piensa de los problemas que genera el velo islámico?
T.R.: No podemos pedirle a una niña musulmana que deje de ir a la escuela por respeto al velo. Pero tampoco es bueno que todas las niñas musulmanas terminen realizando sus estudios en escuelas coránicas. Entre el velo y la educación, debe primar esta última. Eso está antes que el respeto a las tradiciones religiosas. Lo que necesitamos es la mezcla social. Debemos ir radicalmente contra la tendencia natural y comprensible de los inmigrantes de agruparse entre iguales. En Londres, hay escuelas públicas con 99% de estudiantes paquistaníes. Eso es intolerable.
AM: ¿Qué ocurre, en su opinión, en el caso de que un musulmán tenga un hijo homosexual?
T.R.: La homosexualidad, según la tradición islámica, “no forma parte del plan divino” pero el respeto a la dignidad del ser humano debería estar por encima de las tradiciones religiosas.
AM: ¿El sida es un castigo de dios?
T.R.: No diría eso; aunque todas las religiones asocian la enfermedad al castigo divino.
AM: ¿Una mujer musulmana puede casarse con un “infiel” y seguir siendo miembro de la “nación del islam”, o “Umma”?
T.R.: Según la tradición, no. Pero nada en la ley musulmana dice que debamos expulsarlas de la comunidad. Cuando me consultan al respecto digo que sean conscientes de las enormes dificultades que esa elección encierra.
AM: Israel –ha dicho– no es la causa del problema del mundo árabe-musulmán, sino su consecuencia directa. ¿Cual sería el problema, entonces?
T.R.: No hay un problema, sino muchos. Uno es el eterno culpar de nuestros dramas y carencias a los sionistas, estadounidenses o europeos. ¡Nosotros somos la causa de nuestros problemas y miserias! Los intelectuales árabes no cumplen su rol; carecemos de proyecto social y político. En los 60, Mohammed Iqbal, influyente pensador del islam, dijo algo que explica bien el tema: “Los países árabes fuimos colonizados porque éramos colonizables”.
Alma Magazine
Texto: Rodrigo Carrizo Couto
Culpabilización autóctona e inmigración musulmana
Nuestra época contemporánea está marcada por una rápida afro-islamización del Viejo Continente, sin que podamos descartar la hipótesis de una geopolítica de los movimientos migratorios con la población musulmana como vector principal. Recordemos que la historia del Islam está íntimamente ligada a la de los fenómenos migratorios de las poblaciones musulmanas en tierra de no-musulmanes y de aquellos que les han favorecido. [Mas...]
Texto: Hadrien Dekorte para la Nouvelle Revue d'Histoire
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30.7.08
Inmigración musulmana "Los musulmanes somos el futuro"
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Lo que me da es la sensación del " todo está perdido ". Si los franceses, tan diferentes a nosotros, que menospreciamos lo nuestro, se sienten perdidos, apaga y vámonos . El artículo es clarificador de lo que pasa en la sociedad europea, no sólo la francesa, para nuestra desgracia.
ResponderEliminarSaludos y ánimos..!
Hay personas en nuestra sociedad que callan, meditan, planifican, esperan. Personas que están dispuestas a realizar actos y planes para reducir o eliminar ciertas "variables". Cosas de las que hablar es inadecuado pero habrá un contexto en el que no serán criticadas sino seguidas por miles y después millones. Será un proceso largo y no hay que desesperar. Debemos averiguar todos los pasos que podemos dar ateniéndonos a la normativa y buscando sobre todo llegar al poder legislativo con mayoría absoluta. Algunos vamos a pagar para que otros puedan trabajar, es inevitable.
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