Celebración de la misa al aire libre en la localidad kosovar de Karvansaría, donde la iglesia es demasiado pequeña para el número de fiele
Pueblos enteros han decidido convertirse en masa a la fe que sus antepasados abandonaron en el siglo XV.
Hoy se considera que la conversión al islam fue «forzada por razones económicas» «en aquella época si uno quería mantenerse como católico tenía que pagar impuestos».
Los obreros trabajan como pueden en la flamante iglesia de la ciudad kosovar de Klina. Es sábado y tienen el tiempo justo de que se seque el cemento que acaban de poner para levantar el suelo donde se colocará altar, antes de que tengan que prepararlo todo para celebrar las tres misas de cada domingo. Lo que sucede en esta iglesia es el símbolo de la transformación que se ha producido en la minoría católica de Kosovo, olvidada durante siglos y que ahora conoce un resurgimiento inédito. Tal vez Kosovo sea el único lugar del mundo donde se producen cada día conversiones desde el islam al catolicismo, una novedad que por ahora no ha provocado ninguna señal de inestabilidad en este país autoproclamado independiente hace menos de un año.
Pocas cosas más han cambiado para los kosovares desde la independencia y algunas, como los cortes de electricidad o la falta de trabajo, incluso han ido a peor. Sin embargo, para los católicos, que son sólo el tres por ciento de la población, unas 60.000 personas, están conociendo un resurgimiento inédito. En la capital, Pristina, donde ni siquiera había iglesias católicas, se construye ahora la nueva catedral que estará dedicada a Santa Teresa de Calcuta (originariamente albanesa) y que puede ser el edificio más alto de la ciudad. El único obispo del país planea instalarse también en la primera ciudad del país y dejar su sede tradicional de Prizren, al sur. No existen todavía cifras sobre las conversiones de kosovares musulmanes, pero en muchas parroquias celebran cada trimestre bautismos colectivos de veinte o treinta personas.
Discreción como norma
Luego, naturalmente, está el hecho de que muchos son trabajadores emigrantes en Europa, que saben que este país va hacia Europa y quieren vivir en una atmósfera como la que han conocido». En la iglesia de San Juan Bautista de Zlakukan, al lado de Klina, se bautizaron este verano los 22 vecinos que trabajan en Noruega.
Para otros, el hecho de proclamarse cristianos ha significado un nuevo gesto de reivindicación y no han sentido la necesidad ni de pedirlo formalmente. En la aldea de Karvansaría, cerca de Malisevo, prácticamente todos sus habitantes -cerca de un millar- se han declarado católicos y han construido una nueva iglesia que, como todas las que hay en Kosovo, los domingos se llena a rebosar. Desconfiados al principio, los parroquianos no son partidarios de dar demasiadas explicaciones a los extranjeros, pero finalmente en las tiendas y en los cafés acaban diciendo que ser católicos «nos gusta más» y «forma parte de nuestra tradición albanesa». Este año, en Karvansaría, apenas se ha notado que pasaba el mes de ramadán.
Durante siglos, en Kosovo se ha hablado de musulmanes que llevaban una doble vida recordando su pasado católico, aunque otros expertos relacionan este resurgir con la exaltación de sus raíces nacionales, ahora que la independencia les ha puesto en el mapa.
Muhamet Mala, profesor de Historia de las Religiones en la universidad de Pristina considera que «al menos la mitad de la población de Kosovo se siente vinculada emocionalmente con la religión católica, porque fue la de sus antepasados».
Naturalmente, este fenómeno no puede pasar desapercibido para los dirigentes de la religión dominante, aunque no ha habido ninguna reacción hostil contra esta tendencia que por ahora representa solamente a una parte muy pequeña de la población. «Kosovo es un nuevo estado, definido como laico y democrático, donde la fe es una opción personal. Nuestro pueblo, además, no es radical, en materia de fe es bastante liberal, ya sea católico o musulmán» explica el padre Lorenzo, que antes de terminar su iglesia ya ha bautizado a una buena treintena de adultos musulmanes. «Cuando un musulmán viene a nosotros, primero tiene que pasar entre seis meses o un año de catequesis y después es bautizado».
Y el hecho que más caracteriza esta situación es que la Iglesia Católica no realiza ninguna campaña de proselitismo, la exigua minoría católica no hace ningún llamamiento, sino que, como recuerda el padre Lorenzo «vienen hacia nosotros por su propia voluntad». Sin embargo, unos y otros convienen en anteponer su condición de kosovares a cualquier consideración religiosa. Los católicos son tan cristianos como los serbios ortodoxos, pero en este caso «las relaciones son muy complicadas, porque los ortodoxos son una iglesia nacional y territorial, lo que nos ha causado mucho dolor a todos los kosovares».
ENRIQUE SERBETO
PRISTINA 05-10-08
Hay quintacolumnistas que mejor estarían de enemigos. Al tiempo.
ResponderEliminarA mí, que soy agnóstico practicante, me flipa la aparente facilidad con que uno se convierte de una religión a otra separadas por una distancia tan considerable. Quiero decir, entiendo una conversión del catolicismo al protestantismo o viceversa. El Dios al que adoran es el mismo, su libro sagrado es más o menos el mismo y las discrepancias son doctrinales (trinidad, papado, etc) pero los fundamentos son comunes. El tránsito es relativamente fácil. Pero qué puede llevar a "ver la luz" para pasar sinceramente del islam al cristianismo (en cualquiera de sus formas) o viceversa? Voluntariamente, me refiero. No me hago a la idea. Una religión supone unas convicciones, cierta concepción del mundo, una ética determinada, todo ello normalmente inculcado desde la cuna y latente en el entorno y por tanto no tan fácil de desarraigar como para una conversión sincera. O bien esas convicciones no son tan fuertes (tanto me da un Dios como otro, un libro sagrado como otro) y por tanto tampoco hay que esperar que lo sean las nuevas; o bien lo son lo bastante como que para que el individuo la fe en Dios sea una verdadera necesidad (pero entonces tampoco se entiende que las abandone). Lo lamento, pero no lo entiendo. No creo que esas conversiones colectivas sean sinceras. Puedo creerlo en casos aislados, individuales ("ver la luz", como he dicho antes) pero no cuando se producen de forma colectiva. Si los cristianos conquistados por el imperio turco se convertían masivamente al islam por una necesidad social (como los kosovares o sus vecinos los bosnios), no es impensable que ahora recorran el camino inverso por el mismo motivo. El comentario anterior hablaba de quinta columna. Quizá no ande tan desencaminado.
ResponderEliminarLa imagen que los musulmanes tienen de Dios es una idea antiquísima, la misma que figura en el antiguo testamento, la de un Dios cruel, dominante y necesitado de sangre. Tal vez por eso se entienda mejor la conversión del Islam a otra religión, que de otra religión al Islam. La gente que ahora conoce otras formas de vida (no como antes, que apenas se conocía, salvo de oídas) y que tenga una mente clara que sepa pensar por si misma, pues verá que la ética y moral que predica el Islam no es precisamente la paz, ni el amor ni la armonía, ya que la muerte, el látigo, la cárcel y otros castigos es el premio a cualquier desvío que se haga de las normas dictadas en el Corán. Tal vez esa sea la "luz" que los haga salir del Islam convirtiéndose a otra religión, si tienen necesidad de ella, que tenga una razón de Dios diferente a la de su libro.
EliminarYo no puedo entender como mujeres occidentales, que han gozado de libertad y derechos, puedan convertirse a esa religión donde la mujer vale la mitad que el hombre, según el Corán. Sinceramente no me entra en la cabeza. No me entra que vengan después diciendo que todo es amor, etc, etc, y odien de tal manera su propio origen llegando a volverse radicales. Y que conste que una mujer cristiana, si se casa con un musulmán, no está obligada a abandonar su fe. Cosa contraria es el hombre que para casarse con una musulmana si se ve obligado a convertirse al Islam. Por lo que deduzco que bastantes de los hombres conversos al Islam lo son por ese motivo.
Quintacolumnistas... tal vez. La taqquiya la manejan admirablemente.